Cristina Fernández Cubas gana el Premio Nacional de las Letras Españolas 2023
El galardón distingue así, también, al cuento como género literario. Se le concede “por la magia de su narrativa que la ha llevado a ser considerada como una de las mejores cuentistas españolas”
Cristina Fernández Cubas (Arenys de Mar, Barcelona, 1945) ha sido distinguida con el Premio Nacional de las Letras Españolas 2023. Y con ella se distingue al cuento como género literario, pues Fernández Cubas es una de sus mejores representantes. Sus historias suelen demostrar que el misterio y el enigma están más dentro del individuo que fuera de él.
El premio se le concede, según el jurado, “por la magia de su narrativa que la ha llevado a ser considerada como una de las mejores cuentistas españolas. Por el dominio fascinante del empleo de la concisión para narrar historias, que se nutren de la literatura fantástica, y que hace llegar al lector de manera intensa hasta cambiar la forma de entender las cosas”.
Se trata, añadió el jurado de «una autora ineludible que nos invita a pensar en los límites entre la realidad y la ficción, una creadora exquisita que siempre quiso contar”.
El Premio Distingue el conjunto de la labor literaria, en cualquiera de las lenguas españolas, de un autor español o autora española, cuya obra esté considerada como parte integrante del conjunto de la literatura española actual. Lo concede el Ministerio de Cultura y Deporte, y está dotado con 50.000 euros.
El universo Fernández Cubas empezó en 1980 con Mi hermana Elba. En 2008 la autora recopiló sus relatos en el volumen Todos los cuentos (Tusquets). En él están las historias escritas en obras como Parientes pobres del diablo (2006), Con Agatha en Estambul (1994), El ángulo del horror (1990), Los altillos de Brumal (1983). Por La habitación de Nona (2015) obtuvo el Premio de la Crítica, el Premio Dulce Chacón y el Premio Nacional de Narrativa.
Cristina Fernández Cubas también ha escrito novelas como El año de Gracia (1985), que inspiró al compositor Albert Sardá una ópera; El columpio (1995) y La puerta entreabierta (2013) con el seudónimo de Fernanda Kubbs. Además, es autora de la obra de teatro Hermanas de sangre (1998); del libro de memorias narradas, Cosas que ya no existen, (2001), con el que obtuvo el Premio NH de Relato Publicado Cinco estrellas, y del ensayo, Emilia Pardo Bazán (2001).
Qué es el cuento
Sobre las artes y misterios del cuento, Fernández Cubas escribió en un artículo en el diario español El País, en 2009: «Existen casi tantos cuentistas como maneras de afrontar un cuento, e, incluso, si un autor nos abre su trastienda, nos percataremos enseguida de que cada relato ha obedecido a un impulso diferente. Sería absurdo pretender encorsetarlos. Hay cuentos que se escriben de un tirón, con una facilidad pasmosa, como si estuvieran dormitando en un lugar recóndito del cerebro y el autor, en funciones de amanuense de sí mismo, no tuviera más misión que arrancarlos de su letargo y transcribirlos. Otros, en cambio, actúan como auténticos secuestradores. Surgen de pronto, se instalan en nuestra cabeza, en el papel, en nuestra vida, malogrando el menor intento de deserción, conminándonos a entregarnos en cuerpo y alma, y dejándonos prácticamente sin aliento. Sólo al final, al término del cautiverio, volvemos a ser lo que fuimos y respiramos liberados».
Y, más adelante, aclara: «Muy a menudo -y apelo ahora sobre todo a mi experiencia- el proceso de escritura se asemeja a un largo pasillo en el que nos adentramos con cierta tranquilidad y paso firme. Tenemos un objetivo en la mente y un itinerario en la mano. Creemos -de ahí nuestra aparente decisión- saber adónde vamos. Pero no está tan claro que así sea. Porque aunque, como dijo Borges, resulta «un gran alivio conocer el final», eso no implica que, forzosamente, lleguemos a donde nos habíamos propuesto. En el largo pasillo, a derecha e izquierda, en el techo o bajo nuestras pisadas, se abren puertas, se adivinan ventanas, se dibujan altillos, o se presienten sótanos o pozos profundos. Y el autor, muy dueño de seguir implacable el trayecto previsto, puede, al contrario, ceder a la tentación de curiosear, traspasar puertas, asomarse a ventanas, o preguntarse qué es lo que se oculta bajo sus pies o se esconde en el interior de los altillos. Corre el riesgo de perder el rumbo, cierto. O de perderse, en todos los sentidos. Aunque también es posible que, después de sus pequeñas incursiones, vuelva al plan originario y termine arribando a puerto enriquecido. O quizás el puerto -el «alivio» de Borges- no sea, como creíamos, el destino final, sino tan sólo una escala que deje entrever otro puerto. O una sucesión de puertos. Cuando esto ocurre -así, de pronto, sin previo aviso- el autor se siente como un mago que acaba de sacar un animal vivo de la chistera. Una paloma o un conejo que no recordaba haber escondido en el forro de la levita o en sus enormes bolsillos de doble fondo. Y se asombra, claro está. No podría ser de otra manera».
Asomo a su escritura
Un pasaje de uno de los cuentos de La habitación de Nona dice:
«Nona nació, las cosas cambiaron para siempre y, seguramente por eso, me acostumbré a situar las palabras de mi madre el mismo día de su llegada al mundo. Aquel día yo también nací a una nueva vida. Mi vida con Nona.
La verdad es que yo hubiera preferido un hermano, pero no me costó demasiado conformarme con
Nona. De pequeña, parecía una muñeca. Tenía la piel muy fina, los ojos achinados y los labios gruesos.
Cuando dormía —y sus ojos desaparecían formando una raya— abría la boca y la dejaba así mucho rato,
como si no pudiera cerrarla o estuviera a punto de decirnos algo, ella que aún no sabía hablar y que tardaría más de lo razonable en pronunciar palabra. A mí me gustaba su boca, tan carnosa, tan grande. Y a la abuela también. «Tiene los labios de Brigitte Bardot», dijo un día junto a la cuna. Y luego me explicó: «Brigitte es una estrella de mi época. Una artista francesa». La abuela era muy alegre. Y le gustaba quedarse con la parte amable de las cosas. Por eso, tiempo después, cuando Nona por fin empezó a hablar y notamos que arrastraba las erres con voz gangosa, meneó la cabeza sonriendo. «Igual que Brigitte», dijo entonces. Y fue probablemente su seguridad, la sonrisa que jamás se desdibujaba de sus labios, lo que me llevó a creerla a pies juntillas y a cometer la primera tontería de mi vida».
Todos los ganadores del Nacional de las Letras Españolas
- 2023 – Cristina Fernández Cubas.
- 2022- Luis Landero
- 2021- José María Merino.
- 2020- Luis Mateo Díez
- 2019- Bernardo Atxaga.
- 2018- Francisca Aguirre
- 2017— Rosa Montero
- 2016 – Juan Eduardo Zúñiga
- 2015 — Carme Riera
- 2014 — Emilio Lledó
- 2013 — Luis Goytisolo
- 2012 — Francisco Rodríguez Adrados
- 2011 — José Luis Sampedro
- 2010 — Josep María Castel
- 2009 — Rafael Sánchez Ferlosio
- 2008 — Juan Goytisolo
- 2007 — Ana María Matute
- 2006 — Raúl Guerra Garrido
- 2005 — José Manuel Caballero Bonald
- 2004 — Félix Grande
- 2003 — Leopoldo de Luis
- 2002 — Joan Perucho
- 2001 — Miquel Batllori
- 2000 — Martín de Riquer
- 1999 — Francisco Brines
- 1998 — Pere Gimferrer
- 1997 — Francisco Umbral
- 1996 — Antonio Buero Vallejo
- 1995 — Manuel Vázquez Montalbán
- 1994 — Carmen Martín Gaite
- 1993 — Carlos Bousoño
- 1992 — José Jiménez Lozano
- 1991 — Miguel Delibes
- 1990 — José Hierro
- 1989 — Joan Coromines
- 1988 — Francisco Ayala
- 1987 — Rosa Chacel
- 1986 — Gabriel Celaya
- 1985 — Julio Caro Baroja
- 1984 — J.V. Foix
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