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Xi Jinping (Pekín, 1953), fue elegido presidente de Chine para un tercer mandato, hasta 2028, en marzo de 2023. /Foto de Wikipedia

Xi Jinping, presidente de China, la infancia y la juventud humillantes de uno de los hombres más poderosos del mundo

Los dos periodistas alemanes firman una biografía del líder asiático, elegido para un tercer mandato hasta 2028. WMagazín publica un pasaje sobre sus orígenes, de la pesadilla al sueño chino. De cómo, a pesar de que su padre fue encarcelado y él maltratado, optó por sobrevivir siendo "más rojo que el rojo"

Presentación WMagazín Su nombre es Xi Jinping, pero: ¿de dónde viene y cómo fue la infancia y adolescencia del hombre más poderoso de China y una de las personas más importantes del mundo? ¿Cómo piensa y a qué aspira el líder supremo de una de las principales potencias no democráticas del planeta? Xi Jinping fue reelegido, en marzo de 2023, por unanimidad presidente de la República Popular China y secretario general del Partido Comunista para un tercer mandato, hasta 2028. Nadie acumula tanto poder desde Mao Zedong. Los periodistas alemanes Stefan Aust y Adrian Geiges han escrito la biografía Xi Jinping. El hombre más poderoso del mundo (La Esfera de los Libros).

WMagazín publica un pasaje de este libro escrito por estos expertos sobre la situación actual en el país asiático, imbricada con la trayectoria de su figura política, que “analizan en qué medida el ‘sueño chino’ de Xi ansía tan solo la prosperidad nacional o también el dominio mundial”.

Hijo de uno de los héroes de la guerra civil, el protagonista de este libro creció como vástago de la ‘nobleza roja’, pero su padre cayó en desgracia y fue encarcelado. Él sufrió humillaciones públicas durante la Revolución Cultural y fue deportado al campo, donde vivió en cuevas y tuvo que convertirse en el más maoísta para sobrevivir. Se rechazó su entrada en el partido diez veces, hasta que fue aceptado en 1973 donde logró prosperar.

Esta es la historia de los orígenes y primeras vivencias de Xi Jinping:

Xi Jinping. El hombre más poderoso del mundo

La forja de Xi Jinping / De la pesadilla al sueño chino

Por Stefan Aust y Adrian Geiges

Xi Jinping nació el 15 de junio de 1953 en Pekín, en un entorno privilegiado. Casi cuatro años antes, Mao Zedong había proclamado allí la República Popular China. Su padre, Xi Zhongxun, luchó junto a Mao como líder guerrillero durante la guerra civil contra los nacionalistas del Kuomintang. Participó en la Larga Marcha, el mito fundacional de la República Popular China. Entre 1934 y 1935, 90.000 soldados del Ejército Rojo cubrieron más de 12.000 kilómetros a pie en 370 días. Solo sobrevivieron 8.000. Tras la victoria de la revolución, Xi Zhongxun ascendió como alto cargo del partido y se convirtió en viceprimer ministro. Su esposa Qi Xin también desempeñó su papel durante la revolución. Se afilió al Partido Comunista con solo quince años. Durante la Segunda Guerra Mundial, en medio de la segunda guerra sinojaponesa, estudió en la Universidad Militar y Política Antijaponesa, y participó en operaciones de combate. Más tarde enseñó en la Escuela Central del Partido Comunista de China. Puede decirse que el hijo de ambos, Xi Jinping, nació como miembro de la «nobleza roja». Xi estudió en un colegio de élite cerca de los jardines imperiales de Zhongnanhai. (…)

En 1962, cuando Xi Jinping tenía nueve años, su padre fue arrestado y encarcelado. La biografía oficial del actual jefe de Estado y del partido habla de un “error judicial”, como si un juez subalterno hubiera dictado un fallo erróneo. La realidad es que el padre de Xi fue víctima de una purga ideológica en el Partido Comunista.(…) Al principio no fue a la cárcel, sino que «solo» quedó bajo arresto domiciliario. Lo que le ocurrió fue el preámbulo de una lucha de poder mucho mayor.

Cuando un niño de nueve años ve cómo arrestan a su padre, hay que suponer que ese hijo comenzará a odiar al Estado. Por qué es distinto en el caso de Xi Jinping lo explica Li Datong, que tiene casi la misma edad y que se convirtió tiempo después en un reconocido periodista en China: «A los nueve años todavía no entendía lo que pasaba. Cuando su padre fue condenado como contrarrevolucionario, tuvo que convertirse en el más comunista y más revolucionario si quería sobrevivir. Para demostrar que era ‘un buen chico de Mao’, redobló sus esfuerzos en el estudio del pensamiento de Mao. Memorizó sus discursos hasta hacerlos profundamente suyos. Cuando abría la boca era Mao el que hablaba”.

(…)

Solo tiene trece años, y aprovecha el caos para irse de vacaciones. Mao ha decretado que los viajes en tren por China sean gratuitos. Con esto no pretendía mejorar la situación social o proteger el medio ambiente (de todos modos, en aquella época no había coches privados en China). Su decreto permitía a los Guardias Rojos viajar a Pekín desde todos los rincones del imperio para manifestarse a favor de Mao. Xi Jinping eligió la dirección opuesta y viajó a 2.000 kilómetros de distancia, hasta la región meridional de Guilin, conocida por sus espectaculares montañas kársticas y sus cuevas. En aquella época, los trenes iban tan llenos como los que conocemos por fotos en India, y los viajes gratuitos fueron pronto suprimidos. Cuando Xi Jinping regresó a Pekín, la situación había cambiado. La Revolución Cultural de Mao se dirige, así se decía, «contra los gobernantes que están tomando el camino del capitalismo». Aquello sonaba realmente extraño, porque a partir de 1949 la revolución ya había expropiado a los verdaderos capitalistas y grandes terratenientes, que habían sido llevados a campos de trabajo, asesinados a tiros o habían huido a Taiwán y a Hong Kong.

Los nuevos enemigos eran los políticos comunistas e intelectuales a quienes Mao, en su paranoia, veía como posibles competidores y, por tanto, acusaba como partidarios del capitalismo. Ya no era posible apoyarse en los hijos de estos políticos, lo que llevó a la formación de nuevas Guardias Rojas, dirigidas por los hijos de los trabajadores que «aplastarían» a sus predecesores.

Esto también ocurrió en la Escuela 1 de Agosto de Xi Jinping. El 25 de enero de 1967, 30.000 miembros de la nueva Guardia Roja rodearon la escuela. Golpearon a los hijos de los funcionarios y encarcelaron a algunos de ellos. La escuela fue declarada una «institución contrarrevolucionaria» y disuelta. Xi Jinping también fue detenido. Le acusaron de hablar mal de los Guardias Rojos y de haberse posicionado contra el presidente Mao. Precisamente en la Escuela Central del Partido, donde trabajaba su madre, fue exhibido públicamente junto a otros «enemigos». Los espectadores de aquel espectáculo tuvieron que levantarse uno por uno y criticarlo y juzgarlo por sus «errores». (…).

Durante la Revolución Cultural, a Qi Xin, su madre, se le pidió que se distanciase de su hijo y de su marido y que los denunciara. Ella se negó. Pronto hubo periódicos murales en las paredes de la Escuela Central del Partido con el siguiente texto en tinta negra: “Qi Xin traidora”. También ella fue arrastrada por la escuela por los iracundos Guardias Rojos. En la biografía china oficial de Xi Jinping estos acontecimientos no aparecen descritos al detalle, aunque sí confirmados en términos generales. El padre de Xi Jinping, Xi Zhongxun, también sufrió estos ataques repetidamente. Entre tanto, había sido vetado en Pekín, y figuraba en todo lo alto de la lista de «gobernantes que están tomando el camino del capitalismo». Los Guardias Rojos lo mantuvieron cautivo en la Universidad del Noroeste para la Agricultura y la Silvicultura, cerca de la antigua capital de Xi’an, la ciudad donde tiempo después serían descubiertos los Guerreros de Terracota.

Lo golpearon tan brutalmente que estuvo a punto de morir. Estas noticias llegaron hasta su antiguo amigo y jefe, el primer ministro de China Zhou Enlai. Durante la Revolución Cultural intentó protegerlo, pero con mucho cuidado de no perder él mismo su poder. Lo organizó todo para que trajeran a Xi Zhongxun de regreso a Pekín y lo dejasen encarcelado durante los ocho años siguientes. De esta manera pudo salvar su vida, a salvo de los Guardias Rojos y con la atención médica de la prisión.

Tras la disolución del instituto de élite, su hijo Xi Jinping asistió a un instituto normal en Pekín, la Escuela Secundaria N.º 25. Fue entonces cuando Mao marcó el comienzo de una nueva fase de la Revolución Cultural. Cerró todas las escuelas y universidades, y desterró a los jóvenes de las ciudades al campo para que pudieran ser «reeducados» por los campesinos pobres; esa era la idea. Xi Jinping también tuvo que interrumpir sus estudios.

Ahí comienza el mito heroico de Xi Jinping, que se cuenta con todo lujo de detalles en cada rincón de la China de hoy. A los quince años se unió a una brigada de producción agrícola en el norte de la provincia de Shaanxi, en el pueblo de Liangjiahe, que pertenece al distrito de Yanchuan, a casi 900 kilómetros de distancia de su ciudad natal, Pekín. Aunque fue obligado a ir al campo como muchos otros jóvenes urbanitas, su biografía oficial afirma que «solicitó». Solo hay una pizca de verdad en eso. Es cierto que eligió ir a la región de Shaanxi porque allí vivían unos parientes lejanos. Sin embargo, sufrió un choque cultural. Allí no había casas, y se instaló en una cueva donde los granjeros de Shaanxi han vivido durante siglos. Trabajaba en los campos, acarreaba carbón, cavaba presas. “No escatimó esfuerzos, y tuvo que aguantar mucho sufrimiento”, apuntan los biógrafos chinos. “Al principio, las pulgas del campamento le picaban tanto que apenas podía dormir. Este Xi Jinping, que podía hacer una ruta de 5 kilómetros por una zona montañosa con entre 50 y 100 kilos de trigo sin cambiar de hombro durante mucho tiempo, impresionó a los aldeanos y acabó ganándose su confianza”.

¿Se alejó Xi Jinping del comunismo ante el sufrimiento que él y su familia estaban viviendo? Sería de esperar, y muchos en su generación lo hicieron. Algunos meses después de llegar al pueblo, logró huir y regresar a Pekín. Allí fue capturado y encarcelado durante seis meses. El muchacho, que ahora tenía dieciséis años, quería volver a toda costa con su familia. Pero para entonces su madre y sus hermanos también habían sido desterrados de la capital. Solo encontró a su tía Qi Yun, la hermana mayor de su madre, y a su marido. Ambos eran veteranos del Ejército Popular de Liberación. Qi Yun había puesto a su hermana en contacto con los comunistas durante la guerra. Ellos también habían ido al campo como voluntarios para luchar por la revolución. Tía y tío hablaron con su sobrino: con su comportamiento estaba poniendo en peligro a toda la familia. Como ellos entonces, el joven Xi debía ir junto a los granjeros e involucrarse en la lucha contra la pobreza. Xi Jinping siguió su consejo y regresó al pueblo después de salir de prisión.

Aquel pudo ser el momento crucial en el que decidió elegir un camino diferente al de muchos otros que tenían antecedentes similares. «Puesto que su padre había sido tratado con auténtica crueldad durante la Revolución Cultural, su hijo juró no convertirse nunca en algo como él», dice el escritor chino Yu Jie. «Tomó como modelo a Mao Zedong, porque no quería correr la misma suerte que su padre». Y tampoco la de su medio hermana mayor, Xi Heping, quien, como resultado de las humillaciones sufridas durante la Revolución Cultural, se quitó la vida. “Él decidió sobrevivir, para lo que se hizo más rojo que el rojo”, es el comentario de un informe de la Embajada de Estados Unidos en Pekín. Solicitó la afiliación al Partido Comunista, pero fue rechazado, probablemente porque su padre había sido condenado como «disidente». En lugar de darse por vencido, siguió intentándolo un total de diez veces —hasta que finalmente fue admitido en 1973—.

Se llevó a Liangjiahe dos maletas con libros y leyó mucho bajo una lámpara de queroseno: Marx, Engels, Lenin, Stalin, Mao, pero también obras literarias de la literatura mundial. Su origen familiar le daba acceso a estas obras. En el pueblo, donde la mayoría de las personas eran analfabetas, sobresalió porque sabía leer y escribir. Se hizo un nombre leyendo el periódico en las reuniones públicas. En aquella época, el periódico no era solo un periódico. Era la línea oficial del partido, la opinión del gran presidente Mao Zedong que Xi Jinping llevaba a los agricultores con su voz.

En su brigada de producción agrícola, el joven de veintiún años asumió el cargo de secretario de la célula del partido, convirtiéndose con ello en el alcalde del pueblo de facto. Y de inmediato brilló a través de hechos heroicos. (…)

Los siete años en el campo moldearon aún más la vida posterior de Xi. “Cuando me fui al campo a los quince años, me asusté y me trastorné”, declararía más tarde en una entrevista. “Cuando regresé a casa a los veintidós años, tenía un objetivo claro en mente y estaba lleno de confianza en mí mismo”. El “principito”, como llaman en China a los hijos de los líderes del partido, también conoció aquí otro mundo, lejos de la élite de Pekín. Experimentó de primera mano la pobreza de los agricultores chinos. Como premio por su buen desempeño, recibió una motocicleta con sidecar. Al parecer, la cambió por “maquinaria agrícola para los aldeanos, que podrían darle un mejor uso, como un tractor de un solo eje, un molino, una aventadora y una bomba de agua”. Una cosa es cierta: ahora conocía las sencillas condiciones en las que trabajaba la mayoría de los chinos. En el pueblo no había agua corriente, ni calefacción, ni electricidad, ni radio. Y ciertamente nada de lo que la mayoría de los chinos en las ciudades aún no conocían en ese momento, pero a lo que el hijo de un funcionario como él estaba acostumbrado: bañera, inodoro, papel higiénico, teléfono o incluso un televisor. En vez de conducir coches, los campesinos tiraban de sus carros con burros. Él quería cambiar todo esto.

Desde que Xi Jinping está al frente de China, habla del “sueño chino”, y con ello se refiere directamente a sus experiencias en el pueblo de Liangjiahe: “En aquel entonces viví como los campesinos locales en una cueva, durmiendo en una cama de ladrillo caliente, y llevé una vida muy pobre. Durante meses no recibíamos un solo trozo de carne para comer. ¡Por eso, adquirí plena conciencia de lo que necesita la mayoría de la población!”.

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