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El historietista español Francisco Ibáñez (Barcelona, 1936-2023).

Francisco Ibáñez, murió el autor de Mortadelo y Filemón con quien media España se divirtió e inició en la lectura

El historietista, uno de los más queridos por todas las generaciones, tenía 87 años. Dio impulso al cómic español a través de más de 50.000 páginas en 65 años y más de cien millones de libros vendidos. Así lo recuerdan los medios

Murió Francisco Ibáñez, a los 87 años. Era uno de los historietistas españoles más queridos por sus lectores desde los años cincuenta del siglo XX. Con sus personajes Mortadelo y Filemón, protagonistas de sus tebeos, mucha gente se inició en la lectura y fue la ventana para reír durante las últimas dos décadas de la dictadura de Francisco Franco, muerto en 1975.

Ibáñez (Barcelona, 15 de marzo de 1936 – 15 de julio de 2023), también es el autor de Rompetechos, Pepe Gotera y Otilio, Tato y Clodoveo, El botones Sacarino y 13, rue del Percebe. Vendió más de cien millones de libros y deja el enorme legado de su lucidez, sentido del humor y más de 50.000 páginas con personajes memorables que han hecho felices a un gran número de lectores”, según la editorial.

En 1950 empezó a trabajar como botones en el Banco Español de Crédito. Dos años después compaginó este trabajo con colaboraciones en revistas como Nicolás, Chicolino La jhora del recreo, La risa, e Hipo, Monito y Fifí. A partir de 1957 se vinculó a editorial Bruguera, y en 1958 publicó el primero de los libros de Mortadelo y Filemón.

Con motivo de los sesenta años del primer álbum, Ibáñez contó, en una entrevista a El País Semanal, de Borja Hermoso de El País, si su relación con sus famosos personajes era buena, después de tanto tiempo: “¡Sí!, hombre, esto tiene dos vertientes. Unos días terminas una página y dices: “¡Coño, qué bien ha quedado!”. Y otros acabas hasta el gorro de ellos. Dices: “Voy a poner una página debajo de la otra y le voy a dar con la cerilla”. En términos generales estoy satisfecho, las cosas han ido bien, y el público siempre ha respondido. Cuando voy por ahí a firmar ejemplares hay unas colas que… que me da hasta miedo. Saldría corriendo. Pero vienen con una sonrisa de oreja a oreja y… tienes que devolverla. ¡No vas a poner cara de perro! Suelo acabar con un dolor de mandíbula…”.

Autorretrato de Francisco Ibáñez y sus personajes.

A diferencia de otros autores, Francisco Ibáñez estaba al frente de todo el proceso de la obra, desde la concepción y creación hasta el acabado, según contó a El País:

“Tiene que quedar perfecto. En otras cosas participa otra gente. Eso se le ocurrió en los sesenta a los de Bruguera, que solo querían producción, producción, producción. Les dije que no podía más. Y decidieron que yo me ocupase de la parte de creación y que luego un chico de estos que más o menos saben hacer un trazo lo terminara. Pero a mí me ha gustado siempre empezar y terminar la cosa, que se vea la mano del autor. Es que si lo termina otro se nota. A veces yo le decía a Rafael González, el editor de Bruguera: “¡Oiga, en esta página Filemón va con chaqueta roja y en la otra con azul!”. Y él me soltaba: “¡Bah, el público no se fija en esas cosas!”.

Los lectores españoles de todas las generaciones y medios de comunicación del país lamentan la muerte de quien les ayudó a tener una vida más alegre. WMagazín refleja la biografía de Francisco Ibáñez y su importancia en la cultura y sociedad españolas a través de la manera como algunos medios han recogido la noticia y lo despiden con agradecimiento y cariño:

El País

«Los infinitos disfraces de Mortadelo, la resignación de Filemón, la mala leche del superintendente, la locura del profesor Bacterio… No había nada parecido. Bueno sí, todos y cada uno de los personajes que venían firmados por el tal F*Ibáñez: Pepe Gotera y OtilioSacarinoRompetechos, la 13 del Percebe… Todos coincidían en esa capacidad infinita de encadenar gags viñeta tras viñeta, sin que apenas diera tiempo a respirar y recuperarse. Y disfrutaba, sobre todo, de perderme por esas portadas y viñetas donde, más allá de lo que pasaba en primer plano, había que detenerse por todo lo que ocurría detrás: por ese gato torturado por el ratón, por una firma que tomaba vida propia y se convertía en un personaje más, por ese profético avión estrellado en las Torres Gemelas, que hasta eso tuvieron sus tebeos», escribe Álvaro Pons, uno de los expertos en cómics.

Televisión Española

«El 20 de enero de 1958 apareció en la revista «Pulgarcito» la primera historieta de Mortadelo y Filemón, su creación más emblemática, a los que dibujó en centenares de disparatadas aventuras y con los que ha completado 220 álbumes. Influenciado por la escuela franco-belga, en 1969 publicó «El sulfato atómico», historieta larga en formato de álbum, con viñetas muy cuidadas y que marcó la apertura de Ibáñez al mercado extranjero».

ABC

«Luto en la T.I.A. Banderas a media asta en 13 rue del Percebe. Francisco Ibáñez, historietista incansable y mago del humor con una chistera repleta disparates y gags memorables, ha entregado el lápiz. Ha dejado caer las armas. Mortadelo y Filemón lo lloran desconsolados. Rompetechos y El Botones Sacarino se suman al coro. Y en su piso de Barcelona, humilde morada en La Verneda en la que la magia cobraba forma, sólo silencio. «Mi mujer sabe que estoy vivo porque escucha de vez en cuando los lápices moverse», decía con sorna, achinando los ojos como sólo él sabía y riéndose a trompicones, con arreones como de motor asmático recién salido de una de sus viñetas. Ahora ya ni eso. Ni lápices ni movimiento», escribe David Morán.

El Mundo

«Aunque hay matices. En la familia Bruguera, igual que entre los trabajadores de la historieta, abundaban los derrotados en la Guerra Civil, de modo que un aire de fatalidad humorística, se escondía bajo capas de corrección franquista. Ibáñez fue siempre lo contrario de un escritor político, y puede que esa fuese su clave para perdurar en la cultura española durante la dictadura, la Transición, la democracia y sus sucesivas fases de encanto y desencanto, pero es muy fácil tomar sus historietas como un retrato crítico de la España de cada momento. De la retórica un poco boba del No-Do. De los tontos aires de cosmopolitismo de los españoles de su generación. De la tendencia a la chapuza. al mal humor y al gusto por el absurdo de los niños que se hicieron adultos después de la Guerra Civil», escribe Luis Alemany.

El Confidencial

«Los tebeos de Ibáñez representan muchas cosas, y algunas más importantes de lo que parecen. La más importante es esta: Ibáñez hacía leer a los niños. Antes de Proust, siempre estaba Mortadelo y Filemón. Incluso después de Proust, volvía uno a Mortadelo y Filemón, que era más amigable. Mucha gente que no tenía libros en casa tenía tebeos de Ibáñez, y por ahí se filtraba esa soledad a pie de página que es la lectura, ese estar tú solo configurando el mundo con las pistas que te dan las palabras de otro.

El humor de don Francisco venía de la posguerra, del hambre y la necesidad. Era la hilaridad española del pícaro, una jocosidad pegada a las cosas, al cocido, a la pared que se cae, al jefe que da voces. No hay otra filigrana intelectual en sus tebeos que la que surge de gente con problemas comunes.El aleph de esta realidad contable y con cuñados la representaba 13, Rue del Percebe. Era una sola página de un edificio de varias plantas con la fachada retirada para que viéramos las pequeñas historias que acaecían en cada domicilio. Un poco como mezclar El diablo cojuelo con Perec, si quieren que nos pongamos estupendos», escribe Alberto Olmos.

El Cultural

Aunque las aventuras de sus dos espías deslicen comentarios sobre la realidad social y política de cada momento, «Mortadelo y Filemón no son críticos políticos», como advirtió en una entrevista concedida a El Cultural en 2015, a propósito de una nueva entrega en la que se presentaban a las elecciones. «El tema es una excusa para que se desarrollen las mil y una chorradas y carreras a las que el público está acostumbrado. Si elegimos temas de actualidad es para que no parezcan apolillados», recuerda F. D. Quijano.

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