El escritor alemán David Safier, autor de ‘Mientras estemos vivos (Seix Barral). / Foto de Dennis Dirksen- Cortesía Seix Barral

David Safier: “Antes teníamos ideas utópicas de que las cosas serían mejores en el futuro, hoy en día ya no”

El escritor alemán publica su obra más personal e íntima: 'Mientras estemos vivos'. Recrea la historia de amor de sus padres destinada al fracaso: él, judío de antepasados asesinados en el Holocausto, y ella, joven viuda alemana. El autor de éxitos como 'Maldito karma' no se olvida del humor y la reflexión en este libro de recorre 80 años de historia

La armonía y los puntos en común se abren paso en medio de las calamidades y los miedos, solo hay que darles su oportunidad. Es la filosofía de vida de David Safier, hijo de un judío cuyos antepasados fueron asesinados en el Holocausto de la Segunda Guerra Mundial y de una alemana en cuyo entorno había nazis. Lo que estaba destinado al fracaso terminó convertido en una historia de amor y de relaciones humanas llena de obstáculos personales, históricos, sociales, políticos y culturales, hasta el final.

“Es más lo que nos une que aquello que nos separa. Y, la verdad, es que todos queremos vivir en armonía”, afirma David Safier (58 años, Bremen, 1966). El autor alemán recrea la historia de sus padres en Mientras estemos vivos (Seix Barral), que sirve de ventana a ochenta años de Historia. No se olvida del humor y el caleidoscopio de perspectivas que lo caracterizaron desde su debut en 2007 con Maldito karma. Desde entonces ha publicado trece novelas, casi una por año. Pero antes había ejercido como periodista y exitoso guionista de series de televisión.

El amor es medular en Mientras estemos vivos. Sobre todo la fe que pone en él Joschi, un judío vienés, cuya abuela y familiares murieron en el Holocausto, que un día conoce a Waltraut, una joven viuda de Bremen, veinte años menor que él. Ella dice primero que no, cada uno cargaba con sus propios problemas y secretos familiares, y eran como dos polos opuestos.

La Historia como suceso y como olvido, el azar, las emociones, los prejuicios, el campo de minas de la memoria, la fuerza, los conflictos, los problemas de la vejez y de los hijos que no saben cómo acompañar a sus padres, el dolor, la muerte y el amor de diferentes clases están presentes de manera dura y tierna en Mientras estemos vivos. Sobre el arco de esas dos vidas y una ventana para mirar la historia del siglo XX habla en esta video entrevista David Safier:

Winston Manrique Sabogal. Usted empezó a escribir novelas en 2007, en vísperas del rosario de crisis que ha padecido el mundo, desde la económica hasta las políticas y medio ambientales, y se presentó con un libro de humor, pero luego ha escrito sobre temas como el Holocausto, el dolor, la Historia ¿Cómo llegó a Mientras estemos vivos, un libro tan personal e íntimo?

David Safier. Desde el año 2011 ya estaba pensando en la posibilidad de este libro. Mis padres, en aquel entonces, ya habían fallecido hacía tiempo. Con mi editor alemán había hablado sobre mi padre y me había dicho: Tienes que escribir un libro. Le dije que quería hacerlo. Luego pensé que la vida de mi madre era tan interesante como la de mi padre. Durante doce años pensé en cómo enfocarlo. En 2017 contraté a investigadores en Viena, en Israel y en Bremen, para que recogieran material, buscaran información. Escribí el libro en un momento donde pensé: Llevas doce años pensando cómo lo quieres hacer. Es como si estás en una piscina, en un trampolín a diez metros de altura y piensas: ¿Me tiro así o me tiro primero con los pies o hago un giro? Y piensas y piensas, pero nunca saltas. Hasta que dije: Me tiro, me lanzo, y veamos qué pasa. Así empecé a escribirlo.

Pero, para volver a la pregunta, es algo muy personal. Simplemente sentía que había llegado el momento de escribirlo, pero no tenía nada que ver con los tiempos que corrían. El libro se publicó en Alemania el año pasado. Son tiempos donde la gente busca un escape, con lo cual no es que dijera esto va bien en este tiempo y encaja, simplemente lo sentía.

David Safier durante la video entrevista, en febrero de 2024. /WMagazín

W. Manrique Sabogal. ¿Diría que es su libro más personal, más hondo y más emocional; incluso más honesto en ese sentido?

David Safier. Honestos son todos los libros, en cierto modo. En la década anterior escribí dos libros sobre el Holocausto (28 días, en 2014, y con Rodrigo Cortés el guion de El amor en su lugar, en 2021), y aunque en esta novela no hablo directamente de él, sí hablo de ochenta años de historia, puedo decir que sí es mi libro más personal. Trata de mis padres, es lo que más se acerca a mí y a mi vida, es lo más auténtico. Tenía claro que la vida de mis padres había sido una gran novela. No estoy escribiendo sobre mí, describiendo cómo yo me he convertido en lo que soy, sino sobre mis padres, lo que vivieron. Son como grandes personajes de ficción y pensé que podía ser interesante para mis lectores y lectoras.

W. Manrique Sabogal. Leyendo Mientras estemos vivos pensé en lo que se dice de que los hijos no solemos conocer el pasado de nuestros padres, que también ellos amaron, también desearon, también soñaron, también tuvieron todas las emociones que tenemos nosotros y, sin embargo, poco nos preocupamos por sus vidas. ¿Por qué ocurrirá esto?

David Safier. En mi caso, hay algo añadido: mis padres no hablaban de su vida. Estaban tan traumatizados que, por ejemplo, mi padre del tiempo que vivió en Viena solo hablaba de lo positivo. Hablaba sobre sus padres que habían fallecido, pero no de cómo habían fallecido, yo tuve que investigarlo. Mi madre tampoco me contaba nada. Todo lo que sé, lo sé por casualidad o porque lo he investigado.

Las preguntas acerca de tus padres solo te las planteas cuando ya has vivido suficiente. Cuando mis padres fallecieron, o hasta que fallecieron, yo no me formulé estas preguntas. Ya tenía cuarenta y algo de años, y cuando empecé a escribir ya tenía cincuenta y algo. Antes no pude haber escrito este libro porque tuve que adquirir una cierta madurez. Espero que no me pase nada malo, ni a mí ni a mi familia, pero ya hay cosas que he experimentado, ya sé lo que significa ser padre, ya tengo una cierta madurez, vencí la resistencia de mis padres. Cuando yo preguntaba, de niño o adolescente, ellos, también, tenían resistencia a contestarme.

Cuando yo nací mi padre tenía 51 años, y había vivido una vida increíble: había huido, había sido espía, había sido marido, se había enamorado, había tenido hijos ilegítimos y todo eso.

Solo puedo recomendar a todos que, si los padres viven, pregunten de manera cuidadosa, porque, si no, se pierde. Quizás así te entiendes más a ti mismo. Al final, eres hijo de tus padres. Hay una parte genética, pero también psicológica. Es importante saber qué les pasó, cómo eran como personas cuando eran jóvenes. Los padres también han tenido una vida sin uno.

W. Manrique Sabogal. Otro aspecto en el libro que invita a la reflexión es que tampoco nos preocupamos o no nos enseñan cómo atender a esos padres ya mayores. ¿Por qué pasa esto, sabiendo que los padres viven cada vez más tiempo, pero no nos preparamos?

David Safier. Es complicado, es difícil, y, al final, en la novela también se describe esto. Yo ayudé a mis padres económicamente y pude encontrar una buena residencia para mi madre y pagarla, porque nosotros teníamos dos niños pequeños y mi madre había tenido un derrame cerebral y no habríamos podido atenderla en esta familia reducida. Es un tema muy importante en una sociedad que se hace cada vez más mayor.

Yo ya no tengo que pensar en los mayores porque han fallecido, pero ya me veo en esta situación. Y cuando hay una situación de cuidados, no estás preparado para ello. Sería bueno pensarlo antes, plantearlo antes, aprender. Veo muchos casos donde la gente no sabe cómo gestionarlo. Son golpes de destino, llegan de un día para otro, como mi madre, que tenía 62 años cuando tuvo el derrame cerebral, así que de un día a otro no podía moverse, o solo un lado.

Mi generación es la generación de los baby boomers y la generación de nuestros hijos, pues, son la mitad en cantidad, es decir que es un problema. Tampoco voy y le digo a mis hijos preparaos ya para cuidarme, obviamente, no, pero sí estaría bien si se preparara más a la sociedad y a los individuos para que no estuvieran tan solos con estas situaciones del destino en la familia.

W. Manrique Sabogal. Entramos en un tema muy suyo, del amor y los afectos. Y eso es este libro, también, con el que entra en esa biblioteca donde los escritores recrean las vidas amorosas de sus padres, y aquí hay uno muy profundo. ¿Qué es para usted, realmente, el amor?

David Safier. No es tan fácil, no es tan fácil definirlo. Para mi padre, este amor era la oportunidad de vivir. Mi padre, debido al Holocausto y la Guerra de Independencia de Israel, estaba muy traumatizado, era alcohólico, conoció a esta mujer y dejó su vida en Israel por ella, y dijo: Yo con ella y su hija no puedo ir a Israel, no puedo hacerlo con una alemana veinte años después del Holocausto. Así que lo dejó todo para empezar una nueva vida con esta mujer. Y ella también dijo, solo tendré un hijo contigo si dejas de beber.

Este amor por esta mujer y, en extensión, por mí, también, representaba la vida. Era la vida para él, era volver a empezar a vivir y poder dejar atrás todo el sufrimiento antiguo. Este amor fue como una cura de este dolor anterior, si es que se puede decir así. Para mi madre, en cierto modo, también. Ella era la más fuerte en la relación. Por este amor, sacrificaron mucho. Para mí son como dos personas que se hubiesen ahogado en el mar solas, pero se aferraron uno al otro y, por razones milagrosas, relacionadas con el amor, no se hundieron, pudieron sobrevivir en el mar de la vida. Eran personas que se amaban, que habían cometido muchos errores también, pero que se esforzaban en hacer lo correcto en este amor. Es como yo describiría el amor en mi caso.

W. Manrique Sabogal. ¿Por qué ahora, que hay tantas posibilidades de amarse con menos problemas, parece complicarse todo?

David Safier. Cada generación sufre a su nivel. Las cosas que mis padres tuvieron que pasar, hay muchas preguntas que nosotros nos planteamos y ellos ni podían planteárselas. Lo importante o lo que contaba era la supervivencia física en el caso de mi padre, pero también en el caso de mi madre, en la guerra. Luego, la supervivencia económica. Mis padres no tenían profesiones clásicas. Tuvieron que trabajar muchísimo. Eran de una generación que no podía hacerse ciertas preguntas sobre la felicidad.

El hecho de que las personas hoy en día estén tan insatisfechas tiene que ver con circunstancias como guerras, pero estas circunstancias también existieron en el pasado. Tiene que ver más con las historias que nos contamos como sociedad. Por ejemplo, en la política, muchos políticos dicen lo mal que va todo, no existe ninguna utopía; hay todas estas historias negativas en Internet, en redes sociales. Quizás, socialmente, es como una profecía que se autocumple si todos dicen lo malo que está todo, que los demás son malos, y que solo buscas lo malo en la otra persona, y no buscamos lo que nos une.

Pero hoy se busca más lo que nos separa, y no tanto lo que nos une. A un vecino, de 85 años, le pregunté: Hoy en día todos dicen que las cosas nunca han estado tan mal y que es horrible. Y me contestó: La diferencia era que antes teníamos ideas utópicas de que las cosas serían mejor en el futuro, hoy en día ya no. Es así.

Las personas van unas contra otras y nadie dice ahí está el camino, ahí es donde podemos unirnos. Este es el problema. Me parece que me he desviado mucho de la novela y mi respuesta, pero sí es una pregunta que también me planteo muy a menudo.

W. Manrique Sabogal. No, encaja dentro de la pregunta que he formulado porque es un nuevo tiempo, y como usted bien dice, cada generación ha tenido sus propios dolores y sus propios sueños, pero sí que pareciera que esta no tuviera un horizonte muy claro. Pero también, su libro es un ejemplo de que sí hay salidas.

David Safier. Sí, sí. Por ejemplo, mis padres estaban más expuestos a los eventos históricos como el Holocausto, la Segunda Guerra Mundial, la pobreza en la que vivieron, la fundación del Estado de Israel, todas estas situaciones son mucho más existenciales que las que tenemos ahora. En Europa Occidental estamos en paz, todavía, es decir que podemos influir, pero en otras cosas no. Por ejemplo, podemos hacer algo sobre cambio climático, pero no vamos a poder pararlo uno solo, tampoco vamos a poder convencer a Vladimir Putin de que pare la guerra en Ucrania.

¿Pero qué podemos hacer en nuestra vida, en nuestro entorno privado, particular? Podemos tener una buena vida con las personas que conocemos, vivir bien con ellos. Por ejemplo, tengo amigos que políticamente tienen opiniones muy divergentes a las mías, pero podemos convivir sin discutir. Podemos estar de acuerdo en que no estamos de acuerdo. También puedes hacer algo con tu propio trabajo. Antes hablé de las historias, y las historias que escribo yo son historias que muestran el potencial positivo de las personas, son las únicas historias que me interesan. Esto es aquí y mientras estemos vivos, se pueden fomentar las cosas buenas.

Yo quiero estas historias positivas. Son cosas que podemos controlar: cómo quiero vivir, cómo puedo convivir con otros y qué nos une. Por ejemplo, hoy en día, voy a exagerar, muchas personas quieren ser víctimas. Donald Trump se ve como una víctima y los demás son todos malos. Sin embargo, mi padre nunca quiso ser una víctima. Él buscaba qué les unía, él se enamoró de una alemana que no era nazi, aunque sabía que en su entorno había muchos exnazis. Él sí sabía diferenciar.

Susan Sontag dijo una vez que el 10% de las personas son misericordiosas por naturaleza, otro 10% son malas y el 80% sigue a la mayoría. En este caso, ¿qué pasa? Tienes que decidir a quién quieres seguir. La mayoría de las personas no quieren lo negativo, quieren vivir en armonía, esto nos une. Si tuviéramos una utopía que consistiera en que el 80% no siguiera al 10% malo, tendríamos un mundo mucho mejor, final del sermón.

David Safier durante la video entrevista, en febrero de 2024. /WMagazín

W. Manrique Sabogal. Eso me lleva a pensar en lo vivido por su padre y lo que sabemos del nazismo, el Holocausto y la ultraderecha, y me pregunto por qué hay gente así. ¿No se está enseñando bien la Historia y los Derechos Humanos?

David Safier. Para citar, otra vez, a Susan Sontag, hay un 10%, un 20%, un 5%, no sé cuánto, habría que averiguarlo científicamente, que simplemente son infames, innobles, malos y siempre existirán. La pregunta es cuánto poder les das, esto es lo decisivo. No es que todos los que voten a los nazis les parece bien si matan, asesinan a extranjeros, a judíos. La lección que tenemos que aprender es que no debemos ni podemos dar el poder a estas personas. Los nazis que tenemos ahora en Alemania en el partido del AFD (Alternativa para Alemania) tienen personas que están muy convencidas y otras que los votan, aunque quizás podrían votar a otra cosa, y a estas personas tenemos que convencerlas. Una buena historia ayuda, una utopía, y no decir que todo va a peor, sino pensar que si nos mantenemos unidos podemos tener un mundo lleno de paz o de lo que sea, y que podemos vencer el cambio climático y podremos vivir bien.

W. Manrique Sabogal. Habla de lo importante de conocer la Historia y anteponer lo positivo, lo que une a las personas, y de los que se consideran víctimas y verdugos. Eso me remite a lo que está sucediendo en Israel y Gaza. ¿Qué podría decir de lo que estamos viviendo ahora allí? Porque no son solo ellos, ni solo Ucrania, ¿No cree que todos esos conflictos nos interpelan a todos?

David Safier. Estamos en este punto: en Ucrania, tenemos a Putin, él quiere la guerra, él forma parte de los agresores; y en el caso de Israel y Palestina, la cosa se va agudizando y se escucha a veces al incorrecto. En algún momento votaron a Hamás, Hamás comete esta masacre horrible, luego en Israel se agudiza la situación, obviamente, porque se siente amenazada, y luego hay una reacción exagerada. En el gobierno de Netanyahu también hay racistas, con la promesa de que vamos a protegerles de las personas que quieren asesinarles. Y así, poco a poco, el tono va subiendo. Hay una escalada mutua. En el caso de Putin, Putin no cederá, con él no se podrá negociar, seguramente. Y, en el caso de Israel y Gaza, seguramente, solo existirá la posibilidad que haya personas desde fuera que creen un poco de orden. Por experiencia, es más probable que sea por parte de Israel, porque mínimo la mitad de la población no quiere que sea así, no quiere el gobierno de Netanyahu, y quizás haya algo que pueda mejorar la situación. Pero llega un punto que ya solo se puede solucionar desde el exterior, porque hay tanto odio desde el ataque, la masacre de Hamás, donde asesinaron a los israelíes que eran más propalestinos.

La única solución es una solución de dos estados donde la seguridad la garantice la comunidad internacional o los estadounidenses y los chinos, porque ambos pueblos ya no confían el uno en el otro. Estoy convencido de que la mayoría de la gente en la Franja de Gaza no quiso que pasara eso, y al revés. El problema es que se escucha a las personas que transmiten odio, y así es como llegamos a las guerras mundiales, cuando estas personas malvadas tienen el poder.

  • Mientras estemos vivos. David Safier. Traducción: María José Díez Pérez (Seix Barral).

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