
El politólogo, sociólogo y escritor francés Sami Naïr. /Foto Pedro Madueño -Cortesía Galaxia Guteberg para WMgazín
Sami Naïr: “Vivimos una crisis de civilización y un nuevo paradigma”
El politólogo, sociólogo, pensador y escritor francés amplía en esta entrevista en la Feria del Libro de Santander (España), su libro 'Europa encadenada. El neoliberalismo contra la Unión'. Analiza las conexiones de estos grandes cambios con la era de internet y el desdén a la enseñanza de las humanidades
“Hay una crisis de civilización por los nuevos medios de comunicación que ponen en entredicho la verdad y donde el relativismo cultural se ha generalizado”. Además, “En Europa vamos hacia el abismo”. Es el diagnóstico de Sami Naïr en una entrevista con WMagazín, como invitado especial de la Feria del Libro de Santander (Felisa), del 27 de junio a 6 de julio de 2025, y autor de Europa encadenada. El neoliberalismo contra la Unión (Galaxia Gutenberg).
En su ensayo, Sami Naïr presenta un análisis sobre aciertos, errores, advierte del cambio de era y pide a los europeos asumir su defensa sin complejos para depender de sí mismos. Oportuno ahora que Donald Trump, presidente de Estados Unidos, parece dar la espalda a la UE. El escritor explica que es la hora de que Europa se una, de verdad, y asuma las riendas de su propio destino, de sus valores, principios, soberanía, seguridad e ideas de democracia, igualdad, justicia, libertad, bienestar, integración o armonía que la han convertido en una excepción en el mundo.
En un restaurante pequeño, Sami Naïr amplía el mundo descrito en su libro. Describe cómo la humanidad vive un punto de inflexión y un cambio de paradigma que parece conducir a una aporía. El siglo XXI ha encadenado varias crisis de diferentes ámbitos que han jubilado modelos económicos o políticos, mientras se adentra en territorios desconocidos ante la colonización acelerada de lo digital que todo lo toca y lo transforma. Sobre todo, lo relacionado con el ser humano en su fuero privado, emocional y social. Una era que privilegia lo económico frente a las humanidades, lo cuantitativo frente a lo cualitativo.
Transformaciones que han dejado en declive a países como Estados Unidos y en ascenso a otros como China y puesto en cuestión a la Unión Europea. Asuntos que afectan a la Historia más allá de los grandes temas y titulares porque impactan en la gente de manera silenciosa, directa y cotidiana. Cambios que han sucedido y suceden mientras acontecen dos hechos trascendentales:
- El mundo digital, es decir internet, su acceso masivo como una ventana al mundo al instante, los computadores, las redes sociales. Sobreofertas de todo, desde ocio hasta información, en una especie de bulimia que no da tiempo a digerir y puede convertirse en un boomerang.
- Descenso de la enseñanza de las humanidades en los colegios y el desdén de la gente por ellas, para exaltar lo utilitario, lo productivo, extractivo y economicista, como si las humanidades fueran incompatibles con todo ello. Una descapitalización de lo humano.
Dos coincidencias que se han fortalecido desde la pandemia covid19, en 2020. Tras desplegar una cartografía política, económica y geopolítica, le pregunto a Sami Naïr si detecta algunas conexiones entre estas incertidumbres y crisis globales y la coincidencia del avance de la influencia de internet y el desdén hacia las humanidades:

“Tienes toda la razón. Es una crisis de civilización. La crisis de civilización en el sentido de que los nuevos medios de comunicación y de dominación a escala planetaria en torno del fenómeno histórico que es internet y sus derivados, la inteligencia artificial es uno de ellos, han creado un nuevo paradigma a escala planetaria.
Un paradigma a partir de internet y de la comunicación. NO a partir de una concepción de lo humano. Solo a partir de una concepción de lo visto y de lo que llaman la comunidad de los participantes en internet.
Hay una comunidad mundial ahora, pero es una falsa comunidad mundial. Porque es una comunidad que pasa a través de las pantallas, a través de una relación estrictamente pasiva con una difusión de informaciones planetarias imposible de controlar y donde el relativismo cultural se ha generalizado. Cuando digo el relativismo cultural es el relativismo de los valores, de lo bueno y de lo peor. Y la creación de una era de pos verdad, de una era donde el concepto mismo de verdad tal y como lo conocemos está en duda.
De espalda a las humanidades
Hemos entrado en un paradigma nuevo donde lo que cuenta es la comunicación, no es la estructuración de la humanidad. Eso es muy importante. Y ahí está la economía. La economía es el soporte, esa economía de mercantilización generalizada es el soporte de ese proceso. Y de ahí viene una crisis del humanismo tradicional.
Y de ahí viene, también, una crisis que hemos llamado en Europa y en estos últimos años en Alemania y en Francia: “La crisis de la Ilustración”. La crisis de los valores humanos basados en los derechos del individuo, de la dignidad y, sobre todo, lo que es más importante: en una concepción del porvenir basada, precisamente, sobre el porvenir de la humanidad.
Es esa idea que ha desaparecido con este sistema de la comunicación inmediata, virtual y de la posverdad. Eso es un cambio radical. ¿Cómo saldremos de eso? Nadie lo puede prever. Probablemente habrá una explosión, una catálisis.
Hemos visto una implosión. Hemos visto las premisas de esto. Con la crisis de la covid19 vimos que durante semanas todo había desaparecido fuera. Todo se había parado y empezaron a aflorar los sueños de una humanidad diferente. La pregunta era: “Nunca volveremos a lo de antes”. Pura ilusión.
Estamos en una época de ruptura. Se habla de la ruptura de la inteligencia artificial, pero las dos rupturas más importantes son:
La de la globalización, que está tocada profundamente y no podrá seguir así. Es el retorno de las políticas de bloques a las políticas, digamos, nacional o de bloques regionales que va a acabar con esa globalización del libre mercado.
Y la segunda ruptura, para mí fundamental, es la ruptura geopolítica caracterizada por dos factores: el factor europeo y el factor chino.
Sobre el factor europeo sabemos que para los europeos no hay posibilidad de construir una potencia europea común. Incluso han decidido un 5% extra en defensa para la OTAN, eso está a favor de los Estados Unidos, no a favor de una Europa soberana independiente. De Gaulle tenía toda la razón cuando decía: “Yo quiero una Europa europea, no americana”. Ya estamos entregados completamente.
Los siglos de China
Respecto al tema chino, no es únicamente comercial. Es importante porque, por primera vez en su historia, desde la edad media, China quiere volverse una potencia militar mundial. Antes no. Los chinos no tenían esa ambición. Ahora la tienen y van a ser una potencia militar mundial porque han entendido que los americanos podían hacernos la guerra para impedirnos el desarrollo económico. Estamos en esta situación.
El tercer vértice del poder de China es el tecnológico.
Si el sistema económico se mantiene, si no hay un accidente que haga explotar el capitalismo internacional, China será la gran potencia de este siglo y del siglo próximo en todos los niveles.
Los chinos han acumulado estos últimos cuarenta años una cantidad de conocimientos tecnológicos enormes. Por ejemplo, los franceses, en los 2000, vendieron a los chinos centrales nucleares civiles. Los chinos decían: “Está bien, compramos”. Los franceses decían: “Vendemos las centrales, pero no vendemos el saber hacer”. Los chinos contestaban: “Solo queremos que cuando haya problemas vosotros lo arregláis”. Y de arreglar en arreglar, los chinos han tenido tiempo suficiente para estudiar todo. Ahora instalan empresas nucleares civiles mucho más modernas que las de Francia. China es un país que tiene una capacidad de producción incomparable a escala planetaria. Y seguirán.
Nadie puede prever qué reacción va a tener Europa, porque, desgraciadamente, Europa no existe. Pero nadie puede prever cómo van a reaccionar los estadounidenses. Nadie puede prever si el sistema mismo chino no va a estallar porque el capitalismo tiene contradicciones tremendas. Puede implosionar.
Sabemos que China, además, tiene el apoyo del llamado sur global; es decir, apoyo de África y de América Latina.
Estado de Bienestar en riesgo
El Estado del Bienestar, que es una excepción en el mundo, está en juego tal como lo conocemos. Desde fuera intentan menoscabarlo. Eso es la comisión de Brujas. Es la privatización de todo, está en los tratados. Las decisiones de la Comisión Europea, todas, sin excepción en términos económicos, son privatizar los ferrocarriles, los hospitales, las universidades, todo… No solo eso, cada seis meses, altos funcionarios de la UE tienen reuniones con los ministerios de Hacienda de los países para verificar si esos tratados se están cumpliendo. Pueden decir, por ejemplo: hay demasiados hospitales públicos, necesitáis únicamente dos y dejar el resto al sistema privado, y como no lo habéis hecho: ¡Multa!
No privatizar es vulnerar el principio de libre competencia en la Unión Europea. Lo neoliberal ha fabricado una máquina que está destruyendo el Estado Social Europeo desde el principio. Han decidido, oficialmente, no tener política social.
Cuando, en 1990, se planteó con el Banco Central introducir en los estatutos un debate sobre el objetivo del empleo indefinido y de rechazo a la precariedad como línea fundamental y de un concepto general de interés público a nivel europeo, dijeron que no, que lo social pertenece a los estados. Como si la economía, la macroeconomía no tuviera consecuencias a nivel nacional.
Dicen: nosotros preferimos un concepto de interés general, no de interés público. Porque el concepto de interés público es diferente: significa servicios públicos de calidad, significa financiación de las universidades, significa creación de empleo, etcétera. Servicio de interés general es el sistema que existe en Estados Unidos donde, si no tienes tu tarjeta, te dejan morir. Donde cada uno se defiende como pueda.
Hemos elegido un proceso, digamos, una vía de protoamericanización y privatización de la economía europea y lo estamos pagando…
Es inevitable que vayamos hacia el abismo, salvo algún cambio mayor, pero no parece.
La verdad es que en los países europeos hay un rechazo, cada vez más importante, a todo este sistema.
Los neopopulismos que se están desarrollando de derecha y de extrema derecha, no son un accidente. Se trata de partes enteras de la población que dicen NO. Te doy un ejemplo: en Francia, ahora, el primer partido, numéricamente, es el Partido de Marine Le Pen. Y, si haces un análisis, te das cuenta que la implantación del partido de Le Pen ha ocurrido en las capas populares que votaban al Partido Comunista.
En estos movimientos que han derivado hasta la extrema derecha, su contenido social sigue siendo el de siempre: capas sociales excluidas, marginadas o capas sociales que no se reconocen en las élites dirigentes. La ultraderecha está, ahora, donde antes estaban los simpatizantes del comunismo.
La ultra derecha no tiene en sus políticas lo privado, es lo liberal. Es contradictorio, paradójico, para esos votantes pensar que ese estado no los va a proteger a ellos, no les va a dar nada público. Es el triunfo de la ignorancia.
En la frustración de las capas populares la izquierda tiene una responsabilidad monumental. Mucha, toda. Estamos en una situación contraproducente en la cual la gente ha perdido todas las diferencias. Y a ellos se viene Marine Le Pen con un discurso de estado social. Ella dice: “Quiero un estado social”. Cuando ves lo que están haciendo en los municipios que gestionan no tocan las políticas sociales. Pero dicen: “Tenemos que reducir esas políticas porque los extranjeros se aprovechan de eso”. Ahí está la reducción. No tocan las políticas, pero excluyen a los extranjeros, crean estatutos de exclusión. El caso de las guarderías para los niños es mucho más perverso.
Sabemos que cuando lleguen al poder querrán desmantelar todo, pero no lo podrán hacer, será mucho más difícil, porque todo eso entra en un contexto donde el proyecto europeo, que había reemplazado el socialismo que había reemplazado el comunismo y que los socialistas utilizaron para renunciar a su identidad socialista o comunista, este proyecto ahora está en crisis. Nadie cree en este europeísmo.
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