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Glen Close y John Malkovich es ‘Las amistades peligrosas’, de Stephen Frears, basada en la novela homónima de Choderlos De Laclos, de 1782. /WMagazín

La fuerza creativa del desamor y el despecho en la literatura, el teatro, la ópera y la música

De 'Medea' de Eurípides, 'Otelo', de Shakespeare, a 'Norma', de Puccini; de 'Las amistades peligrosas', de De Laclos, a 'Jazz' de Toni Morrison; de 'Respect', de Aretha Franklin, a 'BZRP Music Sessions #52', de Shakira, que empodera a la mujer, la ruptura del amor en sus mil y una esquirlas ha inspirado múltiples obras a lo largo de la historia y culturas

En el amor anida el desamor, en el desamor late la tentación del despecho. Siempre. La tentación de desenmascarar el daño que ha hecho el amado. Y ese dolor con su remolino de qué pasó, por qué y qué hice tiende a estallar en grito en busca de conjuro y exorcismo. Las artes, en especial la novela, el cuento, la poesía, el teatro y la música están pobladas de despechos amorosos. Obras que reflejan a través de él la condición humana y, muchas veces, una estrategia de supervivencia de quien se siente abandonado y se rebela contra el silencio y sumisión esperados como un acto de reconciliación con el amor propio.

La literatura y el ensayo dan fe de ello. Lo abordan obras donde el despecho es el centro o el detonante con títulos que van desde clásicos griegos como Medea y Fedra, de Eurípides, pasando por Otelo, y otras piezas de Shakespeare, y Cumbres borrascosas, de Emily Brönte, hasta Jazz, de Toni Morrison; Así empieza lo malo, de Javier Marías; y El fin de la novela de amor, de Vivian Gornick.

En la ópera están títulos como Norma, de Vincenzo Bellini; y suena en canciones que van desde Respect, de Aretha Franklin, pasando por ¡Hey!, de Julio Iglesias, Someone Like You, de Adele, y Hawái, de Maluma; hasta BZRP Music Sessions #53, de Shakira, que ha puesto a hablar a medio mundo sobre un tema tan antiguo como la misma búsqueda del amor.

La cantante colombiana volvió a desmitificar el desamor sumiso y silencioso con la reacción del despecho en las mujeres. La letra de su canción rompe con los arquetipos de mujer resignada y, por el contrario, le da voz y le recuerda su derecho a expresar su lamento y desengaño, como hasta ahora lo han hecho, sobre todo, los hombres. La empodera no solo con frases que desenmascaran a su pareja, sino que invitan a las mujeres a tomar las riendas y administrar su dolor en una especie de lamentarse y denunciar sin dejar de andar, como dice la letra de la canción de la artista colombiana: «Las mujeres ya no lloran / las mujeres facturan».

Mucho, mucho antes de que Shakira contara a su ritmo su historia con el futbolista y empresario español Gerard Piqué, y revolucionara las redes sociales, y rompiera récords de escuchas y, seguramente, de comentarios frente a uno de los temas más humanos y una tentación latente en todos, los escritores ya habían aireado y dado cuenta de todo esto en diferentes formas, estilos, géneros e intenciones a lo largo de la Historia.

El debate sobre si Shakira debía o no hacerlo como lo hizo es falso, un espejismo: los artistas, los creadores, se nutren de todas sus vivencias físicas, emocionales, sensoriales, intelectuales y luego las metamorfosean o enmascaran, o no. Y las experiencias amorosas ocupan un lugar privilegiado porque el ser humano pasa por situaciones parecidas, el público reconoce esas emociones y se identifica en ellas porque funcionan como espejos. Los autores expresan todo el arco del amor hasta el desamor, las zonas luminosas y oscuras para convertirlas en obras, otra cosa es que la obra quede mejor o peor, guste más o guste menos. Este sentimiento con sus consecuencias y secuelas son los mismos a través de los tiempos y las culturas. La evolución apenas los ha tocado.

Lo que ha cambiado en la Historia de la creación son los estilos y las palabras con que se expresan que van acordes a cada época y momento, como cualquier obra. Antes con más metáforas, figuras literarias, circunloquios, dobles sentidos, etcétera. Ahora sin prejuicios, ni pudor y a cara descubierta llamando a las cosas y personas por su nombre, como se hace en la era del reguetón y su extensa familia musical y de las redes sociales, esa gran plaza pública digital que es un estallido de montaña rusa.

El desamor y el despecho a lo largo de la Historia literaria

Y, caprichos del azar, o no, Shakira ha creado un juego literario: menciona en su canción al reloj Casio, para referirse a la persona con la que Piqué le ha sido infiel, pues resulta que Casio en Otelo, de Shakespeare (Alianza), es el lugarteniente de Otelo que provoca, por cizañas de yago, todos sus celos y despecho por su esposa Desdémona hasta cometer una tragedia.

Es el envés del amor como inspiración para obras que pueden arrojar luz sobre la condición humana, o ser mero saldo de cuentas, o una combinación de ambas. Allí suelen estar los orígenes de obras donde el desamor y despecho son los protagonistas o tienen un papel determinante.

Un arca de todos estos sentimientos y laberintos amorosos, pasionales y de venganza están también en Las amistades peligrosas (Cátedra) de Choderlos De Laclos, de 1782, una novela epistolar popularizada a través del cine por Stephen Frears (1988) y Milos Forman (1989). En las cartas del libro se despliegan los diferentes estadios del juego, manipulación y subestimación del amor, literalmente, hasta caer sus jugadores en sus propias trampas y no poder controlar sus propios celos agazapados y despechos insospechados. Ah, y la sociedad como gran juez. Como hoy.

Venganzas más sutiles y letales recuerdan que en el amor no hay enemigo pequeño ni grande, todo escapa a la razón en aras de la supervivencia de la relación o del despechado. Se aprecia en La edad de la inocencia, de Edith Wharton (Tusquets), una novela sobre la alta sociedad neoyorquina de comienzos del siglo XX donde transcurre el romance entre Newland Archer y la joven May Welland, hasta que aparece la Condesa Olenska, mujer en planes de divorcio. Archer y Olenska sienten una gran pasión, y cuando Archer le va a decir a su esposa May que se irá a un largo viaje, ella activa su estrategia…

La tentación de romper el silencio ante el dolor del desamor, la deslealtad, desengaño o infidelidad del amado y su tumultuosa experiencia, más tarde o más temprano, ha quedado reflejada en cartas y novelas o cuentos de ficción como De profundis, de Oscar Wilde; Relato soñado, de Arthur Schnitzler; El último encuentro, de Sándor Márai; Memorias de Leticia Valle, de Rosa Chacel; El túnel, de Ernesto Sábato; Arráncame la vida, de Ángeles Mastretta, Palais de Justice, de José Ángel Valente; Despojos. Sobre el matrimonio y la separación, de Rachel Cusk…

En el apartado de ensayo están El gobierno de las emociones, de Victoria Camps; Por qué duele el amor, de Eva Illouz; La batalla de las cerezas. Mi historia de amor con Hannah Arendtde Günther Anders; La paradoja del amor, de Pascal Brukner; Amo, luego existo. Los filósofos y el amor, de Manuel Cruz; Las experiencias del deseo. Eros y misos, de Jesús Ferrero, Reinventar el amor, de Mona Chollet; El fin del amor. Amar y follar en el siglo XXI, de Tamara Tenenbaum, y en varios de los libros sobre el amor en el siglo XXI abordados en WMagazín en 2022 (puedes ver el artículo aquí).

En 2020, más de dos milenios después de que Eurípides escribiera Medea (Tusquets), Chantal Maillard retoma el mito griego en un monólogo del personaje clásico que al cruzar los siglos cuenta su versión y reflexiona sobre la culpa, el dolor, el amor y cómo toda vida se sostiene sobre la muerte. En uno de sus poemas dice:

«El tiempo no existe. Se repliega.

Y en cada uno de sus pliegues
nos invita
a ser
de nuevo
lo que fuimos.

Todo es simultáneo. Tan solo
en el discurso
hay un tiempo que fue
y otro por venir.

Despójate de ti.

Actúa

Sin temer la salida».

Vivian Gornick en su reciente ensayo El fin de la novela de amor (Sexto Piso) reflexiona sobre cómo el amor y el matrimonio ya no son pilares individuales y sociales a no representar ya de manera adecuada la felicidad y la realización personal. La escritora cuestiona el poder transformador del amor y revela “la horrible y total consciencia de que en realidad el amor, pese a toda la insistencia que podamos poner en los sentimientos, no nos va a resolver la papeleta”.

Por eso el dolor y la herida del desamor lacera, sobre todo por la forma como se produce la ruptura, y añade Gornick, y lanza un llamado: “El amor, como la comida o el aire, es necesario pero insuficiente: no puede hacer por nosotros lo que debemos hacer por nosotros mismos”.

Estrategia de supervivencia

Si el amor mueve el suelo, el desamor descoloca. Si el amor eleva a quien lo siente, el desamor puede ser un cataclismo. “Si aceptamos que la relación amorosa es la gran apuesta intersubjetiva del ser humano se entenderá que el fracaso de aquella pueda ser vivida por sus protagonistas como la mayor de las derrotas”, dijo el filósofo Manuel Cruz, autor de Amo, luego existo. Los filósofos y el amor (Premio Espasa de Ensayo 2010), en un reportaje que escribí para el diario español El País  (2014).

La causa de ese derrumbe interior estaría en que en el amor más intenso la gente se pone en manos del otro, y según el filósofo, “alcanzamos el grado máximo de la vulnerabilidad: Por eso nada nos daña tanto como su desprecio o su rechazo”.

Es, entonces, cuando la tentación de la venganza sale de su escondite y entra en una órbita insospechada. Cuando el temblor primero del amor se transforma en temblor de emociones contradictorias y territorio fértil para un creador.

Libros, canciones, cuadros, obras de teatro, poemas, cómics y películas que recuerdan que en la historia del amor está agazapado el dolor por mil y un motivos cuyas consecuencias no atienden a razones. Y las formas de expresar esa herida y lamento son insospechadas.

Toni Morrison, Premio Nobel de Literatura 1993, empieza su novela Jazz con el detonante de un despecho que mira al mundo clásico griego y a Shakespeare y en su arranque deja toda esta borrasca de emociones como en un ámbar:

Sssst… yo conozco a esa mujer. Vivía rodeada de pájaros en la avenida Lenox. También conozco a su marido. Se encaprichó de una chiquilla de 18 años y le dio uno de esos arrebatos que te calan hasta lo más hondo y que a él le metió dentro tanta pena y tanta felicidad que mató a la muchacha de un tiro solo para que aquel sentimiento no acabara nunca. Cuando la mujer, que se llama Violet, fue al entierro para ver a la chica y acuchillarle la cara sin vida, la derribaron al suelo y la expulsaron de la iglesia. Entonces echó a correr, en medio de toda aquella nieve, y en cuanto estuvo de vuelta en su apartamento sacó a los pájaros de las jaulas y les abrió las ventanas para que emprendiesen el vuelo o para que se helaran, incluido el loro, que decía: ‘Te quiero”.

Es el amor-desamor-despecho en un estallido que puede girar como una peonza en la persona engañada, desdeñada. Se acerca a esto el poema Venganza, de Darío Jaramillo:

«Ahora tú, vuelta poema,
encasillada en versos que te nombran,
la hermosa, la innombrable, luminosa,
ahora tú, vuelta poema,
tu cuerpo, resplandor,
escarcha, desecho de palabra,
poema apenas tu cuerpo
prisionero en el poema,
vuelto versos que se leen en la sala,
tu cuerpo que es pasado
y es este poema
esta pobre venganza».

El despecho como polémica en Francia

Valérie Trierweiler y su libro ‘Gracias por este momento’.

La experiencia de convertir en comidilla y señalar a los causantes de lo vivido y cantado por Shakira en BZRP Music Sessions #52 lo vivió la década pasada la sociedad francesa en las esferas del mundo intelectual, político y artístico. Dos historias-culebrones que encadenan romances e infidelidades convertidas en escándalo y polémica nacional a través de los libros convertidos en best Sellers Y la vida sigue, de Julie Lévy (2004), y Lo mejor que tuvimos, de Jean-Paul Enthoven (2008), y Gracias por este momento (Maeva), de Valérie Trierweiler (2014).

En Y la vida sigue, Julie Lévy, hija del filósofo Bernard-Henri Lévy, cuenta cómo en 2000 su marido, Raphaël Enthoven, la dejó por Carla Bruni, la modelo, actriz y cantante italiana, que en ese momento era la pareja de su suegro e íntimo amigo de su padre, el periodista y editor Jean-Paul Enthoven. Hasta ahí llega el libro de Julie Lévy que recibió buenas críticas y recibió los premios literarios Le Vaudeville y el Gran Premio Literario de Heroína Marie France (Grand prix de l’héroïne Marie France) en 2004.

Más pormenores y una especie de segunda parte de esta historia la escribió, cuatro años después, su suegro dando su versión en Lo mejor que tuvimos. Allí Jean-Paul Enthoven cuenta cómo se enamoró y se emparejó con la modelo, cantautora y actriz italiana Carla Bruni, cómo la introdujo en su círculo de amigos e intelectuales franceses, cómo su hijo Raphaël, casado con Justine Lévy, hija de su amigo y filósofo Bernard-Henri Lévy. Pero poco después su hijo y Carla Bruni se convirtieron en amantes, se fueron y tuvieron un hijo, siete años después ella lo abandonó por Nicolas Sarkozy y se convirtió en primera dama de Francia (2007-2012). La penúltima versión de todo esto la escribió en 2020 Raphaël Enthoven. El filósofo, ensayista y presentador publicó  Le Temps Gagné.

Otra historia francesa de amor-desamor-despecho convertida en best seller es la de Gracias por este momento, de la periodista Valérie Trierweiler. Es un testimonio-castigo de su vida como pareja con el presidente francés Francois Holland (entre 2012 y 2017) y la infidelidad de este con la actriz Julie Gayet. Pero Trierweiler había empezado su relación con Holland cuando aún estaba casa y él tenía como pareja a la política Ségolène Royal a quien dejó por irse con Trierweiler. La periodista escribe en su libro:

“Pero la política es una pasión devoradora. François Hollande empezó desde muy abajo, y sin embargo acabó siendo elegido presidente de la República. Y me arrastró con él. El poder es una prueba para quien lo ejerce, pero también para su familia y amigos. En el Eliseo a veces me sentía ilegítima; otras, como en un reportaje. La chica de barrio obrero convertida en primera dama, quién lo hubiera pensado. Me enteré de la infidelidad del hombre con quien había compartido mi vida durante los últimos años por la prensa, como todos. Las fotos dieron la vuelta al mundo mientras yo estaba en el hospital, sedada. Y el hombre al que amaba anunció nuestra ruptura a través de un escueto comunicado que él mismo dictó a la agencia de noticias AFP, como si se tratara de un asunto de Estado. Todo lo que he escrito en este libro es verdad. He sufrido demasiado por las mentiras como para inventarlas yo”.

Amor que, a veces, deriva en desamor por mil y un motivos que pueden herir y la persona agraviada creen que necesita hacer un duelo que empieza por contar lo que pasó, el despertar de ese sueño llamado amor. Acaso, como escribiera Gabriel García Márquez, «la fuerza invencible que ha impulsado al mundo no son los amores felices, sino los contrariados».

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Winston Manrique Sabogal

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