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La poeta estadounidense Louise Glück (1943 – 2023), Nobel de Literatura 2020. /Foto de Lannan Foundation

La poeta Louise Glück gana el Premio Nobel de Literatura 2020

La escritora de Estados Unidos se convierte en la mujer número 16 en recibir el máximo galardón de las letras por una poesía que "con austera belleza hace universal la existencia individual”. "Louise Glück no solo está comprometida con los errores y las condiciones cambiantes de la vida, sino que también es una poeta del cambio radical y el renacimiento, donde el salto adelante se da desde un profundo sentimiento de pérdida"

Louise Glück (Nueva York, 1943) ha ganado el Premio Nobel de Literatura 2020. Se convierte así en la mujer número 16 en obtener el máximo galardón de las letras universales. Lo obtiene por “su inconfundible voz poética, que con austera belleza hace universal la existencia individual”, según dijo Mats Malm, secretario permanente de la Academia Sueca, desde Estocolmo, al anunciar el galardón.

«Louise Glück no solo está comprometida con los errores y las condiciones cambiantes de la vida, sino que también es una poeta del cambio radical y el renacimiento, donde el salto adelante se da desde un profundo sentimiento de pérdida. En una de sus colecciones más elogiadas, The Wild Iris (1992), por la que recibió el premio Pulitzer, describe el milagroso regreso de la vida después del invierno en el poema Campanilla de las nieves:

No esperaba sobrevivir
tierra reprimiéndome. No esperaba
despertar de nuevo, sentir
en tierra húmeda mi cuerpo
capaz de responder de nuevo, recordando
después de tanto tiempo como abrir de nuevo
en la luz fría
de la primavera más temprana –«

En La decisión de Odiseo, Louise Glück escribe:

El gran hombre le da la espalda a la
isla.
Su muerte no sucederá ya en el
paraíso
ni volverá a oír
los laudes del paraíso entre los olivos,
junto a las charcas cristalinas bajo los cipreses.

Da comienzo ahora el tiempo en el que oye otra vez
ese latido que es la narración
del mar, al alba cuando su atracción es más
fuerte.
Lo que nos trajo hasta aquí
nos sacará de aquí; nuestra nave
se mece en el agua teñida del puerto.

Ahora el hechizo ha concluido.
Devuélvele su vida,
mar que sólo sabes avanzar.

La poeta estadounidense Louse Glück. Nobel de Literatura 2020 / WMagazín

Louise Glück reside en Cambridge (Massachusetts) y es profesora de inglés en la Universidad de Yale. Su primer libro es Firstborn de 1968. Ha recibido varios premios como el Pulitzer (1993) por El iris salvaje y el Nacional del Libro (2014).

Ha publicado doce de poemarios y algunos ensayos sobre poesía centrados en la búsqueda de claridad, varios de ellos en editorial Pre-Textos. «La infancia y la vida familiar, la estrecha relación con padres y hermanos, es una temática que ha seguido siendo central para ella», señala la Academia Sueca: «En sus poemas, el yo escucha lo que queda de sus sueños e ilusiones, y nadie puede ser más duro que ella para confrontar las ilusiones del yo. Pero incluso si Glück nunca negara el significado del trasfondo autobiográfico, no debe ser considerada una poeta confesional. Glück busca lo universal, y en ello se inspira en los mitos y motivos clásicos, presentes en la mayoría de sus obras. Las voces de Dido, Perséfone y Eurídice – los abandonados, los castigados, los traicionados – son máscaras de un yo en transformación, tan personal como universalmente válido».

Entre otros, cuenta también con el Premio Nacional Bobbit otorgado por la Biblioteca del Congreso, el Premio William Carlos Williams otorgado por la Asociación de Poetas de Estados Unidos, el Premio Fundación Lannan y el Premio Ambassador, otorgado por la Unión de Hablantes de lengua inglesa. Louise Glück es miembro de la Academia Americana de las Artes y las Letras y profesora en el Williams College. Vive en Cambridge, Massachusetts. La editorial Pre-Textos también publicó su libro de poemas Ararat en 2008, Las siete edades y Averno en 2011 y Vita nova en 2014.

Para la Academia Sueca, el poemario Averno es “una colección magistral, una interpretación visionaria del mito del descenso de Perséfone al infierno en el cautiverio de Hades, el dios de la muerte”. En el poema Lago en el cráter, dice:

Entre el bien y el mal hubo una guerra.
Decidimos que el cuerpo fuese el bien.

Eso hizo que el mal fuese la muerte,
que el alma se volviera
completamente en contra de la muerte.

Como un soldado que desea
servir a un gran señor, el alma
desea cerrar filas con el cuerpo.

Se puso en contra de la oscuridad,
en contra de las formas de la muerte
que reconocía.

De dónde viene la voz
que dice: y si la guerra
fuese el mal, que dice

y si fue el cuerpo el que nos hizo esto,
nos hizo tener miedo del amor.

En Ararat, la Nobel de Literatura va a un lugar más familiar, íntimo en su poema Amante de las flores:

En nuestra familia, todos aman las flores.
Por eso las tumbas nos parecen tan extrañas:
sin flores, sólo herméticas fincas de hierba
con placas de granito en el centro:
las inscripciones suaves, la leve hondura de las letras
llena de mugre algunas veces…
Para limpiarlas, hay que usar el pañuelo.

Pero en mi hermana, la cosa es distinta:
una obsesión. Los domingos se sienta en el porche de mi madre
a leer catálogos. Cada otoño, siembra bulbos junto a los escalones de
ladrillo.
Cada primavera, espera las flores.
Nadie discute por los gastos. Se sobreentiende
que es mi madre quien paga; después de todo,
es su jardín y cada flor
es para mi padre. Ambas ven
la casa como su auténtica tumba.

No todo prospera en Long Island.
El verano es, a veces, muy caluroso,
y a veces, un aguacero echa por tierra las flores.
Así murieron las amapolas, en un día tan sólo,
eran tan frágiles…

En Vita nova Louise Glück hace un acercamiento al amor-desamor en El vestido:

Se me secó el alma.
Como un alma arrojada al fuego,
pero no del todo,
no hasta la aniquilación. Sedienta,
siguió adelante. Crispada,
no por la soledad sino por la desconfianza,
el resultado de la violencia.

El espíritu, invitado a abandonar el cuerpo,
a quedar expuesto un momento,
temblando, como antes
de tu entrega a lo divino;
el espíritu fue seducido, debido a su soledad,
por la promesa de la gracia.
¿Cómo vas a volver a confiar
en el amor de otro ser?

Mi alma se marchitó y se encogió.
El cuerpo se convirtió en un vestido demasiado
grande
para ella.
Y cuando recuperé la esperanza,
era una esperanza completamente distinta.

En Las siete edades la poeta hace una aproximación al Tiempo:

En mi primer sueño el mundo parecía
lo salado, lo amargo, lo prohibido, lo dulce
En mi segundo sueño descendía,

era humana, no veía nada de nada
bestia como soy

debía tocarlo, contenerlo

me escondí en la arboleda,
trabajé en los campos hasta que quedaron yermos

un tiempo
que nunca volverá-
el trigo seco en gravillas, cajones
de higos y aceitunas

Hasta amé alguna vez, a mi manera
repugnante, humana

y como todo el mundo llamé a ese logro
libertad erótica,
por absurdo que parezca

El trigo cosechado, almacenado; seca
la última fruta: el tiempo
que se acumula, sin usar,
¿también termina?

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Winston Manrique Sabogal
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