Salman Rushdie y Javier Cercas: «El mundo no va a cambiar después de la pandemia, ni seremos mejores personas»
Dos escritores de referencia de la literatura contemporánea protagonizan en la FIL de Guadalajara digital una charla magistral que va de la utilidad de los libros al manejo de la Historia y el presente en sus escritos. WMagazín publica el video completo y la transcripción de la conversación
La literatura es un demiurgo. No solo es fuente de vida, sino enriquecedora de vidas que obran el milagro de crear universos autónomos y ensanchar el mundo de cada lector para hacer que este viva otras vidas mientras disfruta y amplía su conocimiento y contribuye a que la rueda de la vida no deje de girar. Lo piensan y lo sienten Salman Rushdie y Javier Cercas, dos de los escritores de referencia y renovadores de la literatura contemporánea.
A más de seis mil kilómetros el uno del otro, Estados Unidos y España, los dos escritores lo expresaron en una conversación magistral por internet en la 34ª Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México). Fue en la sesión El poder de las historias organizada por el Grupo Planeta. Una hora larga e impagable que el 5 de diciembre sirvió como preámbulo de la clausura de la feria mexicana que cerró sus ventanas digitales este domingo 6 de diciembre, tras haberlas abierto el 28 de noviembre.
Rushdie y Cercas detuvieron sus tiempos para otear sus vidas desde la infancia hasta asomarse al futuro más próximo, incluso compartir sus sueños preteritos y sus quehaceres actuales porque:
…reflexionaron sobre la utilidad de la literatura: es un placer primero y cambia el mundo…
…desvelaron qué los llevó a hacerse escritores cuando eran adolescentes y por qué: migrar de sus casas a una edad parecida, 14 o 15 años…
…analizaron lo real y la ficción en la vida y en la literatura: tienen claro que toda ficción parte de la realidad…
…confesaron cuáles son los autores y libros que aman de verdad: aparecieron Thomas Mann, Borges, Dickens, Unamuno…
…explicaron el manejo de la Historia en sus obras, de cómo afecta el presente sus escritos: la literatura también formula grandes interrogantes de la Historia…
…reconocieron la valentía a la hora de escribir: aunque en la vida real admitieron que son «razonablemente cobardes» en la literatura esto no se puede permitir…
…aventuraron sobre si creen que la humanidad cambiará después de esta experiencia de la pandemia covid-19 que ha vivido el planeta este 2020 y que se prolongará hasta 2021:
«No creo que el mundo vaya a ser muy distinto de cómo era después de la pandemia», sentencia Cercas.
«En parte por el deseo de quienes tienen el poder de aferrarse al poder y el deseo de la gente corriente a volver a la vida cotidiana estas no son cosas que se unan a la revolución», explica Rushdie.
Lo dicen con voz queda. Quisieran otra cosa, pero su capacidad de observación, exploración de la condición humana a través de sus novelas, sensibilidades ante una mirada cósmica que les permite hacer conexiones entre el pasado y el presente arroja ese diagnóstico.
Salman Rushdie (Bombay, India, 1947), con voz pausada y serena durante toda la charla, empieza por contar que tuvo la covid-19 al comienzo de la emergencia sanitaria, en marzo. Pero «por fortuna fue una versión suave». El confinamiento y la situación le impidieron concentrarse para escribir los primeros meses.
Javier Cercas (Cáceres, España, 1962), más vehemente y como si estuviera ante sus alumnos, dice que ni él ni nadie de su entorno próximo se han infectado. A diferencia de Rushdie, él sí ha podido escribir y casi ha agradecido el no tener que viajar para concentrarse en sus proyectos literarios.
Los dos autores muestran poco a poco su complicidad ante la convergencia de ideas y concepciones sobre la lectura y el arte de escribir, pero, sobre todo, al descubrir que experiencias similares de desarraigo en sus adolescencias trazaron el destino que los convirtió en escritores.
Hablan como personas corrientes, lectores, escritores y ciudadanos expectantes ante sus escritos y la realidad actual, sobre la cual dudan que vayan a salir grandes obras literarias. Aunque parezca que la ficción ha colonizado el mundo real. La charla fue moderada por Patricia Kolesnikov, del diario argentino Clarín.
Es un viaje por una geografía íntima, sentimental, filosófica y creativa de los autores de obras de referencia como Hijos de la media noche (Premio Booker 1981 y Booker de Booker en los 25 años del premio en 1993), Los versos satánicos o Quijote, en el caso de Rushdie; y de Soldados de Salamina (novela que introdujo un gran cambio en la literatura española en 2001), Anatomía de un instante o El monarca de las sombras, en el caso de Cercas.
«La literatura sí permite a muchas personas, a los lectores, a los escritores, comunicándose unos a otros a aferrarse a los que es real, a lo que es el mundo», asegura Rushdie, y la siguiente conversación da muchas claves sobre esa verdad:
Vídeo de Rushdie y Cercas
Puedes ver la conversación digital de Salman Rushdie y Javier Cercas en este enlace de WMagazín.
Lee los mejores momentos de Rushdie y Cercas:
La utilidad de la literatura
Salman Rushdie. Harold Bloom, el crítico literario, dijo una vez, parafraseando ahora, que cuando el mundo empieza a desintegrarse a nuestro alrededor nos volcamos en la literatura. Es donde encontramos la imaginación y la realidad, y le damos forma a la vida y puede ser valioso. Siempre me resistí a la idea de que la literatura fuera útil, a esa idea utilitaria de la literatura. No estoy seguro de que, directamente, la literatura suponga algo útil de un modo particular. Pero creo que sí permite a muchas personas, a los lectores, a los escritores, comunicándose unos a otros, a aferrarse a lo que es real, a lo que es el mundo. Vivimos un momento, incluso sin el coronavirus, en el que existe una verdadera confusión en cuanto a lo que es real, y creo que es algo, para mí como lector y escritor, que la literatura es una forma de controlarlo y, de algún modo, para renovar el sentido que tenemos de lo que es real. (…)
Javier Cercas. Como Salman, también crecí con un gran escepticismo sobre la idea de que la literatura fuera útil. Cuando era joven y feliz e indocumentado, como diría García Márquez, creía que la literatura era un juego sofisticado, intelectual y placentero, pero nada más. Hoy estoy seguro de que la literatura es útil. A los escritores nos cuesta mucho decirlo. Pero habría que definir en qué consiste. Entender la realidad es útil, el placer en sí mismo es útil. O sea, la literatura es útil siempre y cuando no se proponga serlo. Si se propone serlo se convierte en propaganda y pedagogía, esta es la gran paradoja.
La literatura es un placer antes que nada, por supuesto, pero al mismo tiempo es una forma de conocimiento. Es como el sexo, el sexo antes que nada es un placer, pero también es una forma de conocimiento de los demás y de uno mismo. ¿Cómo no va a ser útil El Quijote? Es un libro que nos cambia el mundo, que lo ha cambiado, no tengo la mas mínima duda, lo cambió porque inventa y crea un género en el centro del cual está algo llamado ironía. Y Salman está totalmente de acuerdo conmigo, estoy seguro, de que puede haber una novela sin humor, pero no sin ironía, entendida en el sentido de Cervantes. (…)
Los fanáticos odian la alegría, el humor, y lo que más odian es la ironía. Por eso odian las novelas, porque muestran que la realidad es poliédrica, que la verdad puede ser contradictoria. Eso es una forma de conocimiento con la que Cervantes cambia nuestra visión del mundo. Eso no es solo útil sino que es extraordinariamente útil.
S. Rushdie. Me resulta difícil abrazar la vox que carece de humor. Hay grandes escritores cuyas obras carecen de humor, y los encuentro difíciles por esa razón. George Eliot, por ejemplo, una escritora gigantesca, pero con absoluta carencia de sentido del humor. Antes de que los seguidores de George Eliot la emprendan contra mí, no estoy negando su genio, digo como lector que carece de esa dimensión para mí.
Creo que tienes razón, hay algo radical en el humor; hay algo que no acepta el mundo como es, que no respeta a las personas, que exige respeto y pueden jugar con el mundo. Y, como lo has dicho, Javier, las personas autoritarias siempre lo detestan. El humor es algo que la autoridad no puede soportar. Solo estoy pensando en regresar a la palabra útil, porque, posiblemente, es la palabra útil la que no es útil.
J. Cercas. Hay que redefinir la palabra utilidad. La novela no sirve para detener la pandemia, por ejemplo; no sirve para cambiar el mundo como lo cambia la política. Esta es una misión ingenua y, además, perniciosa que tenían los escritores comprometidos de los años sesenta. Es un error. Eso no significa que la literatura no sea útil. Tampoco significa que no cambie el mundo, ¡claro que lo cambia! Ahora leí una cosa sobre que Borges que me pareció graciosa, cuando fue al Sahara y cogió un puñado de arena y dijo: «He modificado el Sahara».
Todos los lectores sabemos que hay libros que nos han cambiado, quien no sabe eso no es un buen lector.
Lo decía Kafka: «un gran libro es un hacha que rompe el mar de hielo que llevamos dentro». Eso hace la gran literatura. Eso aspiramos a hacer con los lectores que después de leer un libro nuestro vean las cosas de otra manera. Todos hemos experimentado eso con determinados libros, es fantástico, extraordinario. No cambia el mundo sino la percepción del mundo, de los lectores, los obliga a mirar el mundo de otra manera, uno por uno.
Los libros que cambian la vida
S. Rushdie. ¿Cuántos libros hay en la vida que podamos decir que genuinamente amamos? Puede que no sea un número muy grande, puede que sea un número diferente par cada persona, pero no son cientos de libros, es un número pequeño. Y esos libros forman parte de nuestra manera de ver el mundo. Nuestra visión del mundo está formada, en un mayor o menor grado, por los libros que amamos.
(…)
Uno de esos libros es Los Buddenbrook, de Thomas Mann, que leí primero a los 21 años y releí recientemente. Charles Dickens me enseñó muchísmo. Amo los libros y autores, en general, que tratan de coger grandes brazadas del mundo. Dickens es uno de los mejores escritores de este tipo y de muchas maneras es muy moderno.
J. Cercas. Estoy de acuerdo en que hay pocos autores que sigan siendo importantes para un lector a lo largo del tiempo. Un libro puede ser importante en un momento determinado, pero luego deja de serlo o al revés. Intenté leer a Proust con 17 o 18 años y lo dejé, y lo volví a leer con 35 y casi no podía dejar de leerlo. Borges para mí es fundamental. Me gusta subrayar que no siempre son grandes libros los que nos cambian la vida. A veces son libros modestos. En una charla en el Vaticano en público con el cardenal Ravasi hablamos de religión y literatura. Le conté que mi vocación nació de un doble desarraigo, físico y espiritual. Físico porque nací en un pueblo del sur de España y mi familia se trasladó al norte, me convertí en inmigrante, desprotegido y huérfano. Pienso en Pavese cuando dice que «La literatura es una defensa contra las ofensas de la vida».
Luego hubo un desarraigo más espiritual: vengo de una familia muy católica y con 14 años me enamoré y fue cuando nos fuimos del pueblo. Quedé separado de mi amor a más de mil kilómetros. Estaba desesperado. Un día decidí ir a la biblioteca de casa y leer el libro más serio que hubiera, con tan mala fortuna que resultó ser de Miguel de Unamuno, un filósofo, intelectual, todo… Era San Manuel Bueno mártir. Trata de un sacerdote que pierde la fe y, sin embargo, sigue predicando porque piensa que sin la fe están perdidos. Leí todos los libros de Unamuno y entré en un estado de confusión mental que todavía no he salido hoy. A partir de ese momento concebí la idea de ser escritor. Gracias a ese pequeño librito. Para mí la literatura fue un sustituto de la religión. Busqué en la literatura un sustituto a todas las seguridades y confort que te ofrecía la religión. Una especie de antídoto contra el desarraigo geográfico y espiritual. Eso fue un error porque la literatura, y la novela en particular, nunca te ofrecen la seguridad de la religión. Las verdades de la novela son ambiguas, poliédricas, tornasoladas. Ese libro cambió mi vida.
S. Rushdie. De muchas maneras siento una conexión profunda con lo que dices. El desarraigo de mi casa fue con una distancia mayor. Me recuerdo creciendo en Bombay donde tuve una infancia muy feliz y ame la ciudad que fue mi hogar. Y, sin embargo, cuando mi padre me preguntó si quería ir a la escuela en Inglaterra algo en mí dijo: «Sí quiero ir». Ahora encuentro difícil entender por qué fue eso. Después mis padres vendieron la casa y nunca los perdoné (risas), y aquí estoy, con 73 años contando esa historia. De pronto, ese lugar seguro en que nací y crecí, el lugar que conocía íntimamente ya no estaba ahí. Luego mi vida se convirtió en más de un lugar a la vez. Mi familia terminó en Pakistán y yo no quise ir y terminé quedándome en Inglaterra.
Una de las cosas que hizo que me hiciera escritor fue la necesidad de recuperar lo que se había perdido. Una de mis hermosas coincidencias es que mucho de Bombay está construida en una tierra que fue recuperada del mar. Originalmente había siete islas y los británicos recuperaron la tierra del medio para crear la península que ahora es el centro de Bombay. Así que la escritura misma es un acto de recuperación. Y pensé que tenía que hacer un acto de recuperación y que debo recuperarla para mí. Es una de las cosas que me impulsó a ser escritor.
Está la cuestión de la religión, también, porque si creces en India y Pakistán la religión está por todos lados, muchas religiones por doquier. De algún modo, crecí en un ambiente donde mis padres y sus amigos no eran muy religiosos ni practicantes. La religión en mi casa significaba que no comíamos cerdo. Recuerdo cuando en el internado en Inglaterra compré un sandwich de jamón por primera vez y me lo comí. El mundo no se acabó. No hubo un relámpago del cielo matándome. Eso me probó que Dios no existe.
La realidad y la ficción
S. Rushdie. Antes de ser novelista fui historiador, en la universidad fue mi materia, y ha permanecido en mí de manera importante de cómo abordar el mundo. Me refiero al método histórico que intenta mirar la enorme cantidad de eventos e información y trata de entender el significado del momento, eso es un entrenamiento si estás escribiendo. Creo también que las grandes preguntas que la historia se formula de muchas maneras son también los grandes interrogantes de la literatura. Como ¿cuál es la relación entre el individuo y la sociedad?, ¿cuál es la relación entre un macrocosmos y las grandes narrativas y los individuos dentro de ellos?, ¿hacemos nosotros la Historia o la Historia nos hace a nosotros? ¿Somos los maestros de nuestros tiempos o las víctimas? Estas son las preguntas que como historiador tenemos que responder en cada era. Siento que mis libros continúan, de alguna manera, interactuando con los sujetos de la Historia, sea contemporánea, el movimiento de independencia en India, la última década vivida en Estados Unidos o historia antigua. Encuentro que, de alguna manera, siempre está ahí en el entorno de mis pensamientos, y creo encontrar las formas que mis personajes pueden interactuar con esos temas más grandes. Trato de encontrar las intersecciones, si me lo permites, en dónde la vida privada y la púbica se interceptan, y tratas de encontrar las intersecciones en los libros.
J. Cercas. Quisiera partir de una constatación evidente: La ficción pura no existe, es un invento de quienes no saben lo que es la ficción. La ficción siempre parte de la realidad. Es una transfiguración de la realidad que convierte lo particular en universal. Hoy todavía no sabemos qué es realidad o ficción en la Iliada, en Shakespeare que está lleno de personajes reales. Lo que pasa es que el modo de conocimiento de la Historia son distintos. Aristóleles habla de la verdad histórica y la verdad poética que son distintas. La verdad histórica es una verdad concreta, específica, busca la historia de lo que ocurrió. En cambio, la verdad poética es una verdad abstracta, moral, universal. Lo que busca esta verdad literaria es qué nos pasa a todos los seres humanos en cualquier circunstancia y en cualquier lugar, por eso Aristóteles decía que la poesía era superior a la Historia.
Para mí escribir una novela consiste en formular una pregunta compleja de la manera más compleja posible y, además, no contestarla, no de manera clara, unívoca, taxativa, sino siempre ambigua, poliédrica, esencialmente irónica. La respuesta es la propia búsqueda de la pregunta, el propio libro, cada novela.
Lo colectivo es una dimensión de lo individual porque no se puede entender a los hombres sin entenderme yo. No me puedo entender a mí mismo sin entender a los demás. No me puedo entender como individuo sin entendernos como sociedad, son dos caras de la misma moneda.
Historia, presente y verdad
S. Rushdie. En mi novela Hijos de la medianoche, en la primera página un personaje dice «para entenderme a mí, debes tragarte al mundo». Es cierto, existe un contexto. Hay un momento en que la Historia se convierte en un tipo de poesía porque la Historia se reescribe todo el tiempo. Cada era reescribe el pasado de acuerdo con sus propias obsesiones. El pasado no está fijo. El pasado se está reinterpretando constantemente. Lo que también es un tipo de acto creativo.
Para mí la belleza de la literatura es que llega a la verdad por muchas puertas distintas para tratar de alcanzar la verdad. La Historia siempre tiene que llegar por la misma puerta.
Para mí el punto de entrada de un libro siempre es una decisión crucial, al igual que el punto de salida.
J. Cercas. La Historia tiene sus reglas específicas. En cambio la literatura, y la novela en particular, la única regla que tiene es que no tiene reglas. Esta fue para mí otra de las grandes revoluciones de Cervantes: aquí tienen ustedes, nos dijo, un género en el que pueden hacer lo que les dé la gana. Y esa es nuestra obligación.
La literatura no solo cambia la vida, es un placer, es un instrumento para vivir una vida más rica, más intensa y más compleja. Eso es la literatura para Don Quijote y Madame Bovary.
Fanáticos, poder y miedo
J. Cercas. Lo insinuaba Salman, al poder le pone muy nervioso la literatura. A ellos no les gusta la novela porque es un instrumento de rebelión.
Como persona me considero razonablemente cobarde, pero como escritor no puedo serlo. Un escritor cobarde se ha equivocado de oficio, como un torero. Un escritor cobarde es un escribano. Un escritor tiene que dejar el miedo en su casa, ir al fondo de lo desconocido para encontrar lo nuevo, como decía Baudelaire.
S. Rushdie. Estoy de acuerdo cien por cien. Si abordas la literatura desde una condición de miedo simplemente no lo hagas. (…)
La autocensura es la muerte de la literatura. (…)
Hay una frase de Saul Bellow que me gusta: la literatura tiene que ver mucho con las raíces de la humanidad, y de lo que se trata es de llegar a la raíz de las cosas. (…)
Este es un trabajo difícil. No solo estamos actuando para el entretenimiento de las masas, sino que estamos tratando de luchar con nosotros mismos. De luchar contra nuestra propia comprensión, al final ese es el límite de nuestro talento. El límite es lo que nosotros mismos somos capaces de comprender y en lo que somos capaces si somos afortunados de aumentar nuestra comprensión.
Siempre siento que cuando termino un libro sé algo que no sabía cuando empecé a escribirlo. Y eso no tiene que ser investigación, puede ser algo sobre el ser humano, qué estamos haciendo aquí. Espero que cuando termine un libro haya aprendido algo, haya descubierto algo que no sabía plenamente.
Con el tiempo mis libros son menos planeados con anticipación de lo que solían ser y son más un proceso de descubrimiento.
¿Cambiará el mundo?
J. Cercas. No creo que el mundo vaya a ser muy distinto de cómo era antes de la pandemia. Dudo mucho de que vayamos a ser mejores. Ni creo que vayan a salir grandes obras literarias de esto.
S. Rushdie. En la época de Shakespeare había una plaga y él escribió El rey Lear y Macbeth. Una de las pequeñas cosas que hemos aprendido es que no ser tan sociable está bien. No necesitamos correr todos todo el tiempo; y que la gente que es importante para nosotros son pocas en número… Aprendimos que no debemos ser tan extrovertidos, y eso está bien.
Hay dos cosas que evitan que haya un gran cambio social:
Una es que la gente corriente lo que quiere es la vuelta de la normalidad. No queremos una revolución, queremos nuestra vida de antes. No queremos una gran agitación o revolución después de esta que estamos viviendo, está el instinto del ser humano que dice que es suficiente.
Luego está el tema del poder. El poder no se deja ir tan fácil. Los que poseen el poder no dirán «okey, vamos a dejar las armas y a tener el universo verde»; ni los dictadores van a seguir la voluntad del pueblo. Desafortunadamnte así es como funciona el mundo. Así es que creo que, en parte, por el deseo de poder de aferrarse al poder y el deseo de la gente corriente a volver a la vida corriente estas no son cosas que se unan a la revolución.
- Puedes ver el vídeo del encuentro de Yuval Noah Harari y Michael Sandel en la FIL de Guadalajara en este enlace de WMagazín.
La FIL en WMagazín en directo
Lídia Jorge, Salman Rushdie, Yuval Noah Harari, Javier Cercas, Pilar Quintana, Alia Trabucco, Sergio Ramírez, Gonzalo Celorio, Leonardo Padura, Mariana Enriquez, Luis García Montero, Rosa Montero, Joël Dicker… Más de trescientos escritores de 38 países en conversaciones, encuentros, debates, conferencias y presentaciones de libros ha organizado la 34ª Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México) en su edición digital, del 28 de noviembre al 6 de diciembre. Una edición especial que se desarrollará solo de manera virtual y cuyas principales actividads podrás seguir en directo en WMagazín, y luego ver cuando quieras porque los vídeos quedarán alojados en nuestra revista.
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Gracias por compartir este encuentro maravilloso.