Carolina Sanín: «Quien asume la defensa de Troya no está diciendo que Troya sea mejor que Grecia»
La escritora colombiana publica 'El Sol', una serie de textos en los que están interconectados la vida, sus ideas sobre diversos temas y la creación artística en una exploración del lenguaje en forma y fondo. En el Hay de Cartagena de Indias conversó con Eva Orúe sobre su obra, la literatura y sus opiniones polémicas que la han llevado a ser cancelada por sus reflexiones alrededor del feminimos y la transexualidad
«Desafortunadamente descubrí que yo era de esas personas también. Como cualquiera que escribe tiene una ambición de publicar, luego de que lo traduzcan y de que lo inviten a cosas». La escritora Carolina Sanín reconoció que cayó en la trampa de lo que criticaba a sus colegas con crudeza y que le ha generado tantas polémicas. Lo expresó el 29 de enero de 2023 en el Hay Festival de Cartagena de Indias durante la conversación que tuvo con Eva Orúe, directora de la Feria del Libro de Madrid, sobre su reciente libro El Sol (Random House), un volumen de textos alrededor de múltiples temas en los que están interconectados la vida, la escritura, ideas existenciales, reflexiones políricas y sociales, opiniones polémicas, asuntos culturales, pero siempre en exploración del lenguaje en forma y fondo.
A esa reflexión de que criticaba «con cierta superioridad», cuando, como todos, «escribía para que me quisieran o para ser alguien en la mirada de los otros, alguien relevante», llegó Carolina Sanín (Bogotá, 1973), narradora y ensayista colombiana relevante y docente de literatura prestigiosa, tras unos meses sin escribir en 2022. El motivo: la editorial Almadía, que había comprado los derechos de dos de sus libros, decidió no publicarlos, al parecer, por sus opiniones en defensa de las mujeres y el feminismo frente a las personas transgénero, en cuya exposición Sanín habla de que los derechos de esas personas no pueden hacerse menoscabando los de las mujeres y plantea preguntas ante una realidad y horizonte inéditos que definirán parte del futuro de la humanidad.
Autora de novelas como Los niños (2014) y Tu cruz en el cielo desierto (2020) y del ensayo Somos luces abismales (2018), Sanín vive, desde hace varios años, en una espiral de polémicas que ella suscita por su sinceridad ante ciertos temas, por el tono en que se expresa. El rastro de sus opiniones en redes sociales es un campo de minas alrededor de escritores, libros, políticas oficiales o sociales, movimientos, eventos, etcétera. En un mundo que tiende a la corrección política, su voz que toca los matices y las heridas llama la atención y molesta a algunos. “Tienes la habilidad de acuñar fórmulas que son como disparos. Cuando se escucha el razonamiento completo, te sigo, pero al extraer solamente cuatro palabras, los titulares, efectivamente, suenas muy guerrera”, explicó Eva Orúe.
La gente podrá o no estar de acuerdo con las opiniones y reflexiones de Carolina Sanín, pero las explica, da su punto de vista. El tono claro, alto, pedagógico o didáctico, las citas, argumentaciones son una cosa y el tono o los modos que emplea otros. El siguiente es un pasaje de la conversación de Carolina Sanín con Eva Orúe:
«Quien asume la defensa de Troya no está diciendo que Troya sea mejor que Grecia»
Eva Orúe. Empecemos por las polémicas: has hablado de ostracismo, has hecho una referencia en este asunto que nos ha traído a esta situación; vamos a recordarlo: El pasado día 30 de octubre (2022) hiciste uno de tus comentarios en el que hablabas de la tensión que existe entre el feminismo y el activismo transgénero. Lo llamativo, y lo más preocupante, quizá, es que una editorial decidió renunciar a publicar dos libros tuyos que nada tienen que ver con esta polémica, la editorial mexicana Almadía. Por cierto, por lo que yo sé, en ningún momento ha explicado esta decisión. ¿Ostracismo es la palabra, verdaderamente? Creo que has utilizado «me apartaron de la tribu», también. ¿Qué es lo que siente uno cuando sabe que una editorial, prescindiendo del valor literario del libro, y por una opinión que cada uno es muy dueño de emitir, decide no darle paso a tu libro?
Carolina Sanín. Cancelación. La cancelación, realmente, no es que nadie vuelva a publicarte. Siempre habrá alguien, aunque tampoco tenemos eso garantizado, pero es fácil que tu editorial te siga publicando. Y si te cancelan todas, te autopublicas, y publicas en internet. Tampoco dejan de invitarte a todas las cosas.
Lo que pasó a raíz de esas opiniones, de esa defensa de las mujeres, fue que me dejaron de publicar esos libros en una editorial especialmente emblemática de qué es lo cool. Lo que pasa cuando te cancelan es que te expulsan de una tribu de gente que se siente muy bien consigo misma. Es decir, no me expulsaron de la literatura, tengo lectores y lectoras, y tengo muchos estudiantes. Es la sanción de tú ya no perteneces a esta gente elegida y que se auto aprueba y se aprueban unos a otros porque la opinión que tienen es la opinión de la gente buena. Cuando te cancelan lo que te están diciendo es: Eres una mala persona, eres mala, no mereces estar dentro de la gente que lo pasa bien juntos. Puedes seguir existiendo, pero sola. Ese es un gran favor.
Eva Orúe. En El Sol dices: “Mi empeño por pelear, ese carácter, es la respuesta a las preguntas de un mundo que hay que evitar sin que se entienda. En algún momento pensé que yo sí entendería”. ¿Hay algo que no entiendes y por eso te manifiestas en los términos en que te manifiestas?
Carolina Sanín. Sé que hay algo que no entiendo, pero sé que también entiendo lo que parecería que no entiendo. Por ejemplo, en la discusión de género, yo entiendo la ira que provoca eso en algunas personas; no por ello voy a dejar de decirlo. Pero el que exista ese otro punto de vista y que para las personas que lo sostienen sea el verdadero, y que efectivamente también lo es, no significa que ni vaya a dejar de ser ese porque también mi papel es este. Yo asumí una defensa de algo. Quien asume la defensa de Troya no está diciendo que Troya sea mejor que Grecia, pero asume la defensa de Troya porque es su ciudad. Eso es, un poco, lo que estoy haciendo al defender el sexo.
Eva Orúe. Te cito: “A veces tengo este temor y esa fantasía: todo el mundo es mi enemigo, mis enemigos son tantos que llegan a ser todo el mundo. Escriben una carta contra mí, una petición de que se me saque del mundo, una sentencia”. Esto si lo hubiera leído en septiembre hubiera hecho una lectura completamente distinta de la que he hecho al leerlo en enero, sabiendo que el libro se escribió antes de la polémica.
Carolina Sanín. Esta no es la primera polémica en la que estoy. Hay una más grave, hay una que precede esta que la contiene y que hace que esta se haya hecho más aguda. Mi pecado principal, y el que ha producido esto, ha sido el hablar mal de ciertos escritores de quienes no se debía hablar mal y que, realmente, me parecían muy mediocres.
En Colombia, no se distingue el best seller, sin calidad literaria, del escritor que podría tener calidad literaria, o un poeta, por así decirlo. Aquí no hay esa distinción. Además, hay una confusión muy grande entre el escritor relevante socialmente, ni siquiera políticamente, y el buen escritor. Si no hablo yo no lo haría ningún escritor o escritora en Colombia. Es el papel en el que me he puesto porque puedo. Pero, por alguna razón, entre mi megalomanía y autodestrucción, hay una fuerza que tengo yo y que no tienen otras u otros; ya que lo puedo decir, lo digo.
Ese criticar a ciertas personas, o burlarme, ni siquiera criticar, de quienes no se podía burlar uno, y menos una mujer, lo he pagado. Y lo he pagado de esa manera: cada vez que doy mi opinión en la defensa de los derechos basados en el sexo eso es mucho más grave porque lo digo yo, porque si lo dijera otra persona no sería tan grave. Pero yo ya tengo un capital de odio ahorrado. Para hablar de la decisión de Almadía, ya que estamos contando lo contamos todo: fueron unas autoras que influyeron y presionaron al editor de esa editorial para que yo no compartiera catálogo con estas autoras… tan influyentes, buenas y simpáticas; y porque, de pronto, presentían que yo despreciaba su obra, como es el caso.
«Ser distorsionado significa que uno vive otras vidas»
Eva Orúe. Preparando esta entrevista leí un estudio que se ha hecho en Estados Unidos titulado Los lazos que nos ciegan. Perfecciones erróneas de la franja opositora y la mala calibración del desprecio político. Es un trabajo que estudia la polarización. La conclusión más evidente y más llamativa es que la gente detesta, en este caso a sus oponentes políticos, digamos también a sus oponentes literarios, por puntos de vista que la mayor parte de las veces los oponentes no tienen. Como dice un amigo mío, una vez sembrado el prejuicio lo demás es coser de cantar.
Carolina Sanín. Pero yo sí tengo la firme opinión de que la obra de estos señores es muy mala. Pero en cambio si defiendo los derechos de la comunidad LGTBI+. Es necesario, a veces, un opositor. Un bando construye a su opositor porque encarna en él todas las amenazas que siente sobre sí. Creo que eso ha pasado un poco conmigo y la población woke (quienes se atienen a lo políticamente correcto) y a la política de la identidad. Y como soy crítica de la política de la identidad y de la preeminencia a la identidad, me imputan opiniones mucho más extremas que las que tengo.
Uno no sabe quién es para los demás nunca. Y el ser incluso distorsionado significa que uno vive otras vidas, además de la que vive. A mí me emociona un poco, de una manera masoquista, imaginar esa que soy para algunas personas, el monstruo de maldad y amargura, pero me emociona imaginarlo porque esa es otra de mí. El distorsionado de uno, sí es uno también. Cualquier cosa que uno piense de otro es un papel de ese otro en la vida de uno, así que lo multiplica a uno. La única ambición que tiene uno es no morirse, y también esa es una manera de no morirse y de incidir y de influir.
Eva Orúe. Tienes la habilidad de acuñar fórmulas que son como disparos. Has dicho que las novelas Vargas Llosa son “bodrios anacrónicos”. Y esta mañana he visto tu último comentario donde hablas de los hombres que corrigen a las mujeres y has hablado de “ingenuidad bochornosa” de esos hombres que creen que las mujeres no tenemos acceso a los términos comunes de la cultura general. ¿Te sale solo esto? ¿No lo piensas mucho?
Carolina Sanín. ¿Te parece muy extraño?
Eva Orúe. La verdad es que no. Lo que quiero decir es que cuando se escucha el razonamiento completo, te sigo, pero al extraer solamente cuatro palabras, los titulares, efectivamente, suenas muy guerrera.
Carolina Sanín. Se supone que tengo un talento para la imprecación, y, también, es un don. Puede no ser una función muy agradable, a mí me entretiene. A algunas personas les hace saber que también pueden expresarse, sobre todo las mujeres. Y esto lo digo, todo lo demás lo he dicho con un poco de ironía, esto que voy a decir no: el que una niña adolescente, o más grande, o una muchacha, vea algunos de esos monólogos y sepa que uno se puede expresar así, en una sociedad tan distribuidora de roles de género como es esta para mí es suficiente utilidad. Después de eso ya puedo decir cualquier cosa. Y al que no le guste…
«Critiqué con cierta superioridad el querer ser escritor en vez de querer escribir»
Eva Orúe. ¿Qué es la escritura para ti? “Es encontrar”, dices en El Sol, “el grado de luminosidad de un texto y graduar y degradarse hasta coincidir con él. Pero somos luces abismales, cada oración que escribo es un intento por ir a mi lugar, al lugar donde comienza el día”. ¿Cuál es la definición de hoy? ¿Qué es escribir hoy para ti?
Carolina Sanín. Está siendo difícil para mí escribir desde hace unos meses. Y está siendo más interesante y más agónico; y, también, más puro. Siempre critiqué de una manera ligera, con cierta superioridad y cierta irritación el querer ser escritor en vez de querer escribir, que es algo que uno ve muchísimo: el señor escritor o la señora escritora. El ser escritor y verse a sí mismo como escritor. Hablan unos con otros de anécdotas, por ejemplo. Quieren ser invitados a ferias, a festivales, viajar, eso siempre lo critiqué. Con mis alumnos antes de que se preocupen por publicar quiero que exploren su escritura, contra ese ser escritor.
Cuando pasó mi cancelación, que viene pasando varios años, pero ahora ya se selló, ya puedo hablar. Desafortunadamente descubrí que yo era de esas personas también. Como cualquiera que escribe tiene una ambición de publicar, luego de que lo traduzcan y de que lo inviten a cosas.
Ahora que sé que soy tan indeseable, que nunca me van a dar un premio y que, probablemente, me publiquen muy poco, ahora sí voy a escribir. Ha sido muy emocionante para mí y muy difícil, porque, efectivamente, no he escrito. O voy a escribir mejor que antes o cosas más verdaderas y que a mí me hagan más feliz o se acabó.
Sabía que, como todos, escribía para que me quisieran o para ser alguien en la mirada de los otros, alguien relevante, cercano o con cierta cercanía o qué sé yo; o para ganar un premio que me dijera que yo sí tengo ante mí y ante el mundo y ante Dios, un valor. Pero ya puestos, ya caídos en el abismo, ya satanizados, o sea qué va a escribir el diablo… Vamos a ver…
Eva Orúe. Tu escritura da la sensación de que nunca ha sido fácil, ni siquiera cuando aspirabas a ser escritora, entiéndase como la vida social de un escritor. La trama es ajena a tu interés.
Carolina Sanín. Total. No me interesa la trama mucho. Yo antes quería que todo el mundo despreciara la trama, ahora ya sé que fracasé, no es un fracaso, es la derrota.
«Las novelas de Vargas Llosa son novelas de segunda del siglo XIX»
Eva Orúe. Esta definición de las novelas de Mario Vargas Llosa que mencionabas antes, le reprochabas que escribiera como si Joyce no hubiera escrito, como si Proust no hubiera escrito, como si Kafka no hubiera escrito. Para un escritor del siglo XXI, con tantos antecedentes, me parece que es abrumador pensar que vas a sentarte y vas a escribir como no ha escrito nadie antes.
Carolina Sanín. Me impresionan las novelas de Vargas Llosa porque son novelas del siglo XIX, pero novelas de segunda del siglo XIX. Nunca me interesó. Me interesó cuando era muy joven La ciudad y los perros. Lo otro que escribió me pareció inane. Sus ensayos me parecen especialmente pobres. Como que este hombre no quiere darse cuenta de nada. A mí me abruma lo que escribe de Madame Bovary, es, realmente, simple, son obviedades.
También en sus novelas se entrevé mucho eso de voy a hacer una estructura… Me gusta La tía Julia y el escribidor, pero es una novela de juventud y vale por sus torpezas y vale por ese intento de contar una historia suya de amor. Pero lo que hace en esa novela y lo que hace luego en otras, la alternancia de voces, es como unas recetas de estructura narrativa que son interesantes como recetas. Una vez las pones en práctica es un desprecio por el lector, una trampa compartida. Creo que a nadie ninguna novela de Vargas Llosa le ha fundado una idea o le ha hecho producir otra idea.
Es muy particular. Es eso de querer describir con la trama y querer fingir una profundidad psicológica reduciendo al ser humano y describiendo con unos brochazos realmente gordos pasiones, tendencias, vicios del ser humano, me parece superficialísimo. Y me parece que estilísticamente ha sido como si no hubieran escrito ni Proust, ni Joyce, ni Kafka, ni Beckett. Es decir, de espaldas a cualquier vanguardia, a cualquier ruptura en el estilo, pero también a cualquier profundidad en el estudio del tiempo.
Lo importante de la narrativa es que es la exploración de cómo pasa el tiempo. Contar historias es contar el cambio de las cosas en el tiempo y cuando alguien narra lo que está haciendo es preguntándose cómo pasa el tiempo por la vida. Una narrativa sin esa pregunta creo que no vale mucho. Vargas Llosa y sus émulos, que son la mayoría de señoros escritoros no me interesan. Quiero que a la gente tampoco le interesen tanto para que lean a Joyce, a Beckett y a Proust; no es más que eso, para que lo pasen mejor y sean más inteligentes.
Es genuino lo que estoy diciendo. No entiendo por qué es extraño.
«Soy sincera por respeto»
Eva Orúe. Cuando has dicho lo de escribir y ser escritor como figura pública, una de las cosas más alucinantes es que el debate entre los escritores, la discrepancia, la crítica abierta ha desaparecido.
Carolina Sanín. Debe ser por eso. Pero no es una pose. Supongo que defiendo mi territorio con bombas brutales.
Eva Orúe. Sabes que la sinceridad no siempre es bienvenida y se puede convertir en espectáculo, y es poco habitual.
Carolina Sanín. Es cierto e interesante lo que dices. Yo soy sincera por respeto. Para mí es un acto de respeto ser así, ser sincera y decir la verdad. Me sentiría extremadamente mal diciendo otra cosa. Ahí sí me sentiría haciendo el mal. Siento que es amoroso ser sincera con esas cosas.
Pregunta del público. ¿Podrías profundizar cómo no caer en la trampa en terminar querer siendo un escritor y sí concentrarse para escribir un libro?
Carolina Sanín. Uno puede ser las dos cosas. Decía que yo también caí en eso, fui eso: querer ser escritora y que me vean y que me reconozcan y ser alguien a quien le hagan caso. Pero no creo que el querer ser escritor implique que no estás diciendo la verdad y buscando el sonido de tu alma cuando escribes. Uno es muchas cosas. Uno puede querer que lo reconozcan muy fervientemente, como siempre me ha pasado, y seguiría pasando. Supongo que uno puede hacer las dos cosas. Lo que pasa es que creo que en algunos autores es muy evidente que están buscando muy poco en su propia lengua y que están afilando muy poco su instrumento para hacer una cosa que sea solo suya. Es la búsqueda de la originalidad, también es muy paradójico porque es más fácil el reconocimiento para quien no busca ser individuo, o sea, buscas para que te reconozcan como individuo, pero, sobre todo, no siendo un individuo. Pasan las dos cosas al tiempo estar orando en una obra y a la vez ir a cócteles y porquerías. Puedes ser Henry James que está en los dos mundos, pero también puede ser: na na na… Qué se yo.
- El Sol. Carolina Sanín (Random House).
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