La magia de las ‘Fábulas’ de La Fontaine embellecidas por Marc Chagall
Hace 400 años, 8 de julio de 1621, nació uno de los escritores que enriqueció el imaginario con sus historias de moralejas protagonizadas por animales. Adaptaciones de Oriente y Esopo que en los años veinte del siglo XX ilustró Chagall y que recupera en un volumen extraordinario Libros del Zorro Rojo. Disfrútalas en este fotorrelato de WMagazín con apoyo de Endesa
“Los lobos comen con glotonería. / Un lobo que se dio un banquete, / devoraba tan deprisa / como si en ello la vida le fuese. / Un hueso en el gaznate se le atravesó…”. Así empieza El lobo y la cigüeña, la fábula de Jean de La Fontaine.
¿Quién no ha escuchado o se sabe una historia del gran autor francés?
Medio mundo, y la mitad del otro medio, ha crecido y tenido uno de sus primeros acercamientos a la vida y sus enseñanzas a través de las fábulas de La Fontaine de quien se conmemora este 2021 el cuarto centenario de su nacimiento, el 8 de julio de 1621 en Château-Thierry. Murió en París el 13 de abril de 1695.
Al escritor francés que se inspiró en historias de Oriente y Esopo y Horacio debemos fábulas como La cigarra y la hormiga, El cuervo y la zorra, El león y el ratón, El gato y la zorra, El ratón de campo y el ratón de ciudad, El labrador y sus hijos, La liebre y la tortuga, El cisne y el cocinero…
La Fontaine publicó, en 1665, un libro de relatos inspirados en Bocaccio y La Salle, y tres años después, en 1668, apareció su primer volumen de Fábulas que formarían parte del imaginario universal eterno.
Para celebrar el cuarto centenario del natalicio de La Fontaine, Libros del Zorro Rojo publica una preciosa edición en tapa dura con lomo de tela de Fábulas. Lo extraordinario de este libro es que recupera cuarenta y tres gouaches de Marc Chagall, en su mayoría inéditos, “que dotan de color las exhortaciones morales de La Fontaine”. Imágenes criticadas en su momento, pero que recogen las aportaciones de las vanguardias y serían elogiadas con el tiempo.
“La Fontaine tiene el gran mérito de haber recuperado un género considerado ‘menor’, como las fábulas, y retomarlo en textos más sofisticados y modernos que los de sus predecesores (el principal, Esopo). En ese sentido, realizó una tarea similar a la que Perrault (su compatriota y contemporáneo) emprendió con los cuentos de hadas: volver actual un género de origen eminentemente popular, darle prestigio literario y permanencia a historias enraizadas en la tradición oral de Occidente”, explica Sebastián Vargas ganador en 2020 del Premio Ala Delta de Edelvives por su libro Yuelán.
El escritor argentino recuerda que en su formación como lector, al igual que en la mayoría de personas, “las fábulas de La Fontaine ocupan un lugar preciso e indiscutible. Historias como la de El ratón de campo y el de ciudad, o La cigüeña y la zorra, o El perro y el lobo, están grabadas en nuestra memoria y forman, como los mitos y los cuentos de hadas, parte insoslayable de lo que somos”.
Chiki Fabregat, autora de El Cofre de Nadie y ganadora del premio SM Gran Angular 2021, recuerda que «son muchas las personas que han aprendido el significado de la amistad, de la solidaridad o del esfuerzo con las Fábulas de La Fontaine. La cigarra y la hormiga permanecen en nuestra memoria como una metáfora que no necesita explicación».
La escritora va más allá y asegura que para muchos niños son el primer contacto con el hecho narrativo: «No son solo un medio para entender o explicar conceptos que solemos presentarles cargados de términos abstractos e incomprensibles, sino también el puro entretenimiento de zambullirse en una historia breve, de amar a unos personajes y detestar a otros. Para los adultos, además de una llamada a la nostalgia, son una lectura fácil a partir de la que reflexionar. Evidentemente, la sociedad ha evolucionado y algunos de los valores o moralejas que hace más de trescientos años eran indiscutibles hoy ya no los son, pero siguen teniendo la capacidad de hacernos pensar, de provocar una reflexión o incluso un debate».
El mundo de fábulas de Jean La Fontaine procede de otro mundo. Historias nacidas en Oriente hace muchos siglos que cruzaron territorios y Tiempo hasta llegar a La Fontaine que les dio nueva vida al crear su versión para Francia, para Occidente, y dar origen a un mundo de cuento, fantasía, enseñanza y moralejas que han acompañado a niños de todas las generaciones desde hace tres siglos y medio. Un mundo que tres siglos después, en los años veinte del siglo XX, entrarían en otra dimensión enriquecida por el el artista Marc Chagall, cuya historia recordamos al final de este artículo precedida del siguiente fotorrelato de WMagazín con apoyo de Endesa:
'Fábulas' de Jean de La Fontaine
Ilustraciones de Marc Chagall
El caballo y el asno
El oso y los dos compañeros
El zorro y los pavos
La rana que quiso ser tan grande como el buey
La rata metamorfoseando en doncella
La historía de La Fontaine y Chagall
A mediados de los años veinte del siglo XX el marchante de arte y galerista Ambroise Vallard le encomendó a un treintañero Chagall cien gouaches para ilustrar una edición especial de las Fábulas de La Fontaine. Aunque al comienzo el encargó suscitó más desconfianza y suscitó críticas muy dispares el tiempo ha confirmado lo deslumbrante del resultado. La historia del encargo es una fábula en si misma, pues después de una travesía, de críticas negativas, desdenes, pérdidas y silencios estas ilustraciones han enriquecido el universo de La Fontaine y del arte mismo.
Una belleza de texto e imagen que se puede apreciar en la edición que ha hecho Libros del Zorro Rojo para conmemorar el cuarto centenario de La Fontaine. El gran pintor ruso de origen judío parte de los relatos del autor francés para crear un mundo propio de asombro, color, sugerencia… Una pirotecnia artística donde se funden literatura y arte.
“La posición que ocupa la serie destinada a las Fábulas en la vida y el imaginario de Chagall radica precisamente en la voluntad del pintor de presentarse, en el momento en que las realiza y gracias a lo que traducen, como un artista ‘que quema las naves’ para insertarse definitivamente en una realidad social y cultural nueva para él: Francia”, señala Libros del Zorro Rojo en la introducción de este volumen.
El 8 de enero de 1929, Ambroise Vallard dice: “Y si ahora me preguntan: ‘¿Por qué Chagall?’. Responderé: ‘Porque su estética me parece muy próxima a la de La Fontaine, y en cierto sentido emparentada con ella, a la vez densa y sutil, realista y fantástica”.
Estas exhortaciones morales, tentativas de comunicación del ser humano con la naturaleza, beben de diversas vertientes literarias, orientales y occidentales, «para entregarse a la poesía con mayúsculas. Sus protagonistas, animales antropomórficos, encarnan a la sociedad humana y revelan su alma con delicadeza maliciosa y sentido del humor”, recuerda la editorial en los textos introductorios.
En su momento, mientras los críticos recibieron estas imágenes con muchas dudas, buena parte del público las vio con mucho agrado.
Jean de La Fontaine, recuerda Libros del Zorro Rojo, marcó un tramo fundamental de la literatura francesa del Grand Siècle. Nacido en una familia acomodada proveniente del funcionariado de Luis XIII, y tras un breve paso por un seminario parisino, entró en contacto con el mundo cortesano y con la poesía. En 1684 ingresó en la Academia Francesa. “Basó su carrera en una personal relectura de los clásicos, pero también recuperó tradiciones no europeas, como en las Fables choisies, mises en verso. Legó, asimismo, lúcidas piezas de teatro y cuentos, entre ellos una colección de relatos que le ocasionaron problemas con la censura. En 1693, obligado a renegar de su obra erótica, prometió dedicarse a ‘obras piadosas». Murió en París en 1695.
Marc Chagall nació en Vitebsk (actual Bielorrusia), en 1887 y falleció en Saint-Paul-de-Vence en 1985. Tras un período formativo en San Petersburgo se trasladó a París, donde su pintura adquirió los colores del fauvismo y las formas del cubismo. “Tras la Revolución rusa pintó decorados para el Teatro Judío de Moscú y comenzó un período clave del que nacieron obras como La Promenade. Al finalizar su autobiografía ilustrada, presente también en Libros del Zorro Rojo, Chagall sueña la Biblia (2017), inició un periplo en 1923 que le llevó definitivamente a París, donde Ambroise Vollard le encargó la ilustración de Almas muertas de Gogol y las Fábulas de La Fontaine. El nazismo lo incluyó en la exposición Entartete Kunst (Arte degenerado) y en 1941 se refugió en Nueva York. De regreso a Francia en 1948 decoró la Catedral de San Esteban de Metz y la Ópera de París. Trabajó el fresco, la cerámica, la vidriera y el tapiz, e inició el ciclo del Mensaje Bíblico, que donó al Estado francés”.
Como bien dijera Didier Schulmann, en un texto para este volumen, este trabajo de Chagall para las Fábulas «abarca un tramo de la vida del artista en el que se reafirma su genio a medida que crece su notoriedad, en el que se consolida su inserción social, en el que su arte se distingue. Desde este punto de vista, conviene señalar que fue la única ocasión en que su obra y su postura desencadenaron ataques abiertamente antisemíticos. Pero es en el plano artístico donde se debe situar la importancia de estos gouaches: la aplicación del color, las invenciones formales que suscitan, la diversidad de tratamientos y procedimientos, la libertad que revelan en la relación que establece Chagall con el texto, entre otros aspectos, hacen de los gouaches un conjunto único, muy distinto de las series posteriores, como las inspiradas en el circo o las que ilustran la Biblia. Es como un paréntesis en el que Chagall sintetiza todo el saber que irá explotando, incansablemente, hasta el final».
Una alianza formidable del arte y del imaginario creativo con unas fábulas que forman parte de la historia de la literatura y la vida de muchísimas generaciones que amplían sus universo en Chagall en una constelación única y sugerente.
- Fábulas. Jean de La Fontaine. Ilustraciones de Marc Chagall. Traducción de Marta Pino Moreno (Libros del Zorro Rojo).
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