‘Pedro Páramo’, de Juan Rulfo, llevada al cine por Rodrigo Prieto, divide a la crítica internacional
La nueva adaptación del gran clásico de la literatura mexicana es señalada por algunos como poco arriesgada y otros ven la posibilidad de que quienes no han leído la novela se acerquen a ella. Esto dicen medios como The New York Times, El País, The Guardian, Milenio, Variety...
…Y vuelve el debate de si es mejor el libro o la película… Aunque sabemos que cada arte responde a unas necesidades concretas, intereses diferentes y, de ser comparado, debería hacerse con otras obras de su propio género. Pero en el caso de obras maestras de la literatura o libros muy conocidos parece irresistible entrar en el juego de las comparaciones. Es el turno de Pedro Páramo (1955), la clásica e influyente novela del mexicano Juan Rulfo, adaptada como película por Jorge Prieto; el 10 de diciembre será el turno de Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, pero como serie de 16 capítulos, ambas novelas producidas por Netflix.
Con la adaptación de este clásico de la literatura en español y obra que lleva en su alma, como mexicano, decidió debutar Jorge Prieto en la dirección de cine, con el aval de ser un prestigioso director de fotografía de películas donde ha mostrado su talento para diferentes registros como Amores perros, Babel, Brokeback Mountain, Los lobos de Wall Street, Argo, Barbie o Los asesinos de la Luna. Y es la fotografía una de las grandes cualidades de este Pedro Páramo. Las críticas a la película son muy variadas en la prensa internacional. Hay quienes aplauden la fidelidad al texto rulfiano y otros que hubieran preferido más riesgo o heterodoxia. El dilema de siempre: fidelidad al libro, versión libre o traición al texto original para extraer su esencia y adaptarla al lenguaje audiovisual y serle fiel de esa manera.
En mitad de estas dos opiniones hay un valor en la película: creo que traerá más lectores a la obra original. El tempo inicial de la adaptación es bueno, precisamente por su lentitud y no entrar en la dinámica del vértigo. Y por escenificar, en al segunda parte de las dos horas y media de metraje, el contexto político y social de la época, así como la cultura de creencias populares, que ayuda a entender mejor la situación.
¿Cómo crear en el cine un mundo en suspensión como el de Pedro Páramo? El resultado es irregular. La recreación visible de Comala, el territorio ficticio donde transcurre la historia, y su espíritu, tienen momentos convincentes donde el espectador entra de lleno. Pero, por momentos, hay tantos elementos que intentan sobresalir que se eclipsan unos a otros: imagen, voz narradora, atmósfera, música… La película es producción de Netflix, con guion del español Mateo Gil y en los papeles principales están Manuel García-Rulfo (Pedro Páramo), Tenoch Huerta (Juan Preciado), Ilse Salas y Mayra Batalla.
El mundo y el submundo de la novela de Juan Rulfo, con sus voces de aquí y del más allá, están en una dimensión donde todo es uno solo, donde se juntas las fronteras. Ese universo literario poblado de murmullos y trasiegos de la vida salidos del corazón, está habitado de silencio, resentimiento, orfandad sentimental y existencial, dolor ante la ausencia, despecho y desencuentro de distintos amores y no es fácil de trasladar al mundo audiovisual. Y menos el cómo se resquebrajan las ilusiones, los buenos propósitos y el alma de las personas hasta desmoronarlas.
Es una película que por su tempo y estructura quizás pertenece más a un tiempo pasado, y que valorarán mejor los mayores de 50 años. Pero eso es parte de su valor, no todo tiene que ir a 333 revoluciones por minuto.
Los siguientes son algunos extractos de la crítica internacional y que, a su vez, completan el rompecabezas de la puesta en escena:
Milenio (México), Alvaro Cueva:
“La película de Rodrigo Prieto sólo se puede apreciar si uno sabe que cuando vaya al cine, en lugar de sentarse a ver una historia, se va a sentar a recibir un bombardeo de murmullos. (…) ¡Es un machetazo que va directo al alma! Lo más increíble es que al final uno acaba liberado, como pasando a otra dimensión, como los personajes de este monumento fílmico que, por cierto, son muchísimos, todos interpretados con una maestría excepcional”.
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El País (España), Elsa Fernández-Santos:
“Prieto y Gil conforman un interesante tándem para una versión sorprendente en su escritura, mucho más atenta a la forma original de la obra que las dos anteriores adaptaciones. Con ese material, Prieto ilustra la compleja estructura de tiempo suspendido y voces mecidas por el viento de la novela, pero, por desgracia, ese cuidado se queda en la mera traducción, sin proponer un lugar propio, lo que acaba desbaratando la posibilidad de una lectura audiovisual de más calado. Solo siendo profundamente personal el director habría podido arrojar luz sobre una obra tan universal”.
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The Guardian (Inglaterra), Phil Hoad:
“La multiplicidad abruma gradualmente a esta versión. No pasamos suficiente tiempo con el capataz de Páramo, Fulgor (Hector Kotsifakis), la mendiga convertida en proxeneta Dorotea (Giovanna Zacarías) ni con ningún otro personaje como para comprender por completo lo que representan en este fresco de degradación espiritual. Y un Manuel García-Rulfo con poco poder parece inadecuado para el papel del agujero negro que está en el centro; captura la triste ausencia de Páramo, pero no su lado autocrático y desenfrenado. Curiosamente, dada la perspicacia visual de Prieto, la película también es un poco insulsa visualmente, salvo por un prólogo llamativo que comienza con la cámara hundiéndose en las entrañas de la tierra. Pero la historia tiene suficiente poder residual para ofrecer una noche oscura del alma mexicana”.
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The New York Times (Estados Unidos), Natalia Winkelman:
“Resulta curioso, entonces, que la nueva adaptación de Netflix, dirigida por el director de fotografía Rodrigo Prieto, sea una obra más bien ortodoxa. Si bien este texto rico y metafísico podría haber cobrado vida en una abstracción onírica, Prieto y su guionista, Mateo Gil, se conforman en cambio con un western de prestigio en tierra firme: serio, atractivo y poco inspirador. (…) Una imagen puede valer más que mil palabras, pero con más de dos horas de duración, esta adaptación visual de la única novela de Rulfo divaga sin mucho que decir”.
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Variety (Estados Unidos), Siddhant Adlankha:
“La saga de Pedro, al estilo de El Padrino, es ciertamente cautivadora, y cada actuación es poderosa y operística, pero la película pierde al menos algo de su sabor inicial cuanto más se detiene en el personaje principal, sin volver a su encuadre onírico. (…) Es difícil no perderse en Pedro Páramo, aunque la película finalmente se pierde en sí misma, adoptando una forma cinematográfica más clásica que no termina de encajar. Afortunadamente, su encanto surrealista, impulsado por una sensación de nostalgia trágica, es lo suficientemente poderoso como para resonar durante toda su duración”.
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IndieWire (Estados Unidos)
“El aclamado director de fotografía se sienta en la silla del director para la adaptación de la novela de Juan Rulfo de 1955, pero nunca está a la altura de sus propias ambiciones”.
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La Nación (Argentina), Paula Vázquez Prieto:
Esas preguntas existenciales que atraviesan la obra de Rulfo son las que quizás nunca pueden responder Prieto y su guionista Mateo Gil. La escrupulosa adaptación, fiel incluso a los parlamentos y evocadora de la compleja relación de tiempos, pierde algo de la magia y la grandeza de su coterráneo, trasladando a imágenes virtuosas lo que quizás fue negado a toda representación. (…)
Páramo es un “rencor viviente”, como lo llama el arriero; en realidad, un terrateniente oportunista, reinventado tras la muerte de su padre y la inminente revuelta de Pancho Villa, como el amo y señor de la estancia La Media Luna, dueño de tierras y mujeres, procreador impune y amante despechado. La feroz crueldad de Pedro asoma bajo el sol cálido de Comala, cuando había muerte y venganza, sangre y codicia, pero no los fantasmas que asedian al pobre Preciado. Es esa historia, la de la crueldad del patriarca, la de su misterio y su amor perdido, la de su olvido y sus cenizas, la que concentra el libro de Rulfo y asoma de ratos en una película que siempre anhela recuperarla. (…)
La impronta fantasmagórica, que Rulfo transmite como parte de un mundo recobrado por sus propios antepasados y recreado en la escritura como sueño, en Prieto adquiere belleza sombría en las imágenes, pero resulta limitada en su lectura del tiempo social y político, lejana al poder arrollador del genio mexicano.
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