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El Nobel de Literatura kazuo Ishiguro. /Fotografía de Jeff Cottenden – cortesía Anagrama

Kazuo Ishiguro: «A mayor avance de la sociedad menos empatía de la gente»

El Nobel de Literatura da una lección magistral sobre su nuevo novela 'Klara y el sol' que tiene ecos sobre el presente de incertidumbre y brinda un taller literario improvisado. Una novela de ciencia ficción en la que sigue su exploración de la condición humana y qué nos hace humanos en la era digital. Puedes ver los momentos clave de la rueda de prensa digital en WMagazín

El futuro se asoma, a veces, en la escritura de los libros sin que el autor lo sepa. La luz de la tarde invernal de Londres resplandece en el salón de la casa de Kazuo Ishiguro. Sentado en el centro del salón frente a la cámara de su ordenador, el escritor habla con casi un centenar de periodistas de España y América Latina sobre su primera novela después del Nobel de Literatura en 2017, Klara y el sol (Anagrama), con ecos insospechados de la incertidumbre que vive la humanidad por la pandemia covid-19.

“El tema que tenemos que tratar de abordar y para el cual tenemos que estar preparados es qué tipo de impacto emocional tendrá todo esto en nuestra sociedad”, es una de las primeras reflexiones sobre las consecuencias del coronavirus que hace Kazuo Ishiguro (Nagazaki, Japón, 1954, y nacionalizado inglés).

Vestido de negro y con el cabello ya casi blanco del todo, el escritor convirtió el encuentro que iba a ser de sesenta minutos en una hora y cincuenta y cuatro minutos. La presentación de su novela Klara y el sol, situada entre este mundo y lo que podría ser la convivencia con seres de inteligencia artificial, fue una sucesión de historias, reflexiones y lecciones de vida y literatura. El encuentro empezó y se cerró con dos revelaciones: el origen de la novela (un cuento infantil, un peluche), y los secretos del autor para elegir al narrador de sus obras (hace una audición con sus personajes), pasando por opiniones sobre el estado actual del mundo.

“No podemos ser tan complacientes. Se están abriendo nuevas vías en nuestras sociedades y nos cuesta gestionar este tema. El análisis de la izquierda y la derecha no funciona”, advierte el Nobel inglés.

Kazuo Ishiguro escribió una novela premonitoria sobre aspectos que ha desatado el confinamiento. Klara y el sol es una metáfora sobre la importancia de las relaciones personales, la soledad, la esperanza y la fe, la creación de recuerdos desde el punto cero y la manera como el ser humano se relaciona con la tecnología justo ahora que se ha acelerado el mundo digital y la cuarentena ha introducido un tiempo sin tiempo que ha incorporado experiencias y miedos agazapados.

Klara y el sol cuenta la historia de un robot llamado Klara, de aspecto humano, o AA, Amiga Artificial, especializada en el cuidado de niños cuya misión es evitar que las personas se sientan solas. Ella es la narradora. Así es que el lector asiste al proceso de construcción y formación de sus recuerdos y los avatares para el cumplimiento de su misión con una joven enferma.

Ishiguro vuelve sobre argumentos que imbrican el mundo analógico y la inteligencia artificial donde expresa su sabiduría para continuar su indagación sobre el ser humano y escudriñar su alma.

“¿Hay algo más allá de los datos y robots que se puede cartografiar con la tecnología? ¿Hay algo especial dentro de cada uno de nosotros que hace que los humanos seamos especiales? ¿Qué significa que el ser humano ame a otra persona? ¿Somos únicos de una manera especial? ¿Somos irremplazables o reemplazables?”.

De todo esto habló Ishiguro cuya primera novela, Pálida luz en las colinas, la publicó 1982; a esta le siguieron Un artista del mundo flotante, Lo que queda del día, Los inconsolables, Cuando fuimos huérfanos, Nunca me abandones y El gigante enterrado.

Hay una reflexión inquietante en este hombre sabio que no cesa de explorar la condición humana cuando se lamenta de que «a mayor avance de la sociedad menos empatía de la gente».

Fue una rueda de prensa global con herramientas del mundo que Ishiguro recrea y cuya obra la Academia sueca que le condedió el Nobel definió como «novelas, de gran fuerza emocional, que han descubierto el abismo bajo nuestro sentido ilusorio de conexión con el mundo». (Puedes leer el discurso de Ishiguro al aceptar el Nobel en este enlace de WMagazín).

Klara y el sol sigue esa senda, y su propio autor va más allá en este generoso encuentro con los periodistas:

Kazuo Ishiguro, en el salón de su casa en Londres, durante la rueda de prensa digital, en marzo de 2021. /WMagazín

Origen de Klara y el sol

El origen de las obras de arte es impredecible. El detalle más corriente o un recuerdo escondido de la memoria pueden ser el primer destello para un cuadro o una película o un libro. Luego la evolución, la metamorfosis, el creador como demiurgo que insufla vida a sus criaturas hasta convertirlas en lo que son. Con la intrahistoria de Klara y el sol empieza Kazuo Ishiguro la rueda de prensa digital:

“Pueden pensar que Klara y el sol pertenece a la ciencia ficción, pero, en realidad, procede de las historias georgianas, en particular las historias para niños. Hace unos años tuve una idea para un libro ilustrado para pequeños. Siempre me ha fascinado el mundo que se dibuja en esas obras. Los adultos protegemos mucho a los niños de las dificultades y queremos presentar una idea amable del mundo, pero en algún lugar de esas ilustraciones se puede ver una pista de la oscuridad y tristeza del mundo adulto que les espera. Es como si los adultos dijéramos: ‘No queremos mentiros, pero, de momento, os decimos que el mundo es fantástico’. Pero, en algún lugar de ese bosque dibujado se puede ver lo oscuro. Y Klara es como esa criatura en el centro de la historia infantil que puede ser como un oso de peluche, ese era el origen de la novela, después la situé en el mundo de la ciencia ficción”.

La memoria en Ishiguro

La memoria es un tema central en la obra de Kazuo Ishiguro. Qué aloja, cómo se aloja, cómo se recuerda, qué aflora, cómo se cuenta, cómo su gestión define a las personas. Pero en Klara y el sol la perspectiva es otra, va más allá al mostrar cómo es la construcción de esos recuerdos:

“Cuándo es mejor recordar o cuándo es mejor olvidar son preguntas que tienen que ver con países, naciones y personas. En Klara y el sol este tema me interesaba menos, es una preocupación para con el futuro. Ella es una máquina nueva sin recuerdos, y si quiere esconderse de algo es del futuro, no del pasado. Me parece interesante y liberador tener a alguien que no tiene recuerdos al principio y va acumulando evidencia del pasado como lo haría un niño, paso a paso”.

La pandemia como un eco del futuro

Cada obra suele ser interpretada de acuerdo al momento en que se publica. Klara y el sol podría pasar por una novela muy sofisticada o con claves metafóricas sobre la pandemia de la covid-19 que azota al mundo; pero, la verdad, es que solo fueron asomos futuristas de Ishiguro porque el libro lo escribió antes. Sobre cómo la pandemia ha acelerado la revolución digital y sus consecuencias podrían afectar a lo humano el escritor inglés se muestra cauto:

“Es difícil decirlo ahora mismo. Todos hemos hablado mucho de esto. Desde luego el coronavirus ha acelerado diferentes aspectos de nuestras vidas, laborales y personales. Pero yo había terminado la novela antes de la pandemia. No tenía idea de que algo así iba a surgir. Si hay ecos es pura coincidencia.

Sobre cómo nos va a afectar me parece algo inapropiado debatirlo en este momento, aunque es importante. Ahora hay millones de personas en el mundo en estado de shock y duelo porque han perdido a alguien querido. Este índice de muertes solo se encuentra cuando ha habido guerras. En Reino Unido ya hemos duplicado las muertes de civiles de la Segunda Guerra Mundial y en Estados Unidos hay más que en las dos guerras y en la de Vietnam.

El tema que tenemos que tratar de abordar y para el cual tenemos que estar preparados es qué tipo de impacto emocional tendrá todo esto en nuestra sociedad.

Si todo lo que nos preocupara de la pandemia es qué ha cambiado de nuestra vida laboral sería fantástico, pero me temo que habrá repercusiones ingentes que tendrán que ver con el estrés, la rabia, el dolor… y no sé cómo se van a manifestar, en qué forma. Lo cierto es que cuando en el pasado hemos tenido este dolor de muertes repentinas en nuestras sociedades ha habido un impacto. Esto es lo que deberíamos estar debatiendo. Lo demás es algo que solucionaremos…”.

El Nobel de Literatura Kazuo Ishiguro en una imagen de 2021. / Foto de Lorna Ishiguro – cortesía de Anagrama

Los desafíos políticos

La cuarentena ha recordado la necesidad de compartir, pero también ha servido para dejar al descubierto grietas del mundo como la manera en que se acentúan las divisiones y afloran las intolerancias. Ante la pregunta de si la democracia liberal enfrenta desafíos especiales con este clima y cómo esto puede afectar al ejercicio del arte Ishiguro expresa sus dudas:

“En los últimos años, cuando llegué a la tercera edad, tuve que cambiar mi actitud: me he hecho más optimista.

Después de la Segunda Guerra Mundial parecía que todo avanzaba en la dirección correcta, aunque sé que en América Latina pasaron momentos oscuros. Pensaba que la democracia iba ganando la batalla y en 1989, con el final de la Guerra fría, pensé que este sistema liberal democrático era el único válido y que todo el mundo lo asumiría; pero, ahora, no estoy seguro de tener esa misma confianza. El mundo ha cambiado y tiene modelos alternativos potentes que podrían ser exitosos como en China o Rusia, me refiero a contra modelos potentes.

En la era de la vigilancia, del big data, se puede sacar partido de las ventajas. Antes los sistemas democráticos proporcionaban sociedades ricas y por eso eran tan convincentes y otros países abandonaron el sistema de opresión.

Es posible que esos sistemas de inteligencia artificial eliminen esas ventajas y que sociedades autoritarias tengan herramientas que no había en la Guerra fría y les permita tomar decisiones económicas eficaces con las cuales es difícil que compitan sistemas democráticos liberales.

No podemos ser tan complacientes. Se están abriendo nuevas vías en nuestras sociedades y nos cuesta gestionar este tema. El análisis de la izquierda y la derecha no funciona. Por eso en mi discurso del Nobel lancé un deseo a los jóvenes para que planteen nuevas ideas que contengan humanidad y humanismo en su corazón a las que podamos sumar las viejas ideas”.

¿Somos irreemplazables?

La tecnología y la manera como esta impacta y afecta a las personas de manera individual y en las relaciones con los otros es un tema que interesa de manera especial a Ishiguro. Se constata en estos tiempos de confinamientos. Algo de esto abordó el autor con la novela Nunca me abandones donde también hay robots. La duda es qué puede pasar ahora que los teléfonos móviles saben más de las personas que ellas mismas y sus amigos:

“Es un tema cada vez más serio planteado en Klara y el sol. Vivimos en un mundo donde el big data invade nuestras vidas cotidianas. Tanto que tendrá un impacto sobre esa idea a la que estamos aferrados de que el ser humano tiene un alma que nos hace especiales. Si ese es el caso ¿qué vamos a hacer? ¿Hay algo más allá de los datos y robots que se puede cartografiar con la tecnología? ¿Hay algo especial dentro de cada uno de nosotros que hace que los humanos seamos especiales?

Son preguntas que plantea Klara y el sol ¿Qué significa que el ser humano ame a otra persona? ¿Somos únicos de una manera especial? ¿Somos irremplazables o reemplazables?

Mi interés real son los seres humanos. Los miro a través de esta máquina llamada Klara y, al final, lo que me interesa es lo que Klara observa en los seres humanos, ese es mi eje principal. La novela se convierte en una metáfora de los impulsos humanos y asume aspectos diversos de ellos, a veces para tomar la decisión que tiene para hacer lo mejor para la niña de la que se ocupa con lo cual termina pareciéndose a una madre o a un padre.

Los seres humanos cuando se trata de cuidar a nuestros hijos somos como máquinas programadas con todas esas decisiones. Mi madre era así. Todo lo que hizo fue como si tuviera una voz en la mente que le decía lo que había que hacer. Cualquier decisión de ella era una respuesta a esa pregunta.

Hay algo en los seres humanos que nos hace actuar como máquinas programadas. Incluso en personas horribles en la reacción frente a sus hijos surge el cuidado. Quería que Klara fuera un espejo de ciertas cualidades de los seres humanos. Eso era prioritario frente a cuestiones filosóficas de cómo se siente una máquina”.

A mayor avance menos empatía

La filosofía y las preguntas que las narraciones que Kazuo Ishiguro plantea a los lectores van implícitas en sus narraciones de manera natural. Si la memoria es clave en su obra, los afectos y las relaciones con los otros también porque ahí radicaría parte de la esencia del ser humano. Sobre si cree que entre más desarrollo o conocimiento tecnológico menos empatía, Ishiguro se muestra muy interesado:

“No debería ser así, pero creo que es una tendencia que a mayor avance de la sociedad menos empatía. Uno de los problemas es que el modelo de negocio de las grandes empresas tecnológicas no favorece el bienestar de los seres humanos. Depende de la sociedad en general la manera de encontrar cómo controlar a esas grandes tecnológicas para obtener nosotros ventajas. Nuestra sociedad crea mucha desigualdad y hay que ir con mucho tiento; pero, por ejemplo, en publicidad la mayoría de beneficios va a empresas como Facebook y su negocio es observar nuestro comportamiento. Hay un desajuste entre el interés de la sociedad y el de estas empresas. Necesitamos que se alineen porque de lo contrario vamos a sufrir sus perjuicios, como sucede con la genética. Hay un potencial enorme para hacer el bien a través de la tecnología. El campo de la salud es un gran ejemplo. Necesitamos despertarnos rápidamente para reorganizarnos y evitar grandes peligros”.

Combatir la soledad

La humanida que tanto interesa a Ishiguro la confronta con la relación hacia las nuevas tecnologías, a la inteligencia artificial, a los nuevos territorios. ¿Acaso estamos a las puertas de un nuevo tipo de personas como resultado de la genética?:

“El tema genético es algo a lo que no hemos despertado porque todo avanza muy rápido. Hay avances beneficiosos y otros polémicos por algunos usos y abre la posibilidad de un sistema salvaje de meritocracia si hay un grupo que objetivamente es mejor por las alteraciones genéticas. Es uno de los temas que como sociedad tenemos que hablar y debatir porque la edición genética ya está aquí.

Los seres humanos siempre vamos a necesitar a otros seres humanos. Los robots son como animales de compañía.

La soledad es un tema recurrente. Klara está obsesionada con la soledad porque una de sus misiones es evitar que la gente la sienta. No sé si hay algo esencial que hace solitario al ser humano. Hay algo destacable en los seres humanos cuando manifestamos afectos, protección. Trato de reflejar esa necesidad de búsqueda de afectos y compañía donde expresar afectos”.

Influencias y reinvención continua

Hacia el final de la rueda de prensa surgen preguntas sobre las influencias artísticas y por qué Ishiguro trata de reinventarse en cada libro:

“El modelo de la ciencia ficción me influyó más a través del cine, no tanto de libros. Películas como 2001, una odisea del espacio, de Stanley Kubrick, me impactaron.

Kubrick como cineasta fue un modelo para mí en el sentido de que él se reinventaba a sí mismo en cada nueva película. Hacía perfecta una película de terror, intachable una de ciencia ficción, impecable una de guerra, todas distintas.

Bob Dylan fue otro modelo para mí porque cambiaba de estilo constantemente. Crecí creyendo que eso era bueno, quería cambiar, me parecía lo ideal.

Esa necesidad de reinventarme me ha permitido pasar de una fase a otra y me ha dado energía. Creo que es lo correcto trabajar así. Pretendo que cada libro refleje quién soy yo en el momento que vivo. El mundo evoluciona, las cosas cambian. Lo que pretendo es escribir algo que cada vez sea distinto”.

Creencia en los nuevos autores

Ishiguro se muestra optimista y esperanzado en lo que pueda aportar la literatura en esta incertidumbre:

“Soy de la generación de los autores mayores de 66 años y miro a los autores jóvenes y les sigo para ver si ellos encuentran voz a este mundo que cambia tan rápido, es el prisma desde el cual veo las cosas.

Cuando intento ver el presente y el futuro veo una neblina, sombras. Klara es un poco ese señor mayor que intenta mirar el futuro e intenta vislumbrar algo en esas sombras. Espero que los jóvenes lo vean más claro.

Quizás las ideas que hemos tenido en los últimos 40 o 50 años de que hay literatura seria y un estilo literario serio y luego otros géneros como el thriller, la ciencia ficción, lo juvenil y otras categorías se están rompiendo. La literatura se fusiona porque muchas de estas cosas han sido creadas como herramientas de marketing que son útiles, pero muchas de esas categorías tienen raíces en un mundo ya pasado. Veremos que mucha literatura importante y de peso lo que hace es combatir todo esto.

Los autores jóvenes, como mi hija Naomi que publicará su segunda novela, no ven las cosas con esas clasificaciones de géneros. Combinan, mezclan, es algo que me descoloca.

La literatura debe ser abierta. Debemos ser receptivos a la literatura de orígenes dispares. Miro a los jóvenes con apertura total”.

La clave: el punto de vista

Parte del éxito de las obras de Ishiguro está en la elección del punto de vista que elige, de la elección del narrador. Sobre cómo lo elige y cómo es esa carpintería literaria el Nobel da un corto taller literario:

“Cuando me planteo escribir pienso desde qué punto de vista lo haré. Empecé a escribir mi segunda novela a través del punto de vista de un niño, el nieto del protagonista, pero me di cuenta de que tenía el narrador equivocado, no por la voz, sino por la visión. A partir de esa experiencia siempre voy con mucho cuidado en esa elección. Paso por una especie de audición en la cual diversos personajes hacen ese papel principal. Creo que el tipo de libro que escribo depende de esa decisión.

Lo que intento es escribir párrafos de un posible narrador y de otros. También tengo una idea ligera y puedo ver con claridad quiénes pueden ser los narradores potenciales. Al principio tuve un enfoque como Watson de un narrador que no sea el protagonista, pero sí lo observa. Con el tiempo me di cuenta de que no es importante que el narrador sea el personaje central.

Solo en mi primera novela el narrador estaba en el centro. Lo importante para mí son las limitaciones de estas personas porque esa es la ventaja principal de una primera persona. Que ese narrador no pueda ver todo es una ventaja para mí; me interesa esa falta de perspectiva de quien cuenta la historia y lo que suceda por oposición en un mundo más amplio.

La verdad es que no tengo una fórmula. Cada vez que me siento a escribir agonizo durante mucho tiempo para ver dónde radica el punto de vista de la historia y qué tipo de visión y limitaciones debe tener el narrador”.

Una hora y cincuenta minutos después Kazuo Ishiguro termina el encuentro digital y global con los periodistas. A su espalda, el fondo del salón deja ver ya las primeras sombras del atardecer.

@WinstonManrique

Klara y el sol. Kazuo Ishiguro. Traducción de Mauricio Bach (Anagrama).

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Winston Manrique Sabogal

Un comentario

  1. Ishiguro escudriña nuestra modernidad desde diferentes puntos de vista , habla del desarraigo con la voz de una mujer japonesa de post guerra, después de las migraciones en una historia medieval, ahora su personaje es un ser creado por la inteligencia virtual, escritor premonitorio, precursor de
    Nuestra realidad de ciencia ficción .

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