Martin Baron: “Los periodistas no deberían convertirse en activistas, necesitamos una prensa independiente y libre en las democracias”
La persona que llevó a The Washington Post a una influencia global publica 'Frente al poder. Trump, Bezos y The Washington Post'. En esta entrevista analiza la crisis del periodismo que coincide con la de la democracia en la era de la posverdad. Primera entrega de la serie CÓMO SALVAR AL PERIODISMO Y A LA DEMOCRACIA DE SUS CRISIS, con apoyo de Endesa
Martin Baron (Tampa, Estados Unidos, 1954) es uno de los periodistas más prestigiosos e influyentes del siglo XXI. Ha sido testigo clave y coordinador de buena parte de la información más influyente sobre la montaña rusa de los cambios del mundo: desde la transición del mundo analógico al universo digital, con sus impactos en todos los ámbitos, hasta las crisis económicas, el nuevo tablero de la geopolítica global y la erosión del periodismo y la democracia, pasando por combatir las amenazas que creó el surgimiento de la era de la posverdad. Baron lo hizo desde la dirección de los periódicos estadunidenses Miami Herald (1999-2001), The Boston Globe (2001-2012) y The Washington Post (2013 – 2021) que llevó a la esfera internacional. Bajo su dirección estos medios obtuvieron 17 premios Pulitzer, diez de ellos por el Post. Antes fue editor senior en The New York Times (que un día lo definió como “el último gran periodista de la vieja escuela”) y de Los Angeles Times.
Todo esto lo cuenta en sus memorias Frente al poder. Trump, Bezos y el Washington Post (La Esfera de los Libros). Una obra imprescindible no solo para conocer la vida profesional de quien lo escribe, de manera ágil y amena, sino para seguir con un guía inmejorable los cambios que ha vivido el mundo, el periodismo y los entresijos del poder en un planeta convulsionado. Con un invitado impensable: Jeff Bezos, dueño de Amazon y el hombre más rico del mundo, que compró el Post el verano de 2013. Solo ocho meses llevaba Martin Baron en la dirección y tuvo que sumar un nuevo desafió en su carrera: mantener la distancia y el equilibrio entre los poderes del dinero, de la política y de la casa Blanca para no contaminar el periodismo.
Un reto añadido, pues cuando llegó al diario a comienzos de 2013 tenía que guardar y potenciar las esencias de un medio de comunicación legendario por casos como el Watergate, que llevó a la salida de Richard Nixon de la presidencia, y realizar la transición hacia el mundo digital. Ambos propósitos los logró con éxito, el equilibrio de poderes y fuerzas en acción sin afectar la calidad del periodismo y su metamorfosis en la nueva era tecnológica, y, de paso, darle al Post un lugar de influencia en la prensa global.
Martin Baron es conocido por el gran público gracias a la película Spotlight (2015) donde, como director de The Boston Globe, sacó a la luz los abusos infantiles de la Iglesia Católica en Massachusetts. Allí lo caracterizó el actor Liev Schreiber. Aquella investigación sirvió para que se destaparan más casos de abusos de sacerdotes y el encubrimiento de la iglesia.
En el verano de 2016, Martin Baron me habló en su despacho de The Washington Post, de ese trabajo de influencia internacional, de aumentar la plantilla de profesionales para hacer periodismo exclusivo y de calidad (recibió el diario con 580 periodistas y lo entregó, en 2021 con más de mil). Si aquel día le conté sobre mi idea de crear WMagazín, y se mostró muy interesado en el proyecto y me advirtió de las dificultades para un medio cultural y digital nativo en lo concerniente a la financiación; ahora, en el verano de 2024, lo entrevisté por videoconferencia para WMagazín.
Desde su residencia en Nueva York, con su amabilidad de siempre y hablando un español muy bueno, Martin Baron analizó la coincidencia de la crisis del periodismo y la democracia en tiempos de la posverdad y las amenazas de retrocesos sobre logros conseguidos. Y propone algunas ideas para contrarrestar a sus enemigos y recuperar la confianza y credibilidad. Lamentó cómo las malas prácticas del periodismo, como el activismo d algunos medios y sus periodistas, contribuyen a erosionar la profesión y la democracia, mientras las malas artes de los políticos y la política socavan la credibilidad de los medios de comunicación y, también, la democracia.
Dentro de las ideas de Martin Baron para contrarrestar la crisis del periodismo y la democracia figuran:
- Los medios y los periodistas deben comportarse como profesionales y no como activistas de ningún partido, ideología o causa.
- Medios y periodistas deben ser más transparentes.
- Entablar una relación directa con los consumidores de información.
- Es una obligación absoluta de los periodistas pedir cuentas a los poderosos y no importa su ideología, su teología, no importan nuestros propios sentimientos.
Poder económico e independencia
Winston Manrique Sabogal. ¿Jeff Bezos ha leído el libro o le ha hecho algún comentario?
- Martin Baron. No sé, no me ha dicho nada sobre el libro, no me ha mandado ningún mensaje, no me ha hecho una llamada, no sé nada de su reacción y tampoco he escuchado nada de sus amigos sobre el libro. Él tiene una buena política del silencio estratégico, y parece que aquí también. Quizás algún día me diga algo.
W. Manrique Sabogal. Es un personaje, como dueño de The Washington Post, que queda bien retratado en su libro. Me refiero a la distancia que mantuvo con la parte editorial del diario, con sus decisiones periodísticas. Cuenta usted que él tenía claro que un medio debe ser rentable. Un buen ejemplo es su relato de la cena en la Casa Blanca a la que los invitó Donald Trump, unos meses después de asumir la presidencia en 2017.
- Martin Baron. Él nunca se metía ni censuraba nuestra cobertura. Él había recibido mucha presión por parte de Donald Trump. Trump quería socavar la empresa de Amazon, que era suya. Trump se metió, quería que hubiera un gran aumento en los precios de las entregas de paquetes y, también, se metió en un contrato muy grande de Amazon con el Departamento de Defensa, de diez mil millones de dólares, para asegurarse de que Amazon no había recibido el contrato. Pero Bezos no me dijo nada. Nunca se quejó de la cobertura del periódico. Él mantuvo una política de integridad impresionante durante ese periodo y estoy muy agradecido por la independencia que nos dio.
W. Manrique Sabogal. Usted asumió el Washington Post en 2013 y cuenta que nunca pensó que la familia Graham, propietaria del periódico, llegaría a venderlo por ser una institución periodística y de vigilancia de la democracia, no solo de Washington, sino también de referencia mundial. Pero las circunstancias del mundo dual, analógico y digital, han llevado a reinvenciones en toda clase de empresas. De esa manera, el capital privado, ajeno tradicionalmente a los medios, ha entrado en ellos en casi todos los países, por ejemplo, España y Colombia. En algunos casos, pareciera que sus propietarios han convertido esos medios en un brazo político y han interferido en sus decisiones periodísticas y editoriales. ¿Qué percibe usted en España y América Latina?
- Martin Baron. No soy experto sobre el entorno mediático en España ni en Colombia. Sin embargo, me parece que es un entorno muy polarizado. Muchos amigos me han dicho que es un entorno politizado, además de polarizado…
No al activismo de los periodistas
W. Manrique Sabogal. Y al politizarlos atizan la polarización. Usted, precisamente, escribe y alerta sobre la manera en que algunos periodistas se convierten en activistas y dejan a un lado su función de informar con responsabilidad, independencia, rigor y verdad.
- Martin Baron. Estoy de acuerdo. He visto en otros países una tendencia, también en los Estados Unidos, a la polarización en el medio, en el entorno mediático. Aquí tenemos el ejemplo de un medio muy grande de la derecha, de la ultraderecha, Fox News, y también un canal de televisión como MSNBC, que está a la izquierda. No quiero equipararlos. Es una tendencia en muchos países. Vivimos en un mundo polarizado, hay muchos países con sociedades polarizadas y se puede ver todo eso en la política de cada país. Además, algunos periodistas se sienten como aliados de una ideología u otra. Los periodistas deberían mantener su independencia, su integridad; no deberían convertirse en activistas, porque hay un papel importante para los activistas en una democracia. Pero hay una gran diferencia entre el activismo y el periodismo, no es lo mismo. Tenemos que seguir siendo observadores, tenemos que indagar en los hechos, tenemos que mantener nuestra independencia. Es un papel diferente en la democracia y necesitamos una prensa independiente y libre en las democracias.
W. Manrique Sabogal. Esta parte del activismo y la independencia lo plasma en algunos ejemplos con varios periodistas del Washington Post, donde, de alguna manera, esa independencia que usted intentaba transmitir, al diferenciar que una cosa es el periodismo y otra el activismo y la ideología, con los comentarios y peticiones que hizo a sus colegas en este sentido las mantiene hoy con el fin de no afectar a la responsabilidad y credibilidad ni del periodista ni del medio.
- Martin Baron. Sí, claro. Tenemos que diferenciarnos de los activistas, tenemos que mantener nuestra independencia. Entiendo que hay muchos periodistas que tienen sus opiniones. Cada persona tiene su opinión, opiniones políticas, ideológicas, teológicas, cualquier cosa; pero como periodistas tenemos que mantener una mente abierta, tenemos que ganar la confianza del público, tenemos que reconocer que muchas veces nuestras opiniones preexistentes sobre puntos de vista no se basan en hechos, porque todavía no hemos realizado ningún reportaje y no hemos indagado en los hechos. Los periodistas que trabajan para un medio tradicional, como The Washington Post, no deberían seguir expresando sus opiniones en las redes sociales, porque pueden socavar la credibilidad del medio. Eso indica que hemos llegado a nuestras opiniones antes de hacer cualquier reportaje. Yo estaba en contra del comportamiento de algunos periodistas del Washington Post porque, pensaba, que había hecho bastante daño a la imagen, a la marca del periódico. Esos periodistas piensan que ellos tienen sus propias marcas, sus propias opiniones y no pueden ser unas personas diferentes.
Pero en nuestro oficio tenemos que mantener contención y precaución en lo que hacemos en nuestro trabajo. Cada oficio tiene algunos límites. Por ejemplo, los jueces, la Policía, los médicos, un árbitro de cualquier deporte… No tendríamos confianza en un árbitro de fútbol si él hubiera expresado sus opiniones sobre los diferentes equipos antes de tomar decisiones durante un partido. Es lo mismo con los periodistas, no tendríamos confianza en el reportaje de los periodistas si ellos expresan sus opiniones antes de realizar el reportaje.
W. Manrique Sabogal. Está muy bien traído el ejemplo de los árbitros de cualquier deporte porque pueden minar su confianza.
- Martin Baron. Supongo que hay árbitros que tienen sus opiniones, y son fanáticos de uno u otro jugador y equipo. Pero cuando son los árbitros de cualquier juego tienen que mantener su distancia. Sucede lo mismo con los periodistas. Cada persona, cada ser humano, tiene sus opiniones, tiene sus perspectivas, pero el oficio nos exige mantener nuestra independencia y ejercer nuestro trabajo con honestidad, honradez, imparcialidad, con una mente abierta. Es el profesionalismo. Tenemos que mantenernos como profesionales en lugar de combatientes. No somos guerreros, somos profesionales y siempre tenemos que demostrar a los lectores que estamos manteniendo las normas de nuestra profesión.
El siguiente es un pasaje de Frente al poder referido a la objetividad:
«La verdadera objetividad, en cualquier caso, no significa nada de eso. Lo que significa realmente es esto: como periodistas, no podemos dejar de obsesionarnos con llegar a conocer la verdad… o, para utilizar un término menos altisonante, la ‘realidad objetiva’. Y conseguirlo exige tener la mente abierta y utilizar un método riguroso. Debemos fijarnos más en lo que no sabemos que en lo que sabemos, o en lo que creemos que sabemos. No deberíamos empezar nuestro trabajo dando por hecho que conocemos las respuestas; tenemos que buscarlas y encontrarlas. Tenemos que ser oyentes generosos y aprendices entusiastas. Y deberíamos ser justos. Y, en este punto, incluyo la obligación de ser justos con el público: informar directamente y sin miedo de lo que sabemos que ha ocurrido».
Riesgos de la corrección política
W. Manrique Sabogal. Usted hizo famosa una frase cuando Donald Trump decía que estaba en guerra con los medios, que los medios eran lo peor de Estados Unidos y usted publicó un twit que decía: “No estamos en guerra, estamos trabajando”. De eso hace cinco años, y, desde entonces, parece que hay más periodistas que toman partido, ya sea por líderes o partidos políticos, ya no solo en las redes sociales, sino dentro de los propios medios y en los espacios en los que se dirigen al público. ¿Puede estar socavando esta actitud de los medios y los periodistas la propia credibilidad de los medios de comunicación y de la profesión?
- Martin Baron. Sí, claro, claro. Todos los periodistas dicen que están a favor de pedir cuentas a los poderosos, pero cuando se trata de los poderosos que comparten su propia ideología no están tan dispuestos a fiscalizarlos, a responsabilizarlos. Tenemos que pedir cuentas a todos los poderosos, los de cualquier partido, si hay corrupción, si hay malversación de fondos, si hay abusos de poder, siempre, no importa el partido. Tenemos la obligación de responsabilizarlos, de publicar la información sobre su mala conducta. Es una obligación absoluta de los periodistas pedir cuentas a los poderosos y no importa su ideología, su teología, no importan nuestros propios sentimientos.
W. Manrique Sabogal. Al hilo de esto, está en auge la corrección política y la cultura woke que penetran cada vez más en los ámbitos de la cultura, de la propia creación artística y del periodismo. ¿Qué opina de esas injerencias o de la corrección política y la cultura woke que intentan estar más presentes en los medios?
- Martin Baron. Es un tema bastante difícil. Algunos aspectos de esa ideología reflejan la tendencia en nuestras sociedades de tratar bien a toda la gente, de respetar a toda la gente y a nuestras sociedades; pero en otras ocasiones se señala que hay demasiadas restricciones sobre lo que podemos decir, que hay solamente una manera correcta de hablar, que no se pueden usar varios términos que no son tan ofensivos. Siempre tenemos que tener cuidado con cada palabra, cada frase. Es una tendencia que se ha extendido demasiado.
Hablar directamente al público
W. Manrique Sabogal. Usted ha dirigido tres medios de comunicación importantes de Estados Unidos, desde finales de los años noventa del siglo XX, Miami Herald, The Boston Globe y The Washington Post. Es decir que estuvo tres décadas cabalgando la ola de cambios del mundo: el que pasó de lo analógico a lo digital y se hizo dual, los cambios dentro de los propios medios, los nuevos hábitos de la gente, las crisis económicas, políticas y sociales y el nuevo tablero geopolítico. ¿Cómo ve esta montaña rusa que le ha tocado vivir y hacia dónde cree que apunta o si estamos en el minuto uno de todos estos cambios analógicos y digitales?
- Martin Baron. La verdad ha sido una montaña rusa para los medios. Sin embargo, hay una tendencia que no se puede contrarrestar: la digital. Vivimos en un mundo digital, y no va a cambiar. Todo el mundo, casi todos, reciben su información por dispositivos móviles, quieren recibir su información instantáneamente, esperan la información al instante y hemos visto una gran caída en los periódicos impresos, en las revistas impresas que ya no pueden sobrevivir solo como medios impresos. Pero, también, el mercado digital es muy difícil, es muy difícil ganar dinero, las plataformas tecnológicas han ganado la mayor parte de los ingresos del mercado de publicidad digital y es una competencia desigual y no podemos cambiar la situación. Tenemos que entablar una relación directa con los consumidores de información, ellos tienen que ser leales a nuestra marca, a nuestra publicación, a nuestro medio, canal de televisión, emisora, radio, cualquier cosa. Antes dependíamos demasiado en las plataformas tecnológicas para recibir tráfico, para recibir publicidad y todo eso… Pero eso se está esfumando y va a empeorar también con el uso de la inteligencia artificial generativa. Por ejemplo, por Google en las búsquedas para información. Google va a dar las respuestas y nadie tiene que ir a otro lado. Nadie tendrá que hacer clic en los enlaces. Es decir que los medios van a perder un montón de tráfico y el tráfico es la fuente de la publicidad, entonces van a perder publicidad también. Es un momento muy, muy difícil, muy peligroso para los medios, tienen que cambiar su estrategia inmediatamente. Es importante que establezcan una relación directa con los consumidores de información y fomentar una lealtad a su marca, a su periodismo, a sus periodistas.
El peligro de la posverdad
W. Manrique Sabogal. Dentro de estos cambios que ha vivido como ciudadano y como periodista, ¿cuáles serían los dos o tres asuntos de la sociedad y del mundo que han sido los más relevantes o que van a seguir contando en esta situación del mundo analógico y digital? No me refiero a los medios, sino a la sociedad. ¿Cuál es el gran cambio que detecta que todavía nos falta?
- Martin Baron. El gran peligro es que ahora en las sociedades, en los Estados Unidos y en muchos otros países, no podemos ponernos de acuerdo sobre los hechos, no compartimos un conjunto de ideas común sobre esos hechos. Y es aún peor, no nos ponemos de acuerdo sobre cómo establecer cuál es un hecho, cuáles son los elementos que necesitamos para establecer que algo es un hecho. Tenemos que preguntarnos qué eran los elementos que utilizábamos antes para establecer un hecho. Otros son la educación, la experiencia, los conocimientos y, sobre todo, las pruebas.
Todos esos elementos se han devaluado en nuestras sociedades. Muchas personas niegan, no tienen respeto por la educación, no respetan la experiencia, niegan los conocimientos de los expertos y, también, hacen la vista gorda sobre las pruebas. Entonces, es un terreno abonado para el populismo, para los mentirosos, para los autócratas. Es lo que hemos visto en varios países, en América Latina y, también, ahora en los Estados Unidos, porque Trump es un aspirante a autócrata, y lo que él se hace es esforzarse en socavar la credibilidad de los medios y no solo de los medios, sino también las de otros expertos, y ha socavado el sistema judicial, ha socavado las universidades, ha socavado cualquier institución de una democracia. Porque él, después de ganar las elecciones en 2016, según dijo a una corresponsal de la red de televisión CBS, cuando ella le preguntó por qué seguía atacando a la prensa, él contestó: Lo hago para que nadie te crea cuando digas algo negativo de mí.
El siguiente es un pasaje del libro Frente al poder sobre las mentiras de Trump:
«Tres periodistas que componían el equipo de comprobación de datos (Fact Checker) en el periódico habían estado rastreando cada declaración falsa o tergiversada que había hecho Donald Trump desde que juró como presidente. En octubre de 2020, las mentiras se sucedían a un ritmo tan vertiginoso que el equipo tuvo que decirles a los lectores que era incapaz de seguirle el ritmo al presidente. En la recta final de la campaña, los alegatos falsos de Trump se contabilizaban a más de cincuenta diarios. El 11 de agosto consiguió el récord con 189 falsedades (alcanzando el récord histórico de 503 falsedades el 2 de noviembre). En el primer año de su presidencia, había promediado unas seis mentiras al día; luego pasó a dieciséis en 2018, veintidós en 2019, y treinta y nueve diarias en 2020. Durante la pandemia, cuando Trump encontró razones suplementarias para mentir, añadió 2.500 falsedades relacionadas con el coronavirus a lo largo de un año. Al final de sus cuatro años como presidente, las mentiras y embustes ascendían a 30.573.
Esa cifra, por sí sola, por muy asombrosa que pueda parecer, no capta adecuadamente todo lo que estaba pasando. Un país necesita la verdad como un ancla para mantenerse firme. Trump estaba soltando el ancla. ‘El impacto de sus embustes no está solo en su número, sino en las exigencias cada vez mayores que nos plantean’, como explicó el periodista Carlos Lozada, del Post, en su libro What Were We Thinking (¿En qué estábamos pensando?), de 2020. ‘Primero se nos pidió que creyéramos mentiras concretas. Luego, que adaptáramos la realidad a nuestras preferencias políticas. Después, que aceptáramos solo lo que el presidente certificaba como verdad, sin importar el asunto o cuán a menudo cambiaba de opinión. Tras esto, teníamos que sostener que no hay nada realmente cognoscible, ni aceptado generalmente.Y finalmente, se nos pidió concluir que, aun existiendo una verdad, era irrelevante. Las mentiras no importan, solo importa el hombre que las profiere».
Democracia amenazada
W. Manrique Sabogal. Es una estrategia que se ha extendido a otras democracias, da igual el partido que esté en el gobierno. Es como un virus. Usted revela en sus memorias Frente al poder que, cuando Trump asumió la presidencia, leyó varios libros sobre populismos, autocracias y cómo se mina la democracia. ¿Qué hacer para evitar todo esto? ¿Cómo combatir las mentiras de la escuela Trump?
- Martin Baron. Es difícil. Es verdad que muchas personas han perdido confianza en la democracia. Ha habido una alarmante disminución en la confianza y el apoyo a la democracia porque muchas personas piensan que no ha dado resultados, que no se ha traducido en una mejora en su vida cotidiana. Ellos guardan rencor y agravio contra las élites del país, incluso los medios de comunicación. Aunque es muy difícil, sí podemos hacer varias cosas:
Primero, deberíamos mantenernos, comportarnos como profesionales, en lugar de combatientes. Por ejemplo, a los ayudantes de Trump, a sus asesores, les gustaría que compartiéramos como partidarios, como combatientes, pero es una trampa porque después de comportarnos como partidarios ellos pueden decir que no hay ninguna diferencia entre los medios y nuestros enemigos políticos. Por eso es importante comportarnos como profesionales todo el tiempo. No deberíamos darles a nuestros enemigos las municiones.
Segundo, tenemos que ser más transparentes. Por ejemplo, sobre cómo llevamos a cabo nuestro trabajo, tenemos que dar más pruebas al público, más documentos, más de todo. Tenemos que aprovechar todas las herramientas en nuestro poder. Podemos publicar los documentos originales, podemos publicar los vídeos, todo el vídeo, todo el audio, para que los lectores vean que no hemos sacado de contexto la información. Insisto, es importante comportarnos como profesionales y ser más transparentes.
El futuro de los jóvenes
W. Manrique Sabogal. Esa ola de cambios y de montaña rusa, usted la ha vivido también en lo social con la llegada de la generación Millennial y la generación Z, los menores de 30 años. En un mundo que parecía tener todo para ser feliz, herramientas para ser mejores o disfrutar un poco más de la vida, pero, sin embargo, se ve una generación más agobiada por la tecnología, más infeliz, según algunos estudios, con tanta sobreoferta en todas partes pensando que la vida ocurre en otro lado y no en donde la están viviendo y otros asuntos existenciales, además de los problemas del cambio climático y las crisis laborales y de la democracia. ¿Qué cree que está pasando con estas nuevas generaciones Millennial y Z, y las que vienen, respecto a la felicidad o lo que ellos consideran que puede hacerles más felices y parece que es un boomerang?
- Martin Baron. No soy filósofo, no quiero aconsejar a otras personas sobre cómo deben vivir. Pero, con la tecnología, demasiadas personas, demasiados jóvenes, se comunican por la tecnología en lugar de comunicarse presencialmente. Nosotros deberíamos tener más contacto personal y presencial con otras personas en lugar de comunicarnos por las redes sociales, por las plataformas tecnológicas. Las redes sociales han obstaculizado a las redes sociales personales y han dificultado esas relaciones a muchos jóvenes y a otras personas, personas de mayor edad que tampoco tienen ahora la capacidad de mantener una conversación directa, profunda, sensible. Lo cierto es que no estaríamos dispuestos a decir muchas cosas cuando es una conversación cara a cara en lugar de una conversación por las redes sociales.
- Frente al poder. Trump, Bezos y The Washington Post. Martin Baron. Traducción: Jose C. Vales (La Esfera de los Libros).
Próximas entregas de la serie Cómo salvar al periodismo y a la democracia de sus crisis:
- Periodismo: Bien de Interés Democrático, por Ignacio Jiménez Soler.
- Los libros que leyó Martin Baron cuando Trump asumió la presidencia de Estados Unidos.
- Los mejores libros sobre periodismo.
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