Nueva York como inspiración de grandes escritores y ellos como creadores del espíritu neoyorquino
Una visita a la vida de 25 artistas y personajes emblemáticos para quienes la ciudad fue decisiva, con textos de Alberto Gil e ilustraciones de Fernando Vicente. WMagazín publica pasajes e imágenes de cinco escritores y las claves de sus relaciones personales y literarias con Nueva York
Presentación WMagazín Nueva York, como París, son ciudades de este mundo que habitan en otro al ser enaltecidas por la mitología de la gente y en continua construcción por parte del imaginario universal, artístico y literario. Un asomo a esta realidad es la creada por Alberto Gil , con ilustraciones de Fernando Vicente, en el libro Espíritus de Nueva York (Lunwerg) en cuyas páginas convocan las vidas de veinticinco personajes emblemáticos de los siglos XIX y XX para mostrar su relación con la ciudad y como está los acogió y les sirvió de inspiración. Desde Walt Whitman hasta Marilyn Monroe y Billie Holiday, pasando por María Callas, Luis Buñuel, James Dean, Andy Warhol o John Lennon.
WMagazín publica una selección de cinco personajes literarios para quienes la ciudad fue decisiva y cuya obra, además, ha contribuido al gran mosaico en movimiento de Nueva York. Se trata de Edgar Allan Poe, Walt Whitman, Federico García Lorca, Jack Kerouac y Susan Sontag. De cada uno de ellos reproducimos una ilustración de Fernando Vicente y un pasaje de texto. Crónicas biográficas muy amenas sobre la relación mutua entre ciudad y autor que ayudan a comprender mejor la obra de estos creadores.
Autores en la tradición de otros grandes nombres que transformaron Nueva York con sus textos como Djuna Barnes, Dorothy Parker, Joseph Mitchell, Truman Capote, Norman Mailer, Gay Talese, Tom Wolfe…
Te invitamos a conocer de dónde procede el espíritu de Nueva York y pasear por sus calles y lugares que han ayudado a moldear estos autores:
Edgar Allan Poe (1809-1849)
La primera estancia prolongada de Poe en el mundo neoyorquino se produce en 1837, cuando se traslada desde Baltimore en compañía de Virginia y de la madre de esta, María Clemm. El escritor y su familia en la escasez, agudizada por el colapso financiero que sufre el país y que ha provodado la bancarrota de muchas empresas. Poe busca trabajo, aunque sea precario, en alguno de los numerosos periódicos y revistas que se editan en la ciudad, y Greenwich Village es su epicentro cultural, así que la familia vivirá en este barrio y su entorno, en un incesante cambio de residencia que comienza en una pensión de Waverly Place. (…)
Poe llega precedido de cierto prestigio como autor de cuentos de misterio, crítico teatral y poeta y consigue un puesto en el Evening Mirror. En esa época empieza a volcarse en la escritura de El cuervo, que nace un día de invierno, durante la representación en el park Theatre, en Park Row Street. Poe asiste en compañía de un amigo y durante la última escena de la obra le confiesa que él hubiera utilizado un cuervo sobrevolando a los actores, como un mal presagio, y que la imagen de estos pájaros siempre lo ha atormentado. Al terminar la obra, cuando ya se han despedido, el amigo de Poe se vuelve a encontrar en Bleecker Street, a la luz de una farola, garabateando las primeras estrofas y ajeno a la lluvia que empapa lentamente su gabán.
Walt Whitman (1819-1892)
De todas las casas que ocupará como vecino de Brooklyn, solo se ha conservado la de Ryerson Street, pero a lo largo de su vida siempre buscará la cercanía del embarcadero de Fulton. (…)
Los vínculos del poeta con la bohemia neoyorquina lo convierten en asiduo de la cervecería Pfatts, un local frecuentado por escritores, artistas y actores que ocupan los sótanos abovedados del Coleman House Hotel. Literal y alegóricamente, Pfaffs forma parte del subsuelo de Broadway, un lugar en el que se puede comer, beber y charlar bajo las aceras de esta avenida, mientras los pasos de miles de transeúntes resuenan en la superficie. También es el local donde Whitman comparte mesa con algún joven amante y termina integrándose en una asociación llamada Fred Gray, que, de forma más o menos abierta, reivindica las primeras manifestaciones de la homosexualidad masculina en la vida cultural de Nueva York.
Federico García Lorca (1898-1936)
Es una mañana de finales de octubre de 1929 y Federico García Lorca, que se aloja en la Universidad de Columbia, se ha acercado a Wall Street con un amigo para ser testigo directo de los tumultos. Permanecerá varias horas observando las carreras enloquecidad de miles de hombres trajeados que intentan salvar su dinero, seguidas de la angustia, la confusión, el abatimiento y la derrota final.
El crac de la bolsa y la reacción de pavor que desencadena también dejan huella en el ánimo del escritor, que sabe que está asistiendo a un espectáculo terrible y excepcional: el contraste entre la frialdad indiferente de aquellos edificios grisáceos y la desesperación de quienes lo han perdido todo. Cuando abandona el escenario, Lorca se lleva una última imagen: la de un corrillo de curiosos que rodea el cuerpo desmadejado de un hombre alto y pelirrojo que se ha tirado por una ventana.
Jack Kerouac (1922-1969)
La llegada de Jack Kerouac a Nueva York se produce en septiembre de 1939, a las puertas de la Segunda Guerra Mundial y con un ambiente enrarecido por los malos augurios. Kerouac tiene 17 años y el autocar que lo trae desde Centalville (lowell, Massachusetts), su pueblo natal, atraviesa la Gran Manzana y le ofrece las primeras impresiones de la ciudad que será su territorio vital durante muchos años, el paisaje urbano y cultural al que regresará una y otra vez después de sus vagabundeos. (…)
Tras un intervalo en el cual trabaja como marino mercante, regresa a la Universidad de Columbia y empieza a frecuentar el cercano West End Bar, ya desaparecido, que le sirve como lugar de discusión habitual fuera del encorsetado ambiente académico. Kerouac suele recalar a tomar unas cervezas o una copa de Jack Daniel’s en compañía de su mejor amigo, Lucien Carr, quien lo pone en contacto con otro escritor decisivo en su vida y para el nacimiento de la generación Beat: Allen Ginsberg.
Susan Sontag (1933-2004)
La naturaleza neoyorquina de Sontag es una marca de nacimiento desde que llega al mundo en 1933 en el Women’s Hospital, una institución ya desaparecida que se alzaba en Madison Avenue. Después de vivir largos periodos lejos de la ciudad, tiene ocasión de volver para visitar a sus abuelos maternos y la podemos atisbar, con apenas catorce años, visitando las grandes colecciones de arte, el MoMA y el Metropolitan Museum, curioseando en las librerías o yendo a un concierto con una avidez por aprender que nunca abandonará. (…)
En los años sesenta Sontag empieza a impartir clases en Columbia, donde se convierte en una joven profesora de Filosofía de la Religión que compagina la actividad universitaria, la vida de madre y su presencia en todos los lugares donde se cuece la oferta interminable de la vanguardia neoyorquina.
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Gracias por el alcance y las impresiones de lo acontecido a estos personajes, especialmente a Garcia Lorca y Edgar Allan Poe.
Me agradó enormemente como la ciudad influyó a estos personajes que uno admira y lee.