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El escritor Manuel Vilas. /Fotografía de Lisbeth Salas

Manuel Vilas se confiesa con sus lectores por ‘Ordesa’, el fenómeno literario del año

La novela del escritor español es un caso excepcional de éxito al tratarse de una obra intimista y conmovedora que recupera la memoria de sus padres y sus propias tribulaciones y preguntas con aire poético. WMagazín publica un videorrelato de Vilas en un Club de Lectura en Madrid

En un rincón de la librería Rafael Alberti, unas cuarenta personas, sentadas en sillas de madera formando una media luna, aguardaban en silencio. Hasta que llegó ese escritor desconocido y recién conocido por el que habían ido hasta allí y, como viejos amigos, empezaron a preguntarle, a charlar, a reír, a debatir.

Estaban allí por esa declaración de agradecimiento y amor a los padres, esas tribulaciones en la búsqueda de sí mismo y ese viaje al fondo de los sentimientos íntimos y contradictorios recogidos en el gran y grato fenómeno literario del año: Ordesa (Alfaguara), de Manuel Vilas (Barbastro, España, 1962).

Aunque la novela salió en enero, un mes inusual para los mejores lanzamientos editoriales en España, desde entonces su acogida parece no tener fin, gracias, sobre todo, al inicial boca a boca de los lectores. Ni el arranque de la segunda temporada fuerte del año la ha eclipsado, por el contrario, parece reforzarla. En estos ocho meses se han vendido más de 45.000 ejemplares, un logro porque no es un thriller y sí una novela poética e intimista de la que gente habla con emoción.

El aprecio y reconocimiento por Ordesa se ha vivido en cada una de las presentaciones que Vilas ha tenido en las diferentes ciudades españolas. Y se notó mucho en días como Sant Jordi, en Barcelona, y la Feria del Libro de Madrid donde la gente hacía largas colas para que les firmara un ejemplar y poder cruzar al menos unas palabras con él.

Esta semana, el martes 4 de septiembre, autor y obra vivieron otro momento único: un Club de lectura. El encuentro donde los lectores tuvieron la posibilidad de compartir para entrar aún más a fondo en el libro e indagar en los procesos creativos del escritor. Esa cita se produjo en la librería Rafael Alberti, de Madrid, que abrió con Ordesa la temporada del Club de lectura de María Tena, que se hace cada primer martes de mes desde hace cuatro años.

Allí estaban esos cuarenta lectores con cara agradecida de que ese hombre hubiera sido un poco insonsciente al escribir su vida para compartirla con ellos. Siempre es un misterio saber por qué un libro conecta de manera íntima con los lectores. Descubrir qué tecla ha tocado el escritor para conmover a cada uno. El autor no lo suele saber. Manuel Vilas solo sabe que ha sido sincero y auténtico.

Quizás parte de ese misterio esté en las confesiones que Vilas hizo a sus lectores en el Club de Lectura del martes y que WMagazín comparte en siete breves vídeos y la transcripción de lo dicho aquella tarde. Lola Larumbe, propietaria de la Alberti, dio la bienvenida; luego la escritora María Tena comentó algunas pinceladas de la novela para dar paso a la voz de los lectores y del autor como sigue:

De izquiera a derecha: Lola Larumbe, de Librería Rafael Alberti, Manuel Vilas y María Tena.

¿Qué es el libro 'Ordesa'?

La novela es un agradecimiento. Por eso se abre con una cita de Violeta Parra: «Gracias a la vida, que me ha dado tanto». Es un agradecimiento a quienes hicieron posible que yo estuviera vivo. Esa es la raíz del libro.

Otro motor es que tú coincides con tus padres en el envejecimiento. Un día, cuando tenía 50 años, me vi frente al espejo y vi a mi padre. Me quedé noqueado.

Empecé a escribir Ordesa tras la muerte de mi madre en 2014. Creía que la muerte de mi padre, que había sido en 2005, ya la tenía asumida. Pero cuando mi madre murió fue como si la muerte de mi padre se moviera en mi cabeza y acogiera una significación distinta. En ese sentido es una novela de fantasmas. Tuve que ponerme a lidiar con los dos…

Manuel Vilas en el Club de lectura.

¿Cómo hizo el libro?

El libro me costó muchísimo. Me costó tres años y un poco más. Tuvo muchas redacciones. Era más largo, se parecía a una vaca sin trocear . Revisaba el material continuamente, me abrumaba la cantidad de páginas, ¡me volvía loco! Hasta que los plazos con el editor se iban cerrando y tenía que entregarlo. Estuve luchando con ese manuscrito para quitar páginas, ver qué podía contar y qué no podía contar…

 

 

María Tena coordina el Club de lecturade la Librería Alberti.

Una novela poética

Mi obsesión era rescatar la memoria de mi pasado. Escogí los medios que me eran más útiles. Si me fui a terrenos de la poesía… puede ser que sí… Mi idea era narrar la vida de mis padres. Quizá terminé narrando de manera más poética porque vi la vida de mis padres como algo poético…

Durante casi hora y media Manuel Vilas charló con sus lectores.

Mixtura de géneros literarios

Hay una interconexión entre géneros que ha servido para enriquecer la literatura. En Ordesa hay hasta partes ensayísticas, creo que hay una mixtura. Cuando la gente oye la palabra poesía escapa. Pero para mí Ordesa es una novela, si hablamos de géneros literarios. No entendería el libro como otra cosa, ni siquiera como unas memorias. Pasa algo, y es que se crea un punto de vista, y eso hace la novela. En Ordesa ese punto de vista  es una creación novelística. No sé qué demonios pasa con ese narrador, pero genera un mundo novelesco. ¿Que tiene un punto de vista lírico? ¡Sí!…

Más de 45.000 copias se han vendido de 'Ordesa'.

La inconsciencia de contarlo todo

Soy un poco inconsciente e inmaduro, más inconsciente. Le voy  a contar una anécdota que puede explicar la pregunta. En una presentación del libro en Zaragoza vino una amiga de mi carrera con quien hacia más de veinte años que no nos veíamos. Nos empezamos a poner al día de nuestras vidas. Empecé a contarle y me dice: «Si ya me sé todo eso». Le pregunté con qué amigo común había hablado. Y me respondió: «He leído tu novela». Esto revela la inconsciencia mía de haber contado todo en Ordesa. Me quedé perplejo. No era consciente de que lo había contado todo en la novela.

Unas cuarenta personas asistieron al Club de lectura de María Tena.

¿Le gustaría que sus hijos escribieran sobre usted?

Mi libro está escrito desde el amor. Si un día mis hijos escriben sobre mí desde el amor está bien. Es verdad que existen libros como este que buscan hacer un ajuste de cuentas, no es mi caso. Pero lo respeto, porque depende de cada familia y cada uno puede haber una urgencia o necesidad de eso. No fue mi caso, gracias a Dios.

Hay otra cosa, y es que la gente a la que le vive sus padres y han leído el libro me dicen el mayor elogio literario: que si su madre, la pesada, lo llama tres veces al día les cogen el teléfono. Es un elogio literario para mí, porque si he conseguido que esa persona se de cuenta de que la llamada de su madre es mucho más importante que lo que está haciendo en ese momento, incluso lo que cree el negocio de su vida, se dará cuenta que es una chorrada cuando su madre esté muerta; y que lo más importante es que coja el teléfono porque es mejor que el gran negocio en el que está metido.

El narrador, poeta y ensayista Manuel Vilas en el encuentro con sus lectores.

Un libro de duelo

Es un libro de duelo, es verdad. Y, sí, he mejorado.

Un lector: Lo que no me gustó de la novela es que utilizas el mismo argumento  con tu padre, cuando dices ‘como ya está muerto no me puede contar esto’, y luego con tu tío y otros. Pensé: «A este tío le pasa algo, tiene una crisis y me lo ha contado tan bien que me he tragado el libro entero y tan a gusto».

Vilas: Es una salmodia, es un mantra. Esa repetición tiene que ver con el mantra y la insistencia, porque el dolor es insistente. El tema requería eso. Si no entras en el tema del dolor puede parecer una repetición de difícil justificación, pero si entras en él ves que necesita repetirse para que se produzca la catarsis.

Manuel Vilas seguía hablando y esas cuarenta personas eran la prueba de que hay pocos libros que se empiezan a leer y, de repente, el lector siente que están contando también su vida. Párrafo a párrafo, este se ve inmerso en su propio universo emocional, asintiendo con la cabeza, sonriendo a veces, apretando los labios en otros momentos, pensando, pensando, volviendo a leer una frase. Son libros parecidos a esas canciones que la gente siente que fueron escritas y cantadas para cada una ellas y con la que cada una podría decir: «Lo mismo me pasó a mí, lo mismo siento yo o es como si yo la hubiera compuesto».

Ordesa tiene el milagro de la conexión y complicidad secreta e invisible de preocupaciones, emociones, vivencias, sentimientos, heridas, inseguridades y dudas que se establecen con algunos amigos o amores. Es un tratado de agradecimiento y amor a los padres. Con sus tristezas, momentos luminosos, melancolías, discusiones, arrepentimientos. Una montaña rusa de emociones y pensamientos. Una reivindicación de los lazos con los padres, de la necesidad de descubrir, recordar y prolongar la memoria de quienes nos trajeron al mundo, como cuando escribe:

«Me gusta mucho que los amigos me cuenten la vida de sus padres. De repente, soy todo oídos. Puedo verlos. Puedo ver a esos padres, luchando por sus hijos.

Esa lucha es la cosa más hermosa del mundo. Dios, qué hermosa es».

 

Winston Manrique Sabogal

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