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Ilustración de Carmen Bueno para ‘La fiesta en el jardín’, de Katherine Mansfield.

Katherine Mansfield te invita a su ‘Fiesta en el jardín’ con hermosas ilustraciones

WMagazín avanza el comienzo de una nueva traducción de uno de los cuentos de la gran escritora neozelandesa. Un volumen con bellas imágenes que recrean el universo impresionista y transparente de una maestra del detalle

Presentación WMagazín Una de las escritoras y cuentistas más importantes, influyentes y exquisitas del siglo XX es Katherine Mansfield (Wellington, Nueva Zelanda, 1888-Fontainebleau, Francia, 1923). La belleza literaria de su escritura, la sutileza y hondura de sus temas, la ironía de su narrativa y la capacidad de crear cuadros impresionistas de la realidad con sus descripciones la convierten en una figura excepcional. Una maestra del detalle para retratar a una persona en su más profunda forma de ser o determinar un escenario o definir una situación de manera sincera y transparente. De cómo en una frase, un vestido, una prenda de un traje, un gesto, una forma de mirar o una actitud se condensa el universo de las personas y la sociedad.

«Solo siendo fiel a la vida puedo ser fiel al arte. Y fidelidad a la vida significa bondad, sinceridad, simplicidad, probidad», escribió Mansfield en una de sus cartas. Ese fue un gran autorretrato porque sus historias evocadas de su infancia, sobre todo, son extraordinariamente vívidas.

Una aproximación a su universo lo recupera Nórdica Libros este 10 de junio con una nueva traducción de La fiesta en el jardín y La señorita Brill, a cargo de Magdalena Palmer. Los dos cuentos forman una edición con ilustraciones de Carmen Bueno que recrean de manera maravillosa el mundo literario de la escritora neozelandesa.

WMagazín avanza el comienzo de La fiesta en el jardín, uno de los relatos más emblemáticos de Mansfield, acompañados de imágenes de Carmen Bueno. La escritora, que formó parte del grupo de Bloomsbury, narra aquí la historia de una familia de clase bien que inaugura el verano con una bella fiesta en el jardín de su casa. El lector es invitado a presenciar todos los preparativos, el éxtasis por la fiesta, las prisas de trabajadores y señoras y señores de la casa, hasta que una de las hijas se entera de que a pocos pasos de allí, en una zona pobre, ha muerto un hombre que ha dejado una viuda y varios hijos. Ella pide a su madre suspender la fiesta por respeto, pero la desoyen. Acabada la magnífica fiesta el lector sabe que el relato no termina allí, y que aunque quedan poquísimos párrafos lo mejor está por llegar. Un espejo para confrontar la vida y la muerte, la belleza y la tristeza, las clases sociales, el candor y la dureza; las pocas maneras de enfrentar, en realidad, la existencia.

Te invitamos a inaugurar el verano en compañía de Katherine Mansfield:

Ilustración de Carmen Bueno para 'La fiesta en el jardín', de Katherine Mansfield (Nórdica Libros).

'La fiesta en el jardín'

Katherine Mansfield

Y hacía un tiempo ideal. No habrían encontrado un día mejor para celebrar una fiesta en el jardín ni si lo hubiesen encargado. Sin viento, cálido, ni una nube en el cielo. Solo velaba el azul una tenue bruma dorada, como ocurre a veces a inicios del verano. El jardinero, que se había levantado al amanecer para cortar y rastrillar el césped, había dejado resplandecientes la hierba y los rosetones oscuros y chatos donde antes estaban las margaritas. En cuanto a las rosas, daba la sensación de que sabían muy bien que eran las únicas flores capaces de impresionar a los invitados; son las únicas flores que todos conocen. Cientos, sí, literalmente cientos se habían abierto durante la noche; los verdes rosales se doblegaban bajo su peso como si los hubiesen visitado unos arcángeles.

No habían terminado de desayunar cuando llegaron los hombres que iban a levantar la carpa.

—¿Dónde quieres que la pongan, mamá?

—Querida mía, no hace falta que me lo preguntes. Este año he decidido dejarlo todo en vuestras manos. Olvidad que soy vuestra madre y tratadme como a una invitada de honor.

Ilustración de Carmen Bueno para ‘La fiesta en el jardín’.

Pero Meg no podía atender a los trabajadores. Se había lavado el pelo antes de desayunar y tomaba el café tocada con un turbante verde y un rizo oscuro y mojado estampado en cada mejilla. Jose, la mariposa, siempre bajaba a desayunar vestida con unas enaguas de seda y la chaqueta de un quimono.

—Tendrás que ir tú, Laura, que eres la más artística.

Y allá fue Laura, con su pan con mantequilla en la mano. Era fantástico tener una excusa para comer fuera, y además le encantaba organizar las cosas; siempre le parecía que lo hacía mejor que nadie.

Cuatro hombres en mangas de camisa aguardaban en el sendero del jardín. Llevaban postes cubiertos con rollos de lona y unas grandes bolsas de herramientas les colgaban del hombro. Estaban impresionantes. Laura deseó no llevar en la mano aquella rebanada de pan con mantequilla, pero no sabía dónde dejarla y no le parecía bien tirarla sin más. Se ruborizó e intentó adoptar una expresión severa, e incluso algo miope, mientras se acercaba.

—Buenos días —dijo, imitando la voz de su madre.

Pero sonaba tan espantosamente afectada que se avergonzó, y balbució como una niñita. —: Hum…, haaan…, ¿han venido por el asunto de la carpa?

—Pues sí, señorita —dijo el hombre más alto, un tipo larguirucho y pecoso que se cambió la bolsa de hombro, se echó hacia atrás el sombrero de paja y le sonrió—. Por ese mismo asunto.

Su sonrisa era tan espontánea y amable que Laura se sintió mejor. Qué ojos tan bonitos tenía, ¡pequeños, pero de un azul tan intenso…!

Y luego vio que los demás también sonreían. «Anímate, que no mordemos», parecían decirle con su sonrisa. ¡Qué trabajadores más agradables! ¡Y qué mañana tan preciosa! Pero no debía mencionar la mañana; tenía que parecer profesional. La carpa.

—¿El prado de los lirios? ¿Servirá?

Y señaló el prado con la mano que no sostenía la rebanada de pan. Ellos se volvieron y mira-ron en aquella dirección. Un hombrecillo gordo torció el labio inferior y el hombre alto frunció el ceño.

—No me gusta, apenas se ve —le dijo, y se volvió para hablarle con su naturalidad ca-racterística—. Verá, lo que interesa con las carpas es ponerlas en un sitio que se vea mucho, como un buen bofetón en los ojos, no sé si me entiende.

La educación que Laura había recibido le hizo preguntarse si era respetuoso que un trabajador le hablase de aquel modo; pero entendió muy bien lo que le decía…

Ilustración de Carmen Bueno para ‘La fiesta en el jardín’, de Katherine Mansfield.
  • La fiesta en el jardín. Katherine Mansfield. Traducción de Magdalena Palmer. Ilustraciones de Carmen Bueno (Nórdica Libros).

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