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El escritor brasileño Rubem Fonseca (1925-2020).

Muere Rubem Fonseca, el gran autor brasileño que puso cara a la cotidianidad más violenta

El autor de obras como 'El gran arte' y 'Agosto' tenía 94 años. Obtuvo los mejores premios literarios en lengua portuguesa. Su estilo directo, descarnado, obsceno y de poética cotidiana es admirado por autores de todas las generaciones

Ha muerto Rubem Fonseca, uno de los pocos escritores admirado por autores de todas las generaciones y querido por los lectores. El escritor brasileño murió a los 94 años en Rio de Janeiro el 15 de abril de 2020 de un infarto. Había nacido el 11 de mayo de 1925 en Juiz de Fora, estado de Mina Gerais. Es uno de los más grandes escritores en lengua portuguesa. Frecuente en las quinielas del Nobel de Literatura, entre sus obras destacan El gran arte, El caso Morel y Agosto. Escribió cuentos, novelas y guiones cinematográficos.

«Su narrativa se caracteriza por retratar la realidad social de su país de una forma crítica», señala la Agencia Carmen Balcells que lo representa. Para ello, Fonseca recurrió a la narrativa policial, mucho antes de que se pusiera de moda ese género para reflejar la realidad contemporánea más cruda. El escritor abordó con un lenguaje directo, descarnado, con la poética cotidiana, e incluso obsceno, el tejido podrido de las injusticias sociales, la criminalidad, la prostitución, los abusos de toda naturaleza y las diferentes violencias que azotan a la sociedad y a las clases más vulnerables de Brasil, de Latinoamérica.

Rubem Fonseca se dedicó a varias profesiones y oficios antes de dedicarse a la escritura con 38 años cuando debutó con el volumen de cuentos Los prisioneros. Fue abogado, profesor, periodista, crítico y guionista de cine. Es autor de uno de los personajes más representativos de la narrativa brasileña contemporánea: Mandrake, un detective erudito, cínico, mujeriego y con un ojo infalible para detectar el mal o la sensibilidad para tratar de desentrañarlo y eliminarlo. Algunos de los títulos que protagoniza son el citado El gran arte y La biblia y la bengala, que inspiraron la serie Mandrake producida por HBO.

Su último libro fue Carne crua (2019) presentado por la Agencia Carmen Balcells con estas palabras: «Rubem Fonseca es un verdadero maestro en el arte de exfoliar la piel de las palabras hasta dejar las historias en carne viva. En su último libro, el autor reúne veintiséis textos que, aunque mantienen la crudeza de asesinatos, traiciones e injusticias sociales, también aportan la avidez de los descubrimientos, la delicadeza de las historias de amor y un cambio de perspectiva con la poesía».

Rubem Fonseca obtuvo los principales premios literarios de su país, en lengua portuguesa y de América Latina: en 2003 ganó el Premio Camões, el galardón más prestigioso de la literatura portuguesa, en 2012 recibió el Premio Manuel Rojas, equivalente al Premio Pablo Neruda pero en el campo de la narrativa; en 2015 el Machado de Assis, y en 2003 el Juan Rulfo de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara que le entregó Gabriel García Márquez.

Solo hablaba a través de sus libros. Apenas dio entrevistas, apenas se pronunció en público. Una de esas veces,  cuando en 2015 recibió el premio Machado de Assis concedido por la Academia Brasileña de Letra dijo: «Yo escribí 30 libros. Todos llenos de palabras obscenas. Nosotros, los escritores, no podemos discriminar las palabras. No tiene sentido que un autor diga ‘eso no lo puedo usar». Algunos de sus libros fueron censurados durante la dictadura brasileña.

Homenaje en el ciberespacio

El mundo literario y cultural de Brasil, América Latina y España ha lamentado la muerte de Rubem Fonseca por todas las redes sociales. La admiración es unánime en todas las generaciones. Lo mejor, entonces, es recorrer la obra de Rubem Fonseca a través de ese coro de palabras y expresiones diversas con análisis, frases, anécdotas, fotografías, vídeos. La despedida de sus lectores:

Consuelo Sáizar, quien fuera directora del Fondo de Cultura Económica de 2002 a 2009, ha dicho en Facebook: «Adiós a Rubem Fonseca, un escritor inmenso, cuya obra pudimos conocer en español gracias a las ediciones de Cal y Arena». El texto lo acompaña con una fotografía de Fonseca con García Márquez el día de la entrega del premio Juan Rulfo en 2003, tomada por Carlos Cisneros.

Rubem Fonseca (izquierda) y Gabriel García Márquez el día de la entrega del Premio Juan Rulfo a Fonseca en la FIL de Guadalajara en noviembre de 2003 y Consuelo Sáizar al fondo. /Fotografía de Carlos Cisneros

 

La escritora boliviana Giovana Rivero ha escrito: «Descanse en paz, maravilloso Rubem Fonseca. El mundo ya no lo merecía».

Otros como el español Alejandro Morellón expresan su tristeza citando su nombre y admiración al reproducir una página del libro El collar del perro:

Página de un libro de Rubem Fonseca publicada por Alejandro Morellón lamentando la muerte del autor brasileño el 15 de abril de 2020. /WMagazín

En una línea parecida a Morellón, Carlos Salso escribe: «Murió Rubem Fonseca, maestro de las letras brasileñas y una de mis primeras referencias», y publica una fotografía con algunas de sus obras favoritas:

Homenaje de Carlos Salso a Rubem Fonseca, en Facebook, fallecido este 15 de abril de 2020, a los 94 años. /WMagazín

El escritor y editor colombiano Juan David Correa comparte su experiencia lectora en el siguiente texto, también en Facebook:

«Comencé a leerlo a los 18 años. «El gran arte» fue la primera novela, en una edición de Oveja Negra. Sus libros no eran fáciles de conseguir pues aunque había sido editado por Bruguera en español, ese sello había dejado de distribuirse a mediados de los noventa. (Después Monserrat Ordoñez me regaló sus ediciones en ese sello al terminar de dirigir mi tesis). En Norma Ramos encontré «Vastas emociones y pensamientos imperfectos» en Thassalia. No pude soltar «Agosto» hasta que la terminé, traducida por Álvarito Rodríguez y publicada por Norma (que después publicaría casi toda su obra en estupendas traducciones de Mario Jursich Durán o Elkin Obregón, entre otros). Recuerdo cómo nos reímos una y otra vez con Andrés Felipe Solano leyendo «Corazones solitarios». Con Fonseca supe que para mí la literatura no era un artefacto sino que estaba profundamente ligada a la vida a través del lenguaje. El humor, la ironía, el corazón, el estómago: sus frases duras como palos de Brasil, su manera de pensar desprovista de fórmulas, su refinamiento intelectual puesto en lo popular con tanta naturalidad, su cinefilia, su melomania, su profundo conocimiento del mundo criminal, enanos, ensayos sobre el arte de los cuchillos y los cortes en la carne humana… Pasaron 25 años desde entonces. Cuando comencé a leerlo él tenía 70. Hoy ha muerto a los 94.
Dejo este texto escrito por Hugo Chaparro Valderrama que lo conoció a mediados de los ochenta cuando redactó su tesis de literatura sobre sus libros aparecidos a partir de 1963, cuando publicó, a los 38 años, su primer libro de relatos, «Los prisioneros». Puedes leerlo en este enlace.

El mexicano Antonio Ortuño es claro: «Murió Rubem Fonseca. El escritor que mejor leyó y escribió la América Latina real, la desigual, hiperviolenta, irónica, vital y caudalosa América Latina. Su prosa sigue siendo la más viva de nuestros países, con distancia. #ElPutoAmo».  Y en otro post publica una fotografía donde se le ve en una conferencia de Fonseca en la FIL de Guadalajara:

Antonio Ortuño (con gorra) en una charla de Rubem Fonseca en la FIL de Guadalajara y una obra firmada. /WMagazín

Andrés Felipe Solano escribe: «Murió de un infarto mientras cenaba, nada de virus. Compré los relatos después de haber ganado una plata en un casino. Hasta Seúl me lo traje junto a la vieja copia de El gran arte, que conseguí en la Avenida 19 de Bogotá con un tipo que vendía libros en el piso. “El trabajo tiene que ser lectura también”, le dice Rubem Fonseca a unos trabajadores del metro de Rio durante la inauguración de una biblioteca. “Porque la lectura nos hace libres”. 1926-2020. Y coloca este enlace donde se le ve:

Rubem Fonseca duranta la inauguración de una biblioteca.

*…Artículo en elaboración…

Winston Manrique Sabogal

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