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Origen y biografía de las palabras en el Diccionario Histórico de la Lengua Española

La RAE presenta esta obra en la que muestra cómo nacen, crecen, se diversifican y mueren las palabras. El Diccionario se puede consultar en internet. WMagazín, con apoyo de Endesa, recoge la vida completa de varios vocablos: desde amorbado y cotilleo hasta voltaje y zambombazo

¿Sabías que la palaba mercachifle se registró por primera vez en 1615? ¿Sabías que la palabra cotilleo solo tiene 99 años, nació en 1922?¿O que voltaje en su concepto de ‘intensidad’ aparece oficialmente en 1950? ¿O que la palabra del momento, coronavirus, fue atestiguada por primera vez en inglés en 1968 y en español en 1980?

Las palabras tienen vida propia y su interrelación con otras crean la comunicación convirtiendo el lenguaje en un organismo vivo en continua metamorfosis. Las palabras visibilizan el sentir y el saber y dibujan el mundo mundo, son reflejo de un momento concreto del lugar o de la sociedad en general.

El rastro y la biografía de las palabras en español tienen ahora un testimonio más amplio en el Diccionario Histórico de la Lengua Española, impulsado por la Real Academia Española (RAE). Y en su ampliación surge directamente en internet como “un diccionario electrónico, relacional y de acceso público en Internet” con 6.325 artículos. El Diccionario se actualizará cada seis meses con unas 500 palabras.

Es un trabajo etimológico cuyo objetivo fundamental, afirma la RAE, “es ofrecer a los filólogos y al público en general aquella información relevante sobre la historia de las palabras que les permita interpretar los textos del pasado y del presente. Para ello se da cuenta del cambio que han experimentado los términos en su significado e incluso de los usos lingüísticos accidentales de una época determinada”.

Este Diccionario Histórico empezó en 1914, pese a que la RAE lo tenía previsto desde 1848. En 1933 se presentó su primer tomo conformado por las palabras de la letra A. En 1936 llegó el segundo tomo, pero se interrumpió por la Guerra Civil española (1936-1939). Ya en la posguerra, en 1946, se reanudaron los trabajos de investigación y entre 1960 y 1996 se publicaron 23 fascículos, recuerdó Santiago Muñoz Machado, director de la RAE, durante la presentación de la obra este 13 de abril de 2021.

Entre las palabras más populares de estos tiempos que ya tienen su biografía en este Diccionario está coronavirus o Covid y sus voces deribadas.

La forma de trabajo no es por orden alfabético sino que sigue otro curso, depende de las palabras y luego se colocan otras a su alrededor en una especie de ecosistema lingüístico. Algunas de las áreas de trabajo recientes son medicina y música.

Junto a la RAE están las 24 academias del español en las que nueve de ellas tienen grupos de trabajo. En la obra participan el Instituto Caro y Cuervo, la Universidad de Salamanca, la Universidad de la Laguna, la Universidad de Sevilla, la Universidad de La Rioja, la Universidad de Murcia, la Universidad Autónoma de Barcelona, la Universidad de León, la Universidad de Santiago de Compostela y la Universidad Rovira i Virgili.

WMagazín, con apoyo de Endesa, te invita a conocer la biografía de algunas palabras, empezando por el vocablo del momento:

Coronavirus

coronavirus s. (1980-)

coronavirus

Etim. Voz tomada del inglés coronavirus, atestiguada en esta lengua al menos desde 1968, en un artículo científico publicado en Nature (véase OED, s. v.).

Se documenta por primera vez, con la acepción ‘virus de la familia Coronaviridae, compuesto por un núcleo de ARN y cubierto por una corona de glucoproteínas, que causa enfermedades respiratorias e intestinales en personas y animales’, en 1980, en la Guía de enfermedades de los cerdos de J. A. Chipper. Se consigna por primera vez en el Vocabulario científico y técnico (1983) de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Por metonimia, pasa también a denominarse coronavirus la enfermedad que provoca, como muestra, en 1997, un anuncio publicado en Nuevo Heraldo (Aranjuez), donde se emplea con el valor ‘enfermedad respiratoria o intestinal causada por un coronavirus’.

A partir del 2020, una pandemia mundial pone el foco en un virus concreto, el ‘virus del género Betacoronavirus de tipo 2 que puede causar la covid’; en los primeros testimonios acopiados, el nombre del virus se acompaña de sigla (inglesa) de la enfermedad que provoca, de tal modo que se denomina «coronavirus SARS-CoV-2» en un artículo publicado El País (Madrid) el 25 de febrero de ese año. Rápidamente se extiende su uso y deja de ser un término especializado para incorporarse al uso común, al tiempo que también pasa del empleo de mayúscula a minúscula y a convertirse en «el coronavirus». Por acción de la metonomia, designa también la ‘enfermedad infecciosa aguda, causada por el coronavirus, que afecta principalmente a las vías respiratorias y se caracteriza por la aparición de fiebre, tos, disnea y dolor corporal. Puede derivar en una neumonía y tener otros efectos secundarios muy graves, o cursar sin síntomas’, también conocida como Covid-19, y que se atestigua desde febrero de 2020 en un artículo del diario ABC (Madrid). Tras un proceso metafórico se emplea con la acepción ‘pandemia causada por la extensión y gravedad del coronavirus’, como se refleja en un artículo de El Confidencial (Madrid) de mayo de 2020.

  1. ac. etim.

s. m. Microb. Med. Virus de la familia Coronaviridae , compuesto por un núcleo de ARN y cubierto por una corona de glucoproteínas, que causa enfermedades respiratorias e intestinales en personas y animales.

docs. (1980-2021).

A continuación una selección de palabras como las recoge el Diccionario Histórico de la Lengua Española, de amorbado, pasando por cotilleo a zambombazo:

Imagen de la web del Diccionario Histórico de la Lengua Española (RAE). /WMagazín

Historia y biografías de diez palabras

 

Amorbado

amorbado, a adj., s. (1490-1931)

amorbado

Etim. Probable calco del italiano ammorbato, adjetivo atestiguado en esta lengua a mediados del siglo XV con el valor de ‘enfermo’.

Se documenta por primera vez, con la acepción ‘que tiene una enfermedad’, en 1490, en el Universal vocabulario en latín y en romance de A. Fernández de Palencia, en el artículo consagrado a tabificus y como equivalente del latín tabidus. Esta voz, rara, se consigna en 1846 en el Diccionario nacional de Domínguez y cae pronto en desuso. A finales del siglo XVI (1598), en la traducción del Tratado de la peste de M. Ficino, y hacia la segunda década del XVII (c1618), en los Comentarios de G. de Silva y Figueroa, el adjetivo amorbado se atestigua además con el valor de ‘[lugar] afectado por una enfermedad’. En 1499, en la Traducción del Libro de Albeytería de M. Díez de Vilanova, efectuada por M. Martínez de Ampiés, se atestigua como sustantivo, con la acepción ‘animal que tiene muermo’.

  1. adj. Que tiene una enfermedad.

Sinónimos: malato, a; malauto, a; mórbido, a; morboso, a

docs. (1490-1931).

Boomerang

boomerang s. (1876-)

boomerang, bomerang, bomeráng, boumerang, bumerang

bumerán o búmeran (1912-)

Etim

Este extranjerismo, sin adaptación gráfica al castellano, se documenta por primera vez, con la acepción ‘arma contundente arrojadiza consistente en una pieza de madera curvada que, lanzada con movimiento giratorio, vuelve al punto de partida si no da en el blanco o choca con un obstáculo’, en un texto periodístico publicado en la Revista Contemporánea (Madrid) en 1876 y pervive hasta la actualidad, si bien en otros documentos (y, en especial, en los artículos de prensa de finales del siglo XIX que registran la voz) se marca su carácter advenedizo mediante diversos recursos tipográficos. La variante bomerang (con simplificación de la doble o del inglés) se atestigua por primera vez en 1880, en El Siglo Futuro (Madrid), aunque cuenta con escasos testimonios. En cuanto a boumerang (forma rara, de aspecto galicista), se registra en un artículo en 1881 de El Periódico para todos (Madrid), donde coexiste con boomerang. Por su parte, bumerang (que constituye el último estadio de este extranjerismo en su adaptación a la ortografía española) se atestigua por vez primera en un artículo de El Imparcial (Madrid) en 1883, donde se describe con pormenor el funcionamiento y las características de esta arma; esta forma gráfica híbrida (más atestiguada que bomerang) se conserva hasta nuestros días, ya sea con acentuación grave o con la esdrújula etimológica.

La acepción de ‘acción que se vuelve en contra de quien la realiza’, que surge tras la actuación de un proceso metafórico, se documenta por primera vez en un artículo publicado en El Sol (Madrid) en 1933; con frecuencia, se emplea en aposición con el sustantivo efecto, formando la combinación «efecto boomerang» (esto es, aquel por el que una acción se vuelve en contra de su autor), que se localiza ya en 1963, en Rayuela, de J. Cortázar.

Bumerán, por su parte, se registra por primera vez en 1912, en el semanario Caras y Caretas (Buenos Aires), como designación del arma, en tanto que, con el significado metafórico, no se documenta hasta 1971

1.. etim. s. m. Arma contundente arrojadiza consistente en una pieza de madera curvada que, lanzada con movimiento giratorio, vuelve al punto de partida si no da en el blanco o choca con un obstáculo.

Sinónimo: bumerán o búmeran

docs. (1876-2000).

Cagot

cagot s. (1775-)

cagot

cagote (1772-1935)

Etim. Préstamo del francés cagot, ote atestiguada en esta lengua al menos desde 1535 como ‘persona miserable y proscrita, que se estableció antiguamente en las regiones de Bearne y Gascuña’ y como ‘hipócrita’, y esta, a su vez, del bearnés cagot (véase TLF, s. v.).

Se documenta por primera vez, con la acepción ‘persona originaria de la región del Bearne, próxima a los Pirineos franceses, que es objeto de desprecio o animosidad por distintos motivos de índole histórica, religiosa o social’, en 1775, en la traducción que hizo P. Rodríguez Morzo de El oráculo de los nuevos Philosofos, de Voltaire, y se consigna por vez primera, en 1846, en el Diccionario nacional de Domínguez. Se atestigua mayoritariamente en textos antropológicos e históricos que tratan habitualmente en paralelo la historia de los agotes en Navarra y la de los cagots o cagotes franceses. Como ‘persona que aparenta una religiosidad profunda y excesiva’, acepción también etimológica, se atestigua en un artículo publicado en 1864 en La Libertad (Madrid).

  1. ac. etim.

s. m. y f. Persona originaria de la región del Bearne, próxima a los Pirineos franceses, que es objeto de desprecio o animosidad por distintos motivos de índole histórica, religiosa o social.

Sinónimo: cagote

docs. (1775-2018).

Chirimía

chirimía s. (1471-)

chirimía, charemya, cheremía, cheremya, cleremya

Etim. Voz tomada del francés antiguo chalemie, ‘instrumento musical de viento’ y esta, a su vez, del latín calamellus, diminutivo de calāmus, ‘caña’,’flauta de caña’, por el material con que se hacía el instrumento. Según el DECH (s. v.), la –r– se debe al influjo de formas sinónimas charamela y charumbela, procedentes del francés antiguo chalemelle.

Se documenta por primera vez, con la acepción de ‘instrumento musical de viento madera, precursor del oboe, consistente en un tubo ligeramente cónico, con nueve o diez orificios y una boquilla con lengüeta doble’, en el último cuarto del siglo XV, tanto en la anónima Crónica incompleta de los Reyes Católicos, escrita entre 1469 y 1476, con la variante cheremía, como en la Crónica del Condestable don Miguel Lucas de Iranzo,  que, en torno a 1471, registra indistintamente las variantes chirimías y cherimías, con clara preferencia por esta última. Chirimía figura también en lla Obra de Assunción de Nuestra Señora, de Juan del Encina, publicada en…

1- s. f. Instrumento musical de viento madera, precursor del oboe, consistente en un tubo ligeramente cónico, con nueve o diez orificios y una boquilla con lengüeta doble.

docs. (1471-2015)

Cotillear

cotillear v. (1922-)
cotillear
Etim. Derivado de cotilla y -ea(r).

Se documenta por primera vez, en la subacepción ‘hablar [dos o más personas] con la intención de compartir comentarios indiscretos sobre asuntos ajenos’, como verbo intransitivo, en 1908, en una crónica de tono humorístico titulada «Comadreo policiaco», en El País (Madrid), en su uso con un complemento con la preposición con. Es un verbo de uso muy frecuente durante todo el siglo XX y hasta la actualidad, en todas sus acepciones, y que, si bien nace como voz familiar y coloquial, propia de la oralidad, su uso se extiende pronto a la prensa, donde se incluye en todo tipo de secciones y registros. Su uso se restringe al español peninsular. Se consigna en el DRAE desde 1947, primero como sinónimo de chismosear y luego (en el DRAE de 1956), de chismorrear. Como verbo transitivo (con el valor de ‘comentar [dos o más personas] asuntos ajenos de manera indiscreta’) se atestigua en 1925, en una escena humorística escrita por E. Neville, en el periódico El Sol (Madrid). Con la acepción ‘examinar [algo o a alguien] con curiosidad o indiscreción’, se documenta desde 1922, en una crónica sobre el «Arte escénico en Lisboa», de J. L. Mayral, en la revista cómica Buen Humor (Madrid). La acepción ‘conversar animadamente’ se registra por primera vez en 1951, en la novela La forja de un rebelde, de A. Barea. En 1958 se consigna en la obra lexicográfica Voces alavesas de López de Guereñu, con la definición de ‘charlar mucho’.

  1. >cotilla+–ea(r)

    v. tr. Comentar [una o más personas] asuntos ajenos de manera indiscreta.

    Esquema sintáctico
    docs. (1925-2005).

Cotilleo

cotilleo s. (1922-)cotilleoEtim. Derivado de cotillear y -o.

Se documenta por primera vez, en la acepción ‘difusión o intercambio de comentarios indiscretos sobre asuntos ajenos’, en el periódico El Foro Español (Madrid), en una crónica política en la que el sustantivo aparece entrecomillado, marcando tanto el carácter novedoso de la voz como su pertenencia a un registro coloquial, más propio de la oralidad. A lo largo del siglo XX y hasta la actualidad, cotilleo adquiere gran difusión, normalizándose su uso tanto en obras literarias como en cualquier sección de la prensa periódica española. En el DRAE de 1970 se consigna por primera vez, como ‘acción y efecto de cotillear’. Con el significado de ‘comentario indiscreto sobre asuntos ajenos’ se atestigua desde 1927, en el relato «Otra mujer», de J. Casado y Salas, en la revista Muchas Gracias (Madrid).Replegar resumen ⇧Ocultar resumen ⇧

  1. >cotillear+–os. m. Difusión o intercambio de comentarios indiscretos sobre asuntos ajenos.
  2. Sinónimos: chifle; chiflete; cotilleo; cotillería; cotillero, a
  3. docs. (1922-2014).

Giliflautas

giliflautas adj., s. (1966-)

giliflautas

Etim. Acuñación de Camilo José Cela a partir de giligaitas, voz atestiguada desde 1907.

Se documenta por primera vez, como adjetivo y con la acepción ‘[persona] que es tonta y necia’, en 1966 en las Nuevas escenas matritenses (1965-1966) de C. J. Cela; como sustantivo se atestigua en un artículo de 1977 publicado en El Eco de Canarias (Las Palmas de Gran Canaria). Se consigna, en 1980, en el Diccionario de argot español de León.

  1. adj. [Persona] Que es tonta y necia.

Sinónimo: giligaitas

Mercachifle

mercachifle s., adj. (1615-)

mercachifle, mercanchifle, mercachife

Etim. Compuesto de mercar y chifle (DLE-2014, s. v. y DECH, s. v. merced).

Se documenta por primera vez, con la acepción de ‘persona que se dedica al comercio, frecuentemente ambulante, de mercancías diversas’, en El primer nueva corónica y buen gobierno (1595-1615) de F. Guamán Poma de Ayala, y se consigna, en 1734, en el Diccionario de Autoridades, donde se especifica que el mercachifle lleva «consigo todos sus géneros». Como ‘persona que concede una importancia excesiva a las ganancias o al dinero, especialmente en el ejercicio de su profesión’ se registra, en 1832, en un artículo de J. A. Ceán Bermúdez y E. Llaguno Amírola publicado en Cartas Españolas (Madrid); con frecuencia se emplea para aludir despectivamente a los mercachifles literarios, escritores que venden sus servicios a otras personas, y se aplica también a políticos, economistas o empresarios. Como adjetivo, con el valor ‘[persona] que concede una importancia excesiva a las ganancias o al dinero, especialmente en el ejercicio de su profesión’, se registra en 1865, en el artículo «Destitución del señor Castelar», publicado en La Discusión (Madrid). Como ‘comerciante de poca importancia’ y con un claro matiz despectivo se registra, en 1836, en un cable anónimo titulado «Un amigo nos ha franqueado una carta de Nueva York», publicado en Diario del Gobierno de la República Mexicana (Ciudad de México).

En algunos repertorios lexicográficos se consignan otras acepciones: como ‘epíteto que se aplica al badulaque, bellaco o tipo de ninguna importancia’ se recoge, en 1959, en el Diccionario de mejicanismos de Santamaría, y como ‘corredor de mercado’ figura, en 1989, en el Léxico de los marineros peninsulares dirigido por M. Alvar.

  1. >mercar+chifle

s. m. y f. Persona que se dedica al comercio, frecuentemente ambulante, de mercancías diversas.

Sinónimos: chiflero, a; mercachiflero, a

docs. (1615-2018)

Sablazo

sablazo s. (1763-)

sablazo, sablaso, sablacitos, sablacillos

Etim. Derivado de sable y –azo.

Se documenta por primera vez, con la acepción de ‘golpe dado con un sable’, en un texto de 1763 contenido en los Documentos indispensables para la verdadera historia de Filipinas (y, posteriormente, se consigna en el DRAE de1817). En el ámbito de la tauromaquia se emplea esporádicamente como ‘golpe dado con un sable para matar a los toros’, sinónimo de estocada, y su uso se atestigua ya en un artículo periodístico de 1864 recogido en el Boletín de Loterías y de Toros (Madrid). La acepción de ‘herida producida por el golpe dado con un sable’, debida a un proceso metonímico, se atestigua en 1846, en Los misterios del Plata de J. P. Manso y se consigna en el DRAE desde 1852, si bien no se le otorga acepción independiente hasta 1884. Como ‘obtención de dinero tras una petición reiterada y sin intención de reintegrarlo’ se registra en los Cuentos inverosímiles (1872-1878) de C. Coello, si bien, al igual que sable, muestra mayor vigor en el español de España en el siglo XIX, como indica la temprana advertencia de E. Blasco en Mis contemporáneos (1886): “Acaso el lector que lleve muchos años de ausencia en España, ó el americano que lea este libro, ignorarán lo que es un sablazo en la tierra de los hidalgos y caballeros. Un sablazo es la petición de dinero que no se devuelve”. El DRAE dará entrada a esa acepción en 1899, edición donde se define como ‘acto de sacar dinero á uno, ó de comer, vivir ó divertirse á su costa’, mientras que en 1984 esta definición se cambia por la actual, donde se resalta el rasgo de la no devolución premeditada. Como sucede con otros vocablos del campo de las armas a las que se les añade el sufijo –azo (véase fusilazo, riflazo, etc.), se utiliza en el año 2000, en la crónica de un partido de fútbol publicada en Olé (Buenos Aires), con el valor de ‘lanzamiento potente del balón para batir la meta contraria’. Como ‘contribución obligatoria o precio que se considera excesivo’ se registra en un artículo publicado en El Mundo (Madrid) en 2004.

En el Diccionario de americanismos (2010) se registra, además, la acepción de ‘recorte de un presupuesto’, circunscrita a Panamá.

  1. >sable+–azo

s. m. Golpe dado con un sable.

Sinónimo: sableada

docs. (1763-2015)

Voltaje

voltaje s. (1888-)

voltaje, voltage

Etim. Calco del inglés voltage, atestiguada en esta lengua al menos desde 1890 como ‘fuerza electromotriz calculada o expresada en voltios’ y esta, a su vez, de volt, documentada desde 1873. El nombre de esta unidad constituye un tributo a Alessandro Volta (OED, s. v. voltage y volt).

Se documenta por primera vez, con la acepción de ‘potencial eléctrico expresado en voltios’, en 1888, en un artículo publicado en El País: Diario republicano-progresista (Madrid) donde se refiere a un tranvía que circulaba por esas fechas en la capital francesa, si bien parece basarse en un original inglés (publicado en el n.º 21 de The Electrician). Se consigna ya en 1899 en el Suplemento del diccionario de la RAE (13.ª ed.). Es frecuente su uso en contextos metafóricos y desde 1950 (en Poesía española, de D. Alonso) se registra ya voltaje con el valor de ‘intensidad’, especialmente en la construcción de alto voltaje.

El Diccionario de americanismos (2010) de la ASALE consigna, además, la acepción de ‘nivel de vida alto’, adscrita geográficamente a Cuba, de la que no se han encontrado testimonios.

  1. s. m. Potencial eléctrico expresado en voltios.

docs. (1888-2002)

Zambombazo

zambombazo s. (1850-)

zambombazo

Etim. Derivado de zambomba y -azo.

Se documenta por primera vez en 1850, con la acepción de ‘golpe fuerte’, en un artículo publicado en El Observador (Madrid). Como ‘sonido producido al tocar la zambomba’ se atestigua en 1855, en un artículo de La Iberia (Madrid); con este valor se consigna en 1917 en el Diccionario de Alemany Bolufer. Con la acepción de ‘ruido fuerte y seco producido por la detonación de un artefacto explosivo o el disparo de un arma’ se registra en 1872 en un artículo de P. Ximenez Crós titulado «Las huelgas» y publicado en El Garbanzo (Madrid); se consigna en el Diccionario (1917) de Alemany Bolufer con la definición de ‘cañonazo u otra detonación fuerte’. Como ‘noticia impactante y sorpresiva’ se documenta en una pieza publicada en La Iberia (Madrid) en 1876 y pervive hasta la actualidad, si bien es poco frecuente. Como ‘lanzamiento potente del balón para batir la meta contraria’, acepción propia del fútbol, se documenta en 1911, en un artículo de Mundo Deportivo (Barcelona). Por fin, como ‘éxito rotundo’ se atestigua en 1968, en un artículo de La Vanguardia (Barcelona); los testimonios de esta acepción son más numerosos en textos referidos a espectáculos taurinos.

En 1853, en el Suplemento al Diccionario nacional de Domínguez se consigna la acepción de ‘golpe dado con una zambomba’.

  1. s. m. Golpe fuerte.

Sinónimo: catapultazo

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Santiago Vargas

2 comentarios

  1. Estimado Santiago, disculpe mi osadía si pretendo corregir un error gramatical a un profesor.
    En el sexto párrafo de su entrada escribe usted: «La forma de trabajo no es por orden alfabético _si no_ que sigue otro curso,…» dónde debiera decir «sino» pues es una conjunción adversativa y no un condicional seguido de adverbio.

    Un saludo cordial
    Fernando Abad

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