Los cinco finalistas del Premio de Cuento García Márquez

Dos españoles, una boliviana, un mexicano y un argentino son los finalistas del Premio Hispanoamericano: Liliana Colanzi, Federico Falco, Alejandro Morellón, Soledad Puértolas y Daniel Salinas

Eran trece. Ahora son cinco. Y al final solo quedará uno.

Los cinco finalistas al Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez son: Liliana Colanzi (Bolivia) con Nuestro mundo muerto (El cuervo), Federico Falco (Argentina) con Un cementerio perfecto (Eterna Cadencia), Alejandro Morellón Mariano (España) con El estado natural de las cosas (Caballo de Troya), Soledad Puértolas (España) con Chicos y chicas (Anagrama) y Daniel Salinas Basave (México) con Días de whisky malo (Universidad Autónoma de Nuevo León).

Cinco libros finalistas, de trece aspirantes, de un total de 91 postulaciones. Dos españoles, una boliviana, un mexicano y un argentino conforman la lista de finalistas que aspiran a este galardón convocado por el Ministerio de Cultura de Colombia y la Biblioteca Nacional de Colombia. De aquí saldrá un solo ganador, a quien se otorgará el premio el primero de noviembre en Bogotá.

Este año los jurados son los escritores Vicente Molina Foix (España), Anne McLean (Canadá), Roberto Burgos Cantor (Colombia), Vlady Kociancich (Argentina) y Alberto Manguel (Argentina). Para optar a este premio, el libro debe estar publicado originalmente en español, por un solo autor y editado el año anterior a la apertura de la convocatoria.

Algunas de las historias seleccionadas giran alrededor de un joven poseído por el impulso asesino de un indio mataco, una señora que cree entender qué le quiso decir su marido en un sueño extraño, una mujer que ríe en medio de los disturbios sociales que arrasan la ciudad y un pastor kazajo que busca degollar una oveja. Los cuentos coinciden en único propósito: contar la vida, la experiencia humana, desde los rincones más oscuros, y también luminosos, desde la belleza, el humor y la crueldad.

Cada uno de los cinco finalistas recibirá una dotación de dos mil dólares y el ganador de cien mil dólares. El año pasado ganó el colombiano Luis Noriega con Razones para desconfiar de sus vecinos (Penguin Random House); en 2015 fue la boliviana Magela Baudoin con La composición de la sal (Plural Editores); y en la primera edición, en 2014, lo obtuvo el argentino Guillermo Martínez, con Una felicidad repulsiva (Destino). Como una iniciativa del Plan Nacional de Lectura y Escritura “Leer es mi cuento”, que promueve el Gobierno Nacional de Colombia, el premio nació con la intención de aumentar los índices de lectura en el país, así como de respaldar y promover la calidad literaria de este género y ampliar el espectro de concursos literarios dentro y fuera de Colombia.

El siguiente es un recorrido veloz por el universos literario de cada uno de los cinco libros finalistas, que vislumbra el estilo del autor:

 

Nuestro mundo muerto (El Cuervo Editorial). Liliana Colanzi (Bolivia, 1981)

En los bordes de lo terrenal, lo sobrenatural, lo fantástico y la ciencia ficción, estos ocho cuentos exploran las supersticiones indígenas, las creencias populares y las leyendas ancestrales. Una mujer en una misión de colonización en Marte, otra esperando a su amante en un hotel de París, un joven poseído por el impulso asesino de un indio mataco, un chico que dice comunicarse con gente del espacio, una nana ayorea que asegura que los muertos nunca se van. Colanzi ofrece una prosa eficaz y poética, y a veces violenta, con variedad de tonos.

 

Un cementerio perfecto (Eterna Cadencia). Federico Falco (Argentina, 1977)

En la montaña, el bosque o en medio de la siesta sus personajes se descubren, en más de un sentido, a la intemperie. Una señora cree entender qué le quiso decir su marido en un sueño extraño, un diseñador de cementerios encuentra el lugar ideal para su obra maestra, un padre y una hija abandonan su casa porque las motosierras arrasarán con ellos. Una colección de cuentos que, según la crítica, encuentra su máxima potencia en la calma de su ritmo que envuelve al lector con un efecto más allá después de ser leído.

 

El estado natural de las cosas (Caballo de Troya). Alejandro Morellón Mariano (España, 1985)

La llamada normalidad o el buen gusto convencional queda fuera de estos siete relatos. Una mujer se ríe en medio de los disturbios sociales que arrasan la ciudad, un pueblo espera con devoción la llegada de un huracán, alguien entierra un testículo en el cementerio, un marido acaba viviendo en el techo de la casa. Con un tono oscuro y provocador, Morellón propone un mundo en el que no hay lugar para la esperanza.

Chicos y chicas (Anagrama). Soledad Puértolas (España, 1947)   

El gran tema de este libro es las relaciones interpersonales. Los pliegues y resquicios del amor, la ruptura, la infidelidad, la soledad y la ausencia entre parejas, madres e hijas y hermanas. Contados en tercera persona, la escritura de Soledad Puértolas, dice la crítica, cobra tono de narraciones clásicas, con serenidad y un humor inteligente.

 

Días de whisky malo (U. Autónoma de Nuevo León). Daniel Salinas Basave (México, 1974)

Atrapados en una tragicómica espiral impregnada de negrísimo humor, los personajes de estos relatos pelean desde la trinchera del absurdo. Un pastor kazajo busca degollar una oveja, un juez municipal recibe una corona fúnebre, un roquero se consume entre la nostalgia y el amor. Daniel Salinas impone finales ambiguos y reales en una narración caracterizada por los modismos de su país.

 

 

 

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