Jane Austen y su universo literario en palabras de grandes escritores
Woolf, Nabokov, Maugham, Bloom, Oates, McEwan... WMagazín conmemora el bicentenario de la muerte de la novelista inglesa con la recopilación de análisis que han hecho de su obra importantes autores
Doscientos años después de la muerte de Jane Austen se puede parafrasear su memorable comienzo de Orgullo y prejuicio: “Es una verdad universalmente reconocida que Jane Austen rompió el canon de la época, es un clásico de la literatura y sus obras encontraron innumerables lecturas”.
Jane Austen nació en Steventon (Hampshire, Inglaterra) el 16 de diciembre de 1775 y murió de una enfermedad desconocida en Winchester, el 18 de julio de 1817. Tenía 41 años. Sus padres George Austen y Cassandra tuvieron 8 hijos: seis hombres y dos mujeres: Cassandra, la mayor y Jane, la penúltima. Perteneció a una familia burguesa y nunca se casó.
“Ella le mostró al mundo que podía existir una mirada y una escritura alternativa a la del canon establecido. No tenía educación ni ‘permiso’ para hacerlo, fue altamente denostada por sus contemporáneos (y por los que le siguieron) y sin embargo continuó, con enorme sentido del humor y poder de observación, e instaló una forma nueva de narrar que no hace más que crecer con el tiempo”, ha dicho en varias ocasiones la escritora chilena Marcela Serrano.
Para William Somerset Maugham, «Jane Austen tiene un mérito: sus obras son maravillosamente amenas, más que las de algunos novelistas de mayor importancia y fama. Trata, como dijo Walter Scott, de cosas corrientes, de ‘los enredos, sentimientos y personajes de la vida corriente’; en sus libros no suceden demasiadas cosas, y sin embargo, cuando se llega al final de una página, se pasa con avidez para saber qué sucede a continuación. Tampoco ocurre gran cosa, pero se vuelve a pasar la página con avidez. El novelista capaz de conseguir eso tiene el don más preciado que un novelista puede poseer.
WMagazín rinde homenaje a esta gran escritora y analiza su obra a través de lo que de ella han dicho importantes autores. Y en un doble homenaje hemos creado un fotorrelato acróstico donde cada capítulo lleva por título una palabra cuya primera letra corresponde a la primera de cada una de su nombre completo: Jane Austen.
Jane
«Se ha señalado que aunque la vida de Jane Austen coincidió con algunos de los episodios más convulsos de la hisotria universal, la Revolución Francesa, el Terror, el ascenso y la caída de Napoleón, estos no se mencionan en sus novelas. Se la ha acusado por ello de un distanciamiento excesivo. Debe recordarse que en su época no estaba bien visto que las mujeres se ocupasen de la política, que era un asunto reservado a los hombres; pocas mujeres leían siquiera los periódicos; pero no hay motivos para suponer que, porque no escribiera sobre aquellos acontecimientos, no la afectaran. Jane quería mucho a su familia, dos de sus hermanos estaban en la Marina de guerra, con frecuencia corrían peligro, y sus cartas muestran que pensaba mucho en ellos. Pero ¿no hacía gala de su sensatez al no escribir sobre tales asuntos? Era demasiado modesta para imaginar que sus novelas se leerían mucho tiempo después de su muerte, pero si este hubiera sido su objetivo, no podía haber actuado de manera más juiciosa al pasar por alto unos asuntos que desde el punto de vista literario eran de interés pasajero».
Austen
«Las principales heroínas de Austen -Elizabeth, Emma, Fanny y Anne- poseen tal libertad interior que sus individualidades no pueden reprimirse. El arte de Jane Austen como novelista no consiste en preocuparse por la génesis socioeconómica de su libertad interior, aunque el nivel de ansiedad aumenta en Mansfield Park y Persuasión. En Austen, la ironía se convierte en instrumento de la invención, que el doctor Johnson definía como la esencia de la poesía. Una concepción de la libertad interior que se centra e el rechazo de cualquier afecto que no proceda de aquel a quien se le ha concedido esa estima, resulta una idea de lo más irónica. La suprema escena cómica de toda obra de Austen debe de ser el rechazo de la primera propuesta de matrimonio de Darcy, donde las ironías de la dialéctica de la voluntad y el afecto se vuelven casi ofensivas».
Novela
«Austen a través de su extraordinaria perspicacia psicológica, de sus brillantes caracterizaciones, de su habilidad para la sátira y el humor, así como la astucia política, hizo girar sus ‘complots de cortejo’ en complejas investigaciones de la naturaleza humana, al igual que de la desigualdad social de su tiempo. Sus novelas dieron prioridad a las verdaderas circunstancias para las mujeres en su época algo bastante radical”.
Elizabeth
“La hija menos favorecida de la señora Bennet, Elizabeth, se alinea con la Rosalind de Shakespeare como una de las heroínas más interesantes jamás escritas, y la sobrepasa por ser más compleja: de múltiples hilos, capaz de oscuros pensamientos. Ella le dice a su hermna “A ti te gusta mucho la gente en general” y “cuanto más veo del mundo, me siento más insatisfecha”. Haber crecido con padres que no coinciden agudizó su visión de la vida, con lo cual ella observa al mundo muy de cerca y críticamente. Ella no es Austen, pero es lo que Austen pensaba que debía ser una mujer joven: dura, enérgica, observadora, franca. (…) El libro está estructurado para dar a Elizabeth tentaciones, revocaciones dramáticas, descubrimientos y argumentos en sus propios asuntos amorosos. En el clímax del libro es atacada por la tía aristocrática de su amante, y en un capítulo virtuoso las dos mujeres juegan su batalla, un juego verbal de tenis con Lady Catherine de Bourgh confiada en derrotar a un inferior social. En cambio, Elizabeth gana por insistir en su derecho a actuar ‘de esa manera que, en mi opinión, constituirá mi felicidad’. Es su propia declaración de independencia».
Arte
«No existe vida real para un escritor de genio: debe crearla él mismo, y luego crear las consecuencias. Solo podemos gozar plenamente del encanto de Mansfield Park aceptando sus convencionalismos, sus reglas, sus encantadores fingimientos, Mansfield Park no ha existido jamás y sus gentes no han vivido jamás.
La novela de Jane Austen no es una obra maestra intensa y vívida, como lo son algunas de las que vamos a estudiar en este curso. Hay novelas como Madame Bovary o Anna Kareénina que son explosiones deliciosas sometidas a un admirable control. Mansfield Park, en cambio, es la obra de una dama y el juego de una niña. Pero de ese costurero sale una labor exquisita y artística, y esa niña posee una vena poética asombrosa y genial».
Universo
“Querida señorita Morland, considera la naturaleza espantosa de las sospechas que has tenido. ¿De qué has estado juzgando? Recuerda el país y la edad en que vivimos. Recuerden que somos ingleses, que somos cristianos. Consulte su propia comprensión, su propio sentido de lo probable, su propia observación de lo que está pasando a su alrededor. ¿Nuestra educación nos prepara para tales atrocidades? ¿Nuestras leyes les hacen connivencia? ¿Podrían perpetrarse sin que se les conociera en un país como este, donde la relación social y literaria se halla en tal situación, donde cada hombre está rodeado por un barrio de espías voluntarios, y donde los caminos y los periódicos ponen todo abierto? Querida señorita Morland, ¿qué ideas has estado admitiendo?
Habían llegado al final de la galería y, con lágrimas de vergüenza, corrió a su habitación’.
Primero leí este pasaje de La abadía de Northanger en 1965 a la edad de 17 años y me causó una gran impresión. La imaginación rebelde de la heroína está de repente atada por esta vigorosa remontada del General Tilney. Lo que llama la atención es que en el siglo XIX, antes de que los ferrocarriles hubieran transformado el país, mucho antes del telégrafo, el General evoca una sociedad intrincadamente conectada, donde nadie puede esconderse del escrutinio público cuando una red de comunicaciones y medios puede «Poner todo abierto». Aquí no hay lugar para imaginaciones salvajes e insensatas. Tal vez esta es la esencia misma de la condición de la modernidad – siempre creer que uno ha llegado en su tiempo en la cumbre de lo moderno.
La abadía Northanger de Jane Austen influyó profundamente en mi novela Expiación. Las palabras del general Tilney forman el epígrafe”.
Sentimientos
«Elizabeth volvió a ser la chica juguetona de siempre, y quiso que el señor Darcy le contase cuánto se había enamorado de ella.
-¿De qué manera empezó? Comprendo que, una vez que empezaste, iría todo como la seda, pero ¿qué es lo primero que te impresionó?
-No podría decirte qué momento, qué lugar, qué mirada o qué palabras sirvieron de base. Hace ya demasiado tiempo. Lo que sí sé decirte es que para cuando me di cuenta ya estaba metido hasta el cuello.
-Mi belleza te dejó frío al principio; de mi comportamiento contigo no hablemos, porque anduvo bordeando la grosería, y siempre que te dirigí la palabra lo hice más bien con la intención de mortificarte. Sé franco… ¿me admiraste por mi descaro?
– Por tu alegría y travesura, sí.
-Dilo sin rodeos; por mi descaro. La verdad es que estabas hastiado de amabilidades, condescendencias y oficiosidades. Te asqueaban las mujeres que no tenían más preocupación que buscar el darte gusto con sus palabras, gestos y miradas. (…) Yo llamé tu atención y te interesé porque era diferente de todas ellas. Desde luego, cuando te enamoraste no conocías ninguna de mis buenas cualidades…; pero eso mismo les ocurre a todos cuantos se enamoran».
Tesis
“Austen nos hace sentir la extrañeza y el milagro de la literatura, la extrañeza de que un mundo tan distinto al nuestro, sobre todo en lo que se refiere a la vida de las mujeres, pueda parecernos, de pronto tan asombrosamente cercano. Eso se debe, desde luego, a que sus novelas no tratan sólo de cómo unas señoritas consiguen casarse con aquel del que se enamoran por difícil que sea la cosa. Se diría que bajo esta aparente peripecia hay una melodía subterránea, mucho más profunda, que sirve para contar cómo se confrontan los anhelos con las posibilidades verdaderas de satisfacerlos, la realidad y el deseo”.
- Elvira Lindo, en el prólogo de Orgullo y Prejuicio, de la editorial Suma de Letras.
Experiencia
“No he mirado Emma desde esos días embriagadores (hace 30 años cuando dio un curso sobre la novela), pero recuerdo la precisión de la prosa suavemente satírica de Austen, su forma de exponer las debilidades y perdonarlas en prácticamente el mismo barrido de una frase. La esencia misma, tal vez, de lo femenino, si no la mujer – para exponer, pero (por supuesto) para perdonar. Sin embargo, Austen está seguramente hablando por sí misma, no por Emma, cuando, al final de la novela, se indigna con la posibilidad de que la protegida de Emma, Harriet, ‘hija de un comerciante’, pudiera considerarse una prenda apropiada para el distinguido señor Knightley: ‘La mancha de la ilegitimidad, no blanqueada por la nobleza o la riqueza, habría sido una mancha de hecho’. Aquí Austen baja su máscara y habla francamente con nosotros. Sentimos su sensación de horror, que el intruso ‘ilegítimo’ ha llegado tan cerca de penetrar nuestra sociedad cerrada”.
- Joyce Carol Oates en The Guardian.
Naturalismo
“Un aspecto que los primeros lectores notaron en la obra de Austen fue su naturalismo. Las novelas de Austen, a diferencia de las que creció leyendo, no debían nada a las improbabilidades. No hay castillos italianos fantasmagóricos, (se burla de los dispositivos góticos en Northanger Abbey). Ningún personaje es secuestrado por fuerzas extrañas o heredado una fortuna con extrañas disposiciones adjuntas. Walter Scott, un autor popular de novelas históricas casi olvidadas elogío ‘arte de copiar de la naturaleza como realmente existe en los caminos comunes y presentar al lector, en lugar de las espléndidas escenas de un mundo imaginario, Representación llamativa de lo que ocurre diariamente alrededor de él”.
- Kathleen A Flynn y Josh Katz, en The New York Times.
Jane Austen
«Sin alardear ni tratar de herir al sexo opuesto, puede decirse que Orgullo y prejuicio es un buen libro. En todo caso, a uno no le hubiera avergonzado que le sorprendieran escribiendo Orgullo y prejuicio. No obstante, Jane Austen se alegraba de que chirriara el gozne de la puerta para poder esconder su manuscrito antes de que entrara nadie. A los ojos de Jane Austen había algo vergonzoso en el hecho de escribir Orgullo y prejuicio. Y, me pregunto, ¿hubiera sido Orgullo y prejuicio una novela mejor si a Jane Austen no le hubiera parecido necesario esconder su manuscrito para que no lo vieran las visitas? Leí una página o dos para ver, pero no pude encontrar señal alguna de que las circunstancias en que escribió el libro hubieran afectado en absoluto su trabajo. Éste es, quizás, el mayor milagro de todos. Había, alrededor del año 1880, una mujer que escribía sin odio, sin amargura, sin temor, sin protestas, sin sermones. A sí es como escribió Shakespeare, pensé mirando Antonio y Cleopatra; y cuando la gente compara a Shakespeare y a Jane Austen, quizá quiere decir que las mentes de ambos habían quemado todos los obstáculos; y por este motivo no conocemos a Jane Austen ni conocemos a Shakespeare, y por este motivo Jane Austen está presente en cada palabra que escribe y Shakespeare también. Si Jane Austen sufrió en algún modo por culpa de las circunstancia s, fue de la estrechez de la vida que le impusieron. Una mujer no podía entonces ir sola por las calles. Nunca viajó; nunca cruzó Londres en ómnibus ni almorzó sola en una tienda. Pero quizá por carácter Jane Austen no solía desear lo que no tenía. Su talento y su modo de vida se acoplaron perfectamente».
- Virginia Woolf, en Una habitación propia (Booket).
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