Gianni Vattimo, muere el filósofo del “pensamiento débil” y analista de la posmodernidad
El gran pensador italiano era estudioso de Nietzsche y Heidegger y discípulo de Gadamer. Su mirada sobre el desmoronamiento de una tradición también lo llevó a defender los derechos LGTBIQ+
“La verdad es un tejido de interpretaciones y no una suma de datos. Es decir, ¿es lo que vemos u otra cosa? Y ahí es esencial el lenguaje, un tejido de proposiciones y creencias colectivas que tienen su estructura conjunta”. Estas palabras de Gianni Vattimo en 2019, uno de los filósofos italianos y europeos más importante de las últimas décadas, cobran relevancia tras su muerte a los 87 años, este 19 de septiembre de 2023.
Nacido en Turín el 4 de enero de 1936, Vattimo fue un estudioso y guardián del pensamiento de Friedrich Nietzsche y Martin Heidegger y discípulo de Hans-Georg Gadamer. A partir de ellos, Gianni Vattimo se convirtió en un filósofo de la hermenéutica, creó la teoría del “pensamiento débil” (crítica a la metafísica tradicional) y un análisis de la posmodernidad centrado en la liberación respecto a conceptos modernos como un torrente que trata de organizar el caos.
Vattimo era especialista en la filosofía alemana de los siglos XVIII y XIX. Ha sido traducido a las principales lenguas de todo el mundo. Entre sus numerosas obras cabe destacar El pensamiento débil, Las aventuras de la diferencia: pensar después de Nietzsche y Heidegger, Ética de la interpretación, Heidegger y la hermenéutica, La sociedad transparente, El sujeto y la máscara, Creer que se cree, Adiós a la verdad e Introducción a Heidegger. (Gran parte de su sobra está en editorial Gedisa).
Vattimo se definió como “homosexual y cristiano” y contribuyó a la promoción de los derechos LGTBQ+. Estuvo vinculado a la Universidad de Turín como profesor de Filosofía Teorética, de Filosofía Estética y como decano de la Facultad de Filosofía y Letras. Además, de eurodiputado por Italia en dos ocasiones.
Los siguientes son pasajes clave de sus ideas en el libro El fin de la modernidad. Nihilismo y hermenéutica en la cultura posmoderna:
“Quizá debemos decir que vivir en la historia, sintiéndose uno como momento condicionado y sustentado por un curso unitario de los acontecimientos (la lectura de los diarios como oración matutina del hombre moderno) es una experiencia que sólo ha llegado a ser posible para el hombre moderno, porque sólo con la modernidad (la era de Gutenberg, según la exacta descripción de McLuhan) se crearon las condiciones para elaborar y transmitir una imagen global de las cuestiones humanas; pero en condiciones de mayor refinamiento de los mismos instrumentos para reunir y transmitir informaciones (la era de la televisión, también según McLuhan) semejante experiencia se hace de nuevo problemática y, en definitiva, imposible. Desde este punto de vista la historia contemporánea no es sólo aquella que se refiere a los años cronológicamente más próximos a nosotros, sino que es, en términos más rigurosos, la historia de la época en la cual todo, mediante el uso de los nuevos medios de comunicación, sobre todo la televisión, tiende a achatarse en el plano de la contemporaneidad y de la simultaneidad, lo cual produce así una deshistorización de la experiencia”.
La muerte del arte
“Como el conjunto de la herencia metafísica, tampoco la muerte del arte puede entenderse como una «noción» de la que pueda decirse que corresponde o no a un determinado estado de cosas o que es más o menos contradictoria lógicamente, o que pueda sustituirse por otras nociones o de la cual se pueda explicar el origen, la significación ideológica, etcétera. Es más bien un acontecimiento que constituye la constelación histórico-ontológica en la que nos movemos. Esta constelación es una urdimbre de sucesos histórico-culturales y de palabras que nos pertenecen, que los deciden y los codeterminan. En este sentido geschicklich, de destino, la muerte del arte es algo que nos atañe y que no podemos dejar de tener en cuenta. Ante todo? como profecía y utopía de una sociedad en la que el arte ya no existe como fenómeno específico, en la que el arte está suprimido y hegelianamente superado en una estetización general de la existencia”.
Las revoluciones artísticas
“Lo posmoderno en las artes se configura como el punto extremo a que llegó el proceso de secularización delineado por Gehlen y como la preparación de las condiciones para que la conciencia de la modernidad llega a ser tal también en el sentido objetivo del genitivo. Presas del juego fantasmagórico (la palabra es de Adorno) de la sociedad de mercado y de los medios tecnológicos, las artes vivieron ya sin enmascaramiento metafísico alguno (la busca de un presunto auténtico fondo de la existencia) la experiencia del valor de lo nuevo como tal de una manera más pura y visible que las ciencias y las técnicas en cierta medida todavía vinculadas con el valor de verdad o con el valor de uso; en semejante experiencia, el valor de lo nuevo, radicalmente revelado, perdió todo fundamento y posibilidad de valer todavía. La crisis del futuro, que penetra toda la cultura y toda la vida social moderna tardía, tiene en la experiencia del arte un lugar privilegiado de expresión. Esa crisis, como es obvio, implica un cambio radical en el modo de experimentar la historia y el tiempo; esto también fue anticipado aunque oscuramente por Nietzsche en su «doctrina» del eterno retorno de lo igual”.
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