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Bitácora de FILBo, 8: La memoria para exorcizar el dolor de la violencia

Cuatro escritores de España, Chile y Colombia reflexionaron sobre los efectos de los conflictos armados y su reflejo en la literatura

De izquierda a derecha: Lara Parra, Edurne Portela, Gilmer Mesa y Marbel Sandoval Ordóñez. /Fotografía de Lisbeth Salas
De izquierda a derecha: Lola  Larra, Edurne Portela, Gilmer Mesa y Marbel Sandoval Ordóñez. /Fotografía de Lisbeth Salas

Los conflictos de diferentes lugares convergen en la memoria. Así se dio entre los escritores asistentes de la charla en el auditorio María Mercedes Carranza en la 30ª Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBo). Las miradas de violencia en la charla fueron: el conflicto vasco con Edurne Portela, la Revolución pingüina con Lola Larra, el conflicto colombiano de la mano de dos autores: uno específicamente en Medellín con Gilmer Mesa, y otro en Bogotá con Marbel Sandoval.

“También pensé que raro estar allí, en ese momento justo al lado de la colonia. Qué raro haberme obsesionado con algo tan lejano como los colonos alemanes, que extraño haber querido escribir sobre su drama. Qué tiene que ver mi vida con todo esto, con tantas otras historias que había por contar que trampa me había conducido hasta ese lugar. ¿Por qué no había decidido escribir sobre mi infancia en Caracas, por ejemplo? (…) tantas historias posibles, tristes historias”. La moderadora inaugura la charla con este fragmento de Sprinters (de la autora invitada Lola Larra) de esa manera da camino a la pregunta inicial “¿Por qué eligen cada uno la historia que quieren contar?”.

“Creo que no se trata tanto de contar una historia, sino que la historia nos elige a nosotros (…)  Creo que como estamos impregnados de violencia, hemos tenido que vivir el dolor de la violencia en nuestros conciudadanos, en diferentes culturas y países,y de alguna manera eso nos ha tocado, nos ha dolido y los que tenemos y hemos escogido el arte de escribir como una manera de rescatarnos”, responde Marbel Sandoval, autora de Joaquina Centeno.

Lola Larra, heredó el exilio desde pequeña cuando tuvo que irse de Chile a Caracas, sobre ello también escribe en sus novelas: “En mi caso, en mis últimas novelas de migrantes, son sobre hechos históricos chilenos la Revolución pingüina (…) Entonces nunca había escrito sobre Chile, pero creo que la memoria nos juega jugarretas del destino, nos tiende muchas trampas. En el caso de Chile, chilenos que se reunían a comer empanadas chilenas, y al mismo tiempo esos chilenos volvieron a Chile y se reunían para comer arepas venezolanas. Otra de las jugarretas es a llorar lo que ya no tienes. La otra jugarreta tiene que ver con la culpa, tiene que ver con lo que no hice, con lo que no fue y yo creo que a mi me pasó. Es como la reconstrucción de la infancia que nunca tuve, preguntarme qué es lo que habría hecho yo ahí: ¿Hubiera estado en esas protestas? ¿hubiera estado en contra de Pinochet? son preguntas incómodas a las que nos enfrenta la literatura”.

La moderadora parece haber entablado diálogos de la violencia a través de las obras de los autores, por lo que para preguntar se remite a los libros constantemente. Lee un fragmento de Joaquina Centeno: “Al salir de la morgue Joaquina no puedo evitar registrar que en la misma acera de esta gran morgue estaba instalada una caseta en la que vendían fritanga ¿Quién podía comer al lado de tanto muerto? se preguntó”. Y pregunta Marbel Sandoval: “¿También podemos pensar que la representación de la violencia termina naturalizándolo todo? ¿A través de esta violencia no terminamos de alguna forma adaptándonos? ¿Cómo podemos distanciarnos de esa normalización?” .

Para Gilmer Mesa la narración no ha profundizado en el caso colombiano, para él el arte debe mostrar la violencia para hacer catarsis del síntoma. “Al menos en Colombia, tomando aquí un concepto de Žižek, en Colombia la violencia es sintomática, porque se queda en el síntoma y nunca llega a convertirse en símbolo, un proceso simbólico que se puede hacer una vez haya concluido el síntoma”.  La escritora española Edurne Portela estuvo de acuerdo con la premisa de Mesa, no obstante, hizo hincapié en “ser muy consciente de no victimizar, sino en ir a la profundidad de las cosas, aunque digan que yo tengo una opinión blanda, a mi  me interesaba entender al otro, entender las razones del otro, si tu entiendes al otro ahí puedes conciliar las responsabilidades”.

 

Jueves 4 de mayo

En 6.240 metros cuadrados ocurre el mundo lúdico y literario que persuade a los niños hasta el 8 de mayo. Se trata del Pabellón de literatura infantil y juvenil (pabellón 11-16) de la 30ª Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBo), lugar que hace que la feria sea un incentivo para que muchos niños la visiten, y de esa manera la intención geométrica de estands decae para dejar encima suyo un orden más abierto, que solo los niños pueden entender, ellos caminan en zig zag, en círculos, mientras buscan qué hacer y qué descubrir.

El primer fin de semana la FILBo parecía un puerto de niños que llegaban y se dirigían a todos lados, en específico en el stand de Ecopetrol, la Ludotek, Grupo Planeta, la Librería San Pablo, Santillana, entre otros. No obstante es el estand de Ecopetrol el favorito.

Este último estand, se reconoce por el verde infantil que no le falta a cualquier cuento. Cuya entrada principal es la presentación de cuatro breves obras teatrales que se alternan: La liebre y la tortuga, los tres cerditos, Luck y los frijoles mágicos, Gulliver en Liliput. En las representaciones resaltan las onomatopeyas y la hipérbole de las actuaciones que tanto encantan a los niños.

Al terminar, cada niño pasa a cualquiera de las cuatro estaciones, de allí salen o con una cajita de frijoles para sembrar, con un globo, o una foto con un lobo. Este estand cumplió con las expectativas el primer fin de semana de la feria, alrededor de 21 obras que fueron presentadas en todo el día a 100 niños cada 15 minutos. SE espera un record parecido este segundo y último fin de semana de feria.

Así el cuento de El Mago de Oz tiene sus personajes bien particulares, y la FILBo tiene para los niños los suyos. Entre ellos los payasos que rondan el pabellón infantil, un pinocho que anda en Vicens Vives, Pikachu que está cerca al arco de Corferias junto con el abuelo de Up, Mickey Mouse. Hay un personaje que cuando no hay niños los busca: es el payaso Pin pon, el payaso que estaba triste el día 2 de mayo, después del festivo, cuando casi no había niños y armó un globo mientras decía: “Esperaba más niños, la lluvia y hoy parecen como un lunes”. 

Martes 2 de mayo

Conrado Zuluaga y Michi Strausfeld evocaron sus experiencias con la novela de García Márquez. Vídeo de Luis Manrique Rivas

Cuando Gabriel García Márquez cumplió 40 años publicó Cien años de soledad.  Llevaba toda su vida literaria iniciada 20 años atrás tratando de escribirla. Hasta que un día de 1965, cuando iba en carro con su familia de Ciudad de México a Acapulco, tuvo una revelación. Dio la vuelta y se encerró en su despacho de donde no saldría hasta terminarla en 1966. El 5 de junio de 1967 la editorial Sudamericana la publicó en Buenos Aires. Fue solo el comienzo de una fiesta literaria que cumple medio siglo.

La 30ª Feria Internacional del Libro de Bogotá le rindió un homenaje a este clásico contemporáneo. Fue una mesa redonda en la que participaron los escritores y editores Conrado Zuluaga y Michi Strausfeld, moderados por Winston Manrique Sabogal, fundador y director de WMagazín. Con la sala llena, el homenaje empezó con la lectura que hizo Zuluaga de un pasaje al azar, para probar que por donde se abra la novela siempre es una experiencia para los sentidos y el lenguaje.

García Márquez nació en Aracataca, un poblado colombiano, el 6 de marzo de 1927 y falleció en Ciudad de México el 17 de abril de 2014. Entró a la literatura en 1947 con su cuento La tercera resignación; la gloria le llegó en 1967 con Cien años de soledad, y su confirmación en 1982 con el Nobel de Literatura. Fue una persona que creó una nueva forma de narrar; un escritor que con un universo y un lenguaje propios corrió los linderos de la literatura; un periodista que amaba su profesión pero odiaba las preguntas; una persona que adoraba los silencios, y con un encanto que cautivó a intelectuales y políticos, y hechizó a millones de lectores en todo el mundo.

Todos estuvieron de acuerdo en que uno de lo personajes favoritos es el coronel Aureliano Buendía. Entonces se leyó el pasaje en que muere el coronel mientras orina bajo el castaño. El homenaje se cerró con la lectura del final de la obra del Nobel colombiano.

 

Lunes 1 de mayo

Portada de ‘Letras completas’ (Editorial Malpaso)

El primer fin de semana de la Feria Internacional del Libro (FILBo) se caracterizó por su vigorosidad. La industria editorial y promotores de lectura se encuentran satisfechos por el aumento en ventas de un 40%, no obstante, el panorama se ve mucho más óptimo porque la feria está en la mitad de su programación. Tras bambalinas están los escritores V.S Naipaul, ilustradores Anais Vaugelade, François Jullien, y artistas como Fito Pez, Piero y Carlos Cociña.

A muchos les sorprendió que Bob Dylan (Letras Completas, Editorial Malpaso), el compositor estadounidense, fuera el ganador del Premio Nobel de Literatura en 2016. Por ello, la FILBo dio un espacio para reflexionar sobre las implicaciones que tiene el premio en manos de Dylan. Consiguiendo, de esta forma, dejar a un lado las creencias superfluas sobre el tema o, incluso, refutar las propuestas sobre otro cantante que lo amerita.

Carolina Sanín (escritora), Jacobo Celnik (experto en literatura y rock) y Sandro Romero Rey (escritor) intentaron en 60 minutos explicar quién es Bob Dylan a través de los años. Es decir, el Dylan de los años sesenta, setenta, ochenta y el del nuevo milenio. Solo así se entiende que se trata de un personaje en continúa metamorfosis. Esta es la premisa de Carolina Sanín, que dio inicio al conversatorio:

“Cuando sucede este auge del teatro, lo que pasa es que el hombre se da cuenta de que siempre tiene un papel en la tierra, quiere verse en teatro y quiere ver tanto teatro. Es dependiente de la consciencia de que siempre está interpretando un papel y que puede interpretar cualquier gran papel. Entonces el hombre moderno, el hombre que el humanismo inventa, es el actor. Ese hombre siempre es un actor, que nuevamente puede interpretarlo todo porque lo tiene todo adentro. Y para mí, entonces, Bob Dylan es lo que explicó a grandes rasgos en este ensayo. Bob Dylan encarna esa concepción humanista del hombre que puede ser muchos”.

Los rostros de Bob Dylan son cientos, Celnik ha escrito Bob Dylan: a las puertas del cielo, libro en el cual divide el estudio de las máscaras del músico estadounidense. Al menos de la etapa de los años sesenta, principio de su carrera. Jacobo Celnik está convencido:

“En Bob Dylan empieza a converger una personalidad artística que convive con un pensamiento que siempre estuvo en él desde muy joven, desde sus años de formación en el colegio, y es eso de que: yo soy otro”.

Fuera de las características del músico, está el hecho de que el premio Nobel lo haya ganado un cantante y no un escritor, lo cual paradójicamente muestra que la academia parece romper la tradición, pero en realidad se trata de la tradición más pura, porque los poemas en el medioevo no podían ir separados de la canción. Dice Sanín que el poema y la canción son una misma palabra:

“Son canciones que son compuestas con la música y que la música también es escrita, son dos escrituras que son una. De hecho, yo puse esa canción de Jockerman en mi clase de literatura medieval porque estaba tratando de explicar ese punto, cómo hasta casi el siglo XVII no habían muchos poemas que no fueran concebidos sin música. “Poema” y “canción” son una misma palabra realmente, durante 1500 años de nuestra historia”.

 El conversatorio termina con la interpretación de Don’t Think Twice It’s All Right hecha por Alejandro Gómez, ex integrante de Aterciopelados. Emocionado, había escrito a Jacobo Celnik, haciéndole saber que él había aprendido a tocar la guitarra con Bob Dylan, en especial con la canción que interpretaría. Con la armónica sostenida en un brazo metálico a la guitarra, la de color miel con pegatinas.

 

Domingo 30 de abril

Giovanna Calvino en su intervención en la FILBO 2017 /

 

Desde Italia a la Sala H de Ecopetrol. Giovanna Calvino, la hija del escritor Italo Calvino, habló del cine como influencia primera y de su padre. Estuvo acompañada de Antonio Monda (director del festival literario Le Conversazioni) y de Valerie Miles (directora de la revista Granta en español). La interacción en el mundo literario entre Giovanna y su padre no es como se cree. La muerte del escritor cuando ella era aún muy joven fue una de las razones por las que toda su formación literaria no se debe a él:

“Muchos hijos cuando los padres les dicen de hacer una cosa, hacen otra. Yo tenía esa mentalidad muy adolescente. Cuando yo era pequeña, en verano, él me leía Dante o La Odisea y yo estaba furiosa porque quería jugar”.

A través de la obra de su padre, ella estableció una relación con él después de su muerte:

 “Realmente era su voz, realmente lo oigo a él en los libros. En vida, él hablaba poco. Lo mejor de él lo ponía en su literatura y había cosas que no me dijo pero que encontré en sus páginas y que pensé: ¡ahhh! si me hubiese dicho esto antes me había ayudado cuando yo tenía 17 años”.

Los Booktubers Felipe Borbón, Anna K. Franco e Isa Cantos / Fotografía de Lisbeth Salas

Los booktubers tuvieron su momento estelar.  Anna K.Franco (Argentina), Isa Cantos (Colombia) y Felipe Borbón (Colombia) de B2Rolo defendieron la tan deslegitimada literatura juvenil. Los tres comparten el hecho de haber estado en el armario de los libros de ese tipo de literatura, la razón radica en la vergüenza de mostrar lo que leen y ser juzgados por ello. En ejemplos más específicos, por ejemplo, a Isa le ocurría leyendo Fangirl en el bus. Su primer acercamiento a la lectura fue con Crepúsculo. Por otro lado, cabe destacar la idea de que los lectores de clásicos consideran que la literatura juvenil es una etapa, no una decisión.

Parte del público que presenció la charla de booktubers / Fotografía de Lisbeth Salas

Anna Franco, además de booktuber es escritora y profesora de castellano, para ella la separación entre los diferentes géneros debería ser un complemento:

“La idea es que cada uno encuentre lo que le guste leer, lo que lo atrapa, lo que le llama la atención y eso va a hacer que entre y no salga más del mundo de la lectura. Esto es lo más interesante. Contaba en otra charla también que yo empecé leyendo novelas románticas, y ahora publico sagas distópicas juveniles. Sin embargo, estudié letras, por lo cual también estudié leyendo clásicos. Pero sigo leyendo novelas románticas y novelas juveniles, no hay ningún problema”.

 

 Sábado 29 de abril

La poesía no podía faltar en la trigésima edición de la Feria internacional del libro de Bogotá (FILBo). Empezaron dos poetas antioqueños: Piedad Bonnett y Juan Manuel Roca, galardonados con el Premio de Poesía José Lezama Lima. Ambos, en el primer fin de semana de la feria, preludiaron al público con el poema desde la voz creadora.

Un texto de Santiago Espinosa, ex alumno de Piedad Bonnett, dio arranque al ad libitum de Los Habitados en la Sala H de Ecopetrol. De alumno a maestro, con inocencia y fascinación, describió a la poeta. “Tiene la habilidad de acariciar la tristeza”, dijo Espinosa. No faltaron a la cita aquellos que habían comprado el libro anteriormente, en su lanzamiento. Entre ellos había unos cuantos que, siguiendo la voz de Bonnett, buscaban los poemas entre el libro de color onix.

Con sombrero grisáceo y marrón se presenta Juan Manuel Roca en la Sala G de Ecopetrol. Lee su poesía: Poema invadido por los romanos y Biografía de nadie, al mismo tiempo que ve por “el espejo retrovisor de la poesía” -como él le llama al momento para referirse a poemas que han quedado en la historia- a José Asunción Silva, Luis Carlos López, Luis Tejada y Nicanor Parra.

La gala de poesía en el auditorio Jorge Isaacs estuvo llena de sonoridad, de voces, de dicción y de acentos: francés, español, estadounidense, colombiano… pero, sobre todo, mucha intervención del espanglés. Dio inicio Giovanny Gómez, poeta de la casa colombiana, seguido de el poeta español Javier Bozalongo. Llegados a este punto, se estaba empezando a desmantelar las anécdotas de la juventud, pues Bozalongo le dio más intimidad al escenario.

Los últimos dos poetas se caracterizan por una sangre compuesta por muchas razas. Entre ellos, la traductora de Giovanni Quessep y poeta franco estadounidense de ascendencia palestina y haitiana, Nathalie Handal. También el poeta estadounidense de ascendencia cubana, Richard Franco. No faltaba el sonido de un celular ni el ruido del objeto que se cae sin quererlo. El mundo receloso recordaba a los asistentes que estaban en él y no en el remo del poema. Ergo, la dulzura de los poemas de Handal vuelven a la poa de la poesía al público, leídos en inglés por ella y por una traductora al español, como si la intención fuera dejar dos poemas que son el mismo. Quedándoles a aquellos que aplauden, por un lado, la sonoridad original del idioma y, por el otro,  el significado.

Antes de Richard Blanco, Nathalie recitó el poema que le dedicó al cubano. El poeta estuvo de pie describiendo un certamen de belleza, cuyas palabras podrían ser bárbaras sin el tono jocoso y de ironía. Entre anécdotas de certámenes de belleza hizo reir. Intrínsecamente, la poesía no es del todo sería. Por último, un aforismo, en este caso de Handal: “las fronteras son cicatrices que dejan las guerras”.

Viernes 28 de abril

Dos niñas aportando su granito de arena en un gran mural de la FILBo / Fotografía: Lisbeth Salas

Son 200.000 jóvenes y niños los que alcanza a cubrir la Feria Internacional del Libro en Bogotá (FILBo), esto significa que esta población representa casi la mitad de los asistentes a la feria. Sean colegios del Distrito o privados, hay una participacón notoria de estudiantes de lunes a viernes.

“Los colegios públicos, en alianza con la Secretaría de educación y la Secretaría de Cultura del Distrito, se encargan de que los estudiantes de diferentes institutos concurran a la feria. Por otra parte, se hace una gestión con colegios privados para que durante los días de visita del colegio se hagan a visitas guiadas”, según Andrés Sánchez, jefe de proyecto de la feria.

En las visitas matutinas de los particulares se pueden ver a niños corriendo, otros con sus compras en la mano, la mayoría del pabellón número 6, el de Diseño. De igual manera, adolescentes de la mano, grupos de niñas comiendo en Gud Fud. Parece que en las horas diurnas entre semana hasta el atardecer, la FILBo fuera un espacio del que se absorbe juventud y épocas escolares para los demás asistentes.

“Además la FILBo tiene un trabajo con la Fundación Rafael Pombo para los niños más chiquitines de menos de cinco años, y también colegios de alrededor de Cundinamarca y de otras ciudades que son de libre asistencia”, cuenta Sánchez. En los pabellones 11 a 16, se ven criaturas de tal índole, todos en hilera guiados por su profesora, de stand en stand, no hay sino risas de niños, voces entre agudas y delicadas que se agotan al terminar un juego. Otros espacios en los que escuchan lecturas, pero ellos no escuchan al lector, los ojos infantiles están pendientes de la manera en cómo se les relata el cuento.

Fotografías de Lisbeth Salas

Niños descubriendo nuevos cuentos para leer en «La carretilla literaria». / Fotografía: Lisbeth Salas

Jueves 27 de abril

La poesía en la 30ª Feria Internacional del Libro en Bogotá está repartida entre lugares inhóspitos de los diferentes pabellones. Casi que por ley hay antologías poéticas en diferentes editoriales, de Alejandra Pizarnik a César Vallejo pasando por William Carlos Williams.

En el pabellón 6, nivel 2, se encuentra el stand 311: una mesa grande en disposición al público muestra los títulos de la Asociación de Literatura (LIT). Una asociación de cincuenta escritores que pertenecen al interior del país. En concreto, son poetas que quieren ser escuchados desde la periferia. Elizabeth Córdoba, una de las autoras de LIT, y quien dirige el stand en la FILBo, hace hincapié en la divulgación de literatura de las fronteras, “el problema ya no es de elites”.

Asimismo, otra apuesta por la poesía sin fronteras viene de Medellín. Si bien declamar un poema no parece fácil, las personas de este stand lo facilitan, y mucho. Ellos interceden en el poema y la persona que el cliente elija. Se trata de “La cabina literaria”, ubicada en el pabellón 6, segundo piso, stand 109. Es reconocible por las cabinas típicas inglesas, rojas, de diferentes tamaños, y un teléfono negro en su interior.

Allí se acercan en su mayoría niños con la inocencia de dedicar un poema a algún familiar, otros hacen bromas sobre el poema a dedicar, en su mayoría adolescentes de secundaria. Y, claro, parejas de enamorados.

No falta la poesía itinerante. Un grupo de estudiantes recorren toda la feria vestidos de negro y con unos tubos negros de metro y medio de largo. Son altavoces de versos al oído. Los muchachos se ponen un extremo del tubo sobre la boca y el otro extremo en el oído de otra persona a quien le recitan el verso que previamente el lector a elegido. Eso sí, cada muchacho tiene su propio repertorio o catálogo de poetas  y versos.

En al FILBo la poesía se busca, se ofrece y también va hasta donde los visitantes para vivir y sentir más la literatura.

Dos jóvenes promueve nueva formas de recitar poesía en la Filbo 2017. / Fotografía de Lisbeth Salas
Dos jóvenes promueven nuevas formas de recitar poesía en la Filbo 2017. / Fotografía de Lisbeth Salas

Miércoles 26 de abril

Treinta países celebran los 30 años de la Feria Internacional del Libro de Bogotá, FILBo. Y con tres invitados especiales: los premios Nobel J. M. Coetzee y V. S. Naipaul y lo mejor y más variado de las letras de Francia, como país invitado de honor.

Países como Holanda, Perú, México, Brasil, Ecuador, China han sido los protagonistas de la Feria Internacional del libro en los últimos seis años. Esta vez, con motivo del año Colombia Francia 2017, no hubo espacio cultural que estuviese influido por dicho país, y mucho menos la FILBo.

Los 30 años de la Feria Internacional del libro de Bogotá  (FILBo) se celebran en torno a Francia, cuya atmósfera europea tiene epicentro en el pabellón número cuatro, que en su interior está dividido por una especie de mallas color rojo que separan: tres librerías, un auditorio y un espacio para cómics y dibujos que adornan las paredes. Allí se topan los asistentes con portadas de libros e ilustraciones de Patrice Killofer y Calude Ponti que inspiran al país europeo en toda su técnica e ironía.

Animadores en el pabellón de Francia en la FILBO 2017.
Animadores en el pabellón de Francia en la FILBO 2017. /Fotografía de Lisbeth Salas

A los alrededores del país invitado están los otros 22 pabellones, de l feria. Parecen laberintos abruptos entre autores contemporáneos, publicaciones académicas, juegos didácticos, y diferente literatura reunida en un solo lugar. En los 50.000 m2 de exhibición quedarán los pasos de más de 510.000 personas que se espera asistan hasta el 8 de mayo cuando cierre su puertas. Son 14 días en los que hay unos 500 autores invitados, de los cuales 38 pertenecen a la delegación de Francia.
No obstante, Francia no es el único pabellón al que se quiere volver en otra visita. En la entrada hay un lugar cuyos stands llaman la atención por los colores: de pasteles a fosforescentes, y viceversa, de flores de madera y bombillos que alumbran de día. Se trata del pabellón de literatura infantil, donde los niños se dividen entre quienes van de las filas con sus maestras, y los niños traviesos son cuidados por las estrategias didácticas de hombres disfrazados de animales.

Visitante en el pabellón de Francia en la FILBo 2017 / Fotografía: LISBETH SALAS

Fotografías de Lisbeth Salas

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