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‘Mujer con sombrilla en un jardín’, de Pierre-Auguste Renoir, en la exposición ‘Marcel Proust y las artes’, en el Museo Thyssen Bornemisza, de Madrid. /Foto WMagazín

Marcel Proust y el diálogo con las artes en su literatura o el ciclo de la belleza

'Marcel Proust y las artes', en el Museo Thyssen Bornemisza, de Madrid, es una hermosa escenificación de cómo el autor de 'A la busca del tiempo perdido' creó su universo literario con gran influencia en la pintura, la música, la arquitectura y la moda. WMagazín te acerca a esta muestra en este fotorrelato

Nenúfares’, de Monet. en la exposición Marcel Proust y las artes, en el Museo Thyssen Bornemisza, de Madrid. /Foto WMagazín

Las semillas de la inspiración o el ciclo de la vida de la belleza. Marcel Proust (París, 10 de julio de 1871 – 18 de noviembre de 1922) es uno de los pocos escritores que logra crear una experiencia sensorial que invita a redescubrir la vida a través de la armonía de su estética y de la belleza permanente y fugaz que habita en la cotidianidad, a solas o en compañía, y en los momentos excepcionales. La manera como el tiempo se hace espacio y el espacio se transforma en tiempo. Y esto es lo que la exposición Proust y las artes, del Museo Thyssen Bornemisza, de Madrid, escenifica en diez salas. Una inmersión sensorial, también, en un justo, atinado y hermoso homenaje al autor de esa obra maestra que es A la busca del tiempo perdido, comisariada por Fernando Checa. (El título de la obra maestra de Proust que acoge la exposición se basa en la traducción que hizo Mauro Armiño para editorial Valdemar, en el año 2000, que sustituye a la tradicional de En busca del tiempo perdido. Las dos traducciones conviven)

La exposición exhibe fotografías, pinturas, dibujos de diferentes artistas que influyeron en la obra de Proust y que están presentes en su narrativa o se reflejan ella; así como libros y manuscritos del propio autor. Proust nació, precisamente, tres años ante de la primera gran exposición impresionista, 1874, Ávidos de independencia, con artistas como Renoir, Monet, Degas, Morisot, Pissarro, Sisley y Cézanne que influyeron en las artes y en la literatura de Proust que intenta ser un cuadro impresionista vivo.

WMagazín intenta compartir esta exposición en el siguiente fotorrelato, un breve asomo a la manera como las artes se influyen mutuamente:

Galeradas corregidas de ‘A la busca del tiempo perdido’, de Proust.

 

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Sala 1  Los placeres y los días

Marcel Proust los 15 años (derecha) y a los 21 años.

Proust recibe como anfitrión

Un quinceañero de pelo muy corto, rostro ovalado, ojos caídos, nariz alargada y una sombra como bigote, viste traje negro y una camisa de cuello blanco grande con un lazo anudado al pecho. Es la primera imagen de la exposición, la de un Marcel Proust que parece recibir al visitante. A su lado, su retrato elegante a los 21 años con mirada al frente, traje negro y un lirio en el ojal, pintado por Jacques-Émile Blanche, en 1892.

Esta sala dedicada a los relatos de Los placeres y los días, de 1896, fue el primer libro publicado de Proust, cuenta con obras en las que se muestra la pintura como un arte que desarrolló en Proust su gran sensibilidad estética. Hay obras de artistas flamencos y holandeses como Anton Van Dyck, Henri Fantin-Latour, Paulus Potter, Arthur Chaplin, Aelbert Jacobsz Cuyp, Jean-Antoine Watteau.

El cuadro Retrato de James Stuart, duque de Lennox y primer duque de Richmond con los atributos de París (1633-1634) lo cita Proust en Los placeres y los días. El “retrato funciona como una metáfora visual de los valores elevados como la nobleza y la estética refinada, ideales que resonaban en la sensibilidad artística de Proust. (…) Este retrato puede leerse como un ejemplo magistral de cómo el arte no solo captura, sino que también eterniza valores culturales”.

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Sala 2  París

‘Rue Saint-Honoré por la tarde. Efecto de lluvia’, de Camille Pissarro.

La fascinación del mundo cambiante

La importancia y fascinación que ejerció París en la vida personal, social, cultural y literaria de Marcel Proust se aprecia en todo su esplendor en esta sala. París simboliza el pasado, el dinamismo de la transformación y el futuro que conviven en armonía. “Utiliza referencias a obras de artistas como Camille Pissarro y Jean Béraud para enriquecer sus descripciones de París. (….) En sus páginas, la ciudad se convierte en un lugar donde los detalles de la vida cotidiana adquieren una dimensión universal, y donde las calles, monumentos e interacciones sociales sirven como escenario para explorar las emociones humanas y las complejidades del recuerdo”.

Rue Saint-Honoré por la tarde. Efecto de lluvia, de Camille Pissarro (1897) con sus tonos apacibles y elegantes que contrastan con el pulso vibrante de París durante la Belle Époque. Esta obra resuena en A la busca del tiempo perdido donde Proust “explora la relación entre los paisajes urbanos y la experiencia del tiempo”.

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3  Sala Por la parte de Swan

‘La soledad. Recuerdo de Virgen’, de Jean-Baptiste-Camille Corot.

Los hilos del tiempo y del presente

Vermeer, Monet y Corot son algunos de los artistas que dan vida a esta sala que representa la primera parte de A la busca del tiempo perdido. El umbral de esta obra maestra donde Charles Swan  es el nexo entre los diferentes estratos sociales, culturales y artísticos. “Proust utiliza su figura para explorar temas como el arte, la memoria y las relaciones humanas, dotándolos de una profundidad que los conectan tanto con las influencias estéticas del autor como con sus experiencias personales”.

La soledad. Recuerdo de Virgen, de Jean-Baptiste-Camille Corot, de 1866, es exhibida como una pieza que conecta la tradición clásica del paisaje francés con la modernidad celebrada por Proust.

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Sala 4 La parte de Guermantes

‘Retrato de la condesa Mathieu de Noailles’, de Ignacio Zuloaga.

Dioses tutelares

La moda, la alta sociedad y la pintura como dioses tutelares de Proust se aprecian en la tercera parte de su ciclo literario que aquí se escenifica en todo su esplendor: el universo aristocrático y sus raíces con sus contradicciones. “El pintor Elstir encarna las tensiones entre la tradición y la innovación en el contexto del impresionismo artístico. (….) La pintura, la arquitectura y la moda no solo se describen, sino que se convierten en elementos narrativos que profundizan en la psicología de los personajes y en el análisis de su mundo”.

Retrato de la condesa Mathieu de Noailles, de Ignacio Zuloaga (1913), esta poetisa conoció a Proust en 1898 y mantuvieron una correspondencia interesante. Una mujer hermosa, elegante, del arte, de la literatura y de un entorno adinerado como el de la sociedad que representa la novela.

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5  Venecia

‘La Dogan y San Giorgio Maggiore’, de Joseph M. W. Turner.

Entre aguas, callejuelas y catedrales vive la belleza

“En la narrativa y el universo estético de Marcel Proust, Venecia tiene un gran protagonismo. Aunque los escenarios predominantes de los amores entre el Narrador y Albertine son París y Balbec, es en Venecia donde Proust sitúa el proceso de olvido del personaje tras sus infidelidades, desaparición y muerte. Esta reflexión se desarrolla principalmente en La fugitiva”. Esto lo dice todo. Para Proust Venecia opera como “símbolo de reconciliación entre la memoria, el arte y el tiempo pedido”.

La Dogan y San Giorgio Maggiore, de Joseph M. W. Turner (1834) representa la luz del tiempo y la belleza detenida. Y en esta pintura la calma, el cielo y la belleza creada por el hombre reflejadas en el agua son casi todo para el gran escritor. “En Turner como en Proust, la realidad se transforma en impresión, en fragmentos de luz y color que apelan más a la sensación que a la forma. Esta Venecia líquida, suspendida en el tiempo, encarna la esencia misma del recuerdo proustiano: fugaz, inasible y profundamente conmovedor”.

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6  Sala Ruskin

‘Interior de la catedral de Reims’, de Paul-César Helleu.

Primeras ventanas a la estética

John Ruskin es uno de los principales y primeros responsables del desarrollo estético de Marcel Proust. Los escritos de Ruskin y los del historiador del arte francés Émile Mâle con los que Proust conoció catedrales góticas fueron decisivos en su sensibilidad. Le abrieron otras puertas para ver el mundo y contemplarlo en sus detalles. Sus resonancias estéticas están en A la busca del tiempo perdido.

Interior de la catedral de Reims, de Paul-César Helleu, de 1892, amigo de Proust, es una de las pinturas que mejor escenifica el aire de las obras proustianas. La magnificencia de sus catedrales y construcciones góticas con una luz fuera de este mundo que ilumina formas y realidades casi oníricas.

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Sala 7  Modernidad

‘Manifestación patriótica’, de Giacomo Balla.

La irrupción del futuro

El universo Proust es la confluencia de dos mundos: uno que se resiste a marchar y otro que irrumpe y llega a ocupar su sitio trastocándolo todo y sembrando de incertidumbre el futuro. Esta sala analiza esta influencia tanto en la vida cotidiana como el impacto de eventos como la Primera Guerra Mundial, los avances tecnológicos y la llegada de la cultura oriental que transformaron la percepción de la vida y del arte en la obra del maestro francés.

Manifestación patriótica, de Giacomo Balla, de 1915, es una obra clave del futurismo italiano con su dinamismo que resuena en la obra de Proust. “Exploró cómo los cambios en el tiempo y el espacio afectan nuestra percepción del mundo”.

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Sala 8  Balbec y Elstir

‘Poeta muerto llevado por centauro’, de Gustave Moreau.

El mensajero del tiempo

El pintor Elstir es puente entre la percepción artística y la experiencia personal, “permitiendo explorar las conexiones entre realidad, percepción y creación. Este personaje encarna la capacidad transformadora del arte, que reinterpreta los objetos y les da nuevos significados”. Y Elstir es presentado en Balbec, un lugar inspirado en los lugares costeros que Proust visitó.

Poeta muerto llevado por centauro, de Gustave Moreau, de 1890, recuerda cómo Elstir pasó por una etapa simbolista que personifica Moreau. En casa de los duques de Guermantes había dos obras de este artista, y uno era este Poeta muerto  llevado por centauro.

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Sala 9  El tiempo recobrado

‘Autorretrato con gorra y dos cadenas’ (1642-1643) y ‘Autorretrato como el apóstol Pablo’ (1661), de Rembrandt.

 

Universo encapsulado

En El tiempo recobrado, Marcel Proust, sintetiza sus principales temáticas de toda su obra.

Autorretrato con gorra y dos cadenas (1642-1643) y Autorretrato como el apóstol Pablo (1661), de Rembrandt, no solo muestran el paso del tiempo en un mismo artista y su percepción de sí mismo, como hace Proust en A la busca del tiempo perdido, sino que Rembrandt combina para el escritor francés  “virtuosismo técnico y una profunda introspección sobre el tiempo y el destino. (…) Proust identifica en Rembrandt la capacidad de transformar la realidad en una experiencia subjetiva”.

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Epílogo

 

La muerte que es presente

Retratos, manuscritos, pruebas de la novela… Esta sala es el adiós que representa lo que se queda.

Si la exposición se abre con una fotografía de Proust quinceañero que recibe a los visitantes, se cierra con esta obra sobre papel titulada Marcel Proust en el lecho de muerte, de Paul-César Helleu, de 1922. “Uno de los episodios más emotivos de A la busca del tiempo perdido es la muerte de Bergotte, especialmente para los que amamos las artes plásticas. Se trata de un personaje crucial en la novela, un escritor ficticio que sirve como alter ego literario y filosófico de Proust, al tiempo es un homenaje a escritores reales que influyeron en el autor”.

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Winston Manrique Sabogal

Un comentario

  1. Estimados Sres.
    Me han dado una magnífica razón, para visitar la exposición, y volver a tomar una relectura de los pasajes, que en su momento, más me gustaron.
    Un cordial saludo,
    gabriel ruiz

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