Conocer la vida de las personas no heterosexuales, de fuera de la norma preestablecida de emociones y relaciones binarias, no solo es importante, sino necesario para conocer la diversidad del ser humano. Recordar que somos seres mestizos y plurales por fuera y por dentro, y que la mayoría de esas personas no lo han tenido nada fácil por vivir en un mundo heteronormativo e intolerante que las ha, incluso, perseguido y estigmatizado, además, de haber sido o ser cruel, muchas veces. Por eso recomendamos algunos de esos testimonios convertidos en libros que sirven para comprender y conocer mejor su naturaleza, que es como la de todos, unidos por la necesidad de amor, deseo y compañía.

La dignidad de toda persona está en su propia identidad y verdad interior, de su ser real:

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El amor del revés

Luisgé Martín (Anagrama)

“En 1977, a los quince años de edad, cuando tuve la certeza definitiva de que era homosexual, me juré a mí mismo, aterrado, que nadie lo sabría nunca. Como la de Scarlett O’Hara en Lo que el viento se llevó, fue una promesa solemne. En 2006, sin embargo, me casé con un hombre en una ceremonia civil ante ciento cincuenta invitados, entre los que estaban mis amigos de la infancia, mis compañeros de estudios, mis colegas de trabajo y toda mi familia. En esos veintinueve años que habían transcurrido entre una fecha y otra, yo había sufrido una metamorfosis inversa a la de Gregorio Samsa: había dejado de ser una cucaracha y me había ido convirtiendo poco a poco en un ser humano”.

Son las palabras de Luisgé Martín para contar su vida desde lo íntimo y privado, mientras trata de sobrevivir entre las normas impuestas por la sociedad para no sentirse marginado. De los sueños a la realidad, del deseo al amor, del sexo a los sentimientos, del infierno al cielo, de las primeras veces a las siguientes veces, camino de la búsqueda de felicidad.

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La mala costumbre

Alana S. Portero (Seix Barral)

Este libro es un canto a la vida desde el infierno. Es el testimonio de Alana S. Portero que relata cómo es la vida de una mujer en el cuerpo de un hombre. Lo físico, emocional, existencial, social y político se funden en estas páginas. Dice la editorial que “como en una versión bastarda del viaje del héroe, yonquis, divas pop y ángeles caídos la acompañan en un viaje vital en el que, al final, serán otras mujeres quienes le ayuden a superar la violencia que encuentra a cada paso”. Así empieza La mala costumbre:

“Vi caer como ángeles terminales a una generación entera de muchachos. Adolescentes con la piel gris a los que les faltaban dientes, que olían a amoniaco y a orina. Flanqueaban con sus escorzos la salida del metro de San Blas en la calle Amposta y las praderitas del parque El Paraíso como cristos de Mantegna. Cubiertos de agujas como san Sebastián. Sentados o tendidos de cualquier manera. Moviéndose apenas, lentos y sincopados como muñecos rotos”.

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Las malas

Camila Sosa Villada (Tusquets)

El miedo, el dolor, la incertidumbre y la esperanza narradas con sinceridad y hondura. Es lo que hace Camila Sosa Villana al compartir su vida dentro de una comunidad de travestis en Córdoba (Argentina). La travesía de un muchacho en busca de sí mismo mientras todo a su alrededor son contratiempos e inclemencias. “Convergen en su ADN las dos facetas trans que más repelen y aterran a la sociedad bienpensante: la furia travesti y la fiesta de ser travesti”, indica la editorial. El siguientes es un pasaje:

“La Tía Encarna nos decía que lo menos importante del mundo era el pene de los hombres. Que nosotras teníamos el nuestro propio entre las piernas y bien podíamos agarrarnos de él cuando atravesáramos momentos de carne débil. Que había que trabajar para nosotras, no para pagarle ningún caprichito al chongo. Y que cuando nos acostáramos con un garrón (así les decíamos a los que nos cogíamos por gusto y no por dinero), le hiciéramos pagar de alguna manera por nuestro cuerpo”.

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Paris-Austerlitz

Rafael Chirbes (Anagrama)

Entre la crudeza, la nostalgia, la esperanza y la ternura. Chirbes recrea a aquí sus años en París cuando un hombre mayor que él lo acogió en su casa y le dio la confianza que necesitaba sobre su propio ser. Le quitó el desamparo físico, sentimental y existencial. Son las tribulaciones por las que pasa una relación y aquí, con fuerza literaria desde los últimos momentos de aquel hombre enfermo de sida. Chirbes cuenta una historia de amor.

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Un apartamento en Urano. Crónicas del cruce

Paul B. Preciado. Prólogo de Virginie Despentes (Anagrama)

La inteligencia y la sensibilidad de Paul B. Preciado se aprecian en este libro de gran fluidez narrativa que destila verdad, la de una vida que nos interpela a todos en nuestra comprensión de la riqueza de la naturaleza humana. Paul B. Preciado sueña con un apartamento en Urano donde vivir fuera de las relaciones de poder y de las taxonomías sexuales, de género y raciales que la modernidad ha inventado, señala la editorial. “Mi condición trans”, dice el autor, “es una nueva forma de uranismo. No soy un hombre. No soy una mujer. No soy heterosexual. No soy homosexual. Soy un disidente del sistema sexo-género. Soy la multiplicidad del cosmos encerrada en un régimen epistemológico y político binario, gritando delante de ustedes. Soy un uranista en los confines del capitalismo tecnocientífico”.

El libro reúne “crónicas del cruce” que muestran su proceso de transformación de Beatriz en Paul B., donde las hormonas y el cambio de nombre legal son tan importantes como la escritura. Y Preciado aprovecha para exponer todo esto en un contexto de mutación política, cultural y sexual.

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Una homosexualidad propia. Una reivindicación de la identidad lésbica a través de sus referentes culturales

Inés Martin Rodrigo (Destino)

“Cada vez que oía ese marimacho, entonado con desprecio, como si en lugar de decirse se escupiera, me sentía rechazada, acosada, incomprendida, fuera de ese lugar llamado sociedad, tan inhóspito como inaprensible, que repele hasta expulsarlo todo lo que se escapa de lo considerado (¿por quién?, ¿basándose en qué?, ¿desde cuándo?, ¿por qué?) como normal, siempre normativo, excluyente”.

El anterior pasaje de Inés Martín Rodrigo refleja el espíritu del libro, de su testimonio y de lo que es como periodista y escritora: alguien atenta a las palabras, a su juego, a su vida, a su manipulación por parte de quien las pronuncia o escribe, porque ellas tienen vida y emociones como nosotros. Una homosexualidad propia, recreando el título Una habitación propia, de Virginia Woolf, sirve para contar un reencuentro de la autora consigo misma y compartir “el relato del descubrimiento de la orientación sexual propia, un camino a tientas, si no a oscuras, hasta que pudo darse la oportunidad de saber quién era. De la imposición de la normalidad, siempre normativa, consecuencia de una sociedad heteropatriarcal, a la búsqueda de referentes lésbicos en un mundo, cultural y social, carente de ellos”.

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Yo soy mi propia mujer. Una vida

Charlotte von Mahlsdorf (Tusquets)

La vida de Charlotte von Mahlsdorf (1928-2002) fue una carrera de obstáculos y trampas, de alguien que sobrevivió a las crueldades de su familia, de su padre, sus amigos, el régimen nazi, la dictadura comunista de la RDA y los propios recuerdos. Nació como hombre, pero su interior era femenino, eso la condenó a las injusticias de su propio padre, a quien mató en defensa propia. Convertida en su país en una célebre activista en favor de los derechos de gais y lesbianas, en los años noventa se enfrentó con valentía a los ataques y amenazas de skinheads y neonazis. Esta autobiografía es la de una persona obstinada y luchadora. Su vida ha sido llevada al teatro en varias ocasiones.

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