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Detalle de la portada de la novela ‘Claus y Lucas’, de Agota Kristoff, edición en catalán (Amsterdan). /WMagazín

La infancia como la ficción más realista, difícil y literaria, según Sara Mesa y Alejandro Zambra

Aumenta la tendencia a la representación de niños y adolescentes. Dos claves para abordar ese territorio son prescindir del adultocentrismo y reconocer que es un paraíso minado para la memoria y la literatura. Lo señalan los dos escritores en esta conversación del podcast Tema libre, de Anagrama

La infancia es un territorio que los escritores contemporáneos visitan cada vez con más frecuencia. Desde la evocación del adulto hasta el niño que cuenta. Entre esas dos voces se abre un mosaico de acentos, intensiones, personajes y temas donde el autor no siempre sale bien librado. Entre la realidad y el espejismo, la infancia es un paraíso minado al ser recordada y, más aún, al ser plasmada en la literatura cuya clave estaría en prescindir del adultocentrismo.

La infancia es una ficción muy realista, difícil de abordar y literaria, según los escritores Sara Mesa y Alejandro Zambra. La autora española y el chileno conversaron sobre ese doble territorio, el infantil y la infancia representada en los libros, un tema en el que están implicados al explorarlo en su escritura y salir bien librados. Conversaron por teléfono, ella desde Sevilla y él desde Santiago de Chile, para el podcast Tema libre, de su editorial Anagrama. (Puedes escuchar el podcast en este enlace)

Parte de la clave del tema la dan los dos autores, al comienzo de la conversación, cuando dicen:

Alejandro Zambra. La representación literaria de los niños siempre parece un desafío.

Sara Mesa. Hay un tema central que, desde el punto de vista infantil, si se trabaja ese lugar, hacemos el gran trabajo de la literatura: el buceo en uno mismo.

Alejandro Zambra explica otra de las claves de este territorio: «Desde la pregunta por qué la infancia siempre es una ficción, no en el sentido de mentira, creo que la ficción es una forma de acceder y acercarse a una verdad».

Este es un periplo vital y literario de Alejandro Zambra y Sara Mesa que va de la realidad a la memoria, el recuerdo, el espejismo y la ficción, pasando por autores y obras que son referencia para los dos autores, de Agota Kristoff a Salinger y Hebe Uhart. Una conversación que aquí pasa de la voz a la palabra escrita resumida en seis estaciones de la vida y la literatura:

La ficción más real

Alejandro Zambra. La representación literaria de los niños siempre parece un desafío. Tengo un hijo de 4 años, y todo el día dice cosas que en una novela serían inverosímiles.

Sara Mesa. Hay un tema central que, desde el punto de vista infantil, si se trabaja ese lugar, hacemos el gran trabajo de la literatura: el buceo en uno mismo. Todos hemos sido niños. Al escribir sobre eso aprendes a sacudirte todos los convencionalismos del lenguaje adulto.

Alejandro Zambra. ¿En qué obras crees que hay una representación más fidedigna de la infancia?

Sara Mesa. En los últimos años he notado cierta predilección por este tipo de voces y representaciones de niños y adolescentes. De modo que libros que ya había leído como El guardián entre el centeno, al releerlo, ahora, extraigo un aprendizaje nuevo, como la forma de construir y el manejo de recursos muy interesantes.

Alejandro Zambra. Desde la pregunta por qué la infancia siempre es una ficción, no en el sentido de mentira, creo que la ficción es una forma de acceder y acercarse a una verdad. En este caso pensaba en esa doble condición de la infancia: por una parte, es una ficción y una especie de dictadura de los padres. Hablar de la infancia es hablar sobre lo que no recordamos bien, es muy literario.

Algunos de los libros que han tratado el tema de la niñez o adolescencia recomendados por Sara Mesa y Alejandro Zambra. /WMagazín

Memoria y recuerdos o construcción del nuevo mundo

Sara Mesa. Me recuerda al mecanismo cerebral que ponemos en marcha cuando intentamos recordar un sueño y tenemos vívidas sensaciones del sueño, terror, felicidad, angustia… Intentamos llegar a las imágenes concretas que nos producen sensaciones en la infancia.

Al principio, cuando empecé a escribir, a los 30 años, no me fijaba tanto en la infancia, pero cuando me acerqué a los 40 vuelvo una y otra vez a recordar sensaciones y qué cosas concretas las produjeron. Tiene que ver con algo fundamental: la concreción. Me espantan los libros de sensaciones, quiero que eso se encarne en situaciones que puedan transmitir, claramente, a los lectores. Los niños cuando les pasa algo no saben expresarlo en abstracción, sino en concreción, con imaginación.

Alejandro Zambra. Apuntas a una cuestión estilística, dices estar cansada de la abstracción. En la representación de la infancia siempre hay una validación retroactiva. No se trata de los hechos, sino de cómo esas visiones se instalan en nuestras cabezas. El ejercicio retrospectivo puede revelarnos, falsamente, quiénes hubiéramos querido ser de niños. Con el paso de los años descubrimos que vamos inventando los recuerdos, son elaboraciones que vamos reformulando.

Sara Mesa. Nos remitimos a la construcción y recreación de la memoria con toda la complejidad y la impostura. Si lo llevamos a la representación de los niños se corre el riesgo de simplificarlo o idealizar lo que en realidad son los niños.

Hay una tradición que representa a los niños en su crueldad motivada por el entorno, no de manera gratuita. Carson McCullers hablaba de la confabulación de los adultos, pues, al final, también, les va a afectar a ellos.

Un título importante en la representación de la infancia, con cero idealización, es Claus y Lucas, de Agota Kristoff. Son dos niños que para sobrevivir en un entorno de guerra y falta de misericordia terminan dejando fuera el sentimentalismo y se convierten en pequeños monstruos.

Alejandro Zambra. Recomiendo otro libro: Catálogo de juguetes, de Sandra Petrignani. Es un catálogo de juguetes donde lo que hace es recordar juguetes que ella tuvo, su relación con ellos y la descripción. A partir de ese ejercicio surge un efecto literario evocador, novelesco. Es como una infancia narrada a través de objetos. Tratar de concretar al máximo el recuerdo, luchando contra esa imposibilidad.

Algunos de los libros que han tratado el tema de la niñez o adolescencia recomendados por Sara Mesa y Alejandro Zambra. /WMagazín

Concreción y verosimilitud

Sara Mesa. Me interesa la concreción. Siempre tomo de ejemplo que los niños no son capaces de abstraer de una conducta humana un adjetivo, por ejemplo. Difícilmente van a decir que alguien es tacaño. Cuando hablan de la gente describen sus actitudes. Me parece bien para la reconstrucción de cualquier cosa, no lo digas, muéstralo.

Aunque los niños son narradores poco fiables, fabulan, si les pones una grabadora tienen una potencia expresiva brutal, sin mucha idea de la gramática, pero la vivacidad de la expresión está ahí.

Alejandro Zambra. La huella de realidad. La verosimilitud. Es imprecisa, cada cual maneja una idea.

Sara Mesa. Es un concepto muy elástico. Cada libro escribe sus propias coordenadas, que pueden funcionar en ese libro y no en otro.

Pensaba en otro libro de la representación de la infancia como Daniela Astor y la caja negra, de Marta Sanz. La mitad del texto está narrado desde la mirada de una niña pequeña. Si tú analizas las frases, aunque no entiende muy bien lo que ocurre es como una niña súperdotada, pero si me dicen una frase suelta no es verosímil, pero no la puedes sacar del libro. Otro libro es la saga Patrick Melrose, de Edward St. Aubyn.

Algunos de los libros que han tratado el tema de la niñez o adolescencia recomendados por Sara Mesa y Alejandro Zambra. /WMagazín

La tiranía del adultocentrismo

Alejandro Zambra. Se impone el adultocentrismo. La ternura y la crueldad están muy cerca la una de la otra.

Vivimos todo el tiempo exhibiendo nuestra capacidad de olvido. Hablamos sobre infancia y adolescencia y la tenemos falsamente procesada, como si no fuéramos a burlarnos de nosotros mismos en 20 años o más. Hay una especie de culto al presente. Desde el presente todo lo anterior ya está clasificado, y dices: Cómo es posible que estuviera con esa novia, era obvio que íbamos a terminar.

En el fondo está nuestra capacidad de olvidar que es muy grande y nos permite avanzar.

Sara Mesa. Tenemos tendencia a dar por cerrada esa época, a idealizarla y minimizar sus conflictos; a abordarla con cierta condescendencia del conocimiento actual, olvidando lo mucho que se sufrió. Los temas del niño o niña que vivía con intensidad hay que tomarlos con respeto. Pueden marcar una época de tu vida. Podemos ser muy apasionados. Es importante describir esa época de la vida con cuidado y respeto, y evitar la cursilería.

Alejandro Zambra. Hay una tendencia a simplificar el pasado que hace que los textos, al final, puedan convertirse en confirmaciones de algo. Mi primera sensación con la literatura tiene que ver con la poesía. Enrique Lihn, poeta chileno, tiene La pieza oscura, un poema, Invernadero, donde hay unos versos que dicen: “nos hemos entregado / a nuestra edad real como una falsa evidencia”. Esos versos me volvieron loco. Hay imágenes que tienen que ver con juegos infantiles, una visión pesimista y muy desencantada de la realidad. Entre medias estaban estos versos que no sé si los entiendo bien, pero hay cosas que nos gustan mucho y no necesariamente las entendemos.

Algunos de los libros que han tratado el tema de la niñez o adolescencia recomendados por Sara Mesa y Alejandro Zambra. /WMagazín

El lenguaje de la infancia

Alejandro Zambra. Estoy releyendo a Bruno Schulz, cómo recuerda la mirada infantil sin necesariamente representarla realistamente. Habla como recuperando el balbuceo, esta cosa imposible de formular de percepciones tan concretas acerca de los personajes que hay alrededor. Me interesa cómo lidia con la infancia.

Sara Mesa. Hay algo interesante en la expresividad infantil. Es la patada que se le da a la norma de la gramática. A veces, los textos son bien entendidos por cierto tipo de lectores. Un libro como Panza de burro, de Andrea Abreu, está contado por dos niñas de las que se reproducen sus errores fonéticos y gramaticales, con una presencia de la escatología normal en los niños. Ha sido un libro mal entendido. Ese tipo de propuestas literarias me interesan.

Leí de Álvaro Pombo Aparición del eterno femenino, contado con una gracia tremenda porque el niño cuando habla, es decir Pombo, dice “Yo y mi madre”, repite en el mismo párrafo varias veces la misma palabra, hay cosas incorrectas desde el punto de vista de la norma, pero es interesante y con mirada irónica. Pero algunos dicen que así no se escribe. Y a mí me parece envidiable.

Alejandro Zambra. Pensaba en la poesía, sobre todo. Se enseña muy mal la poesía. Ahí empieza a pudrirse todo. En cambio, la música está ahí desde antes de nacer, nadie no la explica.

Todos hemos sentido que las palabras nos fallan, no bastan, y recurrir a otra sintaxis es la manera tuya para enfrentar esto.

Gianni Rodari, en Gramática de la fantasía, presenta un inventario de ejercicios de juntar en un mismo relato elementos de diferente naturaleza.

Un día mi niño me contó algo y le pregunté cuándo ocurrió, y me dijo “Casi hoy”, por decir ayer.

Sara Mesa. Es más bonito.

Libros importantes

Alejandro Zambra. Si tuviera que elegir un libro que me gusta diría Léxico familiar, de Natalia Ginsburg. Me interesan estos libros que parece que todos pudiéramos escribir, son influencias liberadoras. Impresionante en su aparente sencillez. Ella no intenta recordar el habla de la niñez, sino de una conciencia adulta del presente, pero a la vez autocrítica y llega a imágenes nuevas, incluso sobre sí misma. La literatura que más disfruto tiene que ver con esa dimensión autocrítica que no es solo la mirada sobre el mundo sino sobre uno mismo en el mundo.

Pensaba en Infancia, de Jacques Prévert, o W, o el recuerdo de la infancia, de Georges Perec, o Las batallas en el desierto, de José Emilio Pacheco, o El nervio principal, de Daniel Saldaña, preciso y evocador.

El peligro es tematizar demasiado, pensar que las novelas nos hablan de una sola cosa.

Sara Mesa. Nos fascinan estos libros que cualquiera podría escribir, es un libro que abruma, a veces te aplasta. Recordaba las narraciones de Hebe Uhart. Tengo la sensación de que habla de niños, de que salen mucho. Tengo el recuerdo de haberla leído en una atmósfera de lo cotidiano infantil.

Alejandro Zambra. Tuve la suerte de conocer a Hebe Uhart. Era un personaje desafiante. Estaba muy interesada en reivindicar la ingenuidad, o reentender la ingenuidad. Decía que la literatura se había vuelto muy inteligente.

.Puedes escuchar el podcast en este enlace.

Los escritores Alejandro Zambra (Chile) y Sara Mesa(España), en el podcast de Anagrama Tema Libre. /WMagazín
  • Sara Mesa (Madrid, 1976) desde niña reside en Sevilla. En Anagrama se han publicado desde 2012 las novelas Cuatro por cuatro (finalista del Premio Herralde de Novela), Cicatriz (Premio El Ojo Crítico de Narrativa), Un incendio invisible: Cara de pan y Un amor y el volumen de relatos Mala letra. Además, el breve ensayo Silencio administrativo: «Una reflexión sobre el impacto brutal de la pobreza en los individuos que la sufren y sobre las actitudes imperantes frente a ellos en nuestra sociedad. Especialmente indicado para quienes piensan que ellos no tienen prejuicios» (Edurne Portela, El País).
  • Alejandro Zambra (Santiago de Chile, 1975) ha publicado, en Anagrama, las novelas Bonsái (2006), La vida privada de los árboles (2007), Formas de volver a casa (2011) y Poeta chileno (2020), el libro de cuentos Mis documentos (2014), las colecciones de ensayos No leer (2018) y Tema libre (2019) y el particularísimo Facsímil, que Anagrama recuperó en 2021. Sus novelas han sido traducidas a veinte lenguas, y relatos suyos han aparecido en revistas como The New Yorker, The Paris Review, Granta, Harper’s y McSweeney’s.

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