La escritora española Alba Carballal (Lugo, 1992), autora de la novela ‘Bailaréis sobre mi tumba’. / Foto de Alberto Almayer -cortesía Seix Barral

Alba Carballal: “No se pueden separar del contexto las cosas que pasaron, pero se pueden enjuiciar con ojos de hoy”

La escritora española crea en 'Bailaréis sobre mi tumba' una historia policéntrica de su país, desde 1978 hasta comienzos del siglo XXI. Una bitácora, con ironía y parodia, a partir de tres catástrofes ambientales en las costas gallegas vistas a través de tres personajes que simbolizan el despertar a la realidad política, económica, social y cultural, el anhelo de cambio y la migración física y existencial

“Mi relación con la literatura es tan natural, y, por lo tanto, tan aburrida de contar, como la que se puede tener con un familiar que siempre ha vivido contigo y que nunca te ha dado problemas: en mi casa siempre ha habido libros, mis padres siempre han leído y siempre nos leyeron a mis hermanos y a mí, y, por tanto, mi inclinación por la lectura fue muy temprana y muy poco forzada. En este sentido, mi paso a la escritura tampoco creo que fuese nada parecido a un salto, sino que más bien fue una consecuencia lógica de mis hábitos y de mi afición literaria. No recuerdo cuándo empecé a escribir ni cuándo empecé a leer, porque escribo y leo desde antes de que mis recuerdos de infancia empezasen a asentarse”.

Los libros son el primer gran amor natural de la escritora española Alba Carballal (Lugo, Galicia, 1992), después de la música, tan presente en sus dos novelas, sobre todo en la más reciente, Bailaréis sobre mi tumba (Seix Barral). Una mirada alternativa y policéntrica sobre la historia de España, desde finales de los años setenta hasta comienzos del siglo XXI, a través de la ironía, la parodia y la crítica.

Bailaréis sobre mi tumba parte de tres desastres ecológicos frente a las costas gallegas de los buques petroleros Andros Patria (1978), Mar Egeo (1992) y Prestige (2002). A partir de ahí, sigue la vida de tres personas que simbolizan el despertar a la realidad política, económica, social y cultural de España, con la búsqueda y el anhelo de cambio y el trasiego de la migración física y existencial. La escritora levanta con ellos una bitácora del nacimiento y la evolución de la conciencia ecologista y la contracultura de la periferia, que va de la movida viguesa a la ruta del Bakalao en la Valencia de los años noventa, y a los efectos políticos, económicos y sociales de la España que se adentra en la democracia, la libertad y el desarrollo.

Bailaréis sobre mi tumba es el resultado de su pasión por la lectura desde muy niña, de su despertar crítico y de conciencia política cuando, con 10 años, vivió la catástrofe del Prestige, además de su acercamiento a las alianzas de las nuevas formas de contar, pues también forma parte de un equipo que hace guiones para series de televisión. Entre la tradición y el horizonte, Carballal junta diferentes voces y géneros literarios que conviven con naturalidad, como un elepé con varias canciones.

Es un libro muy esperado tras su debut de 2019 con Tres maneras de inducir un coma, en el que dejó ver una voz vigorosa, ágil y con desparpajo. Una obra que desarrolló en 2016 con la beca de residencia literaria en la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores de Córdoba.

¿Qué fue primero la música o la literatura?

Desde su casa en Madrid, y pocas horas antes de ir a ver a Bob Dylan en su concierto del Jardín Botánico, Alba Carballal empieza a hablar en esta vídeo entrevista sobre cuál fue su primer amor-pasión, si la lectura o la música, las dos marcan su narrativa, de las referencias a las estructuras y ritmos:

“Soy una lectora muy precoz. La lectura ha sido un amor constante, paciente, tranquilo, in crescendo. Siempre ha estado ahí. Había algo detrás de los libros que me llegaba. Pero la música en mi adolescencia fue como un rayo que me atravesó. Fue un amor más pasional. La lectura fue un amor más pausado. La música es como ese tipo de amor dramático, exagerado, del que nunca te olvidas, del que ya te has despedido, pero nunca lo abandonas del todo. La música es muy importante en mi vida”.

El rayo musical que la atravesó lo recuerda claramente. La acompaña siempre.

“Mañana me preguntas y te digo otra cosa. Tiene que ver con la memoria, que es fragmentaria y frágil. Ahora estoy mirando un póster que tengo delante sobre el último concierto de Paul McCartney en Madrid. Para mí hubo un antes y un después de los Beatles. Hubo un momento en que me senté a escuchar su música, de izquierda a derecha, digamos. La sensación fue de ¡guau! Aquí hay un mundo que me estaba perdiendo y que tiene un interés, una profundidad, una evolución que me interesó muchísimo”.

Sobre el origen de las canciones, en general, tiene una teoría.

“Hay canciones que han sido compuestas y otras que han sido encontradas. Hay determinadas canciones que parece que estaban ahí antes de que llegase el músico o el creador o el compositor a encontrarlas. Parecen hechas de forma muy precisa y exacta, como catalizadoras de uno o varios sentimientos. Hay cosas que solo siento cuando escucho determinadas canciones, y son las canciones encontradas”.

Algo similar sucede con los libros, Marcel Proust dijo que ya existen en cada persona y que el gran escritor no tiene que inventarlo, solo traducirlo. ¿La novela de Alba Carballal es una novela encontrada?

“Me gustaría decir que mucho, porque las canciones o novelas encontradas son las mejores, son las que de verdad son capaces de canalizar algo colectivo. Ojalá la respuesta fuera mucho, pero creo que más bien poco.

Soy una escritora que trabaja muchísimo con las manos, muy tangible, necesito bajarlo todo a tierra. Soy muy artesanal, muy racional. Necesito tener una estructura clara formal, no de la narración, que eso me da igual, porque en ese sentido voy avanzando según me dicta mi instinto, si quieres. Hay una cartografía que no tiene que ver con la trama. En ese sentido no creo que sea una novela encontrada, sino muy trabajada. Pero es verdad que es encontrada en el sentido de que me volví a encontrar con un recuerdo muy importante que me marcó en mi infancia, el caso del Prestige, del mar negro y el chapapote. De alguna manera, llevaba bastante tiempo escribiéndose en mi cabeza, sin pretenderlo”.

La conciencia ecologista

Se refiere al desastre ecológico de 2002, al hundimiento del buque petrolero Prestige frente a las cosas gallegas. Alba Carballal tenía diez años. Fue su primera toma de conciencia ecológica y política.

“Es mi primer recuerdo político en el sentido de que me di cuenta de que había algo que, de repente, era capaz de unir a toda mi comunidad. Todos estaban de acuerdo, alineados, en pensar que esto era una barbaridad y no se podía consentir. Para mí, darme cuenta de que, a veces, pasaba esto en el mundo de los adultos fue bueno, más allá de las cosas chapuceras y que no salen como deben ser, porque también producía cosas como esta en la que había una sensación compartida, un movimiento colectivo en el que todos remaban en la misma dirección”.

Una conciencia ecologista que en España nació, o tomó fuerza, en Galicia, dos décadas atrás de aquel desastre de 2002. Greenpeace España nace allí. A varias millas de las costas gallegas hay un cementerio de desechos nucleares que Greenpeace logró parar. Manuel Rivas ha recordado que unos 30.000 buques pasan por esa costa, y el 10% son peligrosos, aunque no se han tomado medidas.

Bailaréis sobe mi tumba parte de tres desastres en el mar que se trenzan con sendas historias personales a través de las cuales Carballal traza una cartografía de la historia y la sociedad española desde finales de los años setenta, la Transición, y hasta comienzos del siglo XXI. Esos tres personajes tienen una movilidad física y existencial, el movimiento viene de dentro de ellos.

“Desde el principio quería el eje Atlántico – Mediterráneo. España se suele contar desde Madrid, pero es un país profundamente costero. Creo que hay cosas hermanadas entre el Mediterráneo y el Atlántico. En ese sentido, no son tan distintas las historias de drogas de Valencia y las de Galicia. No es tan distinta la historia del primer bakalao, disco o tecno mediterráneo, con la del rock gallego. Al final son movimientos contraculturales, en los márgenes, que permiten explicar un país desde otro lugar. En ese sentido me parecía interesante que hubiera personajes transitando por estos lugares, eso en cuanto a lo físico.

En cuanto a lo que dices de migración más existencial, desde el principio sabía que tenían que ser tres personajes, en cuanto son tres naufragios en la novela. Para mí era importante que hubiera otros tres naufragios que hicieran el correlato en vidas pequeñas de estos grandes naufragios. Ellos tienen formas distintas de relacionarse con sus propios anhelos».

La importancia de la voz narradora

La voz de la narradora es uno de los aciertos de la novela. Logra afinar la voz de su primer libro y gana en naturalidad, desparpajo, credibilidad. Es una mujer que se muestra segura y no titubea al contar, ni mucho menos al juzgar con ojos de hoy los hechos del pasado.

“Afinar la voz fue lo más retador y divertido. Para hacerlo tuve que poner en tela de juicio mis propios pensamientos y prejuicios. Ironizo y hago una parodia sobre todo eso y la familia, el amor, el dinero, el feminismo, la ecología, los códigos morales. Me obligó a reevaluar mis propios valores de creencias, fue muy interesante. Te das cuenta cuándo algo es sólido, o es prestado o te lo has creído y no lo tienes tan claro. Si soy honesta conmigo misma afloran cosas que son interesantes. Eso me sirvió para perfilar la voz sólida y juzgadora que nace de todo lo contrario: de la duda”.

La sensación es la de una escritora segura, que transmite confianza y con claridad de pensamientos. Pero…

“Esa confianza es impostada. Siempre me siento impostora cuando escribo. Siento que a nadie le interesa lo que hago y que hay autores que escriben mejor que yo. Pero he jugado a esta tía que es endiabladamente inteligente, segura y con boutades, cosas de las que yo carezco. Me hacía gracia proyectar eso en el texto, porque es lo que, al final, me gustaría proyectar. Jugué a ponerme esta careta que no tiene nada que ver conmigo, pero es para posicionar a la narradora”.

Una narradora que juzga a personas, hechos y relaciones del pasado con los ojos de hoy, de 2023, sin tener en cuenta el contexto.

“La historia tiene que formarse de miradas superpuestas. Desconfío de grandes historiadores y novelistas que se erigen sobre grandes temas como voces únicas sobre un tema.

Para yo ser honesta conmigo misma he decidido sacarlo fuera. He decidido contar esta historia diciendo: Ojo, yo soy una narradora moderna, soy una millennial, nací en el 92, y estoy enjuiciando esto con mis ojos de hoy. Esto me parece más honesto que tratar de camuflar esta mirada que existe en todas las novelas, en todas las canciones, en todos los productos culturales que se escriben hoy mirando el ayer. La mirada de la narradora es juzgadora, y está atravesada por los tiempos que me ha tocado vivir. Probablemente, dentro de cincuenta años, se mire esta mirada, que espero se salve por irónica, como unos ojos juzgadores sobre mí, y me parece natural”.

Eso hace la narradora de una obra de ficción. ¿Y qué piensa la escritora Alba Carballal de analizar y juzgar el pasado con los ojos del presente, en una mirada retroactiva en la que muchas veces se olvida del contexto?

“No se pueden separar del contexto las cosas que pasaron, pero eso no quiere decir que no se pueda enjuiciar con ojos de hoy para aprender de lo que pasó, para reflexionar y suscitar una reflexión colectiva. Las dos cosas no son incompatibles. Mirar los sucesos del pasado con unos ojos “amables” entendiendo que el contexto no era compatible con determinadas cosas que hoy consideramos básicas u obvias, no es óbice para que mirar esos mismos hechos con los ojos de hoy nos permita proyectarnos hacia el futuro con más armas, sobre todo intelectuales, y que genere una evolución intelectual o filosófica o cultural o social. Por eso yo, como autora, decido crear esta narradora que es un poco extraña, que saca las tripas. Es una mirada completamente sesgada, y la de la autora también, en el fondo, lo es. Además, es una mirada encapsulada en un tiempo y en un espacio concretos y en un género y en una posición socioeconómica, etcétera”.

¿Y qué opina de la reescritura que se hace de algunos libros para ajustarlos a los valores o ideas del presente?

“Los libros no se deberían intervenir, en el sentido de lo que el autor haya querido decir en el siglo XIX o XX. Lo que falta es una revisión crítica, pero los adultos son adultos. Hacen falta revisiones con textos o acompañarlos de un aparato crítico y de comentarios, sin transformar el texto”.

La familia es uno de los temas importantes en Bailaréis sobre mi tumba. Un tema siempre abordado, pero que en los últimos años ha pasado a un primer plano.

Como tema literario es muy interesante, porque la familia es capaz de contener lo mejor y lo peor del ser humano. No es que haya familias opresoras o desgarradoras y que otras sean mejores. Son las dos cosas a la vez, y algo de lo que no puedes escapar. Es una institución reconocida por la sociedad que es capaz de lo mejor y lo peor en nombre de un amor casi militante”.

La construcción de todo este mundo lo hizo Alba Carballal ayudada por la experiencia de su trabajo en guiones de series audiovisuales que miran al futuro del arte del contar.

En mi caso, mi oficio como guionista influye en mi literatura al menos en tres sentidos. Por un lado, está el más obvio de todos, pero también el más importante: el aprendizaje narrativo y conceptual que se produce en una sala de guion, en ese momento en el que un trabajo en general solitario como la escritura se vuelve colectivo, es indescriptible. En segundo lugar, yo entiendo la escritura de guiones como un entrenamiento constante para un determinado sentido de la oralidad, muy presente siempre en mi literatura; no sólo en los diálogos, sino también en el flujo verborreico de los narradores metiches o en unas primeras personas que, en mis libros, siempre fingen ser naturales: improvisadas, atropelladas, torpes, contradictorias. Para terminar, claro, están los recursos narrativos propios del audiovisual, que en estos tiempos conviene conocer, aunque sea para evitarlos o pervertirlos”.

El resultado es una novela que oscila entre la pausa y los ritmos, cada capítulo busca ser una pista del elepé de esta vida de España, titulado por Alba Carballal Bailaréis sobre mi tumba:

«COMO TE VES YO ME VI,
Y AHORA FÍJATE EN MÍ, COMO ME VES TE VERÁS

Al tiempo que el futuro fiambre Manolo Celanova se tomaba una copa horas antes de introducir la llave en el contacto de su coche la última madrugada de su vida, un barco cargado de petróleo fondeado en la ría de Ares esperaba su turno para atracar en el puerto coruñés. Las condiciones meteorológicas en Valencia eran propicias, y sin embargo fue la temperatura suave del Mediterráneo y no el temporal atlántico la que terminó por llevarse el gato —como el de Schrödinger, vivo y muerto a la vez—
al agua. Sobre las dos y media de la mañana viraron a un tiempo un ancla y un volante, y el mar abierto recibió a la treintena de tripulantes a bordo del Mar Egeo con una violencia desconocida para el alquitrán que cubría los baches del breve trazado de la CV-500. Siete horas después, cuando hasta las autoridades torticeras dieron por imposible negar que el casco del barco que cubría de fuel y llamas el océano se había partido en dos, su cadáver ya había desaparecido».

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