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Gabriel García Márquez (Colombia, 1927-México, 2014), en la imagen con la que Literatura Random House le rindió homenaje el día de su muerte.

García Márquez y sus hallazgos sobre el amor como «el poder más poderoso y grande»

WMagazín recuerda al Nobel colombiano en el quinto aniversario de su muerte (17 de abril) con el tema vital de su literatura. Esta es una antología de frases de entrevistas y pasajes de sus obras donde explora el sentimiento amoroso: el amor en el corazón de su obra

“Yo no he escrito una línea que no sea sobre el poder, y, sobre todo, sobre el más poderoso, importante, grande y eterno de todos los poderes que es el poder del amor”.

Y tras estas palabras de Gabriel García Márquez (Colombia, 1927-México, 2014) parecen revolotear sus historias amorosas, de enamoramientos, de pasiones, de deseos y sueños por el otro; de desvelos, de esperas, de búsquedas, de ansiedades, de zozobras, de felicidades y frustraciones de toda estirpe por amores correspondidos y amores contrariados, de amores secretos no reconocidos o aceptados.

De esa expedición a los territorios misteriosos y milagrosos del amor se nutren sus novelas y cuentos, en su mayoría. Impulso y motor de su escritura con la que ha hecho y hace feliz a millones de personas. A través de ese sentimiento eterno y anhelado por todos queremos rendir homenaje al escritor colombiano con motivo del quinto aniversario de su muerte, el 17 de abril de 2014.

Nada mejor que recordar a García Márquez con sus propias palabras en un tema crucial de su obra. Para empezar, la frase completa sobre el poder del amor la dio en una entrevista a Televisión Española en 1995. Fue a la pregunta sobre el poder, y si no temía que le tergiversaran su interés en este:

«Y yo me pregunto si alguna vez ha sido real. Creo que es lo más irreal que existe. (…) Yo no quiero estar cerca del poder, es el poder el que siempre quiere estar cerca de mí. No es que los presidentes me busquen. Lo que quiero decir es que esa materia, esa materia literaria que es el poder siempre me sale al encuentro; y tal vez yo lo identifico mucho mejor que otras personas. El poder no es solo de los presidentes, el poder está en todos los niveles… Y si tú te pones a pensar, yo no he escrito una línea que no sea sobre el poder, y, sobre todo, sobre el más poderoso, importante, grande y eterno de todos los poderes que es el poder del amor».

Un año antes, en 1994, había dicho en una entrevista para la revista Cromos que el amor «es el sentimiento, la pasión más importante del ser humano. Y seguramente de los animales».

Un tema sobre el que ya en sus inicios de reportero con 21 años, en 1948, había escrito en su columna Punto y Aparte, del diario cartagenero El Universal, entre mamagallista y reflexivo:

«El amor es una enfermedad del hígado tan contagiosa como el suicidio, que es una de sus complicaciones mortales».

Tres años después en el diario barranquillero El Heraldo, escribió:

«El amor ha sido siempre una pequeña catástrofe».

En una de las entrevistas más esenciales que concedió y que se convirtió en el libro El olor de la guayaba, de Plinio Apuleyo Mendoza (1982), el autor colombiano aseguró:

«En el amor (…) cada vez es como si fuera la primera vez, y cada pareja tiene que empezar a aprender otra vez desde el principio como si fuera la primera tentativa de cada uno. La carencia de esta emoción y de este misterio es lo que hace inaceptable la pornografía».

«Creo que no hay mayor desgracia humana (sobre la incapcidad para el amor). No solo para el que la padece sino para quienes tengan el infortunio de pasar por dentro de su órbita».

Ideas y pensamientos que trasladados a la ficción de sus obras permite la siguiente antología y viaje al amor en el corazón de su obra. Ahora, escuchemos a Gabriel García Márquez:

'Cien años de soledad' (1967)

“Trató de disuadirlo. Le dijo que el amor era un sentimiento contra natura, que condenaba a los desconocidos a una dependencia mezquina e insalubre, tanto más efímera cuanto más intensa. Pero Cayetano no lo oyó.

Intrigado con ese enigma, escarbó tan profundamente en los sentimientos de ella, que buscando el interés encontró el amor, porque tratando de que ella lo quisiera terminó por quererla. Petra Cotes, por su parte, lo iba queriendo más a medida que sentía aumentar su cariño, y fue así como en la plenitud del otoño volvió a creer en la superstición juvenil de que la pobreza era una servidumbre del amor”. (…)

“En aquel Macondo olvidado hasta por los pájaros, donde el polvo y el calor se habían hecho tenaces que costaba trabajo respirar, recluidos por la soledad y el amor y por la soledad del amor en una casa donde era casi imposible dormir por el estruendo de las hormigas voladoras, Aureliano y Amaranta Úrsula eran los únicos seres felices, y los más felices sobre la tierra. (… ) Pero cuando se vieron solos en la casa sucumbieron en el delirio de los amores atrasados”.

'El otoño del patriarca' (1975)

«Buscaba los lugares solitarios de la casa para cantar sin ser oído tu primer valse de reina, para que no me olvides, cantaba, para que sientas que te mueres si me olvidas, cantaba, se sumergía en el cieno de los cuartos de las concubinas tratando de encontrar alivio para su tormento, y por primera vez en su larga vida de amante fugaz se le desenfrenaban los instintos, se demoraba en pormenores, les desentrañaban los suspiros a las mujeres más mezquinas, una vez y otra vez, y las hacía reír de asombro en las tinieblas no le da pena general, a sus años, pero él sabía de sobra que aquella voluntad de resistir eran engaños que se hacía a sí mismo para perder el tiempo, que cada tranco de su soledad, cada tropiezo de su respiración  lo acercaban sin remedio a la canícula de las dos de la tarde ineludible en que se fue a suplicar por el amor de Dios el amor de Manuela Sánchez en el placio del muladar de tu reino feroz de tu barrio».

'Crónica de una muerte anunciada' (1981)

«Ángela Vicario se atrevió apenas a insinuar el inconveniente de la falta de amor, pero su madre lo demolió con una sola frase:

-También el amor se aprende.

A diferencia de los noviazgos de la época, que eran largos y vigilados, el de ellos fue de solo cuatro meses por las urgencias de Bayardo San Román”. (…)

“Muchos sabían que en la inconsciencia de la parranda le propuse a Mercedes Barcha que se casara conmigo, cuando apenas había terminado la escuela primaria, tal como ella misma me lo recordó cuando nos casamos catorce años después”. (…)

“Dueña por primera vez de su destino, Ángela Vicario descubrió entonces que el odio y el amor son pasiones recíprocas”.

'El amor en los tiempos del cólera' (1985)

“Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaban siempre el destino de los amores contrariados”.

“Le recordó que los débiles no entrarían jamás en el reino del amor, que es un reino inclemente y mezquino, y que las mujeres solo se entregan a los hombres de ánimo resuelto”.

“La aparición de un hombre sin mujer como Florentino Ariza, joven y limpio, fue para ella un regalo del cielo, porque desde el primer momento se dio cuenta de que era igual que ella: un menesteroso del amor”.

'Del amor y otros demonios' (1994)

“Abrió la maletita de Sierva María y puso las cosas una por una sobre la mesa. Las conoció, las olió con un deseo ávido del cuerpo, las amó, y habló con ellas en hexámetros obscenos, hasta que no pudo más. Entonces se desnudó el torso, sacó de la gaveta del mesón de trabajo la disciplina de hierro que no se había atrevido a tocar, y empezó a flagelarse con un odio insaciable que no había de darle tregua hasta extirpar de sus entrañas hasta el último vestigio de Sierva María. El obispo, que había quedado pendiente de él, lo encontró revolcándose en un lodazal de sangre y lágrimas.

‘Es el demonio, padre mío’, le dijo Delaura. ‘El más terrible de todos”. (…)

“El pánico había sido reemplazado por la zozobra del corazón. Delaura no tenía sosiego, hacía las cosas de cualquier modo, flotaba, hasta la hora feliz en que huía del hospital para ver a Sierva María”.

'Memoria de mis putas tristes' (2004)

“La fuerza invencible que ha impulsado al mundo no son los amores felices sino los contrariados”.

“El amor enseña demasiado tarde que uno se arregla, se viste y se perfuma para alguien”.

“El sexo es el consuelo que uno tiene cuando no le alcanza el amor”.

 

Cinco años de la muerte de un clásico de la literatura

Para recordar la vida personal y literaria de Gabriel García Márquez reproduzco el comienzo y el final de mi artículo con el que el diario español El País, donde trabajaba entonces, dio la noticia de la muerte del Nobel colombiano, aquel jueves santo del 17 de abril de 2014:

Muere Gabriel García Márquez: genio de la literatura universal

Sumario: Uno de los grandes escritores de la literatura universal ha fallecido en México DF a la edad de 87 años. El narrador y periodista colombiano, ganador del Nobel en 1982, es el creador de obras clásicas como ‘Cien años de soledad’, ‘El amor en los tiempos del cólera’, ‘El coronel no tiene quien le escriba’, ‘El otoño del patriarca’ y ‘Crónica de una muerte anunciada’. Nació en Aracataca y fue el creador de un territorio eterno llamado Macondo donde conviven imaginación, realidad, mito, sueño y deseo.

Bajo un aguacero extraviado, el 6 de marzo de 1927, nació Gabriel José García Márquez. Hoy, bajo los primeros olores que anuncian lluvia, este jueves 17 de abril de 2014, a la edad de 87 años, ha muerto en México DF el periodista colombiano y uno de los más grandes escritores de la literatura universal. Autor de obras clásicas como Cien años de soledad, El amor en los tiempos del cólera, El coronel no tiene quien le escriba, El otoño del patriarca y Crónica de una muerte anunciada,fue el creador de un territorio eterno y maravilloso llamado Macondo.

Nació en la caribeña Aracataca, un poblado colombiano, un domingo novelable a partir del cual el niño viviría una infancia a la que volvió muchas veces. Entró a la literatura en 1947 con su cuento La tercera resignación; la gloria le llegó en 1967 con Cien años de soledad, y su confirmación en 1982 con el Nobel de Literatura. Ahora, el ahijado más prodigioso de Melquiades se ha ido, para quedarse entre nosotros un hombre que creó una nueva forma de narrar; un escritor que con un universo y un lenguaje propios corrió los linderos de la literatura; un periodista que amaba su profesión pero odiaba las preguntas; una persona que adoraba los silencios, y con un encanto que cautivó a intelectuales y políticos, y hechizó a millones de lectores en todo el mundo.

(… y termina así:)

Entre realidades, deseos, sueños, alegrías, agradecimientos, imaginaciones y, sobre todo, por el paraíso irrepetible de su lectura, Gabriel García Márquez está ahora en el mismo lugar donde él llevó a Esteban en su inolvidable cuento El ahogado más hermoso del mundo, después de que a la gente del pueblo “se le abrieran las primeras grietas de lágrimas en el corazón”… Porque una vez comprobado que había muerto “no tuvieron necesidad de mirarse los unos a los otros para darse cuenta de que ya no estaban completos, ni volverían a estarlo jamás”… El rumor del mar trae la voz del capitán de aquel barco, que en 14 idiomas, dice señalando al mundo, por encima del promontorio de rosas amarillas en el horizonte del Caribe: “Miren allá, donde el viento es ahora tan manso que se queda a dormir debajo de las camas; allá, donde el sol brilla tanto que no saben hacia donde girar los girasoles; sí, allá, es el pueblo” de Gabriel García Márquez.

  • Puedes leer el artículo completo de El País en este enlace.

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Gracias por leernos y ayudarnos a difundir la revista que incluye todo sobre García Márquez y Cien años de soledad en este enlace.

Winston Manrique Sabogal

Un comentario

  1. Me ha parecido muy grata y minuciosa esta selección y, si se acepta, antología del amor en la Obra de Gabriel García Márquez. Muchas gracias.

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