Los tres mejores libros traducidos al español, en 2022: ‘Ojo de gato’, ‘La vida, después’ y ‘Pequeñas desgracias sin importancia’
Las obras finalistas de la edición 18 de los Premios ACE Traductores fueron traducidas por Victoria Alonso Blanco (por la obra de Margaret Atwood), Rita da Costa (por la novela del Abdulrazak Gurnah) y Julia Osuna Aguilar (por el libro de Miriam Toews). Estas son sus reseñas y pasajes literarios
La mitad de la felicidad de los lectores se debe a los libros traducidos de diferentes idiomas. Una deuda con los traductores que no son meros transcriptores de textos, sino que deben tratar de captar el espíritu original de la obra y lo que quiere decir su autor. Un reconocimiento al gran trabajo que hacen los traductores en España es el Premio de Traducción Esther Benítez que entrega ACE Traductores (Asociación Colegial de Escritores Traductores). Los traductores y libros finalistas de 2022 que se conceden este 2023 son:
Victoria Alonso Blanco por su traducción de Ojo de gato, de Margaret Atwood (Salamandra).
Rita da Costa por La vida, después, de Abdulrazak Gurnah (Salamandra)
Julia Osuna Aguilar por Pequeñas desgracias sin importancia, de Miriam Toews (Sexto Piso).
El fallo del XVIII Premio de Traducción Esther Benítez se conocerá el 8 de noviembre y su entrega será el 14 de diciembre de 2023 en el Instituto Cervantes, en Madrid.
WMagazín les da las gracias a todos los traductores con un pequeño homenaje en el Día Internacional de la Traducción, 30 de septiembre, a través de pasajes de las tres obras finalistas a mejor traducción 2022.
Antes recordamos quienes han sido reconocidos con este galardón en sus ediciones anteriores: En 2022 el ganador fue Joaquín Fernández-Valdés por la traducción de la monumental Guerra y paz, de editorial Alaba. Hasta la fecha han recibido este premio Isabel García Adánez, Carlos Milla e Isabel Ferrer, Dolors Udina, Pedro Pérez Prieto, Jesús Zulaika, Daniel Najmías, Montserrat Gurguí y Hernán Sabaté, Gabriel Hormaechea, María Teresa Gallego Urrutia, Carmen Francí e Ismael Attrache, José Luis López Muñoz, Celia Filipetto, Marta Sánchez-Nieves Fernández, Carlos Mayor, Concha Cardeñoso, Eugenia Vázquez Nacarino, Teresa Lanero, Carlos Fortea y Joaquín Fernández-Valdés.
Las siguientes son las obras finalistas de 2022 y algunos de sus pasajes:
***
Victoria Alonso Blanco por su traducción de Ojo de gato, de Margaret Atwood (Salamandra):
Margaret Atwood (Ottawa, 1939) es una/o de las escritoras contemporáneas más relevantes y que mejor ha sabido narrar algunas de las preocupaciones más acuciantes del ser humano y crear distopías sobre temas clave. Entre sus obras destacan El cuento de la criada (1985) y Los testamentos, su segunda parte que le mereció el Premio Booker 2019, El asesino ciego, Oryx y Crake, Penélope y las doce criadas, El año del diluvio…
Ojo de gato es una novela de 1988 que editorial Salamandra recuperó. Relata, según la editorial, “el reencuentro de Elaine Risley, una artista rodeada de un aura de polémica, con el paisaje de su juventud, una Toronto que no reconoce, la evoca a explorar los quebradizos caminos de su memoria y de la forja de su personalidad. A través de las vívidas descripciones de obras de arte, la fuerza evocadora de las escenas retrospectivas y la presencia de sutiles pinceladas autobiográficas, Margaret Atwood nos ofrece una magnífica novela de aprendizaje”.
Fragmento:
«El tiempo no es una línea, sino una dimensión, como las dimensiones del espacio. Si el espacio se puede curvar, también se puede curvar el tiempo, y si dispusiéramos de los conocimientos necesarios y pudiéramos desplazarnos a mayor velocidad que la luz, podríamos viajar hacia atrás en el tiempo y existir en dos lugares a la vez.
Fue mi hermano Stephen quien me dijo eso, en la época en que se ponía aquel jersey granate deshilachado para estudiar y pasaba muchas horas cabeza abajo a fin de que la sangre le fluyera hacia el cerebro y se lo irrigara. Yo no comprendí qué quería decir, pero quizá él tampoco lo explicó muy bien. Por aquel entonces ya había empezado a distanciarse de la imprecisión de las palabras.
Aun así, desde ese momento empecé a entender el tiempo como algo con forma, algo visible, como una serie de transparencias líquidas superpuestas. El tiempo no se observa volviendo la vista atrás, sino más bien buceando por él como si fuera agua. A veces sale a la superficie una cosa, a veces otra, a veces nada. Nada desaparece».
***
Rita da Costa por La vida, después, de Abdulrazak Gurnah (Salamandra)
Abdulrazak Gurnah (Zanzíbar, 1948) obtuvo el Nobel de Literatura en 2021, “por su penetración intransigente y conmovedora de los efectos del colonialismo y el destino del refugiado en el abismo entre culturas y continentes”. Es de origen tanzano pero vive en Inglaterra desde los años sesenta del siglo XX. Cuando obtuvo el Nobel empezó su traducción al español con Paraíso, A orillas del mar y esta La vida, después.
La novela narra, según la editorial, cuenta la vida del niño Ilyas “arrebatado a sus padres por las tropas coloniales alemanas; tras años de ausencia y de batalla contra su propio pueblo, regresa a la ciudad de su infancia, donde sus padres han desaparecido y su hermana Afiya ha sido dada en adopción. Otro joven regresa al mismo tiempo: a Hamza no lo robaron para que combatiera, sino que lo vendieron. Con tan sólo sus ropas a la espalda, se limita a buscar trabajo y seguridad… y el amor de la hermosa Afiya. Apenas acaba de comenzar el siglo XX y alemanes, británicos, franceses y demás países se han repartido el continente africano. A medida que estos jóvenes supervivientes intentan rehacer sus vidas, la sombra de una nueva guerra en otro continente amenaza con llevárselos de nuevo”.
Fragmento:
«Jalífa tenía veintiséis años cuando conoció al mercader Amur Biashara mientras trabajaba para una modesta casa de préstamos propiedad de dos hermanos guyaratíes. Los prestamistas indios eran los únicos que tenían tratos con los mercaderes locales y se adaptaban a su forma de comerciar. Los grandes bancos pretendían imponer el papeleo, los avales y las garantías a la hora de gestionar los negocios, algo que los mercaderes locales no siempre veían con buenos ojos, pues se valían de redes y asociaciones invisibles para el común de los mortales. Los hermanos daban trabajo a Jalífa porque estaba emparentado con ellos por parte de padre. Decir que estaban emparentados tal vez sea exagerar, pero su padre también era de Guyarat, lo que para el caso venía a ser lo mismo. La madre de Jalífa era una campesina a la que su padre había conocido mientras trabajaba en la finca de un gran terrateniente indio donde pasó la mayor parte de su vida adulta, a dos jornadas de distancia de la ciudad. Jalífa no parecía indio, o cuando menos no se parecía a los indios que vivían en esa parte del mundo: la tez, el pelo, la nariz, todo ello recordaba a su madre africana, pero no dudaba en presumir de linaje cuando le convenía: «Sí, sí, mi padre era indio. Quién lo diría, ¿verdad? Se casó con mi madre y le fue fiel durante toda la vida. Los hay que tontean con las mujeres africanas hasta que mandan venir una esposa de la India y entonces las abandonan, pero él nunca se desentendió de mi madre».
***
Julia Osuna Aguilar por Pequeñas desgracias sin importancia, de Miriam Toews (Sexto Piso).
Miriam Toews (Canadá, 1964) es licenciada en estudios cinematográficos, actriz y periodista. Su primera novela es Summer of My Amazing (1996). En español ha publicado Ellas hablan (2002) y Pequeñas desgracias sin importancia (ambas en Sexto Piso).
La novela finalista aborda el tema de la relación y el amor entre hermanas. En este caso de dos mujeres muy dispares: “La existencia de Elfrieda parece perfecta: es una pianista de renombre internacional, una mujer glamurosa y felizmente casada. La de Yolandi, en cambio, es un verdadero desastre: en pleno divorcio, a duras penas logra llegar a fin de mes y siente que sus hijos adolescentes crecen demasiado deprisa. Y sin embargo Elf no quiere seguir viviendo, mientras que Yoli daría lo que fuera por mantener a su hermana mayor con vida. Sentada junto a la cama de Elf en el hospital tras su último intento de suicidio, y mientras lidia con sus propias pequeñas desgracias, Yoli se pregunta cómo transmitirle a su hermana la fuerza necesaria para seguir adelante, cómo resistir ella misma con el corazón hecho pedazos y, en definitiva, cómo ayudar a alguien que desea morir”.
Fragmento:
«Nuestra casa se la llevaron en el remolque de un camión una tarde a finales del verano de 1979. Mis padres, mi hermana mayor y yo nos quedamos plantados en medio de la calle mientras la veíamos desaparecer: una construcción achaparrada de una planta, en madera, ladrillo y escayola, que fue recorriendo lentamente la First Street y dejando atrás el A&W y la bolera Deluxe hasta que se incorporó a la nacional 12 y se perdió de vista para siempre. Todavía se ve, repitió mi hermana Elfrieda una y otra vez, hasta que dejó de verla. Todavía se ve, todavía se ve, todavía se… Vale, no, ya está.
La había construido mi padre con sus propias manos cuando estaba estrenando esposa y sueños. Apenas tenían veinte años. Mi madre nos contaba que eran tan jóvenes y estaban tan rebosantes de energía que las tardes que hacía mucho calor, en cuanto mi padre volvía del instituto y ella terminaba de hornear lo que fuera y el resto de tareas, atravesaban corriendo el chorro del aspersor de su nuevo jardín y se dedicaban a pegar saltitos y chillidos, totalmente ajenos a las miradas de consternación de sus vecinos mayores, a quienes les parecía muy poco decoroso que una pareja de menonitas recién casados retozara alegremente, a medio vestir y a la vista de todo el pueblo. Años más tarde mi hermana describiría aquella escena como el momento Dolce Vita de mis padres, con el aspersor haciendo las veces de Fontana di Trevi.
¿Adónde se la llevan?, le pregunté a mi padre”.
***
Traducción: un trabajo de creación
Recordamos por qué este premio se llama Esther Benítez, según ACE Traductores: “Se trata de una figura clave para el conocimiento de las letras italianas y francesas en nuestro país, no solo dedicó su vida a la traducción de literatura, sino también a la defensa de la dignidad profesional del traductor, de su condición de autor y de sus derechos patrimoniales. A la cabeza de ACE Traductores, no cejó en el propósito de crear conciencia social sobre la necesidad y la importancia del traductor literario como pieza indispensable en la difusión de la cultura”.
Tras su fallecimiento, sus compañeros de ACE Traductores siguieron con la tarea de defender y dar visibilidad a la traducción; por este motivo, decidieron crear un premio que llevara su nombre.
El objetivo, además, fue crear un premio distinto a los existentes: uno de los rasgos distintivos es que su jurado lo integran profesionales de la traducción de libros, ya que las y los socios tienen derecho a proponer obras.
Este mismo planteamiento abierto se aplica a las candidaturas, puesto que el jurado puede presentar obras de cualquier género, traducidas de cualquier idioma a alguna de las lenguas del Estado.
Uno de los libros que mejor cuenta el mundo del traductor es La impostora. Cuaderno de traducción de una escritora, de Nuria Barrios (Páginas de Espuma), Premio Málaga de Ensayo. En él la escritora y traductora española analiza, radiografía y comparte su testimonio de la traducción, investigaciones y esfuerzos, felicidades y desdenes, satisfacciones y apuros.
***
Suscríbete gratis a la Newsletter de WMagazín en este enlace.
Te invitamos a ser mecenas de WMagazín y apoyar el periodismo cultural de calidad e independiente, es muy fácil, las indicaciones las puedes ver en este enlace.
Para quienes conocen poco o nada WMagazín el siguiente es un Fotorrelato de la revista:
Descubre aquí las secciones de WMagazín.
- Muere el poeta Joan Margarit, premio Cervantes - martes 16, Feb 2021
- Luis Mateo Díez gana el Premio Nacional de las Letras Españolas 2020 - jueves 12, Nov 2020
- Nickolas Butler frente a las sombras de la religión en ‘Algo en lo que creer’ - lunes 18, May 2020