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Peter Handke durante el ensayo de su investidura como Doctor Honoris Causa de la Universidad Alcalá de Henares. /Fotografías de Lisbeth Salas

Peter Handke durante el ensayo de su investidura como Doctor Honoris Causa de la Universidad Alcalá de Henares. /Fotografías de Lisbeth Salas

Peter Handke o el escritor que vive sin miedo entre la realidad y la ficción

WMagazín te invita a ser testigo, paso a paso, del ensayo y ceremonia de investidura del escritor austriaco como Doctor Honoris Causa por la Universidad de Alcalá de Henares (España)

Los pájaros están tan alborotados que su algarabía se cuela en la habitación donde Peter Handke espera a que empiece su homenaje. Sentado de espalda a la puerta, con la toga y la muceta celeste puestas, repasa en silencio su discurso escrito a mano y con lápiz en tres hojas blancas dobladas en cuatro partes. Cruza la pierna derecha y sobre ella apoya las hojas que lee, corrige, tacha, escribe aquí y allá. Solo se oyen las ráfagas de alegría de pájaros. “¿Wie Schönheit wird gesagt?“, rompe el silencio Handke con su pregunta. “Belleza”, responde Georg Pichler. Y Handke escribe al margen de una de las hojas la palabra olvidada. Y vuelve a su silencio este escritor admirado que ha dado tanto que hablar, que ha sido malinterpretado muchas veces y que la vida le ha dejado un rastro de dolor muy hondo.

Son las 11 y 51 de la mañana del miércoles 24 de mayo de 2017. En poco más de media hora, Handke (Austria, 1942) será investido Doctor Honoris Causa por la Universidad de Alcalá de Henares, de España, apadrinado por Pichler, profesor titular de la Facultad de Filosofía y Letras. A estas alturas ya tiene domesticados los nervios. Es la espera de un hombre recogido hacia sí mismo situado en el umbral de la realidad y la ficción, y que cree que esa realidad “solo se puede captar si haces como si lanzaras una soga al aire”.

Y su realidad de este miércoles es la de los nervios que se escapan en amagues de sonrisas fugaces, la del ensayo de la ceremonia, la de decidir si dice “lo juro” o “prometo”, la del repaso de esas cuatro hojas escritas a mano con lápiz, la de elegir, por asalto, su palabra favorita del castellano, la de leer, allá arriba, en el púlpito del Paraninfo, su discurso en español. En él rendirá homenaje al país que visitó cuando tenía 30 años, allá por 1972, y empezó a internarse en su “jungla” gramatical que le gusta y explora sin miedo.

 

Fachada de la Universidad de Alcalá de Henares (España). /Fotografía de Lisbeth Salas
Fachada de la Universidad de Alcalá de Henares (España). /Fotografía de Lisbeth Salas

Alcalá de Henares espera

Ni una nube sobre el cielo de Alcalá de Henares. Todo sol. Todo azul. La universidad lo espera. Quiere rendir homenaje al dramaturgo, poeta, narrador, ensayista y guionista de cine que lleva más de medio siglo en un proceso de búsqueda estética e intelectual que ha pasado por varias etapas: desde la de rebelde (Soy un habitante de la torre de marfil), pasando por la de «estrella del pop de la literatura alemana» y la del polemista, hasta la más meditativa y contemplativa. Siempre al margen de las corrientes del momento. Siempre con su propio cauce.

Georg Pichler, Izquierda, y Peter Handke caminan hacia el Paraninfo en la Universidad de Alcalá de Henares.
Georg Pichler, Izquierda, y Peter Handke caminan hacia el Paraninfo en la Universidad de Alcalá de Henares.

Un escritor en la Universidad

Handke llega en compañía del profesor Georg Pichler hacia las diez y cuarenta y nueve de la mañana. Lo hace pronto para ensayar el acto solemne de investidura. El aire está seco en Alcalá de Henares. El escritor lo nota en los ojos. Lleva gafas de sol, pero aun así siente molestias. Con el pelo casi blanco peinado hacia atrás, como toda su vida, Handke viste traje de verano negro, camisa blanca de cuello Mao con un pequeño bordado de flores de colores en la parte inferior y chaleco negro abierto. El escritor y el profesor atraviesan los dos patios de la universidad a paso juvenil. Los escoltan la algarabía de pájaros de este verano ansioso. Handke lleva tres libritos en la mano derecha. Su visita a España coincide con la publicación de dos obras suyas inéditas: Handke y España (Alianza) que reúne sus escritos sobre este país; y Contra el sueño profundo (Nórdica Libros),  sus ensayos sobre literatura, arte y política.

Handke y Pichler entran en el Paraninfo parfa el ensayo de la ceremonia.
Handke y Pichler entran en el Paraninfo para el ensayo de la ceremonia.

Llegada Paraninfo

En el Paraninfo casi no hay nadie. En un ahora empezará todo. Handke y Pichler avanzan hacia el centro. Es el momento que tiene de ensayar el autor de obras como Los avispones (Nórdica Libros), Desgracia impeorable (Alianza), La noche del Morava (Alianza) o la obra de teatro El pupilo quiere ser tutor. Handke deja sobre la mesa los tres libros ya antiguos que llevaba: Poesía de Fray Luis de León y Textos fundamentales de santa Teresa de Jesús, “estos dos son para donar a la biblioteca de la universidad”, y una edición de la Poesía de Antonio Machado con unas hojas dentro que, salvo esos momentos del ensayo, siempre llevará consigo. Handke se detiene, mira a su alrededor admirando la belleza del lugar.

Peter Handke, izquierda, Laura Ariza, jefa de protocolo, y el profesor Georg Pichler, padrino de la investidura del escritor austriaco.
Peter Handke, izquierda, Laura Ariza, jefa de protocolo, y el profesor Georg Pichler, padrino de la investidura del escritor austriaco.

Instrucciones para el ensayo

Laura Ariza, la jefa de protocolo de la Universidad de Alcalá de Henares, empieza a explicarles cómo será la ceremonia. Handke pide que le hable más despacio. Su español es bueno, sobre todo para leer, pero la velocidad del habla de los hispanohablantes puede dejar rezagada su mente. Ariza sonríe y le explica al ritmo pedido cada paso, sobre todo cuando se pondrá el birrete y recibirá El libro de la ciencia, El anillo, Los guantes blancos y el momento en que el rector le pedirá que jure o prometa el doctorado.

Peter Handke se prueba el birrete.

La prueba del birrete

Lo primero que el autor de Historia de un lápiz y El chino del dolor se prueba es el birrete celeste, ese es el color que corresponde a quienes son investidos Doctor Honoris Causa por la Facultad de Filosofía y Letras. El escritor distrae los nervios ante la gracia del birrete sobre su cabeza. Sonríe sin despegar los labios, casi como reflejo. Con mirada traviesa pasea su vista por el paraninfo. Se gira un poco y levanta la cabeza hacia el púlpito donde dará su discurso de aceptación.

Handke ocupa el sitio donde estará durante la ceremonia.
Peter Handke en los ensayos del Doctor Honoris Causa de la Universidad Alcalá de Henares. /Fotografía de Lisbeth Salas

El lugar que le corresponde

Handke ocupa en la mesa el lugar donde estará acompañado de su padrino. El profesor Pichler recordará en su Laudatio que Nieve es la primera palabra que piensa un personaje de Handke que está en Soria, España. Recordará que allí estuvo a finales de los años 80, la época en que enraizaron, aún más, sus diferentes afectos por este país. Pichler trazará de manera nítida y amena el arco de la vida creativa de este “outsider literario”. Mostrará su metamorfosis de joven precoz a “estrella pop de la literatura alemana” sin dejar su particular búsqueda literaria, hasta “entrar en la interpretación y contemplación de la naturaleza y el andar como forma de ver el mundo”. Una etapa que lo condujo al Handke épico que ha logrado un sitio en la literatura contemporánea.

Laura Ariza, Peter Handke y Georg Pichler.
Laura Ariza, Peter Handke y Georg Pichler.

¿Jura o promete?

Tras la prueba del birrete escucha con alivio que no tiene que llevarlo puesto todo el tiempo, si no quiere, pero sí en los momentos en que actúe. Luego hace el pequeño teatro de recibir El libro, El anillo y Los guantes blancos para un escritor que, según Pichler, considera que “la literatura forma parte de la vida”. Para quien “en medio de la escritura está la muerte y la vida”. Le explican que el rector le preguntará si jura o promete defender y respetar los derechos y privilegios de este doctorado. En un movimiento rápido de cabeza, Handke mira sorprendido a Pichler y a Laura Ariza para decir: “Pero no es una iglesia, ¿puedo decir prometo, no? “Claro”, responden ambos. “Diré prometo”, dice convencido el escritor, que libera un murmullo de risas a su alrededor.

Handke ensaya su subida al púlpito del Paraninfo.

Escalones y pasos

El siguiente paso es la subida al púlpito para dar el discurso. Cinco escalones, gira a la izquierda y da cinco pasos, sube ocho escalones, avanza tres pasos y se pone de frente al púlpito, al micrófono. “Hola, hola. Prometo”, dice Handke para la prueba de sonido. Son las palabras de un poeta cuyo lirismo, recordará en breve Pichler, se filtra en todas sus obras porque “su poética no es programada y rechaza los tópicos sociales”. “Un autor exigente con el lector”. Un autor que “percibe la escritura como algo que puede ayudar a cambiar el mundo, y que cree en el poder transformador del arte”.

El escritor austriaco hace la prueba de sonido.

Arriba y frente a todos

Bajo la luz blanca de la lámpara, Handke leerá en su español pausado su discurso dentro de una hora larga. A las doce y media sacará las cuatro hojas dobladas que lleva dentro de libro de Antonio Machado para decir en español su discurso que empezará: “Nunca he estudiado la gramática española. He comenzado dos o cuatro veces las normas españolas que tienen una apariencia fácil, más fácil que otros idiomas, pero después cual jungla maravillosa. A pesar de este problema busco un sendero a través del bosque en español, en busca de un pequeño claro del bosque. Yo no tengo miedo. Me recuerdo en el momento de un comentario de un reportero de un partido de fútbol en España hace unos 39 o 40 años. Tres palabras compañeras hasta hoy para mí, y sin razón, sin motivo: “Falta de Cruyff”, y risas discretas llenan el Paraninfo.

Peter Handke en el Patio de Filósofos de la Universidad de Alcalá de Henares.
Peter Handke en el Patio de Filósofos de la Universidad de Alcalá de Henares.

Su palabra favorita del español

Terminado el ensayo pasan a otro patio para que conteste una pregunta que se hace a todos los que son investidos Honoris Causa y reciben el Premio Cervantes: Cuál es su palabra favorita en castellano y por qué. La pregunta sorprende a Handke. Duda… “Es difícil”… “Tengo muchas palabras”, baja la cabeza y la sube mientras su mano izquierda trata de ocultar una media sonrisa antes de dar su respuesta: «Burro y Soledad… Burro porque amo el animal, la forma del animal y su voz, su sonido. Y Soledad es un nombre significativo para muchas mujeres, no solo en España».

Peter Handke repasa su discurso.

Últimos retoques al discurso

En el segundo patio arbolado donde los pájaros no dan sosiego al silencio está la habitación donde aguardan los invitados y se ponen el traje de la ceremonia. Mientras el padrino Georg Pichler se pone la toga y la muceta, Handke se sienta al fondo, cerca de una ventana de espalda a la puerta. Cruza su pierna derecha y del libro de Antonio Machado saca las hojas que tiene dobladas en cuatro partes. Las despliega sobre su pierna. Es su discurso escrito a mano. Con el lápiz repasa el texto y hace ajustes. Saca un pequeño diccionario de alemán-español.

Peter Handke firma el libro de visitantes ilustres.
Peter Handke firma el libro de visitantes ilustres.

Belleza, drama

Hacia las doce menos cinco, ya con el traje puesto y tras resolver una duda sobre la palabra Belleza, Handke escribe en el Libro de invitados ilustres: “En memoria de todos los juegos españoles de belleza dramática útil para el trabajo”.

Handke sale ya con el traje hacia el Paraninfo.

Camino al Doctor Honoris Causa

El futuro Doctor Honoris Causa dobló de nuevo su discurso y lo puso dentro del poemario de Antonio Machado. Un rato después de que la iglesia de Alcalá de Henares diera las doce campanadas el escritor salió de la habitación acompañado del su padrino y del rector Fernando Galván. Lo recibió la algarabía de los pájaros. Sonidos y paisaje que contrastan con el primer recuerdo que tiene de su primera visita a España y que compartirá en unos minutos: “Fue en 1972 en verano, en Valencia, y en la primera y única corrida de toros a la que asistí y que nunca he olvidado. Eran seis toros. No he olvidado el último toro muriendo inmóvil delante del matador. Mucho tiempo en mi memoria. Algunos minutos. Así, estando en pie, bajando la cabeza marcha súbitamente lejos, muy lejos del matador y a una gran distancia, en la arena muerto. Recuerdo también unas líneas del poema de Antonio Machado, La amargura de la distancia: ‘En los montes lejanos hay oro y sangre”.

Handke espera su entrada al Paraninfo donde será investido Doctor Honoris Causa.

Solitario en sus recuerdos

En el Patio de Filosofía, 1513, el escritor austriaco espera solitario a que empiece el ceremonial. El murmullo de la gente en el Paraninfo llega hasta él. La comitiva está lista para entrar. Handke está al final de todos. Concentrado, un poco nervioso, su discurso escrito en español no se lo ha pasado a nadie para que lo lea. Confía en que le perdonen las faltas de este “español tan lindo”. De un país que quiere y donde se recuerda un día de hace más de 40 años “en la estepa o sabana, bajo la sombra de un eucalipto mientras escribía un ensayo sobre el cansancio”. A las doce y nueve minutos la comitiva hace su entrada en el Paraninfo mientras suena el coro con el Veni Creator Spiritus.

Peter Handke promete su título de Doctor Honoris Causa de la Universidad de Alcalá de Henares 2017.

Recibe el Honoris Causa

La sesión se abre. Minutos después el profesor Pichler pronuncia el Laudatio. Recuerda la trayectoria vital y literaria de Handke y su aporte a la cultura y la literatura. Unos quince minutos después el rector dice: “Peter Handke, acercaos para prestar con la más plena conciencia el juramento o promesa que os voy a tomar en nombre de esta Universidad. ¿Juráis o prometéis solemnemente por vuestra conciencia y honor defender y respetar todos los derechos, privilegios y honores de esta Universidad, así como favorecerla y ayudarla cuantas veces se os lo demande?

-Prometo.

Y los aplausos hacen sonreír a Handke. Se gira para saludar a los invitados. Luego recibe los restantes atributos: El libro de la ciencia, El anillo, Los guantes blancos.

Handke lee su discurso ante los asistentes.

Recuerdos y gracias para España

A las doce y veintiocho Handke sube con su biblia-poemario de Antonio Machado en la mano por segunda vez al púlpito: cinco escalones, cinco pasos, ocho escalones y tres pasos más para empezar a decir su discurso. Recuerda su descubrimiento de España, las imágenes que no lo han abandonado, la primera y única mentira que dijo a un guardia que le preguntó qué hacía y contestó que era periodista, y, claro, los escritores españoles con quienes se siente en deuda, a quienes ha disfrutado y de quienes ha aprendido señalando sus bondades. Miguel de Cervantes y su prosa e imaginación, Antonio Machado y sus versos, Teresa de Ávila y santa Teresa de Jesús como grandes conocedoras del alma humana, casi como psicoanalistas; y María Zambrano cuyo Los claros del bosque tiene todas las palabras en su sitio “sensatas y todo el libro suena como una oración, en busca de una música”. Hace reír cuando lanza un «¡Bravo!» por el actual equipo de fútbol femenino de Soria. No se olvida de los partidos disfrutados en su estadio de Los pajaritos, de los campos de la Soria donde escribió tanto y tan esencial su Antonio Machado. Mención especial hace el flamante Doctor Honoris Causa al vino blanco de Galicia.  Luego su voz terminó con estos versos machadianos:

Desnuda está la tierra,
y el alma aúlla al horizonte pálido
como loba famélica. ¿Qué buscas,
poeta, en el ocaso?

¡Gracias!

Poemario de Antonio Machado, perteneciente de Peter Handke.

Palabras eternas

Aplausos a un escritor y Doctor Honoris Causa que, al final, solo se puso el birrete en el ensayo.  Aplausos para quien dice sobre algunos autores y libros españoles lo siguiente: «Palabras y palabras cuyo descifrar se ha transformado en mi interior en estructuras de paisajes ibéricos. Estructuras del alma para mí eternas, relativamente”.

Peter Handke termina la ceremonia con una sonrisa que esta mañana abandona pocas veces. Tiene cara de adolescente travieso, de no saber si vive entre la realidad y la ficción. Saluda a todos. Todos lo reclaman. Por fin un día sin que le pregunten por política. No es para menos para alguien de origen esloveno, que escribe en alemán, vive en Francia y desde la guerra de los Balcanes, a comienzo de los años noventa, ha expresado opiniones por las que ha sido satanizado en vista de que muchos tienden a ver el mundo en blanco y negro. Su lado siempre ha sido el de señalar las injusticias y crueldades por parte de unos y de otros. Eso le restó puntos a su brillo de escritor e intelectual de izquierdas y trataron hacer campaña para desprestigiarlo como autor. El eclipse ha pasado y los reconocimiento empezaron hace unos pocos años. Esta visita a España es una prueba. Después de quitarse el traje de la ceremonia, Peter Handke acepta posar para una sesión de fotos donde está más pendiente de los pájaros pequeños y grandes como las cigüeñas que sobrevuelan Alcalá de Henares.

Peter Handke después de ser investido Doctor Honoris Causa por la Universidad de Alcalá de Henares. / Fotografías de Lisbeth Salas

 

Winston Manrique Sabogal

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