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El escritor Milan Kundera (Brno, República Checa, 1929- París, Francia, 2023). /Foto cortesía editorial Tusquets

Milan Kundera: muere el autor de la célebre y querida novela ‘La insoportable levedad del ser’

El escritor checo murió en París a los 94 años. Es uno de los escritores-pensadores europeos más importantes y queridos por los lectores. Exploró los laberintos de sentimientos, erotismo y preguntas existenciales con el fondo de la dictadura y el exilio, sin olvidarse del humor

“Si el eterno retorno (la idea de Nietzsche) es la carga más pesada, entonces nuestras vidas pueden aparecer, sobre ese telón de fondo, en toda su maravillosa levedad», Milan Kundera, en La insoportable levedad del ser.

Milan Kundera murió el 11 de julio de 2023, a la edad de 94 años, en París. El escritor checo, nacionalizado francés en 1987, es uno de los escritores-pensadores europeos más importantes y queridos por los lectores, por novelas convertidas en clásicos instantáneos como La insoportable levedad del ser (1984). Su obra es fundamental para entender una parte de la historia de Europa tras la Segunda Guerra Mundial, sobre todo de Europa del Este, y su impacto en la gente y generaciones posteriores ante la propia existencia del individuo frente a sí mismo, frente a los demás y al sistema.

Aunque se decía que estaba más influido por los filósofos que por la literatura de ficción, Milan Kundera era un gran defensor del poder, capacidad y autonomía de la novela: “Es una idea tan corriente como tonta la de que la visión del mundo que está en las novelas proviene de otro lugar: del pensamiento de los filósofos, de los políticos, de los científicos. Como si la novela no tuviera su propia forma de pensar que ¡solo le pertenece a ella!”, dijo Kundera en una entrevista a Guy Scarpeta en el diario español El País. Ese poder de la novela lo plasmó en libros como El arte de la novela y Los testamentos traicionados.

El escritor checo, nacido en Brno, el 1 de abril de 1929, fue expulsado del Partido Comunista y sus libros prohibidos tras la invasión soviética a su país en 1967. En 1975 se fue exiliado a Francia con su esposa y obtuvo la nacionalidad en 1987.

Claves literarias

Pensamientos, ideas, dudas, sueños y emociones íntimas y solitarias o colectivas fluyen por su obra. La de una persona en diálogo franco y directo con otras artes: tocó el piano y estudió y enseñó música; le gustaba el cine y enseñó su historia; amaba el teatro y lo desarrolló desde diferentes ámbitos; estudió literatura y estética y las enseñó y, sobre todo, las practicó a través de la escritura de novelas, cuentos y poemas. Exploró los laberintos de sentimientos, erotismo y preguntas existenciales con el fondo de la dictadura y el exilio, sin olvidarse del humor.

“Pretendo que mis libros sean divertidos, fáciles de leer y difíciles de comprender. Porque detesto los libros difíciles de leer y fáciles de comprender”, llegó a decir Milan Kundera.

Un propósito cumplido: “Su obra traza como ninguna un retrato irónico y emotivo, humorístico y lúcido de la condición humana, ya sea en regímenes comunistas, en momentos de ilusión por el cambio como la Primavera de Praga, o en la Francia contemporánea, donde diagnosticó las cuitas de nuestra vida europea”, señala la editorial Tusquets, su sello en español.

La obra de Kundera es profunda y lúcida, y alegre y erótica. Refleja las agitaciones políticas y aquellas interiores del ser humano. Sus personajes suelen ser bosquejados para que el lector los termine de crear a partir de sus palabras y acciones.

En checo, su lengua materna, escribió, en estricto orden cronológico, el volumen de cuentos El libro de los amores ridículos y las novelas La bromaLa vida está en otra parteLa despedida, El libro de la risa y el olvidoLa insoportable levedad del ser y La inmortalidad. 

En lengua francesa escribió las novelas La lentitud, La identidadLa ignorancia y La fiesta de la insignificancia; la obra de teatro Jacques y su amo: homenaje a Denis Diderot; y cinco ensayos: El arte de la novela, Un Occidente secuestrado, Los testamentos traicionados, El telón y Un encuentro.

Entre los galardones que recibió figuran el Premio Médicis de Literatura Extranjera 1973, el Premio Jerusalén 1985, el Premio Austriaco de Literatura Europea 1987, el Premio Nacional de Literatura Checa 2007, Gran Premio de la Academia Francesa 2001 y el Premio Franz Kafka 2020.

El mundo lamenta la muerte de Kundera

Monika Zgustova, escritora checo-española, y traductora al catalán de la obra de Kundera, escribe en El País: «Junto al exilio y la imposibilidad creciente de cualquier arraigo, Kundera señaló la ignorancia como otra de las condiciones esenciales del ser contemporáneo: el desconocimiento de lo que nos conviene y, por lo tanto, de lo que somos. En su novela titulada precisamente La ignorancia continúa su personal reflexión alrededor de una pregunta que ya formuló años atrás y que vuelve en sus libros una y otra vez: “¿Tiene, el hombre, alguna posibilidad, en un mundo donde las determinaciones exteriores han llegado a ser tan abrumadoras, que los móviles interiores ya no cuentan para nada?”.

El diario británico The Guardian recoge una opinión que le dio Salman Rushdie: «Como todos los grandes escritores, Milan Kundera deja marcas indelebles en la imaginación de sus lectores. La lucha del hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido’. Desde que leí esta frase en su Libro de la risa y el olvido, ha permanecido conmigo e iluminó mi comprensión de los acontecimientos en todo el mundo. Más tarde, una segunda idea suya, que la novela descendía de dos padres, Clarissa de Samuel Richardson y Tristram Shandy de Laurence Sterne, me dio una forma valiosa de pensar sobre mi propia ascendencia literaria, definitivamente en el lado Shandean del árbol genealógico. Un tercer concepto, el de la ‘ligereza del ser’, nos advertía que la vida no nos permite revisiones ni segundas versiones, y esto puede ser ‘insoportable’, pero también puede ser liberador”.

El escritor y crítico literario francés, Jacques-Pierre Amette, recuerda en Le Monde, cuando se encontró con Kundera a su llegada a Francia:

«Durante las conversaciones, nunca habló de sus obras pero preguntó mucho sobre el medio literario parisino, con una dosis de ironía. Su conversación reveló que estaba bien familiarizado con la prensa literaria. Mezcló esta familiaridad con múltiples preguntas muy acertadas sobre las personas que dirigían el equipo editorial de los principales periódicos. Temía las apariciones en televisión como la peste. Por otro lado, él y Vera estaban ansiosos por controlar ferozmente las fotos de él en la prensa. Quería que publicáramos primero las fotos de Vera. En cuanto quisimos discutir el contenido de sus novelas, hizo un gesto deslumbrante como si espantara una molesta mosca frente a su cara, como si dijera: “No, hablemos de otra cosa».

The New York Times tituló el obituario: «Muere Milan Kundera, estrella literaria checa y paria del Partido Comunista, a los 94 años». En otra pieza más analítica señala:

«Es difícil exagerar cuán central fue Milan Kundera, a mediados de la década de 1980, para la cultura literaria en Estados Unidos y en otros lugares. Fue el escritor checo más conocido desde Kafka, y su ficción traía noticias de sociedades sofisticadas de Europa del Este que temblaban bajo la amenaza de la represión soviética.

Las reseñas de sus novelas eróticas, desgarradoras y metafísicas ocuparon las portadas de las secciones de libros, al igual que sus entrevistas ocasionales. Su trabajo lanzó un hechizo, y pocos no se sometieron. En todas las ciudades universitarias, la gente compraba, leía y se enamoraba de Kundera».

La insoportable levedad del ser, fragmento

La obra cumbre de Kundera, La insoportable levedad del ser, se sitúa en los años sesenta en Praga cuando un cirujano decide ganarse la vida como limpiaparabrisas antes que jurar lealtad del régimen soviético. Se trata de un hombre casado con dudas existenciales y sobre la pareja por que no puede evitar tener aventuras con otras mujeres. En uno de sus pasajes se lee:

«Sintió en su boca el suave olor de la fiebre y lo aspiró como si quisiera llenarse de las intimidades de su cuerpo. Y en ese momento se imaginó que ya llevaba muchos años en su casa y que se estaba muriendo. De pronto tuvo la clara sensación que no podría sobrevivir a la muerte de ella. Se acostaría a su lado y querría morir con ella. Conmovido por esa imagen hundió en ese momento la cara en la almohada junto a la cabeza de ella y permaneció así durante mucho tiempo… Y le dio pena que en una situación como aquella, en la que un hombre de verdad sería capaz de tomar inmediatamente una decisión, él dudase, privando así de su significado al momento más hermoso que había vivido jamás (estaba arrodillado junto a su cama y pensaba que no podría sobrevivir a su muerte). Se enfadó consigo mismo, pero luego se le ocurrió que en realidad era bastante natural que no supiera que quería: El hombre nunca puede saber que debe querer, porque vive solo una vida y no tiene modo de compararla con sus vidas precedentes ni de enmendarla en sus vidas posteriores. No existe posibilidad alguna de comprobar cuál de las decisiones es la mejor, porque no existe comparación alguna. El hombre lo vive todo a la primera y sin preparación. Como si un actor representase su obra sin ningún tipo de ensayo. ¿Pero qué valor puede tener la vida si el primer ensayo para vivir es ya la vida misma? Por eso la vida parece un boceto. Pero ni un boceto es la palabra precisa, porque un boceto es siempre un borrador de algo, la preparación para un cuadro, mientras que el boceto que es nuestra vida es un boceto para nada, un borrador sin cuadro.
(…)
Si cada uno de los instantes de nuestra vida se va a repetir infinitas veces, estamos clavados a la eternidad como Jesucristo a la cruz. La imagen es terrible. En el mundo del eterno retorno descansa sobre cada gesto el peso de una insoportable responsabilidad. Ese es el motivo por el cual Nietzsche llamó a la idea del eterno retorno la carga más pesada. Pero si el eterno retorno es la carga más pesada, entonces nuestras vidas pueden aparecer, sobre ese telón de fondo, en toda su maravillosa levedad«.

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