Walt Whitman y su novela perdida como eslabón de su niñez y su grandeza poética

‘Vida y aventuras de Jack Engle’ la traduce al español Ediciones del Viento. La obra ayuda a entender esa cumbre de la poesía que es ‘Hojas de hierba’

“Nos disponemos, lector, a contar con franqueza una historia verdadera. El relato original está en primera persona porque lo redactó el principal protagonista de la misma, para entretener a un amigo querido. Aunque lo hayamos modificado, quitando una cosa sin importancia de aquí y añadiendo otra allá, en esencia no nos hemos apartado de él. Los sucesos principales ocurrieron en esta hermosa ciudad de Nueva York…”.

Hay personas de quienes lo que primero llega es su sombra futura.

Walt Whitman lo supo. Cuando aún era solo un narrador dirigió en un periódico aquellas palabras al lector de manera anónima el domingo 14 de marzo de 1852. Es el comienzo de su novela perdida hace 165 años: Vida y aventuras de Jack Engle. Un folletín por entregas, del 14 de marzo al 18 de abril, publicado en el diario neoyorquino Sunday Dispatch que el primer día lo presentó así:

Página del periódico donde apareció la novela de Walt Whitman.

Vida y aventuras de Jack Engle tiene 36.000 palabras que son un eslabón clave en la obra de Whitman. El poeta estadounidense transmutó allí vivencias de su infancia y esparció las primeras semillas de ese poemario inolvidable que es Hojas de hierba, que publicaría tres años después, en 1855. Un parteaguas de la literatura universal en el que Whitman trabajaría el resto de su vida, hasta su fallecimiento el 26 de marzo de 1892, a la edad de 72 años. Era el padre de la poesía moderna, el libertador del verso, uno de los dioses tutelares de los escritores nacidos a partir de entonces.

Esta novela perdida e inédita de Whitman (1819–1892) es un destello sobre territorio desconocido. El origen está en el primer trabajo de su vida cuando el escritor tiene 11 años. Es 1830, vive con su familia en Brooklyn, debe dejar de estudiar y ponerse a trabajar. Se emplea como muchacho de los recados en el despacho de abogados Clarke, padre e hijos. Un momento crucial en su vida por que con su paga afianza su educación autodidacta, pues solo había tenido seis años de escuela. A los 12 años deja a los abogados y pasa a desempeñar las mismas funciones con un médico y después empieza a trabajar en el periódico Long Island Patriot que le despertaría su deseo de escribir. Con 14 años queda solo en Nueva York debido a que su familia regresa a West Hills.

En ese despertar al mundo mientras se iba su infancia y llegaba la adolescencia estaría la semilla de la novela que 22 años después, en 1852, Whitman escribiría, de manera anónima, en el Sunday Dispatch. Un periodo de apuros económicos mientras revolotean en su cabeza versos y poemas que buscan liberarse de los cánones vigentes hasta la época.

Vida y aventuras de Jack Engle narra las peripecias de un joven huérfano por las calles de Nueva York que ve cómo un malvado abogado, llamado Covert, se enfrenta a un obrero. Aventura urbana, descubrimiento de Nueva York, intriga, crimen, fechorías, disputas, injusticia y amor se mezclan en esta novela dickensiana descubierta en febrero pasado por Zachary Turpin, y cuyo material se puede consultar en la web de la Universidad de Iowa. Su edición en español llega esta semana a las librerías bajo el sello de Ediciones del Viento, con traducción de Miguel Temprano García y prólogo de Manuel Vilas, con esta portada:

Puedes consultar la novela en la editorial AQUÍ.

A comienzos de la década de los años cincuenta del siglo XIX, Whitman pasaba apuros. Había sido chico de los recados, profesor itinerante, impresor, librero, obrero de la construcción, oficios que alternaba con su eterno periodismo mientras en sus sueños era narrador y poeta. En ese orden. Diez años antes de su recién aparecida Vida y aventuras de Jack Engle, Whitman publicó su primera novela: Franklin Evans, el borracho. Fue el resultado de un encargo que resolvió en tres días. Vendió lo que nunca vendería de su obra maestra: 20.000 ejemplares. Entre 1841 y 1848 publicó más de 20 relatos en diferentes revistas y periódicos.

Entrados los años cincuenta, Whitman abrió una tienda de comestibles en la que terminó vendiendo libros. Entre trabajos y apuros económicos empezó en silencio su búsqueda del individuo a través de sus primeros poemas de Hojas de hierba. Y entre medias un folletín cuya primera entrega fue el domingo 14 de marzo de 1852 y la última seis domingos después, el 18 de abril. Su nombre no apareció. El motivo se desconoce. Después de aquella nota introductoria y juego literario, Whitman entró a su pasado adolescente con estas palabras:

“A las doce y media en punto, cuando el sol de mediodía relucía de lleno en las aceras de Wall Street, un joven con el piadoso nombre de Nathaniel, se puso en la cabeza afeitada un sombrero de paja por el que había pagado, esa misma mañana, la suma de veinticinco centavos, y anunció su intención de ir a almorzar.

COVERT
Abogado

contemplaba la sala (era un bufete del sur de la ciudad) desde la puerta abierta de par en par y sujeta para que entrara fresco, y, en ese momento, el verdadero Covert alzó la mirada de su mesa cubierta con un mantel, en un apartamento interior, cuya alfombra, estanterías, olor mohoso, sillón con almohadones de piel, y los cristales de una de las tres ventanas abiertos, aunque solo en parte, anunciaban que era el sancta sanctorum de su amo y señor…”.

Walt Whitman en 1854.

La novela abre la puerta a muchas cosas, afirma Eduardo Riestra, editor de Ediciones del Viento: “Es sencilla y está escrita para un público general. Hace una descripción interesantísima del Nueva York de mediados del siglo XIX”. Aún faltan nueve años para que empiece la Guerra de Secesión, o Guerra Civil, pero Whitman ya ha sido despedido de un periódico por haberse expresado en contra de la esclavitud. Además, aclara Miguel Temprano García, traductor de la novela, “Whitman toca muchos temas en muy pocas páginas, entre ellos la situación política de un candidato cuando da una fiesta y algunos aspectos existenciales”.

Los misterios de la creciente vida urbana y social corren por estas páginas. El aire dickensiano las alienta. Tiene 32 años y nueve meses largos. “El aire de tono moral y cierta ingenuidad parece inevitable, hasta que”, explica Riestra, “hacia el final, aparece el Whitman de Hojas de hierba”. Asoma así en el capítulo XIX:

“No obstante, los pocos cementerios que hay en algunos de los barrios más ajetreados de nuestra ciudad, también imparten una lección valiosa. Con ocasión del sobrio funeral del anciano, después de que se marchara la gente, me quedé solo y pasé el resto de esa mañana agradable, uno de los mejores días del otoño norteamericano, vagando por el cementerio de Trinity. Me sentía serio pero no muy triste y me dediqué a ir de un sitio a otro y a copiar algunas inscripciones. La hierba larga y lacia me rozaba la cara. Sobre mí se alzaba el verdor, con toques marrones, de los árboles que se nutrían de la decadencia de los cuerpos humanos.

La lápida más cercana tenía esta inscripción:

james m. baldwin
Edad 22 años,
Herido en el lago Champlain

Por la fecha de la herida y de su muerte, ambas inscritas en la lápida, supe que la última ocurrió un año después de la primera. Aquí yacía, pues, uno de los hijos fieles de la república… fiel a la muerte. ¿Le costaría — pensé meditativo — mucho morir? ¿Tenía un alegre futuro por delante? Veintidós: era mi edad, ¡me estremecí al pensarlo!

Sentía que la vida, tal como era y es en realidad, me ofrecía disfrutes y placeres a cada paso. Me alegré de tener amigos, Ephraim, Violet, Tom, Martha e Inez, ¡todos ellos! Me gustaba vivir en la gloriosa Nueva York, donde, si hay alguien inactivo que no sabe en qué entretenerse debe ser por culpa suya.

La vida es dulce para el joven. Su interior rebosa de anhelos ambiciosos y de capacidad de disfrute. La salud y un espíritu sin trabas son su báculo y su manto. Aprende a amar de forma irreflexiva ¡es el glorioso privilegio de la juventud! Construye hermosas imágenes con las minúsculas fracciones de su experiencia y espera ponerlas en práctica en los años venideros. ¡Tal es su confianza en el futuro! (…)

El alma humana es como la paloma que voló del arca, vagó lejos y se posó por fin en el mismo lugar del que partiera. ¿Con qué propósito ha dado la naturaleza a los hombres el instinto de morir donde nacieron? ¿Hay ahí una sutil simpatía entre los miles de esencias físicas y mentales que configuran a un ser humano y las fuentes de las que emanan?”.

Es la sombra futura de Whitman que va por delante para mostrar lo que habrá de ser:

Primeras páginas de la edición original de ‘Hojas de hierba’.

Es él, es el Walt Whitman eterno. “¿Cómo no adorar a un hombre que se adoraba a sí mismo? La vigencia de Walt Whitman es la misma que la del amor. Whitman fundó América y fundó el entusiasmo y la alegría. Todos los artistas americanos le deben algo, todos los escritores estadounidenses son hijos de Walt Whitman. Pero también le debe la cultura popular”, escribe Manuel Vilas en el prólogo de la edición española de Vida y aventuras de Jack Engle.

Aquel capítulo 19, de Vida y aventuras de Jack Engle, “es un parón en la trama. Porque en vez de avanzar, Whitman detiene al protagonista en el cementerio para elucubrar sobre la vida, el tiempo, la naturaleza y parte de lo que será Hojas de hierba, afirma Temprano García. Incluso, añade el traductor, el protagonista al ver las lápidas descubre nombres anónimos y conocidos que dará pie a todo ese asunto fundacional de Estados Unidos que plasmaría en su poemario unos pocos años después”.

Manuscrito de Walt Whitman. Puedes leer la novela en inglés AQUÍ.

Las preguntas sobre el momento de la escritura de esta obra, tres años antes de que apareciera Hojas de hierba, llegan en torrentes. En sus páginas se sienten sus titubeos temáticos, su inseguridad, su experimentación, su mirada larga. El Whitman treintañero mirando atrás en su vida y muy adelante, que sueña con dedicarse a la escritura, pero que necesita dinero para comer, para vivir. ¿Fue la novela un encargo? Diez años antes había triunfado en ese género folletinesco. Hay pruebas, documentos, de que Whitman tenía bocetos de sus personajes, que no fue una cosa de la noche a la mañana. Entonces pudo ver la oportunidad para ganar algo de dinero.

En cualquier caso, esta novela aparecida 165 años después ilumina la vida y el proceso creativo de Whitman que alcanzó la gloria en 1855 con Hojas de hierba. Pero es como dice Manuel Vilas con estas bellas palabras: “Algo de Walt Whitman pasó a la bondad natural de este Jack Engle. Si Jack Engle fue pensado por Whitman, Jack Engle es nuestro hermano, nuestro amigo y camarada, pues todo lo que tocó Walt Whitman es hermoso y merece la memoria de los hombres”.

Nos acompaña desde 1855 cuando desde la primera página de Hojas de hierba nos redescubrió el estar en el mundo al hablarnos e invitarnos a la celebración diciendo:

Ven, dijo mi Alma,

escribamos estos versos a mi Cuerpo (porque somos uno),

para que, si volviera, invisible, de la muerte,

o mucho, mucho después, en otras esferas,

reemprendiese mis cantos ante un grupo de compañeros

(y correspondieran a la corteza terrestre, a los árboles y vientos, al

tumulto de las olas),

siguiesen siendo míos, y pudiera contemplarlos todavía

con una sonrisa de satisfacción; por eso, primero, aquí y ahora,

firmo por el Cuerpo y el Alma, y les antepongo mi nombre.

Walt Whitman

Walt Whitman. Puedes leer la novela en inglés AQUÍ.

Winston Manrique Sabogal

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