Por qué están en peligro la democracia, los derechos y las libertades, según Arendt, Eco, Zizek, Chomsky y Snyder
El triunfo de la ultraderecha en Brasil confirma el resquebrajamiento de la democracia por el propio voto popular. Cinco libros analizan este presente de incertidumbre
¿Vive la democracia una implosión pacífica con el voto popular? Brasil ha dado el penúltimo campanazo de advertencia sobre la salud de la democracia con la elección del ultraderechista Jair Bolsonaro como presidente de Brasil, el 28 de octubre. Una muestra de cómo la gente se decanta por líderes, partidos e ideas que atentan y socavan los valores democráticos de derechos, libertades, igualdad, respeto, tolerancia, convivencia y amistad. Es la manera en que la democracia ensalza justo lo que en su origen combate. Una perversión, una paradoja y una contradicción. Antes de Brasil, Estados Unidos, Italia, Filipinas, Rusia, Turquía y hasta Suecia camina hacia allá.
Los libros lo han advertido. Escritores y pensadores del último medio siglo han dejado constancia sobre los graves peligros de jugar con los valores democráticos y traicionarlos. La democracia está siendo emboscada desde dentro por la ultraderecha con la venia de la población. Hannah Arentd ya advertía hace unas décadas de lo delicada que es la libertad y de los peligros que la acechan siempre. Un inédito en español de la filósofa llegará la próxima semana a las librerías. Junto a La libertad de ser libres (Taurus) este fin de año las mesas de novedades tienen obras importantes sobre estos asuntos a cargo de autores como Umberto Eco, Slavoz Zizek, Noam Chomsky y Timothy Snyder.
Libros que analizan por qué se llega a este momento a la vez que plantean soluciones. No todo está perdido y depende de la ciudadanía. Tras una primera entrega de WMagazín hace un mes de diez libros que reflexionan y advierten sobre este tema capital, hoy ahondamos en cinco de ellos dando la voz a sus autores con pasajes reveladores de sus escritos que levantan una cartografía sobre el presente.
Arendt: defender la libertad
Como preámbulo, las palabras de Hannah Arendt sobre las raíces de lo que vive hoy el mundo:
«Mucho me temo que el tema que voy a tratar hoy es casi bochornosamente tópico. Las revoluciones se han convertido en sucesos cotidianos desde la extinción del imperialismo, momento a partir del cual tantos pueblos se han levantado ‘para ocupar, entre las potencias del mundo, el puesto diferenciado e igual al que les dan derecho las leyes de la naturaleza y el dios de esa misma naturaleza’. Del mismo modo que el resultado más duradero de la expansión imperialista fue la exportación de la idea de Estado nación a todos los rincones de la tierra, el fin del imperialismo, bajo la presión del nacionalismo, ha dado lugar a la propagación de la idea de revolución a lo largo y ancho del planeta.
Todas esas revoluciones, al margen de cuán violentamente antioccidental sea su retórica, se encuentran bajo el signo de las revoluciones occidentales tradicionales. La situación actual ha venido precedida por la serie de revoluciones que tuvieron lugar en la propia Europa después de la Primera Guerra Mundial. Desde entonces, y de forma más notable a partir de la Segunda Guerra Mundial, nada parece más seguro que el hecho de que un cambio revolucionario de Gobierno, frente a un mero cambio de Administración, se verá frustrado en la forma de un conflicto armado entre los poderes existentes; es decir, en una especie de aniquilación total. Pero conviene señalar que, incluso antes de que los desarrollos tecnológicos hicieran de las guerras entre las grandes potencias una lucha literalmente a vida o muerte, y por lo tanto autodestructiva, desde un punto de vista político las guerras se habían convertido ya en una cuestión de vida…».
Eco: cómo reconocer el fascismo
- «La primera característica de un Ur-Fascismo es el culto de la tradición. El tradicionalismo es más viejo que el fascismo. No sólo fue típico del pensamiento contra reformista católico después de la Revolución Francesa, sino que nació en el final de la edad helenística como una reacción al racionalismo griego clásico.
- Como consecuencia, no puede existir avance del saber. La verdad ya fue anunciada definitivamente y solamente podemos seguir interpretando su obscuro mensaje. Es suficiente observar el ideario de cualquier movimiento fascista para encontrar los principales pensadores tradicionalistas.
- El tradicionalismo implica el rechazo a la modernidad. Tanto los fascistas como los nazistas adoraban la tecnología, mientras los tradicionalistas en general rechazan la tecnología como negación de los valores espirituales tradicionales. Con todo, aunque el nazismo sintiera orgullo de sus éxitos industriales, su elogio de la modernidad era tan sólo el aspecto superficial de una ideología basada en “la sangre” y “la tierra” (Blut und Boden). El rechazo del mundo moderno era camuflado como condenación del modo de vida capitalista, mas se refería principalmente al rechazo al espíritu de 1789 (o 1776, obviamente). El iluminismo, la edad de la Razón eran vistos como el inicio de la depravación moderna. En ese sentido, el Ur-Fascismo se puede definir como “irracionalismo”.
El irracionalismo depende también del culto de la acción por la acción. La acción es bella en sí misma, por lo tanto, debe realizarse antes de y sin cualquier reflexión. Pensar es una forma de castración. Por eso, la cultura es sospechosa en la medida en que es identificada con actitudes críticas. De la declaración atribuida a Goebbels (“Cuando oigo hablar en cultura, agarro en seguida la pistola”) al uso frecuente de expresiones como “Cerdos intelectuales”, “Cabezas huecas”, “Esnobs radicales”, “Las universidades son un nido de comunistas”, la sospecha en relación al mundo intelectual siempre fue un síntoma de Ur-Fascismo. Los intelectuales fascistas oficiales estaban empeñados principalmente en acusar la cultura moderna y la inteligencia liberal de abandono de los valores tradicionales.
- Ninguna forma de sincretismo puede aceptar críticas. El espíritu crítico opera distinciones y distinguir es una señal de modernidad. En la cultura moderna, la comunidad científica percibe el desacuerdo como instrumento de avance de los conocimientos. Para el Ur-Fascismo, el desacuerdo es traición.
- El desacuerdo es, además, una señal de diversidad. El Ur-Fascismo crece y busca el consenso disfrutando y exacerbando el natural miedo de la diferencia. O primer apelo de un movimiento fascista o que se está volviendo fascista es contra los intrusos. El Ur-Fascismo es, por lo tanto, racista por definición».
Levitsky y Ziblatt: cómo identificar a personas autoritarias
La igualdad y los derechos empezaron a florecer en la segunda mitad del siglo XX hasta que se toparon con otra realidad, como escriben Steven Levitsky y Daniel Ziblatt en Cómo mueren las democracias (Ariel):
«Todas las democracias albergan a demagogos en potencia y, de vez en cuando, alguno de ellos hace vibrar al público. Ahora bien, en algunas democracias, los líderes políticos prestan atención a las señales de advertencia y adoptan medidas para garantizar que las personas autoritarias permanezcan marginadas y alejadas de los centros de poder. Frente al auge de extremistas o demagogos, protagonizan un esfuerzo conjunto por aislarlos y derrotarlos. Y si bien la respuesta de las masas a los llamamientos de extremistas reviste importancia, más importante aún es que las élites políticas y, sobre todo, los partidos políticos actúen de filtro. Dicho sin rodeos, los partidos políticos son los guardianes de la democracia».
Dicha esta advertencia, Levitsky y Ziblatt ayudan a identificar a estas personas autoritarias, a cómo identificarlas y cómo mantenerlas a raya, pero antes recuerdan:
«Por desgracia, no existe ningún sistema de alerta anticipada infalible. Muchas personas autoritarias pueden ser identificadas fácilmente antes de llegar al poder. Su historial no deja lugar a dudas: Hitler había liderado un putsch fallido; Hugo Chávez había encabezado un alzamiento militar que concluyó en fracaso; los ‘camisas negras’ de Mussolini perpetraban violencia paramilitar; y, en la Argentina de mediados del siglo XX, Juan Perón ayudó a dar un golpe de Estado fructífero dos años y medio antes de postularse como presidente del país. Ahora bien, los políticos no siempre revelan la magnitud de su autoritarismo antes de ascender al poder. Algunos se adhieren a las normas democráticas en los albores de sus carreras y las abandonan posteriormente. Piénsese, por ejemplo, en el primer ministro húngaro Viktor Orbán».
La pregunta, entonces, es ¿cómo se identifica el autoritarismo en políticos que no tienen un historial antidemocrático evidente? En este punto los dos investigadores se remiten al politólogo Juan Linz, nacido en la Alemania de Weimar y criado en plena Guerra Civil española que como profesor en Yale investigó cómo mueren las democracias y en su libro La quiebra de las democracias (1978) «recalca la función de los políticos y demuestra que su actitud puede apuntalar la democracia o hacerla tambalear».
Zizek: crisis del capitalismo
Las causas de estas gritas de la democracia estarían en el sistema capitalista sobre el cual gira buena parte del mundo, apunta Slavoj Sisek en su El coraje de la desesperanza. Crónicas del año en que actuamos peligrosamente (Anagrama). En este ensayo traza una cartografía del momento actual y lo resume así:
«En los últimos años, los problemas de nuestro paraíso capitalista global han estallado en cuatro niveles, y el enemigo ha adquirido cuatro figuras: la renovada amenaza fundamentalista-terrorista (la declaración de guerra contra el ISIS, Boko Haram…); las tensiones geopolíticas con y entre los nuevos poderes no europeos (China y sobre todo Rusia); la aparición de nuevos movimientos emancipadores radicales en Europa (Grecia y España, por el momento); el flujo de refugiados que cruzan el Muro que separa a «Nosotros» de «Ellos», y que por tanto «amenaza nuestro modo de vida». Resulta fundamental ver la interconexión de estas amenazas, no porque sean las cuatro caras del mismo enemigo, sino porque expresan aspectos de la misma «contradicción» inmanente del capitalismo global».
Luego describe, analiza y teoriza sobre todo ello, sobre las reacciones de la gente de manera individual y de manera colectiva. Reacciones diferentes, pero se pregunta si acaso no es este el final del capitalismo. Y afirma:
«También deberíamos observar que la fórmula de Musk implica un gobierno fuerte, y no solo una red de cooperativas locales. De manera que la verdadera cuestión que se plantea hoy en día es la siguiente: ¿hemos de aceptar el capitalismo como un hecho de la naturaleza (humana), o el capitalismo global contiene antagonismos tan poderosos que impiden su reproducción indefinida? Encontramos cuatro antagonismos. Se refieren a: (1) el bien común de la cultura en el más amplio sentido de capital «inmaterial»: las formas de capital «comunicativo» inmediatamente socializadas –sobre todo el lenguaje–, nuestros medios de comunicación y educación, por no mencionar la esfera financiera, con las absurdas consecuencias de una circulación descontrolada del dinero virtual; (2) el bien común de la naturaleza exterior, amenazado por la contaminación humana: todos los peligros concretos –el calentamiento global, la muerte de los océanos, etc.– son aspectos de un descarrilamiento del sistema de reproducción de la vida sobre la tierra; (3) el bien común de la naturaleza interna (la herencia biogenética de la humanidad): con la nueva tecnología biogenética, la creación de un Hombre Nuevo en el sentido literal de transformar la naturaleza humana se convierte en una posibilidad realista; y, por último, aunque no menos importante, (4): el bien común de la propia humanidad, del espacio social y político compartidos: cuanto más global se vuelve el capitalismo, más aparecen nuevos muros y apartheids, que separan a los que están DENTRO de los que están FUERA. Esta división global viene acompañada del aumento de las tensiones entre los nuevos bloques geopolíticos (el ‘choque de civilizaciones’)».
Snyder: el progreso se rinde a la fatalidad
¿Acaso tendrá razón Timothy Snyder cuando escribe sobre la circularidad de la vida, del tiempo, de la Historia en El camino hacia la no Libertad (Galaxia Gutenberg)?:
Chomsky: los ciudadanos tienen la solución
Brasil con Jair Bolsonaro,
Estados Unidos con Donald Trump,
Italia con Matteo Salvini,
Turquía con Tayyip Erdogan,
Filipinas con Rodrigo Duterte,
Rusia con Vladimir Putin,
Y hasta Suecia con el ascenso de la ultraderecha, sin contar los avances en países como Austria y de la Europa del Este.
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Esclarecedor!
Excelente publicacion por su contenido y agudeza en los diferentes temas trtados; ademas de la importante bibliografia en referencia….saludos..