Los mitos falsos de la inmigración manipulados por políticos, gobiernos y sociedad
Después de 30 años de investigación, el sociólogo holandés Hein de Haas publica 'Los mitos de la inmigración. 22 falsos mantras sobre el tema que más nos divide'. Aclara aspectos cruciales de la migración y recuerda la hipocresía de algunos líderes. El experto propone ideas para una mejor armonización entre quienes se ven obligados a viajar y los países que los reciben
Solo tres de cada cien personas de este planeta son inmigrantes y el mayor porcentaje en algunas regiones se debe, sobre todo, a las propias necesidades del lugar. Pero, aun con una cifra tan baja, cada vez más, la migración es usada y demonizada como un arma arrojadiza que atiza la insolidaridad, la polarización, el racismo y la xenofobia. La han impregnado de prejuicios y desinformación hasta dividir a la sociedad, mientras los medios de comunicación informan de los riesgos altísimos que asumen muchos en sus travesías.
Muy pocas personas migran por placer, lo hacen por múltiples motivos derivados de la desigualdad, las necesidades y el abuso. Entre tanto, unos políticos y gobiernos prometen ayudar y/o frenar el flujo migratorio, sin aportar siempre los suficientes recursos, y otros lo usan para despertar miedos y fantasmas exagerados convirtiendo la excepción en la regla, tomando la parte por el todo con el fin de ganar votos, aunque, a veces, delante de los medios maquillan sus ideas, mientras en sus programas está la verdad. No se trata de desconocer problemas, pero algunos líderes, partidos o medios de comunicación, por ganar audiencia, incurren en lo mismo, responsabilizando a los inmigrantes de problemas que aquejan la región o el país, cuando los porcentajes que los involucran en infracciones o delitos son mínimos respecto a los nativos. Otras personas, en cambio, abogan por una convivencia sincera a través de una inmigración más controlada y constante, tanto por razones humanitarias como por intereses nacionales para estimular el crecimiento y la innovación y mejorar el bienestar de sus ciudadanos.
La historia del ser humano es la historia de la migración de nuestros antepasados y nuestros contemporáneos. Este es el relato que reconstruye el sociólogo Hein de Haas (Holanda, 1969) en su ensayo Los mitos de la inmigración. 22 falsos mantras sobre el tema que más nos divide (Península). Es el resultado de más de tres décadas de investigaciones que arrojan luz sobre un tema que muchos oscurecen y cuyas páginas aspiran a cambiar nuestra forma de entender el mundo. Algunos de los mitos que desmonta son:
La migración se encuentra en máximos históricos.
Las fronteras se han descontrolado.
Las restricciones fronterizas reducen la inmigración.
Nuestras sociedades no son más diversas que nunca.
Los inmigrantes roban trabajos y abaratan los salarios.
La inmigración erosiona el estado del bienestar.
La inmigración dispara los índices de delincuencia.
El tráfico de personas es la causa de la inmigración ilegal
Hein de Haas es una de las personas que más sabe en este campo. Es catedrático de Sociología en la Universidad de Ámsterdam y profesor de Migración y Desarrollo en la Universidad de Maastricht. Entre 2006 y 2015, fue uno de los fundadores del International Migration Institute de la Universidad de Oxford, del que es codirector. “A través de su trabajo, De Haas promueve una visión a largo plazo de la migración como parte intrínseca del cambio global y el desarrollo”, explica la editorial española Península. Es autor de The Age of Migration: International Population Movements in the Modern World, un libro importante en el área de los estudios sobre migración.
La memoria es olvidadiza e injusta
La lectura de Los mitos de la inmigración. 22 falsos mantras sobre el tema que más nos divide recuerda que la memoria humana es frágil, interesada, manipuladora, llena de falsos amigos y, muchas veces, desagradecida porque, una vez mejorada la situación o alcanzados los objetivos por los que una persona migró, se le niega o se le condiciona esa oportunidad a los demás o se les exige lo que ella no hizo o no se le pidió.
Olvidamos, para empezar, que todos descendemos del mono africano. Olvidamos que una de las prácticas de la evolución del homo sapiens fue el nomadismo, migrar, moverse de un lado a otro en busca de mejorar el bienestar y progresar. De allí venimos todos. A esa práctica de movilidad debemos gran parte de donde estamos. El planeta está surcado de caminos y rutas humanas y la vida que conocemos es lo que es gracias a esas migraciones que, entre otras cosas, han proporcionado el mestizaje, el mejoramiento de la especie y el intercambio de conocimientos, culturas y saberes. Los imperios, reinos y países más civilizados alcanzaron gran parte de su progreso gracias a que, en otros tiempos, sus pobladores migraron a otras tierras que usufructuaron y esquilmaron para conseguir sus riquezas sobre las que sustentan su desarrollo y poder actual. Cada tiempo corresponde a su tiempo y no se trata de juzgar con ojos de hoy el pasado. Pero sí se espera aprender de los errores a ojos de hoy. Y este es otro en el que ya se sabe que todos venimos de lo mismo y somos iguales y hay que buscar los mecanismos para avanzar en armonía. Tampoco se trata de barra libre, se trata de ordenar sin discriminar ni criminalizar ni cometer injusticias.
Antes que los extranjeros, cada país vive la migración con sus propios compatriotas que se desplazan de una región a otra dentro del propio territorio, y esas cifras son mayores. Y, afortunadamente, políticos y medios se cuidan en señalar la ciudad, la provincia, la comunidad, el departamento o el estado de su propio de donde proviene el «infractor».
La escritura y los libros, desde sus orígenes, han abordado el desplazamiento como algo a lo que está destinado el ser humano, casi siempre por necesidades ajenas a su placer y voluntad: desde la búsqueda de mejores tierras para sembrar y mejorar la vida, hasta por catástrofes naturales, discriminaciones por sexo, religión o ideas políticas, pasando por guerras, crisis económicas y múltiples violencias. En la literatura se refleja desde la Epopeya de Gilgamesh, la Odisea, de Homero, o la Biblia, hasta llegar a estudios como este de Los mitos de la inmigración. 22 falsos mantras sobre el tema que más nos divide.
De Haas recuerda que, según los datos de la División de Población de Naciones Unidas, en 1960 había unos 93 millones de migrantes internacionales en el mundo. “La cifra creció hasta alcanzar los 170 millones en 2000, y en 2017 había aumentado hasta llegar a los 247 millones. A primera vista, parece un incremento drástico. Sin embargo, la población mundial ha aumentado a un ritmo aproximadamente igual, y ha pasado de unos 3.000 millones de personas en 1960 a 6.100 millones en 2000 y a 7.600 millones en 2017. Así pues, si expresamos la cifra de migrantes internacionales en relación con la población mundial, vemos que los niveles relativos de migración se han mantenido estables, en torno al 3 por ciento”.
Ante esta cifra, el experto holandés recalca que si se le da la vuelta significa que el 97 por ciento de las personas viven en su país natal. “Se trata de un dato sorprendente”, afirma, “dadas las inmensas desigualdades que siguen existiendo en el mundo. Así pues, no existe evidencia de que la migración global se esté acelerando. Aun así, ello no implica que nada haya cambiado”. Uno de los cambios fundamentales ha sido la transformación de la Europa Occidental, “que ha pasado de ser la fuente principal de colonos e inmigrantes del mundo a importante destino para migrantes”.
Los falsos mitos sobre la inmigración
Los siguientes son algunos mitos que Hein de Haas desmonta en su libro:
Mito 1. La migración se encuentra en máximos históricos
La realidad: “Los migrantes internacionales representan en torno al 3 por ciento de la población mundial, cifra que se ha mantenido notablemente estable. Si le damos la vuelta a ese número, eso significa que una proporción abrumadora de gente —sobre un 97 por ciento de la población— vive en su país natal. Se trata de un dato sorprendente, dadas las inmensas desigualdades que siguen existiendo en el mundo. Así pues, no existe evidencia de que la migración global se esté acelerando”.
Mito 3. El mundo se enfrenta a una crisis de refugiados
La realidad: “Los aumentos bruscos recientes en las cifras de estos, así como de solicitantes de asilo en los países occidentales, no reflejan una ‘marea ascendente’ de migración refugiada, sino más bien una respuesta normal y, por tanto, temporal, al incremento de los niveles de conflictividad en unos países en concreto, tras la que esas cifras de refugiados, por lo general, descienden de nuevo una vez que los conflictos remiten”.
“Esas representaciones erróneas erosionan la opinión favorable a la protección a los refugiados, si la gente empieza a creer que las actuales cifras de refugiados, en realidad, exceden la capacidad de absorción de las sociedades de destino y los sistemas de concesión de asilo”.
Mito 7. No necesitamos trabajadores migrantes
La realidad: “Si bien la brecha salarial puede motivar a la gente a migrar, la mayoría se quedaría en casa si no hubiera empleos a los que aspirar. Sin unas oportunidades de trabajo concretas, los trabajadores migrantes dejarían de venir. Ello pone de relieve el papel central de la demanda laboral a la hora de atraer la migración”.
“En muchos aspectos, el papel crucial que ejerce la demanda laboral a la hora de mover a la migración es el secreto a voces, el ‘elefante en la habitación’ de los debates sobre el tema. Por ejemplo, en 2022 y 2023, cuando millones de migrantes y solicitantes de asilo intentaban cruzar la frontera entre México y Estados Unidos, resultaba bastante revelador que políticos, periodistas y expertos no relacionaran el hecho con la histórica escasez de mano de obra en Estados Unidos ni con una cifra de desempleo excepcionalmente baja producto de la recuperación económica tras la pandemia. Los migrantes, muchas veces sin papeles, cubrían por lo general esa escasez resultante de mano de obra”.
Mito 8. Los inmigrantes roban trabajos y abaratan los salarios
La realidad: “Si bien nuestras sociedades son más ricas que nunca, la desigualdad ha crecido, los salarios se han estancado o incluso se han recortado, y las nuevas generaciones crecen con una mayor inquietud económica que sus padres en relación con cuestiones como las deudas académicas y la capacidad de encontrar trabajo estable y vivienda asequible. La seguridad laboral ha disminuido, y cada vez más jóvenes se ven relegados a aceptar trabajos temporales, precarios, en una economía de lo provisional. Aun así, las causas reales de estos problemas no están en la inmigración sino en ciertas decisiones políticas deliberadas que han desregulado los mercados de trabajo, lo que ha llevado a una disminución de la seguridad laboral, ha debilitado los sindicatos, ha erosionado los derechos de los trabajadores, ha recortado los sueldos y ha potenciado la desigualdad salarial. Ello ha hecho que los que obtienen menos ingresos y las nuevas generaciones tengan una situación económica peor, al tiempo que la clase media cada vez duda más de si podrá mantener su nivel de vida en el futuro”.
Mito 9. La inmigración erosiona el estado del bienestar
La realidad: “La causa profunda de la creciente falta de vivienda asequible en Occidente no es la migración, sino un descenso acusado en el parque de vivienda social y de alquiler protegido como consecuencia de los cambios introducidos en las políticas de vivienda”.
“A pesar de las notables diferencias que existen en políticas de vivienda entre unos países y otros, la tendencia general es la misma: el volumen total de viviendas asequibles ha disminuido al tiempo que la demanda aumentaba, pues los mercados de la vivienda se liberalizaban y, simultáneamente, la vivienda social dejaba de financiarse y se privatizaba. Ello hacía de la vivienda una realidad menos asumible para las personas de bajos ingresos — tanto si son autóctonas como migrantes—, sobre todo en barrios gentrificados”.
Mito 12. La inmigración dispara los índices de delincuencia
La realidad: “Dado que por lo general están muy interesados en quedarse y obtener el permiso de residencia o la ciudadanía, los inmigrantes suelen estar entre los miembros de la sociedad más respetuosos con el cumplimiento de la ley. Se trata de algo que en el caso de los migrantes ilegales se da aún más, dado que el objetivo primordial de estos es mantenerse alejados de la policía, y una detención podría significar la deportación y la pérdida de todas las posesiones y la inversión depositada en su migración”.
“Las experiencias de racismo y exclusión pueden potenciar el desarrollo de unas subculturas conflictivas entre los jóvenes más desaventajados que no han logrado ascender por la escalera socioeconómica y se encuentran atrapados en barrios empobrecidos. Esa combinación de factores parece explicar por qué algunos migrantes marginados y jóvenes de minorías que se crían en barrios urbanos segregados o en bloques asistenciales decrépitos y en banlieues de Europa intentan hacer carreras alternativas en el mundo delictivo o, a veces, se entregan al fundamentalismo religioso”.
Mito 19. El tráfico de personas es la causa de la inmigración ilegal
La realidad: “Mientras políticos y organizaciones internacionales perpetúan el mito de que los traficantes son responsables del sufrimiento de migrantes y refugiados, la verdad es que el tráfico es una reacción a los controles fronterizos, y no la causa de la migración ilegal”.
“Hasta que se cerró la frontera en 1991, los jóvenes marroquíes veían su emigración a España como una iniciativa en gran medida temporal. Esa migración circular presentaba numerosas ventajas. Los migrantes podían beneficiarse de las oportunidades laborales y los mejores salarios en el extranjero, y a la vez podían pasar el resto del tiempo con sus familias en su país, donde la vida era más barata. Como no necesitaban visado para cruzar las fronteras, sino solo un pasaporte, podían volver a emigrar fácilmente a España si les hacía falta más dinero. (…) Con la entrada en vigor del Acuerdo de Schengen y la exigencia de visados, la libre entrada a España e Italia se vio bloqueada, y dado que resultaba difícil conseguirlos, los norteafricanos empezaron a cruzar el Mediterráneo de manera ilegal en pateras”
“El aumento de los controles fronterizos también se tradujo en una mayor profesionalización del tráfico de personas, y en un aumento de la duración, el coste y los riesgos de la migración, lo que hacía que cada vez fueran más los migrantes que morían durante el viaje”.
El futuro
Hein de Haas mira hacia adelante y se pregunta:
«Las democracias liberales se encuentran atrapadas en un ‘trilema migratorio’ entre (1) el
deseo político de controlar la inmigración; (2) los intereses económicos que buscan que haya
más inmigración; y (3) la obligación de respetar derechos humanos fundamentales en relación
con migrantes y refugiados». (…)
«¿En qué medida deseamos vivir en unas sociedades en las que las parejas reciben dos ingresos,
pero están tan ocupadas que deben delegar cada vez más las tareas del hogar (limpieza, cocina,
lavandería, planchado, jardinería y mantenimiento) en trabajadores migrantes? ¿Realmente
queremos crear una sociedad en la que a las élites les sirve una nueva clase marginal conformada
en su mayor parte por trabajadores migrantes? ¿Deseamos externalizar cada vez más el cuidado
de niños y ancianos, dejarlos al cuidado de trabajadores migrantes, o creemos que los Gobiernos
deberían responsabilizarse de proporcionar y subsidiar centros de atención?».
- Los mitos de la inmigración. 22 falsos mantras sobre el tema que más nos divide. Hein de Haas. Traducción: Juanjo Estrella (Península).
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