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Fotografías de Marisa Flórez y Raúl Cancio.

Raúl Cancio y Marisa Flórez, testigos y creadores de la memoria visual de España en medio siglo

'Españoles... Franco ha muerto' es un libro díptico que reúne parte del gran trabajo de fotoperiodismo de Cancio y Flórez en el tardofranquismo, la Transición y los primeros años de la democracia. Un relato sobre la historia de un país

Ellos han hecho creer a muchos españoles que varios de los momentos históricos o especiales de su país los han vivido. Ellos han sabido captar el sentir y pensar de ese país donde la ciudadanía se ha visto reflejada. Ellos han convertido a la gente en testigo de los pequeños sucesos que han tejido la historia y de otros que son el culmen de la vida española. Ellos, con el relato de sus fotografías, han inoculado de recuerdos no vividos pero sí vívidos buena parte del destino de España. Ellos son Raúl Cancio y Marisa Flórez.

Cinco décadas Cancio y cuatro décadas Flórez, en publicaciones como Pueblo o Información, pero especialmente en El País, han visto la evolución de su sociedad y compartido su mirada genuina a través de centenares de fotografías en este tiempo. Han construido un relato para establecer un diálogo entre la realidad y lo que queda de ella en imágenes. Una parte de esa biografía, la del final del franquismo, la Transición y primeros años de la democracia, se puede apreciar con nitidez en el libro díptico Españoles… Franco ha muerto, dos volúmenes editados por Libros.com. Dos volúmenes en los que han trabajado Julio Rey, dibujante y periodista y director de la colección Pantone de Libros.com, y Rodrigo Sánchez, director de arte de Unidad Editorial Revistas y El Mundo para crear, más que un libro, un relato que es memoria fotográfica de un periodo clave de la historia de España.

Es España a través de su mirada. Dos narradores de la fotografía y el fotoperiodismo con temas afines y otros no tanto, y que son pareja en la vida real.

Cancio desde los años sesenta del franquismo. Flórez desde la Transición. Protestas, fútbol, política, toros, cultura, personajes, personas, muchas personas… El mosaico de un país agónico que tras la muerte del dictador revivió con euforia y despertó con asombro ante el mundo. Fotografías que guardan y condensan una narración que despierta en la mirada de quien las ve la historia y la pregunta del antes y del después de ese instante. Y muchos de esos momentos parecen aislados en el silencio o la soledad a pesar del ruido que se presupone a su alrededor.

Si Raúl Cancio y Marisa Flórez han dado testimonio de lo vivido, pensado, interpretado y sentido de su país a través de las fotografías, cinco personas dan testimonio de lo que ellos representan para la sociedad, para la fotografía y el periodismo. Voces que crean un mosaico, el retrato Cancio-Flórez/Flórez-Cancio:

Felipe González, presidente del Gobierno, durante el funeral del teniente general Guillermo Quintana Lacaci, asesinado por ETA, en enero de 1984. /Fotografía de Raúl Cancio

La directora de El País, Sol Gallego-Díaz:

«Marisa y Raúl son dos prodigiosos periodistas. Los dos pasarán a la historia del periodismo, mejor dicho, están ya en la historia del periodismo español, por sus propias fotografías, por sus increíbles, hermosísimas y a veces tristísimas o terribles fotografías que dan un testimonio único de una etapa muy especial de la vida española: el final del franquismo, la transición democrática y la primera andadura de la democracia. Sin ellos, no se podría comprender lo que significaron aquellos años para los ciudadanos de este país. Porque sus fotos no son fotos para élites, ni fotos artísticas para colgar en paredes, sino golpes, noticias, perfiles, relatos que todos entendemos, que todos sentimos e identificamos, porque son exactamente lo que deben ser. La emoción del instante, la verdad de un instante que todos hemos vivido, recogido por un ojo que sabe mirar, que tiene una sensibilidad especial para el detalle y que, sobre todo, sabe contar. Son periodistas que cuentan historias». (del prólogo del libro)

Un agente de la Policía Armada mira a algunos de los estudiantes no admitidos en las facultades de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, que se encadenaron a los bancos de la Gran Vía, el 8 de cotubre de 1976. /Fotografía de Marisa Flórez

El colega de fotografía, José Manuel Navia:

«Hablar de Marisa Flórez y de Raúl Cancio es, de algún modo, hablar del advenimiento de las nuevas formas del periodismo gráfico a nuestro país (y no sólo a El País). Con ellos, y con nuestro querido César Lucas, con quien habían comenzado su andadura en el diario Pueblo, se abrieron las ventanas y los fotógrafos empezaron a ocupar un lugar autónomo y no subalterno en las redacciones, y el término redactor gráfico cobró pleno sentido: capacidad de informar fotográficamente con autonomía y rigor. Y además, en su caso, con ese plus de talento visual que sólo tienen los elegidos. Por ello, y por otros muchos motivos, todos los que, de un modo u otro, hemos hecho de la fotografía documental nuestra vida, nos encontramos con el terreno abonado y con una inmensa deuda de gratitud pendiente».

Pirri tras el partido de despedida del Real Madrid, en 1981. /Fotografía de Raúl Cancio

El lector, Luis Perdices de Blas:

“Marisa Flórez y Raúl Cancio nos han cautivado desde el primer momento con sus fotografías ya icónicas que, como se ha repetido en numerosas ocasiones, ilustran nuestro pasado más reciente. Imágenes de reyes, políticos, pintores, poetas, cantantes, bailarines, actores o anónimos manifestantes que se quedan grabadas en la mente y archivadas entre nuestros recuerdos. Incluso cuando retratan personajes más controvertidos, como los toreros de Flórez, o muy sobreestimados en algunas ocasiones, como los deportistas de Cancio, resulta difícil pasar la hoja del periódico. Todo lo contrario, nos dejan fascinados con sus instantáneas sin atender al texto que las acompaña. Ello dice mucho de la calidad y seducción de la copiosa y polifacética obra de ambos”.

El ‘Guernica’, de Picasso, vigilado por un guardia civil en el Casón del Buen Retiro, en Madrid, durante la presentación por la vuelta de la obra a España, 23 de octubre de 1981. /Fotografía de Marisa Flórez

La amiga del trabajo, Ángeles García:

«Hay diversas maneras de contar la historia y una de las más importantes son los testimonios gráficos, documentos irrefutables de un valor excepcional para el espectador o el investigador . Tanto Raúl Cancio como Marisa Flórez son dueños de un archivo impagable para quienes quieran estudiar la historia reciente de España. A golpe de click, ambos han sabido capturar como pocos las radicales transformaciones que a lo largo de las últimas décadas han sucedido en nuestro país. Tienen pruebas de lo ocurrido tanto en las calles como dentro de los recintos oficiales (Congreso, ayuntamientos, estadios, festivales, teatros…) y con primeros planos de los protagonistas realizados con una aproximación para la que hay que tener sentido de la oportunidad y mucho talento. Son dos fotógrafos cuya obra y nombres forman parte de la historia que ellos han retratado con insuperable maestría».

Y así hay alguien que conoce de cerca el trabajo de Raúl Cancio y Marisa Flórez, y conoce y estudia las costuras y pinceladas de ese trabajo porque ha estado con ellos al lado mucho tiempo en el periódico y ha aprendido es otro fotógrafo bajo su dirección:

José Ángel Iríbar, portero del Athletic , en 1967, publicada en el diario ‘Pueblo’./ Fotografía de Raúl Cancio

El compañero de fotografía, Gorka Lejarcegui:

«Las fotografías de Raúl Cancio enseñan que el fotoperiodismo consiste en ver algo más que lo obvio. ¿Quién no ha disfrutado contemplando sus fotos de fútbol… sin balón?
Porque Raúl fotografió el fútbol sin balón, demostrando que en un partido suceden muchas más cosas además del gol o las carreras por la banda. O que una foto desenfocada de Iríbar, suspendido en el aire, era una buena foto porque los ojos de todos los espectadores miraban hacia él. Pero su trabajo es sobre todo fotoperiodismo, entendido como el trabajo bien hecho de cada día, como sus fotos de las inundaciones de Bilbao en el año 1983 o la imagen del féretro de Tierno Galván, alcande de Madrid, recorriendo las calles de Madrid entre la multitud. Simplemente eso, trabajo bien hecho, buscando una buena foto, sin bajar la guardia. Como aquel invierno de 1989, cuando de camino a un partido de fútbol vio un accidente de tráfico, paró su coche y lo fotografió. Luego continuó su camino al fútbol. Más tarde supo que en ese accidente había fallecido el jugador de baloncesto Fernando Martín. Y Raúl tenía la foto, porque había hecho su trabajo, el de cada día, sin bajar la guardia».

«Marisa Flórez. La Pasionaria y Rafael Alberti descendiendo juntos las escaleras del Congreso de los diputados, el pecho descubierto de Susana Estrada ante Tierno Galván, la soledad del presidente Suárez en el banco azul del Congreso o Felipe González y Manuel Fraga compartiendo charla y puro. Todas ellas son fotografías emblemáticas de Marisa Flórez, una fotógrafa clave en el relato visual de la Transición y los primeros años de la democracia. Las fotografías de Marisa Flórez muestran el día a día de la vida política y cómo era la naturaleza de la relación de los políticos en una España en la que todo estaba cambiando. Pero la gran virtud del trabajo de Marisa es su capacidad para diluirse y desaparecer, haciendo que quienes ven sus fotos sientan que están viendo los hechos desde la primera fila, en el lugar donde suceden. Además, siempre respetuosas y hechas desde la distancia justa, sus fotos resaltan un aspecto del personaje que lo hace único. Sin aspavientos y con un ojo muy periodístico».

Marisa Flórez (de pie, al fondo) y Raúl Cancio (derecha), en una reunión durante al edición del libro ‘Españoles… Franco ha muerto’. /Cortesía de Libros.com

Secretos de Cancio y Flórez

Hasta aquí el retrato coral alrededor del mundo fotográfico de Cancio y Flórez. La directora, el colega, el lector, la amiga y el compañero de fotografía que iluminan con sus narraciones y testimonios un trabajo convertido en arte. Pero, ¿y de dónde procede la mirada que los hace únicos? Ahora son ellos los que cuentan la intrahistoria de cómo logran crear imágenes y convertirlas en un recuerdo universal, en iconos, en un relato que es diálogo a la vez:

Adolfo Suárez en el Congreso de los Diputados. /Fotografía de Marisa Flórez

Marisa Flórez dice que siempre le ha interesado la mirada. Buscar una forma de mirar, «ir un poco más allá de lo que se ve a simple vista. Transmitir al lector la realidad de lo que pasa, al tiempo que busco la vida interna de la imagen». Flórez intenta siempre dar al lector más elementos que le ayuden a comprender ese momento y por qué se produce, la imagen como una página o capítulo de una historia.

El origen, el punto de inflexión de esa mirada modelada con los años no tiene en Marisa Flórez un momento claro. «Quizá cuando empecé a trabajar los primeros años de la democracia porque fue cuando una cantidad de acontecimientos continuados se cruzaban en mi camino… Fue una manera de empezar dos veces, en la profesión y viendo cómo surgía un mundo nuevo en España. Eso conforma una manera de mirar la vida».

Todo influye, cuenta Flórez. Desde los álbumes familiares que veía de niña, las fotos de los periódicos, el cine, el cine que tanto le gusta, los libros de fotografías que no para de mirar con lentitud. «Hay una frase de Avedon que siempre digo: ‘El trabajo de todos los fotógrafos es veraz, pero el de ninguno es verdadero. Esta observación sobre la subjetividad con la que el sujeto se aproxima a un objeto pone de manifiesto que una manera de mirar es una manera de ser. Por eso retratos o imágenes de cada fotógrafo dicen tanto de sus protagonistas como de su autor». Y tras recordar las palabras del gran Avedon, Flórez exclama: «¡Eso es verdad! Porque tu forma de ser y tus vivencias determinan la imagen. Diez fotógrafos nos acercamos al mismo objetivo y el resultado es diferente. El cómo te acercas a es objeto y la manera de hacerlo es la propia vida. La vida condiciona tu trabajo».

Una obra en continua evolución, con marcas, pero en evolución: «Hay épocas diferentes, pero, sin duda, tu forma de ser, el carácter y la vida y lo que hay a tu alrededor condicionan el resultado. Una fotografía es la suma de muchos factores internos y externos».

Establecer el origen de la mirada en Raúl Cancio es muy complicado, según sus propias palabras. Pero sigue el rastro y al minuto encuentra uno de esos orígenes: su padre. Era actor de cine. Así es que Cancio creció «rodeado de cine, de actuaciones, de luces, contraluces y contraplanos. El hijo del artista me decían en el colegio», recuerda con orgullo y gracia el fotógrafo.

Pero no duda en asegurar que «la mirada es como el gusto y el estilo: se nace con ella. Hay gente que puede ir vestida con lo mejor de Armani y va como un patán. Otros van sencillos y con un detalle dan el toque de distinción y estilo».

«¡La mirada, la mirada… es muy complicado!… Yo puedo pasar por una calle cien veces y no veo, pero luego paso y sí veo. ¡No miro, veo! Eso te da garantía de ver las cosas».

Una de las fotos especiales y que suele citar es la que le hizo a la filósofa María Zambrano. «Estaba fumando y me decía ‘No me saque fotos que soy muy fea’. Esa mujer estaba entera, pero te queda ese recuerdo de ella fumando, la imagen de su boquilla y el cigarrillo entero terminado con la ceniza que no quiere caer. Con una cabeza magnífica y unas contestaciones maravillosas».

Cancio solo se ha hecho fotos con tres personas y con ellas autorretrata su personalidad, pasión y profesión: Alfredo Di Stéfano, Henri Cartier-Bresson y Paul Newman. Con Newman fue en 1965  cuando fue a Nueva York a la Feria Mundial y se lo encontró en Broadway en un batín porque estaba haciendo una obra de teatro.

Raúl Cancio y Marisa Flórez. Marisa Flórez y Raúl Cancio. Dos fotógrafos que han sido testigos del renacer de un país y lo han contado y creado fotos icónicas y otras menos grandilocuentes pero que son las que sostienen la Historia de España. Dos miradas que se detienen en lo singular e irrepetible, como la siguiente fotografía de Flórez captada un segundo antes del momento oficial que recoge el espíritu de España de renacer y búsqueda de armonía, «una situación que hoy en día es impensable»:

El Rey y su generación. El rey emérito Juan Carlos en el centro, a su izquierda, Jordi Pujol, y a su derecha, Adolfo Suárez. /Fotografía de Marisa Flórez.

 

 

Winston Manrique Sabogal

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