Muere Almudena Grandes, la escritora querida por los lectores que iluminó las sombras de la posguerra civil española
Falleció de cáncer a los 61 años. Es autora del proyecto literario Episodios de una guerra interminable (5 libros), 8 novelas (de 'Las edades de Lulú' a 'El corazón helado') y dos volúmenes de cuentos. Obtuvo múltiples premios nacionales e internacionales
«Los niños eligen una vocación por emulación, y yo no tenía a ninguna escritora a mano. Cuando leí Mujercitas dije: ‘¡Yo quiero ser una escritora como Jo March!»: Almudena Grandes.
Almudena Grandes, una de las escritoras contemporáneas más importantes de España y más querida por los españoles, ha muerto a los 61 años el 27 de noviembre de 2021, un mes después de que anunciara que tenía cáncer. Es una de las narradoras que convirtió en literatura la Guerra Civil española, dio altura al mundo de los vencidos y los cubrió de sentimientos y emociones e iluminó las sombras de aquel periodo con su proyecto literario inconcluso Episodios de una guerra interminable: Inés y la alegría (2010), El lector de Julio Verne (2012), Las tres bodas de manolita (2014), Los pacientes del doctor García (2017) y La madre de Frankenstein (2020), todos sus libros en editorial Tusquets, su sello de toda la vida.
Antes que escritora Almudena Grandes era una gran lectora. Esa era su primera pasión. Y ese primer amor que la sedujo fue Homero con su Odisea. Tenía 8 años cuando su abuelo paterno le regaló en su primera comunión una versión infantil-juvenil de aquella epopeya escrita por los dioses.
Si Odisea la conquistó para la lectura, la novela que le hizo querer ser escritora fue Mujercitas, de Louise May Alcott: «Yo quería ser escritora, pero no sabía cómo, quién. Los niños eligen una vocación por emulación, y yo no tenía a ninguna escritora a mano. Cuando leí la novela dije: ‘¡Yo quiero ser una escritora como Jo March!», me dijo en una entrevista que le hice para Babelia, de El País, en 2005, por su volumen de cuentos Estaciones de paso.
Así es que en esa historia de Ulises que busca regresar a su destino mientras afronta grandes aventuras, abusos, injusticias y peripecias que muestran la condición humana, está el germen de la Almudena Grandes escritora de historias de vida, de personas a la búsqueda del destino que creen que les corresponde. En la fascinanción que dejó en la niña de 8 años ese hombre en su viaje a Ítaca en busca de su mujer, de su amor, tras dejar la Guerra de Troya que ganaron los griegos gracias a su ingenio de regalar a los troyanos un colosal caballo de madera que llevaría dentro las tropas, anida el mundo de Almudena Grandes. Novelas río con historias llenas de vida, de perdedores, de vencidos, de personajes rebosantes de sentimientos y pasiones, buenas y no tan buenas.
Ahí surgió la lectora y futura escritora consciente. «Y sufrí muchísimo», me dijo Almudena en aquella entrevista: «Me identifiqué con Ulises porque es una historia injusta con el pobre hombre que lo único que quiere es volver a su casa. Lloré con su venganza. Sentí que él me estaba vengando a mí también. Es una metáfora del ser humano, un héroe con ausencia de grandeza con quien uno se puede identificar. Ulises es cualquiera que haya estado solo alguna vez y que haya sido tratado arbitrariamente, que no haya tenido suerte, en ese sentido, cuando mata a los pretendientes de Penélope es como una venganza colectiva. Además, la Odisea es la primera novela de la historia como la entendemos hoy».
Esa primera vez con todo lo que llevaba implícito nunca la abandonó.
Perdedores, márgenes e injusticias
Almudena Grandes se detuvo en las vidas habitadas en los márgenes sociales, políticos y emocionales, e incluso sentimentales y se adentró en historias íntimas donde la felicidad y conquista de la vida de sus personajes se jugaban en el amor y la sexualidad. Una escritora de las llamadas comprometidad. Pronto el territorio de la posguerra civil española empezó a colonizar sus historias, hasta que se embarcó en el proyecto Episodios de la una guerra interminable, de clara inspiración de uno de sus dioses tutelares, Benito Pérez Galdós.
Se trataba de una mujer de izquierdas con potencia narrativa como un río bravo que no ocultó sus opiniones sobre la política. Fue muy activa con partidos o grupos minoritarios que le pedían desde la lectura de un manifiesto hasta el posicionamiento público frente a algo. Lo que tuviera que ver con lo que ella consideraba injusticias, retrocesos o indignidades. En suma, la búsqueda de la igualdad en todos los ámbitos.
Sus columnas de opinión semanales en El País y en su revista dominical El País Semanal, y su columna de audio en la Cadena SER dan fe de su fidelidad a sí misma. El último artículo titulado Unos ojos tristes lo envió para El País semanal el 23 de abril para que se publicara el 5 de diciembre, según señala el periódico que decidió adelantarlo este 28 de noviembre. En este texto, Grandes recuerda un verano de su adolescencia cuando entró a su vida el universo kinki, que ahora vive una resurrección, cuando se fugó el preso El Lute y llegó a su pueblo Becerrill de la Sierra para ponerlo patas arriba. El artículo lo termina así:
«Cada vida es una consecuencia del lugar en el que se han barajado las historias generacionales y las fugas de los destinos».
Obra literaria
Almudena Grandes se dio a conocer en 1989 con Las edades de Lulú, XI Premio La Sonrisa Vertical de la editorial Tusquets que la descubrió y donde ella siempre publicó, fiel, leal a este sello. Su debut, fue un debut como pocos por la conexión que estableció con el público y la crítica. Luego escribió Te llamaré Viernes, Malena es un nombre de tango… Hasta que en 1998 pareció tener más claro su horizonte literario con Atlas de geografía humana, Los aires difíciles, Castillos de cartón, El corazón helado y Los besos en el pan, junto con los volúmenes de cuentos Modelos de mujer y Estaciones de paso, la han convertido en uno de los nombres más consolidados y de mayor proyección internacional de la literatura española contemporánea. En 2010 empezó su proyecto Episodios de una guerra interminable con Inés y la alegría (Premio de la Crítica de Madrid, el Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska y el Premio Sor Juana Inés de la Cruz), a la que siguieron El lector de Julio Verne (2012), Las tres bodas de Manolita (2014), Los pacientes del doctor García (2017; Premio Nacional de Narrativa) y La madre de Frankenstein (2020).
Una novela inédita escrita en la pandemia
Hay una novela inédita de Almudena Grandes que se publicará en 2022. La escribió durante el comienzo de la pandemia y el confinamiento la primavera de 2020. En aquellas primeras cinco semanas Almudena Grandes armó el libro. Una noche, a comienzos de aque abril lleno de incertidumbres y miedos, dos semanas después del Estado de alarma, la escritora se preguntó: “¿Cómo sería la vida de una madre de una edad como la mía, con dos o cuatro hijos que no los vuelve a ver?». Un interrogante surgido de su experiencia de madre que pasó el confinamiento sin sus hijos.
“Empecé un proceso curioso que no habría podido pasar sino en el confinamiento. En cinco semanas me escribí un moleskine y la mitad de otro», reveló. Como no podía andar por las calles de Madrid para pensar, como suele hacerlo cuando escribe, lo hizo por el pasillo de su casa todas las tardes durante hora y media: «Llegó un momento en que no veía las paredes sino lo que tenía en mi cabeza. El 7 de mayo empecé a escribir. Me di ese regalo en el día de mi cumpleaños 60”.
Esto lo desveló en una mesa redonda durante la 79ª Feria del Libro de Madrid en 2020 que fue virtual por culpa de la covid-19. Como no habría Feria presencial en el Parque del Retiro, donde ella siempre era uno de los escritores más reclamados por los lectores con colas larguísimas para que les firmara un libro, la novelista aceptó esa participación junto a José Manuel Lucía Mejía y Marcelo Luján, bajo la moderación de David Felipe Arranz. (puedes ver la crónica completa de la mesa redonda en este enlace)
Lee en vídeo Los pacientes del doctor García
Dos años antes, en la Feria de Madrid, Almudena Grandes era una de las estrellas tras la publicación de Los pacientes del doctor García, cuarta entrega de su proyecto Episodios de una guerra interminable, por la que obtuvo el Premio Nacional de Narrativa 2018. Aceptó muy amablemente la invitación de WMagazín de participar en la serie de vídeos donde diez escritores de la Feria leían el comienzo de su libro. El siguiente es el vídeo de su lectura:
Teoría de la novela
La entrega de Almudena Grandes al género novelístico era total. Tenía claro que una de las normas era lo que llamaba las puertas que se abren y se cierran: «Yo tengo una relación obsesiva con la estructura de lo que escribo. Las narraciones, sobre todo las novelas largas, deben tener una coherencia incluso aritmética. Capaz de que si la novela fuera una suma o una resta tendría que dar cero o cien, pero nunca 37 con 94. Es importante que cuando se abra una puerta sea por algo».
Las lecturas
En enero de 2010, poco antes de que la escritora publicara Inés y la alegría, primera parte de Episodios de una guerra interminable, el proyecto que la confirmaría como una autora clave de la literatura contemporánea en español, participó en una charla de Babelia, de El País, con Javier Cercas y Agustín Fernández Mallo sobre la ruptura de fronteras con América Latina, la mezcla de géneros y la búsqueda de cosas distintas que caracterizan la narrativa española del siglo XXI. Ante la pregunta de si el curso de la literatura española de entonces hay que verlo en paralelo con la latinoamericana, Grandes dijo:
«Nosotros leíamos a latinoamericanos mucho antes que a autores españoles del medio siglo, que me han interesado un montón y que he leído con 25 años, que ya no es una edad para asomarte a la literatura de tu país. Nuestra literatura de los años sesenta y setenta es un tanto provinciana, una literatura experimental, muy de imitar los gestos sin haber entendido muy bien de qué va, que no satisfacía a los lectores pero que impedía que éstos se asomaran a otra literatura; por ejemplo, a la del medio siglo, que luego ha servido para cimentar la tradición de escritores como yo. En los ochenta llega otra generación, ¿probablemente eso tiene que ver con el cambio de sensibilidad que afronta la población española de entonces? Sí. ¿Tiene que ver con un cambio de visión del propio país, con un cierto grado de complacencia?, ¿o por lo menos de conformidad con el país donde viven que no se ha tenido 15 años antes? Probablemente sí tiene que ver con todo eso. El caso es que es verdad que a finales de los ochenta la situación de la literatura española cambia completamente porque deja de ser una literatura intocable para ser la parte grande del pastel; incluso cambia el mundo editorial español. Hasta la segunda mitad de los ochenta nadie quería un autor español. Hay que recordar que los grandes éxitos eran Marguerite Duras, Yourcenar, Kundera, todos extranjeros. Claro que hay una vuelta al narrativismo, pero lo que explica mejor esto es la especie de coincidencia de los escritores y los lectores en el mismo espacio. También es verdad que esta vuelta a los géneros clásicos ha producido un cierto hastío y eso es inevitable. Pero la experimentación se ha desplazado de la forma al argumento».
El primer cuento
Gracias al fútbol y a que no sabía dibujar empezó a escribir. Los domingos iban a la casa del abuelo paterno, el mismo que le regaló Odisea, para que padre e hijo vieran el fútbol. ¿Y los niños? Pues desterrados al comedor para que dibujaran. Pero a la niña Almudena no se le daba nada bien esas artes. Un día le dieron una hoja y un lápiz. Se aburría, pero dejó de aburrirse cuando escribió un cuento. Siempre el mismo. Creció. Trabajó para guías de viajes, hasta que en 1989 debutó con Las edades de Lulú.
El amor
Nueve años después ya era una escritora prestigiosa. Acaba de publicar Atlas de geografía humana y el Museo Thyssen-Bornemisza, de Madrid, la invitó a participar en su ciclo el Cuadro del mes. Días antes de la charla con el público se fue al Museo para ver sobre qué cuadro iba a hablar. Miraba la belleza que guardaba el Thyssen y, de repente, un cuadro le dijo «¡hee! soy yo. Estoy aquí’. Era un retrato desolador. Tristísimo», recordó Grandes. Se trataba de Último retrato, de Lucien Freud, pintado entre 1976 y 1977.
La modelo de Último retrato es desconocida, pero cuando la escritora la vio la reconoció. Era la misma mujer que Freud había convertido en 1973 en protagonista de tres de sus cuadros. «Sólo que primero aparece semidesnuda y luego desnuda, como en recogimiento, después de la relación sexual», dijo Grandes al fabular sobre esos episodios. Así es que al ver el retrato de esta mujer en tonos beig la historia que Almudena Grandes la resumió con estas palabras: «No hay nada peor que el desamor y rechazar a alguien que se ofrece por completo». La historia que leyó Almudena Grandes en esa mujer pintada por Lucien freud fue «el testamento de un amor que se acaba».
Infancia y adolescencia
Almudena Grandes no creía que la infancia fuera el paraíso perdido ni que la adolescencia sea un periodo amargo: «Disiento del concepto de infancia como paraíso perdido, es una idealización. ¡La infancia es la edad de la perplejidad! Disiento también de que la adolescencia sea la época amarga y terrible. La verdad es que los adolescentes son conquistadores, de sus vidas, de su entorno. Tienen que esforzarse pero acaban adquiriendo la comprensión del mundo. Son supervivientes. Siempre me han gustado esos personajes. Los adolescentes tienen la ventaja de que están en la encrucijada clásica de que ya no son niños pero todavía no tienen la capacidad de manipular lo que les sucede, están debutando en la vida. Tienen episodios reveladores que los obligan a buscar recursos para enfrentarse a su futuro. Y sin duda es también la etapa de aprender de los errores».
… Artículo en elaboración…
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