Renacer para cambiar el orden establecido. Esa es una de las claves de estas cuatro novelas protagonizadas por mujeres y madres donde se denuncia la asfixia de la desigualdad que pesa sobre ellas en ámbitos como la maternidad, la conciliación y realización profesional, la responsabilidad en el cuidado de los ancianos y las luchas contra estigmas en múltiples aspectos. Es un gran fresco íntimo y político escenificado en los personajes de Mar, Elizabeth, Inés y Eufrasia que invitan a la revolución para mejorar la vida a través de gestos cotidianos por parte de todos.

Se trata de dos debuts literarios: la española Mar García Puig con La historia de los vertebrados, y la estadounidense Bonnie Garmus con Lecciones de química. Y de dos nombres reconocidos: la argentina Claudia Piñeiro con El tiempo de las moscas, y el peruano Gustavo Rodríguez con Cien cuyes.

Son novelas que recuerdan que el funambulismo en la vida recae más en unos que en otros:

La historia de los vertebrados

Mar García Puig (Random House)

La vida es caminar haciendo equilibrios por la delgada línea de la cordura. La prueba es este testimonio tan íntimo como valiente e importante que comparte Mar García Puig (Barcelona, 1977) en su ópera prima. Un híbrido de géneros literarios unidos por la franqueza, la reflexión y la poesía: la de una madre primeriza que se enfrenta a la incertidumbre y los miedos antes, al no saber si podía tener hijos, y después de serlo porque padece depresión posparto. Solo que ella afronta dos momentos de cambio en su vida, dos sueños que llegan a la vez: el nacimiento de sus dos hijos mellizos el mismo día en que se convirtió en diputada por Unidas Podemos en el Congreso de los Diputados.

La historia de los vertebrados es una obra que habla de maternidad, ansiedades, feminismo, sueños, responsabilidades, locura, medicina, amor, tristeza, política, felicidad. Un testimonio de voz clara acompañado de valiosa información científica complementada con apuntes literarios que hacen del libro una pieza especial recomendada para mujeres y hombres con o sin hijos. No solo desmitifica la maternidad, sino que habla de salud mental y pone en primera línea estos dos aspectos de manera natural y crítica. Se aprecia en este pasaje de su testimonio:

“Cuando el cortejo de médicos desapareció, se me reveló una realidad en la que no había pensado: yo había dado a luz a un nuevo mundo, porque aquel en el que mis hijos no existían había desaparecido, y hoy empezaba todo. El parto había abierto la puerta que conecta el ser y el no ser, la vida y la muerte, la luz y la oscuridad, y yo ya no la podría cerrar nunca.

En 1942, la poeta Silvia Mistral escribió después de parir a su hija: ‘He vuelto de la muerte y no he rezado a Dios’. Yo tampoco recé a Dios, pero de la muerte volví solo a medias”.

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Lecciones de química

Bonnie Garmus. Traductora: Victoria Alonso Blanco (Salamandra)

Uno de los consejos de esta novela es hacer la revolución de dedicarse un momento a uno mismo, porque en esa medida se benefician todos y todo. En especial las mujeres y las madres. Ese es el corazón de Lecciones de química que escribe sobre la necesidad e importancia de la igualdad, de la conciliación laboral y de la realización de los sueños. Temas capitales a través de una historia sencilla pero plateada con inteligencia, gracia, profundidad y muy política sin recurrir al panfleto. Es una novela con aire de fábula en una prosa vigorosa, optimista y con sentido del humor.

Bonnie Garmus (California, 1957) crea el personaje de Elizabeth Zott en los años 50 y 60, una química, madre de una niña y viuda que termina presentando un exitoso programa de televisión que enseña a cocinar. Una obra situada más de medio siglo atrás pero cuya vigencia es total.

Lecciones de química recuerda que muchas veces los pequeños gestos cotidianos o la filosofía básica de la vida llevan la revolución dentro. Desde aquella frase con la cual Elizabeth Zott despedía el programa: “Y ahora, niños, a poner la mesa, que vuestra madre necesita un descanso”. Ahí empieza la alteración del orden establecido y sus complicaciones, por cuestiones como estas:

“—Tómate un momento para descansar. Cada día.

—Un momento.

—Sí, un momento en el que lo prioritario seas tú y nadie más que tú. Nadie más que tú. Ni la niña, ni tu trabajo, ni tu difunto marido, ni la casa patas arriba, ni nada de nada. Sólo tú. Elizabeth Zott. Aprovecha ese momento para volver a conectar con tus necesidades, tus deseos, tus aspiraciones, sean los que sean. —Harriet se dio un tirón brusco del collar de perlas falsas—. Y luego retomas tus responsabilidades”.

(…)

“—Cuando pierdan la confianza en sí mismas —dijo volviéndose de nuevo al público-, cuando sientan miedo, recuerden que la valentía es la raíz del cambio, y que los seres humanos estamos diseñados químicamente para el cambio.

Así que cuando se levanten mañana, háganse esa promesa. Basta de contenerse. Basta de suscribir opiniones ajenas sobre lo que pueden o no pueden lograr. Y basta de aceptar encasillamientos en categorías inútiles de sexo, raza, estatus económico o religión. No dejen que su talento permanezca latente, queridas espectadoras. Creen su propio futuro. Cuando regresen a casa hoy, pregúntense qué van a cambiar. Y luego pongan manos a la obra”.

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El tiempo de las moscas

Claudia Piñeiro (Alfaguara)

En el mundo de Claudia Piñeiro (Buenos Aires, 1960) los personajes viven, respiran, se mueven, sienten, piensan y transmiten humanidad al lector. Lo hacen a través de una prosa ágil donde se va mostrando lo que hay y sucede a su alrededor sin descanso, donde el tiempo avanza. Todo eso está al servicio, ahora, de la vida que empieza Inés Experey, quien fuera la protagonista de Tuya, el debut novelístico de Piñeiro en 2005. Regresa tras quince años en la cárcel por el asesinato de la amante de su exmarido.

En esta reinvención, Inés está acompañada de la Manca, una amiga de la cárcel. Las dos se enfrentan y adaptan a los cambios rápidos que ha tenido el mundo mientras estaban en prisión: del avance del feminismo a las leyes del matrimonio igualitario y del aborto. Lo hacen a través de la creación de una empresa de fumigaciones que esconde una oficina desde la cual ejercen como detectives. Un día les llega un caso que cambiará todo. Pero en ese nuevo porvenir deben acostumbrarse a vivir con el pasado que no descansa. Y confiar en la amistad. Así empieza la nueva vida de Inés Experey:

“Inés avanza escoltada por una agente penitenciaria a la que apenas conoce. A ella le habría gustado que hoy la acompañara otra, alguna de aquellas con las que compartió tantos años ahí dentro. Quince. El bolso que carga no llega a pesarle en el hombro. Regaló la mayoría de las pocas cosas que tenía. Siente que está a punto de nacer por tercera vez: la primera, cuando la parió su madre; la segunda, cuando mató a Charo o Tuya; la tercera, en cuanto se abra la puerta y esté libre. Una nace desnuda, así que para qué llevar nada, eso pensó cuando le dijeron que preparara sus cosas, cuando supo que se iba. Eso piensa ahora, una nace desnuda”.

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Cien cuyes

Gustavo Rodríguez (Alfaguara)

Eufrasia Vela es un personaje conmovedor y complejo. Ella protagoniza una historia que muestra el paso del tiempo, el deterioro progresivo del ser humano, en cuyo horizonte está la muerte. La novela expone así la dualidad de vida y muerte, dignidad y muerte, ilusión y muerte:

“No se trata de a qué edad mueres, sino de qué plenitud estamos hablando”, se dice en la novela. “La vida es un partido de fútbol, no importa como empieza, sino como termina”, se dice en otro momento.

Cien cuyes, Premio Alfaguara de Novela 2023, es un libro que invita a la reflexión sobre qué clase personas, sociedad y Estado somos, en realidad, a través del trato que se da a los ancianos. Es un retrato sobre la vejez, sobre los cuidadores y sobre cómo vivir y afrontar esa etapa. Una historia sobre la mortalidad que es un canto a la vida desde la sencillez. Gustavo Rodríguez (Lima, Perú, 1968) aprovecha la novela para mostrar a su país en múltiples detalles que van de la bondad de algunos a los prejuicios, del racismo a la indolencia, en muchos casos.

El siguiente es un asomo al mundo de Eufrasia que confronta al lector con aquella realidad y algunas decisiones complejas:

“La anciana las recibió como un último sacramento y entrecerró los ojos. Eufrasia trató de contener la emoción.

—¿Cuál canción, señito?

—Cómo has hecho —susurró la doña.

La asistenta enrumbó a la sala, los pasos rápidos y sonoros, y eligió el disco de 45 revoluciones para que se repitiera y repitiera. Como el día anterior los había limpiado todos, la aguja no encontró tropiezos. Entre minúsculas explosiones sonoras emergieron unos vientos, un piano tímido y la voz de Modugno, que recitó unos versos apasionados antes de lanzarse a cantar con ese acento italiano tan romántico.

Eufrasia elevó el volumen del equipo cuadrafónico y las paredes retumbaron con ese canto: Mas cómo has hecho / Para que me enamore tanto, tanto…

Azuzada por el perfume y la canción, Doña Carmen se dejó flotar hacia las imágenes que iban apareciendo. Hacia ellas corrió”.

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