Rainer Maria Rilke.

Rilke visitado por Zagajewski, Premio Princesa de Asturias

Adam Zagajewski, que recibe hoy el Premio Princesa de Asturias de las Letras, escribió un excelente ensayo sobre el gran poeta checo en lengua alemana. Una lectura que deja frases y pasajes inolvidables recogidas en este artículo por el escritor colombiano

A la hora de hacer la lista de los grandes poetas vivos en todas las lenguas, uno de los nombres obligatorios es Adam Zagajewski, polaco nacido en Lvov (hoy Ucrania) en 1945. Además de varios libros de poemas, de él, en castellano, hay una excepcional autobiografía, En la belleza ajena (Pre-Textos), simplemente una obra maestra. Además de gran poeta es, también, un excepcional ensayista; varios de sus textos en prosa han sido publicados en Acantilado. El último en aparecer es Releer a Rilke, un hermoso ensayo sobre el autor de las Elegías de Duino: un gran poeta escribe sobre otro gran poeta, y lo lee como un autor que estuvo más allá de su propio tiempo –“apenas tiene nada que ver con las circunstancias externas de su época”– y que permanece en nuestros días. Zagajewski deja un hermoso testimonio de su primera experiencia con Rilke: “Cuando siendo todavía un estudiante de instituto (…) compré (…) Elegías de Duino, (…) leí por vez primera las mágicas frases de la primera elegía. La calle desapareció de repente, se evaporaron los regímenes políticos, el día se volvió intemporal, me topé con la eternidad y la poesía despertó”. A propósito de Rilke, el polaco va dejando sabias lecciones para quien escriba poesía, como cuando dice: “Hay al menos dos grandes traiciones que le acechan a todo poeta, una de las cuales consiste en olvidar el dolor de la historia moderna en nombre de una vida espiritual a la que no han afectado los acontecimientos, y otra relacionada con el prestar atención al dolor de la historia moderna pero olvidando la delicada e innombrable sustancia de nuestra interioridad”. Hermoso libro.

Frases de ‘Releer a Rilke’:

“Rilke fue la voz secreta de su época”.

-Musil “vio una unidad en la obra del poeta y afirmó con agudeza que el joven Rilke simplemente había imitado al viejo”.

-“Por ella [Lou Andreas-Salomé] cambió su nombre –de René pasó a Rainer– y de caligrafía. Esto es fácil de decir, pero implica sencillamente un cambio de identidad”.

-“… es más probable que en la actualidad sea más leído en Estados Unidos que en Alemania”.

-“No hagas caso de ningún mandamiento contemporáneo que parezca encarnar el espíritu del propio Zeitgeist (espíritu de la época) y escucha únicamente a los grandes poetas; en ocasiones un Catulo puede liberarte de la dictadura literaria de alguien que vive a tan sólo cinco manzanas de tu casa”.

-“Leí asimismo con gran placer y provecho el libro de Rilke sobre Rodin. Todo artista joven debería leerlo: ese bello elogio de la disciplina ejerce un estimulante efecto en las mentes jóvenes que pueden tender a sobrevalorar lo irracional, un ingrediente artístico puramente inspirador”.

-“El lenguaje poético debe seguir a la mirada y no al revés”.

-“Rilke es un antimoderno, y uno de los principales impulsos en su obra consiste en la búsqueda de los antídotos contra la modernidad”.

-“La cuestión esencial reside en si el misterio que yace en el corazón de la poesía (y del arte en general) se puede mantener a salvo de los asaltos de un omnipresente periodismo charlatán y desalmado y de una igualmente omnipresente ciencia popular –o pseudociencia–. Todo ello está estrechamente relacionado con la evaluación de las ventajas e inconvenientes de la cultura de masas, de las influencias de los medios de comunicación, y con la difícil búsqueda de una genuina expresión dentro del marco comercial que ha reemplazado a las viejas y menos vulgares tradiciones e instituciones en nuestras sociedades”.

-“El poderoso ángel de Rilke apostado a las puertas de las Elegías, intemporal, está allí para preservar algo que en la época moderna –tan pródiga en otros campos– nos ha arrebatado o tan sólo ocultado: los momentos de éxtasis, por ejemplo, instantes de asombro, horas de mística ignorancia, días de solaz, la encantadora quietud de leer y meditar”.

Puedes leer el comienzo de Releer a Rilke AQUÍ.

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