Los escritores y la literatura son como los zahoríes y los nómadas en movimiento y búsquedas continuas
Una veintena de escritores y críticos participaron en las Conversaciones Literarias de Formentor 2024: Genios, nómadas y beduinos, celebradas en Marrakech (Marruecos), del 26 al 29 de septiembre. Este es un viaje por sus reflexiones sobre literatura y nomadismo, en WMagazín, con apoyo de Endesa
Los escritores son como los zahorís que buscan agua bajo la tierra, porque la literatura es una libertad de búsquedas perpetuas, interiores y exteriores, de la misma manera que “la libertad de movimiento y de palabra son fundamentales en la vida nómada”, explicó la poeta mexicana Coral Bracho. Esto hace que “la errancia y el azar sean formas de creación”, aclaró el narrador español Miguel Ángel Hernández. Quizás, es por eso, que “toda la literatura está hecha de viajes”, según el poeta y periodista español David Castillo.
Es la literatura que lleva en su ADN el movimiento. Son tres aproximaciones al tema de las Conversaciones Literarias de Formentor 2024: Genios, nómadas y beduinos. Descubrir y desvelar los confines de la Tierra, celebradas en Marrakech (Marruecos), del 26 al 29 de septiembre de 2024. Unas jornadas a las que asistieron más de veinte escritores, críticos y periodistas.
El escritor viajero Paul Bowles, que nació en Nueva York, pero eligió Tánger para vivir, buscar y morir, fue uno de los autores más citados. No faltaron Arthur Rimbaud, Ladislaus E. Almásy, T. E. Lawrence y Anthony Sattin.
La Fundación Formentor, organizadora de estas jornada, recordó que “la antiquísima historia del marinero egipcio que naufragó lejos de su casa, la laberíntica odisea del astuto Ulises y las mil peripecias de Simbad el Marino nos remiten a los comienzos de un fecundo género literario y a la perenne inquietud que seduce al viajero, al nómada y a sus genios tutelares. Emprender el camino que recorre la línea del horizonte, presentir la llamada que anuncia lo largo y extenso del mundo, dejar atrás el incómodo tedio de la rutina cotidiana y recorrer los paisajes abiertos detrás de las montañas, al otro lado del desierto, en la otra orilla, ha dado forma narrativa a la gran epopeya humana. Conducido por la voluntad, o por ese azar que siempre se sale con la suya, el hombre que emprende el rumbo de una vida errante, la ruta de los senderos bifurcados, el dilema de las encrucijadas, el derrotero de los caminos abandonados podrá entender mejor la enigmática metáfora de la existencia humana”.
Las siguientes son algunas paradas rápidas de los escritores en el mundo de genios, nómadas y beduinos que participaron en las Conversaciones Literarias de Formentor:
Rocío Rojas-Marcos, habló sobre El cielo protector, de Paul Bowles: “Fue el penúltimo nómada orientalista… En su novela creó el cielo truculento, sublime, desasosegante… El nómada necesita de conocimiento para reconocer el lugar».
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Luisa Castro, sobre Cartas de África, de Arthur Rimbaud: “Fue una persona en la aventura de las búsquedas del lenguaje y sus límites… El nómada es la huida de la identidad, no tiene que ver con conocerte, sino desconocerte, cierta ansia de comunicación… Es traspasar con la palabra la cárcel de nuestro yo… La escritura es un nomadismo, una forma de ir a la búsqueda de alimento”.
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Xavier Güell, sobre Doctor Faustus, de Thomas Mann: “La literatura debe acercarse a la música con más asiduidad… El arte y la música no pueden salvar al mundo que reitera sus errores una y otra vez, pero puede ayudarnos a entender mejor nuestro entorno y a todos los demás… El sonido debe estar más unido a la palabra, porque el sonido es lo único que puede incendiar a la palabra”.
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David Castillo, sobre Los siete pilares de la sabiduría, de T. E Lawrence: “La literatura es la única historia posible…. Toda la historia de la literatura es viaje”.
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Albert Lladó, sobre Las ciudades invisibles, de Italo Calvino: “Todos tenemos una ciudad invisible, como Marco Polo en Las ciudades invisibles”.
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Miguel Ángel Hernández, sobre Baroni, un viaje, de Sergio Chejfec: “La errancia y el azar son formas de creación”.
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Sara Barquinero, sobre El rey pálido, de David Foster Wallace: “Todas las historias de amor son historias fronterizas… El tema de los fantasmas está en esta novela inconclusa… Es una buena metáfora sobre qué debe ser la literatura entre la cultura y el entretenimiento”.
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Coral Bracho, sobre Nómadas, de Anthony Sattin: “En la Epopeya de Gilgamesh ya se juntan sedentarismo y nomadismo… Los nómadas ayudan a comprender su lugar en el medio natural… La libertad de movimiento y de palabra son fundamentales en la vida nómada… Los mejores lugares de la humanidad están ligados a la libertad de pensamiento y movimiento, dijo Sattin”.
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Lászlo Krasznahorkai:
«La historia no tiene fin, ni nada tiene fin, ya no podemos engañarnos con que con nosotros algo se acaba. Sólo damos continuidad a algo y, de alguna manera lo mantenemos, algo continúa, algo se mantiene.
Todavía creamos obras, pero ya ni siquiera hablamos del cómo, hasta tal punto no resulta edificante. Usamos como base lo que hasta ahora se refería a la sustancia de la condición humana, y con sentido de la responsabilidad, pero sin ninguna idea, con rigurosa disciplina, pero de hecho como prisioneros de una situación espiritual embarrancada volvemos a sumergirnos en las aguas cenagosas de lo que puede describirse de la plenitud de la existencia humana».
En las Conversaciones Literarias de Formentor se entregó, como cada año, el Premio Formentor de las Letras al escritor húngaro László Krasznahorkai. Estas jornadas y el galardón son organizadas por la Fundación Formentor, con el mecenazgo de las familias Barceló y Buadas.
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