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Partricia Highsmith (Estados Unidos, 19 de enero de 1921- Suiza, 1995). /Detalle de la portada del libro ?? , de Anagrama.

Patricia Highsmith y el secreto del éxito y el suspense en el centenario de su nacimiento

Escritores, editores y críticos literarios analizan a la autora estadounidense creadora de un mundo perturbador sobre las pulsiones oscuras del individuo. Una novela negra donde destaca su personaje Ripley. Especial WMagazín con Carlos Zanón, Rosa Ribas, Carlos Boyero, Rosa Mora y Silvia Sesé

En el despertar de la atracción hacia el abismo y la seducción de las sombras descansa parte del éxito de Patricia Highsmith. Publicó su primera novela en 1950 para recordar la pulsión agazapada que puede alojar el ser humano sobre desear que muera alguien “estorboso” y no sentir culpa, quizás alivio, frente a su muerte. Inoculó la idea y la llamó Extraños en un tren.

Dos años más tarde, en 1952, desveló la máscara, la impostura y los sentimientos y los deseos sexuales verdaderos ocultos que autosecuestran a las personas en aras de los códigos sociales. Ella misma lo vivió y lo escribió bajo el seudónimo de Claire Morgan. La llamó El precio de la sal, conocida como Carol.

Tres años después, en 1955, dio un paso más, y definitivo, en las sombras de la condición humana al crear un personaje que combinaba los aspectos descritos y despertar en los lectores una cierta simpatía, comprensión o complicidad con él. La llamó El talento de Mr. Ripley.

Esos tres temas conforman el centro del universo literario creado por Patricia Highsmith de quien se conmemoran cien años de nacimiento el 19 de enero en Fort Worth, Texas (Estados Unidos). Falleció el 4 de febrero de 1995 en Locarno (Suiza). Es una escritora alrededor de la cual giran sin cesar adjetivos de perturbadora o inquietante con personajes de ambigüedad moral y ética que ponen frente al espejo temas como la falsificación, la usurpación y la mentira como estrategias éxitosas de vida. En suma, las aristas o las grietas, según se mire, de la identidad.

Cinco títulos y géneros literarios clave de Patricia Highsmith. /WMagazín

Hay dos aportaciones literarias clave en la obra de Highsmith: “Una de la que muchos somos muy deudores es la idea del suspense y la otra la de llevar al extremo la figura del impostor, la ambigüedad moral”. Así la ve Carlos Zanón, el autor de títulos como Yo fui Jhonny Thunders y Taxi. Para este poeta, narrador, guionista y crítico literario, “en la novela negra más clásica esa ambigüedad moral es de gente que ante un dilema ético o moral adopta una actitud violenta. Se muestran claramente como personajes ambiguos, personas amorales. Highsmith lo que hace es aportar un personaje como Tom Ripley que es una máscara. Ripley no es nadie y por eso puede ser cualquiera, en ese sentido es un impostor. Es alguien que se mete bajo la piel de otro y eso nos refleja un poco porque todos somos en cierta manera esa máscara».

De ahí deriva, agrega Zanón, que «muchas veces los asesinatos en las novelas de Highsmith son como incordios, como molestias, personajes que sobran y que en ese momento tienen la mala suerte de entrar en una habitación o estar por medio. No existe animosidad contra ellos, sino que estorban; no tienen ningún tipo de dignidad como ser humano, son algo que tienes que quitar ante tu objetivo y tú”.

Todo esto hace que de las novelas de Patricia Highsmith “no sales sólo perturbada y maltrecha, sino también sucia”, confiesa Rosa Ribas, autora de Un asunto demasiado familiar (Tusquets) y Trilogía de los años oscuros (Siruela). La escritora se maravilla de la manera como Highsmith “tiende la red y te convence para que la sigas al interior de mentes y situaciones turbias, retorcidas, a pesar de que ya en las primeras líneas de todas sus novelas se respira un aire enrarecido. Incluso cuando se desarrollan tan morosamente como El temblor de la falsificación, se trata de una lentitud nerviosa, vibrante”.

El talento embaucador de Highsmith es tal que, explica Ribas, “sabes que en algún momento, irremisiblemente, sucederán cosas que no te van a gustar y piensas que quizás deberías bajarte antes de que llegue ese momento, porque seguro que va a ser angustioso y, con todo, ahí sigues, sin poder apartar la mirada. O, como en el caso de las novelas Ripley, dándote cuenta demasiado tarde, de que te has puesto de parte de un asesino y que no recuerdas cuándo te pasó. Como lectora adolescente descubrí el placer de la ambigüedad, de la incomodidad ante aquello que no entiendes por completo, algo que me ha marcado como lectora para siempre. Como escritora aprendí de ella que el género es un marco, pero nunca debe ser un límite, y su lectura despierta en mí un deseo”.

Alain Delon, como Tom Ripley, en la película ‘A pleno sol’ (1960), basada en el libro de Patricia Highsmith ‘El talento de Mr. Ripley’, dirigida por René Clément. /WMagazín

Highsmith es una escritora más allá de etiquetas y géneros literarios, asegura Silvia Sesé, su editora en Anagrama: «Sigue siendo imprescindible para el género y para la literatura, sin etiquetas, por tantos motivos. Quizás sea una aportación interesante la posibilidad de obrar mal de seres que de alguna forma se consideran inocentes. Consigue un efecto muy turbador».

La editora leyó por primera vez a Highsmith en su juventud, y hace un par de veranos «devoró» el volumen de los Ripley, que ahora ha editado en dos «tomitos» en la colección Compendium. Sesé dice que «es impresionante la aparente facilidad con la que describe ligeras modulaciones del ánimo de Ripley, dándole espesor a unas decisiones, de las que como de un iceberg el lector aprecia su repentina aparición mientras debajo se mueven lentos y oscuros deseos, miedos, carencias, la vulgaridad del mal, también. Ser capaz de construir con frases tan limpias, con diálogos tan veloces todo ese magma de motivaciones, es simplemente genial».

La admiración por Highsmith empezó en Carlos Boyero, el crítico de cine del diario español El País, antes de que la editorial Anagrama contribuyera a su popularización en los años ochenta, al igual que lo han hecho sus adaptaciones al cine que han tenido suerte, según Boyero.

La descubrió hacia 1976 o 1977. Recuerda que fue su amigo Fernando Trueba quien le regaló un volumen de editorial Carroggio que contenía cuatro de sus novelas (Extraños en un tren, A pleno sol, El juego de los vivos y Bajo la oscura tierra). «Un día mis amigos Trueba y Óscar Ladoire, fascinados por su literatura, fueron a entrevistarla a su casa en las afueras de París, yo no puede ir no recuerdo por qué. Me contaron que tenía problemas para comunicarse porque era una tía que practicaba la soledad”.

Ese fue el hallazgo como lector, porque Boyero supo de ella primero en el cine cuando vio Extraños en un tren, de Alfred Hitchcok, con guión de Raymond Chandler. Entonces pensó quién era esa mujer que había concebido esa historia.

Su literatura ha tenido fortuna en el cine, señala Boyero que repasa algunas de sus adaptaciones: “Hay varias películas sobre Ripley que están bien: la película francesa A pleno sol, con Alain Delón como Ripley; la italiana de Liliana Cavani, El juego de Ripley, con John Malkovich; y El talento de Mr. Ripley, de Anthony Minghella, con Matt Damon. También está El amigo americano, de Win Winders, con Bruno Ganz y Dennis Hopper”.

Pero no todo es Ripley para Carlos Boyero, hay otras obras de Hisghsmith que le parecen muy buenas, como literatura y cine: “La película de Claude Chabrol titulada El grito de la lechuza. Y está Carol que me parece extraordinaria. A la Highsmith la han adaptado bastante bien, ha tenido suerte. Me parece una autora prodigiosa”.

Una de las novelas que más le gustan a Carlos Boyero es El temblor de la falsificación: “Es extraordinaria. Highsmith es una mujer inquietante, maravillosa, es la mejor, o una de las mejores escritoras que conozco. Es muy grande”.

Mara Rooney (izquierda) y Cate Blanchett en una escena de la película ‘Carol’, de Todd Hayne (2015), basada en la novela homónima de Patricia Highsmith. /WMagazín

Rosa Mora, periodista cultural experta en novela negra y responsable durante muchos años de libros en el diario El País, arroja luz sobre ese mundo: «Cuando entras en el territorio Highsmith ya no puedes salir. Te atrapa para siempre. ‘Brindo por todos los demonios, por las lujurias, pasiones, avaricias, envidias, amores, odios, extraños deseos, enemigo reales o irreales…’, escribió.  Antes, ya había leído La mente humana, de Karl Menninger, sobre conductas anormales. ‘Me di cuenta de que el hombre o la mujer de la casa de al lado podían tener una extraña psicosis sin que yo pudiera apreciarlo’, anotó en uno de sus diarios».

Otra clave de su obra, añade la crítica literaria, «es el sentido de culpa o su ausencia. Y el más amoral de sus personajes es Tom Ripley, el único de sus protagonistas que tuvo continuidad, cinco novelas. No es un delincuente profesional, tiene un talento especial para sobrevivir, es un esteta, es encantador. Simplemente quiere vivir como sus amigos ricos y si para ello tiene que asesinar, falsificar o estafar, pues es un mal menor o, como diríamos ahora, un efecto colateral. Y, lo peor, lo mejor, es que logra que nos guste este tipo». 

Tiene algo que todos los escritores desean, ser leída varias veces. Lo dijo Graham Greene, recuerda Rosa Ribas quien admite es lo que ella desearía para sus novelas, «que los lectores volvieran a ellas incluso cuando ya han satisfecho la primera curiosidad del qué pasará, del cómo va a terminar esto. Las novelas de Highsmith se releen y la relectura, ya sin el émbolo de la curiosidad, te desvela otras capas de ese universo único, tan inquietante y perturbador. Y, sí, también de la relectura sales manchada».

Es la fuerza de una literatura que recuerda en sus lectores la atracción del abismo. Graham Greene describiño su obra en el prólogo de Once, un libro de relatos de Highsmith: “Es una escritora que ha creado su propio mundo, un mundo claustrofóbico e irracional, en el cual entramos cada vez con un sentimiento de peligro personal, con lacabeza inclinada para mirar por encima del hombro, incluso con cierta renuencia, pues vamos a experimentar placeres crueles, hasta que, en algún punto, allá por el capítulo tercero, se cierra la frontera detrás de nosotros, y ya no podemos retirarnos”.

Patricia Highsmith en editorial Anagrama.

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@winstonmanrique

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