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La poeta estadounidense Natalie Diaz, ganadora del Pulitzer 2021 por ‘Poema de amor poscolonial’ (Vaso Roto). /Foto cortesía Vaso Roto

Natalie Diaz reivindica la fuerza de las raíces diversas de Estados Unidos en ‘Poema de amor poscolonial’

La poeta de ascendencia latina obtuvo el Pulitzer en 2021 por este libro, una especie de manifiesto por la diversidad identitaria (étnica, sexual, de género) y contra la noción occidental de bondad en un planteamiento intelectual. WMagazín publica varios poemas

Presentación WMagazín La poeta Natalie Diaz creó un libro valiente tanto por los temas abordados, denunciados y reivindicados en un momento de polarización, como por el riesgo estilístico en Poema de amor poscolonial (Vaso Roto. Traducción de Elisa Díaz Castillo). Una obra distinguida en 2021 con el Premio Pulitzer de Poesía, que, de paso, galardonó, por primera vez, a una poeta de ascendencia latina que se identifica como Mojave, Akimel O’odham («pueblos del río», un grupo indígena de Arizona) y queer. Se trata de un manifiesto por la diversidad identitaria (étnica, sexual, de género) y contra la noción occidental de bondad en un planteamiento intelectual, seguro y tierno a la vez .

WMagazín publica varios poemas que dan cuenta del pensamiento hecho belleza en versos y de los versos convertidos en ideas que invitan a la reflexión y al análisis. «El miedo al borrado identitario, el concepto de bondad o los peligros del exotismo son algunos de los centros gravitacionales de su obra. Todo ello bajo el paraguas del amor que profesa por los cuerpos de las mujeres indígenas, latinas, negras, las que alguna vez han intentado ser borradas y para las que Diaz escribe un futuro próspero», señala la editorial Vaso Roto.

No existe la periferia entre las personas, es algo creado por el egoísmo, la incomprensión o ignorancia del ser humano, vienen a decir estos poemas de Natalie Diaz. Menos aún existe en lo relacionado con el sentimiento amoroso porque es lo anhelado por todos y él solo se encarga de ser el centro y de que todo gravite a su alrededor, y lo encuentra sin obedecer a conceptos preconcebidos, aprendidos o señalados. Otra cosa es que quien lo siente lo rechace y viva otra vida. Diaz invita al reconocimiento honesto de sí mismos y del otro, los otros.

Todo ello bajo la luz y la sombra de la historia de Estados Unidos con su pasado y cómo se ha hecho de fragmentos de minorías y cómo su fuerza y futuro está en ellas. Desencanto, desamor, desconcierto habitan etos poemas, pero sobre ellos la esperanza. «Diaz explora la belleza y el desamor de su experiencia como latina y mojave, y las grandes tragedias y contradicciones de la vida en Estados Unidos y su sombra mundial», escribió Los Angeles Review of Books. «Un libro innovador y asombroso, una exploración intelectualmente rigurosa del peaje del poscolonialismo en el amor y en las personas, y una llamada a la lucha», según The Guardian.

Natalie Diaz nació en el poblado indio de Fort Mojave, en Needles, California, en 1978. Es mojave y miembro inscrito de la comunidad india del río Gila. Se licenció en la Universidad de Old Dominion, donde recibió una beca deportiva completa. Diaz jugó al baloncesto profesional en Europa y Asia antes de volver a Old Dominion para obtener un máster. Es autora de las colecciones de poesía Poema de moar poscolonial (2020), ganadora del Premio Pulitzer. Su primer poemario, When My Brother Was an Aztec, ganó un American Book Award.

'Poema de amor poscolonial'

Por Natalie Diaz

Me enseñaron que las sanguinarias pueden curar la mordedura
[de serpiente,
pueden detener el sangrado —casi todos olvidaron esto
cuando acabó la guerra. La guerra acabó,
dependiendo de a cuál guerra te refieras: aquellas que empezamos,
las anteriores, hace milenios y más,
aquellas que me empezaron a mí, que yo perdí y gané
—aquellas heridas que florecen sin pausa.
Un salario me dio forma, libra a libra. Y yo libro el amor y cosas
[peores:

siempre hay otra campaña que atravesar marchando,
una noche en el desierto para el relámpago de cañón de tu pálida
piel apaciguada en tu pecho, laguna de plata y humo.
Desmonto mi caballo oscuro, me inclino ante ti, te entrego
el tirón fuerte de mi sed, de todas.
Aprendí Bebe en un país de sequía.
El dolor nos place, dejamos marcas
del tamaño de piedras —cada cabojón pulido
por nuestras bocas. Yo, tu lapidaria, tu rueda lapidaria,
giro —verde moteado rojo—
el jaspe de nuestro deseo.
En mi desierto hay flores salvajes
que tardan hasta veinte años en abrirse.
Las semillas duermen como geodas bajo la arena caliente del
[feldespato
hasta que un destello de inundación estremece el arroyo,
[levantándolas

en su flujo de cobre, las abre de memoria
—recuerdan lo que su dios les murmuró
en las costillas: Despierta y duélete por tu vida.
Donde estuvieron tus manos hay diamantes
en mis hombros, deslizándose por mi espalda, muslos
—soy tu culebra.
Estoy en el polvo por ti.
Tus caderas son luz de cuarzo y peligro,
dos carneros de cuernos rosados que trepan una estela suave
[de desierto
antes de que el cielo de noviembre desate un diluvio de cien años
—el desierto devuelto de pronto a su mar antiguo.
Levántate, heliotropo silvestre, hierba del escorpión,
facelia azul que sostiene el morado como un cuello puede
[sostener

la forma de cualquier gran mano.
Manos grandes, así llamaba ella a las mías.
La lluvia vendrá en algún momento, o no. e
Hasta entonces, tocamos nuestros cuerpos como heridas—
la guerra no terminó nunca y de algún modo comienza de nuevo.

 

Aritmética estadounidense
Los indígenas norteamericanos son menos del
1 por ciento de la población de los Estados Unidos.
0.8 por ciento del 100 por ciento.

Oh, mi patria eficiente.

No recuerdo los días anteriores a Estados Unidos
—no recuerdo los días cuando todos estábamos aquí.

La policía mata nativos estadounidenses más
que cualquier otra raza. Raza es una palabra curiosa.
Raza implica que alguien ganará,
implica, tengo tantas posibilidades de ganar como…

¿Quién gana la carrera que no es una carrera?

El 1,9 por ciento de los asesinatos policiales
son de nativos estadounidenses, un porcentaje más alto
[per cápita que el de cualquier otra raza

—a veces raza significa corre.

No soy buena en matemáticas —¿puedes culparme?
He tenido una educación estadounidense.

Somos estadounidenses y somos menos del 1 por ciento
de los estadounidenses. Nos sale mejor morir
a manos de la policía que existir.

Cuando nos estamos muriendo, ¿a quién debemos llamar?
¿A la policía? ¿A nuestro senador?
Por favor, que alguien llame a mi madre.

En el Museo Nacional del Indio Americano,
el 68 por ciento de la colección es de Estados Unidos.
Estoy haciendo lo posible para no volverme un museo
de mí misma. Estoy haciendo lo posible por inhalar y exhalar.

Estoy rogándoles: Déjenme estar sola pero no me hagan invisible.

Pero en un cuarto estadounidense de cien personas
soy nativa estadounidense —menos de una, menos que
completa— menos que yo misma. Sólo una fracción
de un cuerpo, digamos, soy sólo una mano

—y cuando la deslizo bajo la blusa de mi amante
desaparezco por completo.

 

Diez principales razones por las cuales los indios son buenos en básquetbol

1.
Por la misma razón por la que somos buenos en la cama.

2.
Porque, hace mucho tiempo, el Creador nos dio una opción: pueden escribir como un dios indio o tener un tiro más dulce que una lata de jugo del gobierno —es una o la otra. Todos excepto Sherman Alexie escogieron el tiro de salto.

3.
Sabíamos cómo bloquear tiros, cómo hacerlos bajar por tu garganta, porque cuando dices, Tiren, nosotros escuchamos obús y metralletas Hotchkiss y Springfield Modelo 1873.

4.
Cuando los jugadores indios sudamos, emitimos perfume de tortillas y detergente Pine-Sol que actúa como una poción y desorienta a nuestros oponentes, haciéndolos olvidar sus jugadas.

5.
Desde pequeños sabíamos que no hay diferencia entre la cancha de básquetbol y la iglesia. De verdad, los Nazarenos ofician misa en el gimnasio tribal los domingos por la tarde —el coro da rienda suelta a su interpretación de “In the Sweet By and By” desde la línea de fondo.

6.
Cuando Walt Whitman escribió, El mestizo ajusta sus livianas botas para competir en la carrera, en realidad quiso decir que todos los indios mayores de 40 tienen un par de tenis Air Jordan vintage en sus armarios y todavía creen poseer la magia suficiente para que incluso el más voluminoso cuerpo
alimentado con chatarra corra de un lado al otro de la cancha y haga un tiro en bandeja.

7.
A los indios no les da miedo intentar un tiro aéreo en partidos de verdad, aunque ningún indio haya logrado jamás un tiro aéreo, o no un indio de una tribu reconocida federalmente, de cualquier modo. Pero aún así, la desvergüenza con la que intentamos hacer tiros aéreos en calentamientos les mete miedo a nuestros oponentes, y por lo tanto nos da una ventaja mental.

8.
La cancha es el único lugar donde nunca pasaremos hambre —esa red es un vacío que podemos llenar todo el día.

9.
Fingimos que jugamos cada juego para ganar una manta Pendleton, y el JMV, el jugador más valioso, se llevará un cheque del tamaño de Mashantucket Pequot per cápita.

10.
Pero, ya en serio, todos los indios son buenos en el básquetbol porque un balón de básquet nunca es sólo un balón —siempre es una luna llena en esta oscuridad terminal, el único faro trasero del Granada gris de Jimmy Jack Tall Can que cortaba los caminos de tierra en una escapada para comprar alcohol, el corazón del Creador que Coyote robó de la pira funeraria condenándolo a caminar solo a través de todos los atardeceres coralinos. Aquello a lo que le cantamos siempre ha sido una calabaza gorda, el seno izquierdo de una mujer mojave tres cervezas adentro del sábado por la noche. Siempre será una bala resbalosa y brillante que podemos lanzar desde el arco de tres puntas en los cinco segundos que quedan del año 1492, y mientras atraviesa y rompe la red, nuestros enemigos heridos caerán de rodillas con el ligamento cruzado anterior roto.

 

La cura para la melancolía es tomar los cuernos

Alguna vez se pensó que el cuerno molido de unicornio curaba la melancolía.

Lo que carga el daño no es nunca la herida
sino el jardín encarnado que el cuerno borda
al retirarse —cuando ella se retiró. Estoy floreando
rozagante ausencia —una alarma brillante.

Brodsky dijo, La oscuridad restaura lo que la luz no puede
         reparar. Me entusiasmaste —rasgada hasta la cresta.
Lo quiero todo —el toro de ébano y la luna.
Vengo y de nuevo por el cuerno de melaza.

La reina Isabel intercambió un castillo por un solo cuerno.
Yo atiendo el reino de mis manos
—un ejército de tacto que marcha por el alcázar de tus muslos
en voz alta y brillante como cualquier cuerno de guerra.

Llego hasta ti —mitad bestia, half feast.
Noche tras noche cosechamos el Iliac
Forest luxado, segamos la fruta oscureciente entibiada con
[especias
en nuestras bocas, separamos lo dulce de la espina.

Mi linternista. Tus manos, pabilo en la lámpara bronce
de mi pecho. Rózame hasta sacar chispa
—tiémblame hasta el asombro. En tu regazo
deja que recueste mis pesados cuernos.

Cumplí la profecía de tu garganta, suelta en ti
el ala fabulosa de mi boca. Rojo fantasma
sagrado y rojo. Dejé mi cuerpo y hablé con Dios, volví
angelada en serafina —con alas de cobre y cuernos.

Nuestros cuerpos no son sino lugares donde ser poseídas,
como en, Dios, me tenía agarrada por el cuello,
por la cadera, por la luna. Dios,
         ella me lastimó con mis propios cuernos.

 

Trabajo de duelo

¿Por qué no ir hacia las cosas que amo?

He caminado lento en el jardín
de ella: —he volteado a mirar la flor negra

dilatando su ojo
animal.

Rindo mis penas
así como un toro da los cuernos: —asombrado,

y deseando que haya descanso
en las partes más suaves del cuerpo.

Como el ángel de Jacob, toqué el granate
de su cadera,

y ella sabía mi nombre
y yo el de ella:

—Era Auxocromo, era Cromóforo,
era Eliza.

Cuando los ojos y los labios se satinan con miel,
lo que es visto y lo que es dicho nunca será lo mismo,

así que ¿por qué no tomas la manzana
en la boca:

—en llamas, en pedazos, recién
salida del filo delgado del cuchillo?

Aquiles persiguió a Héctor tres veces
alrededor de las paredes de Ilión: —durante cuánto tiempo he de
[dar vueltas

en torno a la puerta alta
entre su cadera y su rodilla

para resolver la geometría dorada y roja
de su muslo?

Otra vez los dioses meten sus grandes manos dentro de mí,
me mueven, rompen mi corazón

como una jarra de arcilla para vino, sueltan una bestia
de alguna profundidad largoscura.

Mi melancolía tiene pezuñas.
Yo, la terrible hermosa

Lampón, un brillante caballo devorador atado
al pesebre bronce de su clavícula.

Hago mi trabajo de duelo
con su cuerpo:

—laboro para que los tigres esmeralda
en su garganta salten,

los llevo, verdes e incendiados, a beber
del violeta oscuro que chorrea de su pecho.

Vamos a donde hay amor,

al río, a nuestras rodillas bajo el agua
dulce. La sumerjo cuatro veces,

hasta quedar vueltas río.
Vueltas cambio.

Lavo de mis manos de ella, su seda y cieno:
—ahora a quien me acerco, me acerco limpia,
me acerco buena.

Dedicatoria
Hacia las mujeres, niñas, personas de dos espíritus, trans, y no binarias indígenas y nativas que han
desaparecido o han sido asesinadas y pertenecen a nuestras familias y comunidades, a todo lo largo
de las Américas y otras tierras ocupadas —pensando en el tacto y la ternura que merecen.

para mi madre, que con generosidad imaginó y me enseñó una forma de amar en la que yo y las
personas que amo podemos ser más posibles;

para los muchos cuerpos de carne, lenguaje, tierra y agua;

para todo aquello por lo que nacimos, y cargamos y habremos de convertirnos en el amor.

***

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