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Cormac McCarthy (Estados Unidos, 1933-2023). /Foto Beowulf Sheehan – Penguin Random House

Cormac McCarthy, muere uno de los grandes escritores de Estados Unidos del último medio siglo

El autor de novelas como 'Meridiano de sangre', 'No es país para viejos' y 'La carretera' tenía 89 años. Heredero de Faulkner, sus novelas retratan el lado oscuro y violento del ser humano en busca de sobrevivir en situaciones y zonas hostiles físicas, sociales y existenciales

Cormac McCarthy, uno de los escritores estadounidenses más prestigiosos e influyentes de Estados Unidos en el último medio siglo, murió a los 89 años, el 13 de junio de 2023. McCarthy falleció en Santa Fe y había nacido en Providence, Rhode Island, el 20 de julio de 1933. El escritor, heredero del legado de autores como William Faulkner y del gótico sureño que mira y habla del mal, estuvo en las quinielas del Premio Nobel de Literatura. Ganó en 1992 el National Book Award por la novela Todos los hermosos caballos, primera parte de la Trilogía de la frontera, con la que inició una nueva y exitosa etapa literaria, y en 2006 el Pulitzer por la novela corta La carretera. Su nombre alcanzó un lugar relevante en las letras de su país y del mundo en 1985 con Meridiano de sangre.

Mi día perfecto es sentarme en una habitación con una hoja en blanco. Es el paraíso. Un tesoro, y cualquier otra cosa es una pérdida de tiempo”, dijo McCarthy, en una prueba de su entrega y pasión por la escritura. Un hombre enigmático que apenas se dejaba ver y daba entrevistas a los medios de comunicación.

Sus narraciones se caracterizan por ser un retrato profundo sobre la naturaleza humana con seres en busca de sobrevivir en zonas hostiles físicas, sociales y existenciales. Sus historias hablan de hombres en las fronteras físicas, morales, éticas y emocionales en situaciones violentas de diferente índole, de asesinatos y violaciones a miedos ante gente sin escrúpulos. Su escritura contenida y muy fluida se detiene en detalles hasta crear un fresco literario en los cuales rescata, por momentos, la belleza de objetos, lugares o situaciones cotidianas.

McCarthy fue un escritor de culto que logró llegar al gran público y alcanzó la popularidad tras la adaptación al cine, en 2007, de su novela No es país para viejos (2005) y, en 2009, de La carretera (2006). Su última obra la presentó en 2022 como un díptico literario: El pasajero y Stella Maris.

El diario británico The Guardian recuperó una palabras que McCarthy les dijo alguna vez: “No existe la vida sin derramamiento de sangre. Creo que la noción de que la especie se puede mejorar de alguna manera, que todos pueden vivir en armonía, es una idea realmente peligrosa. Aquellos que están afligidos con esta noción son los primeros en entregar sus almas, su libertad. Tu deseo de que así sea te esclavizará y dejará tu vida vacía”.

Los siguientes son pasajes de las novelas más emblemáticas de Cormac McCarthy:

Cormac McCarthy (1933-2023) y algunas de sus novelas más relevantes. /Foto Beowulf Sheehan – Penguin Random House

El pasajero / Stella Maris

Son las dos últimas novelas publicadas que aunque se ueden leer de manera independiente están intercontectadas y conforman un díptico literario. La historia sigue a los hermanos Bobby y Alicia Western, quienes viven atormentados por el legado de su padre físico, quien ayudó a desarrollar la bomba atómica.

«El Chico estaba paseando la mirada por la habitación. Joder, dijo. Qué asco de sitio. ¿Has visto lo que acaba de pasar por el suelo? ¿Es que no nos queda ni pizca de Zyklon B? Tú nunca has sido lo que se dice un ejemplo de pequeña ama de casa, pero creo que aquí te has superado. Antes ni loca habrías permitido que te encontraran muerta en un cuchitril así. ¿Ya te lavas?

Eso no es asunto tuyo.

Una más en la larga lista de promesas no cumplidas. Vale, pues muy bien. Tú no sabes lo que hay a la vuelta de la esquina, ¿verdad? Y perdona el juego de palabras. ¿Nunca has pensado en tomar los hábitos? Está bien. Pensé que debía preguntártelo.

Oye, ¿por qué no hacemos las paces si es que hay que hacerlas y pasamos de lo demás? No empeores las cosas.

Sí sí claro claro.

Sabías que esto iba a pasar. A ti te gusta fingir que conozco secretos tuyos.

Y conoces algunos, sí. Mierda, qué frío hace aquí dentro. Parece la puta cámara donde guardan la carne. Me llamaste operador espectral».

***

La carretera

Es una novela corta, una fábula y distopía prodigiosa, sobre la vida en la Tierra después del apocalipsis creado por el propio ser humano. McCarthy sigue los pasos de un padre y un hijo que intentan sobrevivir y muestra los pliegues del miedo y la crueldad que acechan, y de las emociones y el amor sincero como luz salvadora (fue llevada al cine por John Hillcoat, protagonizada por Viggo Mortensen):

«Al despertar en el bosque en medio del frío y la oscuridad nocturnos había alargado la mano para tocar al niño que dormía a su lado. Noches más tenebrosas que las tinieblas y cada uno de los días más gris que el día anterior. Como el primer síntoma de un glaucoma frío empañando el mundo. Su mano subía y bajaba al compás de la preciada respiración. Retiró la lona de plástico y se puso de pie envuelto en aquellas prendas y mantas pestilentes y buscó algún atisbo de luz en el este pero no lo había. En el sueño del que acababa de despertar vagaba por una gruta y el niño lo llevaba de la mano. La luz de los dos bailaba en las húmedas paredes de roca caliza. Como peregrinos de fábula engullidos y extraviados en las entrañas de una bestia granítica. Humeros de piedra donde el agua goteaba y cantaba. Tañendo sin tregua en el silencio los minutos de la tierra y sus horas y días y años. Hasta que se hallaban en una enorme estancia de piedra donde había un lago antiguo y negro. Y en la orilla opuesta un ser que levantaba su chorreante boca del gour y miraba hacia la luz con unos ojos tan blancos y ciegos como los huevos de araña. Balanceaba su cabeza a ras de agua como para captar el olor de aquello que no podía ver. Agazapado allí, pálido y desnudo y translúcido, sus huesos de alabastro grabados en sombra en las rocas que tenía detrás. Sus intestinos, su palpitante corazón. El cerebro que latía dentro de una empañada campana de cristal. La criatura movía la cabeza de lado a lado y luego soltaba un gemido grave y daba media vuelta y dando tumbos se alejaba silenciosamente hacia la noche».

Tráiler de La carretera:

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No es país para viejos

Llewelyn Moss cree haberse topado con la buena suerte cuando encuentra un maletín con drogas y dos millones de dólares. El miedo y la brutalidad lo persiguen a través de tres hombres, sobre todo de Anton Chigurh, un asesino implacable cuya misión es recuperar el dinero para sus jefes (fue llevada al cine por los hermanos Ethan y Joel Coen):

«El ayudante dejó a Chigurh de pie en un rincón de la oficina con las manos esposadas a la espalda mientras él se sentaba en la butaca giratoria y se quitaba el sombrero y ponía los pies en alto y llamaba a Lamar por el móvil.

Acabo de entrar, sheriff. Llevaba encima una especie de cosa como las bombonas esas de oxígeno para el enfisema o como se llame. Llevaba también una manguera por dentro de la manga conectada a una de esas pistolas de aire comprimido que usan en los mataderos. Sí, señor. Eso es lo que parece. Podrá usted verlo cuando venga. Sí, señor. Lo tengo vigilado. Sí, señor.

Cuando se levantó de la butaca se sacó las llaves del cinturón y abrió el cajón del escritorio para coger las llaves de la celda. Estaba ligeramente encorvado cuando Chigurh se puso en cuclillas y pasó las manos esposadas por detrás hasta la parte posterior de sus rodillas. En el mismo movimiento se sentó y se meció hacia atrás y pasó la cadena bajo sus pies y luego se incorporó rápidamente y sin el menor esfuerzo. Si parecía algo que hubiera practicado muchas veces, lo era. Pasó las manos esposadas por encima de la cabeza del ayudante y dio un salto y descargó ambas rodillas sobre la nuca del ayudante y tiró de la cadena».

Tráiler de No es país para viejos:

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Meridiano de sangre

Harold Bloom dijo: «En el umbral del siglo XXI me parece la obra imaginativa más impresionante entre todas las de los escritores estadounidenses vivos». Es la mirada sobre el mal encarnado en seres humanos con una prosa ágil, lírica y metafísica para contar la historia de un hombre y su grupo que mata indios, hasta que esos matones empiezan a asesinar a los mismos que les pagan:

«He aquí el niño. Es pálido y flaco, lleva una camisa de hilo fina y ajada. Aviva la lumbre en la recocina. Afuera hay campos oscuros roturados y con jirones de nieve y al fondo bosques más oscuros aún donde moran todavía los últimos lobos. Viene de familia de poceros y talladores de madera, pero en realidad su padre ha sido maestro. La bebida le puede, cita a poetas cuyos nombres se han perdido para siempre. El niño le observa acuclillado junto al fuego.

La noche de tu nacimiento. Año treinta y tres. Leónidas, las llamaban. Ah, qué de estrellas caían. Yo buscaba lo negro, agujeros en el firmamento. La Osa Mayor embestía.

La madre muerta hace catorce años ha incubado en su seno la criatura que la llevará a la tumba. El padre jamás pronuncia su nombre, el niño no sabe cuál es. En alguna parte tiene una hermana a la que no volverá a ver. Pálido y sucio, observa. No sabe leer ni escribir y ya alimenta una inclinación a la violencia ciega. Toda la historia presente en ese semblante, el niño el padre del hombre».

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