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Detalle de una ilustración de Benjamin Lacombe para ‘Carmen’, de Prosper Mérimée (Edelvives). /WMagazín

‘Carmen’, de Mérimée y Bizet al mito de la mujer libre y del amor que habla a todos los tiempos

En 1875, hace 150 años, se estrenó la ópera más famosa del repertorio francés, basada en la novela corta de Prosper Mérimée, que fue un escándalo y un fracaso pero que terminó convertida en éxito mundial. La historia de amor, pasión y tragedia de una mujer que proclama su libertad e igualdad. Estas son las claves de su conexión con toda clase de público y de su inmortalidad

…Tarán tan tan, tarán tan tan… Y la voz de una mujer emerge hasta llenar la plaza al cantar la gran verdad, con el corazón rebosante de pasión y la mente convencida de lo que dice, canta lo que todos saben y muchos no quieren aceptar:

“El amor es un pájaro rebelde
que nadie puede domar
Y es vano que lo llamemos
si le conviene rechazar
”.

Es una de las estrofas de una de las óperas más reconocidas, pegadizas, tarareadas o silbadas por la gente en el mundo, hayan visto o no la obra: Carmen, de George Bizet. Se estrenó en la Opéra-Comique de París, el 3 de marzo de 1875, hace 150 años, pero fue un fracaso porque rompió los esquemas del género, que serviría para ampliar el universo operístico, y fue tratada de escandalosa por múltiples motivos, entre ellos el de protagonizarla una mujer valiente que asume la vida como un hombre y reclama su deseo en igualdad de condiciones. Pero, siete meses después, en octubre, sería Viena la ciudad que abriría a Carmen las puertas para entrar en el mito y la leyenda. Para conectar con todos los tiempos y reforzar la libertad cuando canta:

El cielo abierto, la vida errante;
por país, el universo;
¡y por ley, tu voluntad!
Y, sobre todo,
lo más embriagador:
¡La libertad! ¡La libertad!

Carmen es una ópera basada en la novela corta de Prosper Mérimée, escrita por entregas en 1845 y publicada como libro en 1847. Aunque la esencia de novela y ópera es la misma, hay algunas diferencias:

Mientras el libro tiene tres capítulos, la ópera tiene cuatro actos.

Mientras en el libro Carmen es una gitana cigarrera y puta, en la ópera es una mujer seductora y apasionada.

Mientras en la novela el torero Lucas no juega un papel tan crucial, en la ópera el torero Escamillo es el detonante de la tragedia que despierta los celos de Don José, el cabo que se enamora de Carmen y busca tenerla y atraparla consigo a su manera.

Mientras en la novela no se menciona a Micaela, en la ópera representa el amor romántico y es uno de los cuatro vértices de la obra.

 

Las dos Carmen relatan la búsqueda del amor y muestran diferentes formas de amar y desear. Una historia de amor y pasión que deriva en desamor y desemboca en tragedia. Mérimée escribe:

“De repente, los camaradas dicen: ‘La campana está tocando; las chicas van a volver al trabajo’. Sabrá, señor, que hay de cuatrocientas a quinientas mujeres empleadas en la fábrica. Son las que lían los cigarros en una gran sala, donde los hombres no entran sin un permiso del Veinticuatro, porque cuando hace calor, se aligeran de ropa, sobre todo las jóvenes. A la hora en que las obreras vuelven después de comer, muchos jóvenes van a verlas pasar y se las dicen de todos los colores. Pocas de ellas rehúsan una mantilla de tafetán, y los aficionados a esa pesca no tienen más que agacharse para coger el pez. Mientras los otros miraban, yo permanecía en mi banco, cerca de la puerta. Era joven entonces; siempre estaba pensando en mi tierra, y no creía que hubiera chicas guapas sin faldas azules y sin trenzas cayéndoles por los hombros. Además, las andaluzas me daban miedo; no estaba aún acostumbrado a su manera de comportarse: siempre de broma, jamás una palabra en serio. Así pues, tenía yo la nariz en la cadena, cuando oigo a unos ciudadanos que decían: ‘¡Ahí está la gitanilla!’. Levanté los ojos y la vi. Era un viernes, nunca lo olvidaré. Vi a esa Carmen que usted conoce, en cuya casa lo encontré hace algunos meses”.

Quien habla es el cabo Don José. En esa mirada empieza su felicidad y su desdicha.

 

George Bizet convierte esa novela, con los libretos de Ludovic Halévy y Henri Meilhac, en una historia real, cruda, sin sofisticación, pero llena de verdad con un realismo aplastante y conmovedor.

Es el juego de las dicotomías la alegría y la tragedia, la exploración y la convención, la igualdad y la desigualdad, el deseo y el prejuicio, el orden estricto y el desenfado, el amor y los celos, la libertad y la posesión, la sumisión y la transgresión, la vida y la muerte que sobrevuela desde la obertura con los acordes que se adentran en lo sombrío. Y todo por las malas interpretaciones del amor no correspondido:

L’amour est un oiseau rebelle (El amor es un pájaro rebelde)
Que nul ne peut apprivoiser (Que nadie puede domar)
Et c’est bien en vain qu’on l’appelle (Y es vano que lo llamemos)
S’il lui convient de refuser (Si le conviene rechazar)

Rien n’y fait, menace ou prière (Nada funciona, ni amenazas ni oraciones)
L’un parle bien, l’autre se tait (Uno habla bien, el otro calla)
Et c’est l’autre que je préfère (Y es el otro el que prefiero)
Il n’a rien dit; mais il me plaît (Él no dijo nada, pero me gusta)

¡L’amour! ¡L’amour! ¡L’amour! ¡L’amour! (¡el amor! ¡el amor! ¡el amor! ¡el amor!)

 

Y lo canta una mujer en una época en que el mito de Don Juan, del siglo XVII, crece. Porque en Carmen es el derecho y la libertad que proclama una mujer para querer a quien quiera. George Bizet no supo del éxito ni trascendencia de su ópera, murió tres meses después. Ni que su Habanera alcanzaría tal popularidad, pese a que su partitura fue una copia de la pieza musical El arreglito, de Sebastián Iradier, y que Bizet incorporó convencido de que era un ritmo muy popular en España.

Carmen es una ópera que como los clásicos tiene cosas que decir a cada tiempo. Su voz es atemporal. Aparte de sus incontables puestas en escena en todo el mundo, una de las recientes y mas llamativas fue la de Calixto Bieito en el Teatro Real de Madrid, en 2017, en clave de violencia machista, el cine no ha resistido la tentación de adaptarla: desde La carroza de oro, de Jean Renoir, Carmen Jones, de Otto Preminger, Carmen, de Carlos Saura, Carmen, de Jean-Luc Godard, hasta la Carmen, de Benjamin Millepied, coreógrafo francés, ex bailarín y responsable de las secuencias de ballet de la película Cisne negro. El mundo del libro la ha popularizado en las nuevas generaciones en novelas gráficas como la Carmen, de Benjamin Lacombe.

Son ciento ochenta años, desde que Mérimée empezara a publicar por entregas esta historia en la que Carmen grita su búsqueda y posición de igualdad en la vida en todos los ámbitos, del deseo y el amor al feminismo.

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Winston Manrique Sabogal

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