La escritora colombiana Lorena Salazar Masso, autora de las novelas ‘Maldeniña’ y ‘Esta herida llena de peces’, en Tránsito editorial. /Fotografía de Isabel Wagemann – cortesía de Tránsito

Lorena Salazar Masso: “En la adultez o en la vejez seguimos siendo niños y necesitando amor y atención”

La escritora colombiana logra con su segunda novela, 'Maldeniña', confirmarse como una de las voces jóvenes más frescas, sensibles y líricas de la narrativa en español. Es una de las mejores novelas de 2023 que relata, a través de la historia de una niña que busca el amor de su padre, los estragos del abandono emocional y físico a la infancia y del Estado a los pueblos

Una niña ha hecho su alma de auroras y crespúsculos. Auroras que la llevan todo el tiempo a querer ganarse el amor de su padre y crespúsculos porque no logra de él un te quiero. Esa niña se llama Isa, vive en un pueblo de paso y sin nombre con su padre, donde sus pobladores desean en silencio alguna clase de afecto. Tiene entre diez y once años, y fue creada por Lorena Salazar Masso (Medellín, 1992) en los amaneceres y en los atardeceres de un año y poco más, porque la escritora colombiana sentía que la luz del día la desconcentraba de la escritura.

Isa vive en las páginas de Maldeniña (Tránsito), una novela corta hecha de una narrativa de gran naturalidad, frescura y lirismo sencillo y hondo que habla del abandono afectivo y físico a personas y lugares. Retrata y denuncia la ausencia de los padres para dar amor a los niños, la adultez sobrevenida en los menores y recuerda la importancia de que estos reciban el afecto necesario. La novela reivindica la imaginación y las capacidades de ensoñación de los niños, la belleza de lo corriente, de los recursos para escabullir lo aburrido, las rutinas, en una historia donde las horas parecen descansar en un ambiente donde conviven “lo niño con lo viejo y lo viejo con lo niño”. Es un rincón de violencia dormida.

Lorena Salazar Masso vuelve a lograr en su segunda novela una narración sensible, poblada de imágenes llenas de contenido, sin miedo a expresar ternura y lograr que uno quiera abrazar a esa niña y hablar con toda la gente que la rodea, porque son sobrevivientes de la soledad y los afectos no correspondidos. Esa es la épica de Maldeniña, la lucha de Isa por querer ganarse el amor de su padre, que vive con ella, pero está tan ausente como su madre de la que no sabemos apenas nada.

Es la superficie, porque esta historia íntima y en apariencia intrascendente que transcurre sin estridencias, tiene el espíritu del cuento, porque lleva un flujo subterráneo que aflora en una tensión delicada, que despierta brotes de diferentes sospechas sobre lo que de verdad pudo haber pasado y pasa a la niña y al pueblo y de algo que se avecina porque lo que vemos y sentimos no es solo lo que vemos y sentimos. Porque la niña es la protagonista y el pueblo el coprotagonista.

Si en su primera novela, Esta herida llena de peces (Tránsito, y uno de los dos mejores debuts literarios para WMagazín en 2021), fue el proyecto del Máster de narrativa de la Escuela de Escritores de Madrid, donde describe y denuncia la violencia de Colombia a través de la historia de una mujer blanca que viaja con su niño negro por un río de la región del Pacífico colombiano, en Maldeniña la ruta elegida por la escritora es la del abandono de la gente en todos los sentidos: desde una niña que busca el cariño de su padre sin logarlo, hasta un pueblo ignorado por el Estado. en la orilla triste de una vida donde no pasada nada y donde cada vez va menos gente. Las dos novelas hablan de tragedias y esperanzas y cicatrices íntimas, socio-políticas y reales y de cómo se van creando las cicatrices sentimentales, pero donde resalta la solidaridad de la gente, los lazos de apoyo entre mujeres.

Eso hizo que Maldeniña fuera considerada como una de las cinco mejores novelas en español de 2023 para WMagazín. Desde su casa en Medellín, Lorena Salazar Masso, que estudió publicidad, aparece en la pantalla del computador para hablar de su novela, mientras, en algunos momentos, atiende a los llamados de su bebé en brazos, Alicia Falero Salazar, y algún cariñoso sshhh

Lorena Salazar Masso durante la video entrevista en diciembre de 2023. /WMagazín

Winston Manrique Sabogal. ¿Cómo se sintió en esta segunda novela? ¿Después de un debut tan bien acogido como Esta herida llena de peces?

Lorena Salazar. Muy bien. Desde el proceso de escritura, me he sentido no cómoda, pero sí tranquila, porque una segunda novela, no por el mito que dice que una segunda novela es más difícil, a lo mejor sí, en mi caso, la segunda tuvo otro proceso, y me llevó a hacer unas pausas, a detenerme, a pensar mucho más en la escritura de lo que hice con la primera novela, y la disfruté un montón.

W. Manrique Sabogal. ¿En la primera novela fluyó todo más espontáneo, y en esta fue un poco más meditada?

Lorena Salazar: No necesariamente. En la primera novela lo que me movilizaba a escribirla, principalmente, era que tenía que entregar el proyecto final del máster de la escuela, y quería hacerlo lo mejor posible. No tenía una ambición de escribir una novela, al menos no todavía. Yo estaba en ese proceso, y sigo aún, de aprendizaje, con lo cual no tenía prisa. Finalmente, cuando me senté a escribir, quería crear inicialmente cuentos, pero me salió esta novela. Y me concentré, sencillamente, en hacerlo lo mejor que pude, en los personajes, en la historia, en disfrutar también un poco, en la medida de lo posible, en lo que estaba haciendo y en terminar el máster que estaba cursando.

Ahora con esta segunda novela, no tenía ese deber de entregar algo. Pero, después de una primera novela, sí que me planteé muchas preguntas, por ejemplo, por qué estoy escribiendo esto, o por qué escribo lo que escribo, qué me interesa escribir, hasta qué punto lo que escribo, realmente, me interesa o si hay un sesgo de temas, entre comillas, que están ahora en auge. Me detuve a pensar mucho eso para no caer en esas trampas de temas y en escribir lo que quería. En Esta herida llena de peces, a mi parecer, no caí en eso, porque no estaba ni un poquito cerca al mundo literario, pero sí que después en entrevistas y demás, pues sí terminó yéndose la novela para otro lado.

W. Manrique Sabogal. Dentro de esas preguntas que le llegaron de por qué y para qué escribe ¿qué encontró? Supongo que cada día hay una respuesta a esa pregunta.

Lorena Salazar. Me identifico mucho con lo que dices porque, a lo mejor, esto va cambiando. Pero ese por qué escribo, principalmente, y esta segunda novela tiene mucho de eso en su tejido, no de forma literal, pero sí me movió mucho, y es porque me gusta encontrar en lo cotidiano, en el interior, todo lo que sea una combinación entre lo viejo y lo niño, la infancia y la vejez, esa combinación que podríamos creer que está tan lejos, pero no es así. Eso también estaba en el libro anterior un poco, y en este me acerco mucho más a eso.

No hay un porqué mucho más grandilocuente, sino eso, ahondar un poco en esas dos partes o momentos de la vida humana: la niñez y la vejez. Y bueno, todo lo que hay allí entre todo el camino.

Y el para qué, también es mucho más sencillo. Realmente es por algo relacionado directamente con la condición humana, con todo lo que pasa en el día a día, con todas las situaciones, no solamente noticias, sino lo más sencillo que podemos vivir. Me gusta sentarme a pensar en eso, y en él por qué pasan las cosas o qué mueve a las personas a ser x o y cosa. Qué pasa también con la naturaleza, cómo interactuamos con ella, cómo la entendemos. Eso es lo que me mueve y lo que me hace escribir. Claro que cuando ya me siento a escribir de estas cosas aparentemente sencillas, pues se deja ver mucho mi pensamiento o… o lo que he vivido, o mi posición política incluso frente a muchas situaciones de una forma u otra, esto va apareciendo allí. Pero no es algo premeditado.

W. Manrique Sabogal. ¿Cuándo y cómo fue el soplo de inspiración de la primera novela? ¿En qué momento esa historia apareció en su vida?

Lorena Salazar. Esta historia de Maldeniña la tenía en mente antes de Esta herida llena de peces. Quería escribirla, pero no encontraba la forma. Tuve un intento fallido en 2019, pero sentía el miedo de acercarme a una novela. Se quedó en un word de páginas y páginas de notas. Luego empecé Esta herida llena de peces, y después, en 2021, a finales, volví a retomarla y a pensarla a partir de nuevas lecturas que había tenido, de otros posibles caminos que había estado pensando. Ahí ya me embarqué de nuevo en la escritura, y creo que fluyó mucho mejor que esa primera vez. Encontré más caminos a la hora de escribirla, me centré mucho más en el tono, me centré mucho más en el ritmo que quería que tuviese esta historia.

W. Manrique Sabogal. En aquella primera idea, ¿qué quería contar?

Lorena Salazar. Esa relación que parte o que nace del abandono y cómo se da una relación que nace o se ha determinado por el abandono. Yo no quise hacer en un principio una novela del padre o el padre y la hija. Todos los personajes, de alguna forma, padecen abandono, el mismo pueblo está abandonado, pero me parecía interesante la relación con el padre, y en este espacio que es un hotel, qué podía pasar allí, cómo podían ser las dinámicas de vida, de cómo se podía dar ese tema de ese abandono. De ahí partí y se fue extendiendo mucho más. Luego empecé a ahondar en los personajes, empecé a darme cuenta de que todos sufren un abandono, todos tienen un tipo de maldeniña diferente, y ahí me expandí mucho más.

W. Manrique Sabogal. El abandono es uno de sus temas en las dos novelas: el abandono del Estado, el abandono en todas las variables, y hay un abandono que va al corazón del abandono, y es el abandono de un ser humano en la infancia. Luego, la necesidad de afecto del ser humano, en este caso, centrado en una niña. ¿De dónde cree que le surge ese interés por este tema tan importante y al que, aparentemente, no le prestamos la suficiente atención, en la literatura, por lo menos?

Lorena Salazar. Siento muy acertado lo que dices. Yo pensaba que esta niña quiere la atención y el amor de su padre y de nadie más; es lo único que quiere y puede hacer lo que sea por tenerlo. Pensaba, claro, todos podemos hacer cualquier cosa, en algún momento, por tener el amor de la persona que queremos, sea el padre, sea la madre, sea una pareja, sea un lugar, una comunidad, y ese es el único objetivo, y se convierte casi que en una obsesión. Empiezo a mirar eso, y a pensar que eso me pasa a mí, que eso le pasa a las personas que tengo cerca, a mi padre, a mi madre, mi hermano, a mis amigas, a todo el mundo, de alguna forma. Me parece interesante empezar a mirar eso, a ver cómo ese pequeño maldeniña que tenemos todos dentro nos hace ser niñas y niños, nos hace recordar que necesitamos, como tú lo decías hace un momento, amor, básicamente, y a la vez, pues, no es sencillo, es súper complejo; pero eso es lo que necesitamos. En ese sentido, todos vamos siendo niños. Y así unimos esto con lo que te decía al principio, ese interés mío era por unir lo viejo y lo niño. Es también mirar cómo en la adultez o en la vejez seguimos siendo niños y seguimos necesitando esa atención, o que cuando necesitamos esa atención, volvemos a hacernos un poco niños. Creo que eso era lo que, principalmente, me movía y a lo que miraba.

Portadas de las dos primeras novelas de Lorena Salazar Masso: ‘Esta herida llena de peces’ (2021) y ‘Maldeniña’ (2023. / WMagazín

W. Manrique Sabogal. Tiene 32 años, pertenece a una generación que no es ni mejor ni peor que ninguna otra, pero en la suya hay una mayor ausencia de los padres, porque tanto padres como madres están incorporados a la vida laboral. Generaciones a las que les faltaría más atención, cariño y amor por parte de los padres y que ha podido repercutir en que les llamen generación de cristal.

Lorena Salazar. Es un dolor de esta generación, aunque en todas, de alguna forma, porque si bien hay una un grupo con ausencias del padre y otro grupo con, digamos, que aunque el padre está presente, la ausencia puede ser emocional, o puede ser por temas de trabajo. El aspecto social determina un poco este tema de las ausencias. Y si es el padre el que tiene que ir a trabajar todo el día y llega por la noche, ya los niños están dormidos y al otro día lo mismo, se va y demás. Entonces creo que eso determina mucho esa… esa ausencia. En mi caso, mi papá también se iba a trabajar todo el día, no había una ausencia directamente, pero a la vez, sí. Por otro lado, estaba la idea de que los padres, los hombres, son más fríos, son más secos, tienen que ser más la autoridad, son quienes dicen qué debemos hacer o no… También eso ayuda a que haya una separación y, de alguna forma, una ausencia.

W. Manrique Sabogal. Un coprotagonista de la novela es ese pueblo sin nombre. Dentro de la tradición de un pueblo de Onetti o de Rulfo, por mencionar autores latinoamericanos. Sin embargo, en su caso, coincide que es un pueblo sin nombre, un lugar de paso, con gente varada, cada uno con su propio sueño, de los que no sabemos casi nada, como todo ser humano, pero sí sabemos el sueño de la niña. El lugar, pueblo y paisaje, son protagonistas, también.

Lorena Salazar. El lugar nace, también, desde ese mismo abandono y es muy interesante lo que dices, porque las personas del pueblo, aparentemente, no tienen sueños o sueños grandes. Los sueños se reducen al día a día, como si tuviésemos pequeños sueños. Casi que sueños que están relacionados con el trabajo, que parecen más una necesidad que un sueño, pero que, al estar ellos abandonados, al igual que el pueblo, no hay una posibilidad de mirar más allá. Es un pueblo que está rodeado de montañas. Es como si no hubiese una posibilidad de futuro o de mirar a distancia qué más podría pasar. Y la única, como tú dices, que tiene un sueño claro y un sueño grande, aunque muy íntimo, es Isa, que lo que quiere es estar con papá.

Y mencionas a Onetti, a Rulfo, y sí, me inspiré mucho en ellos. En esos espacios que crean tan maravillosos para darle vida a este pueblo, y que se sintiera solo, se sintiera de paso. Creo que el ser un pueblo de paso ya trae una soledad consigo, aunque haya personas que viven allí. También quería que quedara la pregunta de qué hacen las personas que viven aquí, con qué se motivan, si aquí nunca hay un concierto, aquí nunca pasa nada…

W. Manrique Sabogal. ¿Qué harías sin la tristeza en un pueblo donde no hay nada que hacer? Se pregunta.

Lorena Salazar. Exacto… El día a día es nada. No hay un plan de futuro, no hay algo más grande, y yo pensaba muchísimo en algo que no está en la novela, pero que sí está presente en el día a día de nuestro país, de Colombia, y es el vivir del día: Yo trabajo, y lo que trabajo es para este día, para esta semana, para los hijos y demás. Eso también lo tuve muy presente, y eso está detrás. No hace falta mencionarlo, pero para mí sí que es importante porque así vivimos, hemos vivido mucho tiempo y viven ahora muchas personas, buscando el día a día… Y en la novela pasa de otra forma, pero es eso, es el día.

W. Manrique Sabogal. No tiene miedo a la ternura, a expresar cariño. La literatura contemporánea más reciente parece tener miedo al lirismo, a lo cursi en el sentido más noble. Y usted se acerca sin prejuicios.

Lorena Salazar. Creo que hubo un momento en el que se puso por todo lo alto la literatura fría, despojada, pragmática, seca. Escuchaba muchas entrevistas donde los autores hablaban de eso, de querer lograr eso… Lograr un tipo de voz más seca o más pragmática. Es algo que me parece interesante siempre y cuando eso responda a la historia que se va a escribir. Pero ya como un fin, a veces, me he preguntado hasta qué punto eso es una necesidad de huir de lo cursi entre comillas o del miedo a caer en lo cursi. Por supuesto que lo entiendo y es una exploración válida, pero yo creo que no puede haber un alejarse completamente de la ternura, de la belleza, de lo pequeño, de lo dulce o de lo suave. Creo que siempre y cuando haya una distancia prudente de las emociones, porque las emociones empañan todo, creo que se puede llegar a algo bello sin que sea cursi. Cada historia pide un tono y un ritmo diferente.

W. Manrique Sabogal. Olga Tokarczuk, en su discurso de aceptación del Nobel de Literatura, reivindicó la ternura. Hace unos meses en una video entrevista le pregunté por lo que ella llama neorrealismo mágico, neo-neorrealismo mágico, sin que entendamos realismo mágico como García Márquez, sino como por ese reencuentro y/o redescubrimiento de lo que usted hace, de la poesía, de mirar las cosas con otros ojos, de la niña que mira, con más sensibilidad, sin corsés. Luego, a la escritora Tess Gunty, que ganó el premio de Estados Unidos, el National Book Award el año pasado por La conejera, también la entrevisté, y también entra en esta corriente. ¿Por qué cree que puede estar ocurriendo esto?

Lorena Salazar. Hay una necesidad de ver el otro lado, la otra cara, o de ponerle un filtro, de alguna forma, a algunas realidades o a algunas verdades, que no porque sean ficción dejan de ser verdad. Pero sí que hay una necesidad de ver eso de otra forma. Estamos un poco cansados y hablo, por ejemplo, aquí de Latinoamérica, de las noticias, de lo que pasa en el día a día, de ver todo de la misma forma, porque visto todo de la misma forma no hay otros caminos posibles. Los discursos se hacen cada vez más repetitivos, caen en lo mismo y se vuelven un paisaje, y eso es peligroso. Cuando se vuelven paisaje, cuando no hay más que ver, lo dejamos de ver. Me interesa mucho esa búsqueda de la mirada de lo otro, de trocar un poco las cosas o de ver lo niño que hay en las cosas, y es en los adultos o en lo viejo en los niños, en esa especie de dislocación, lo que me interesa. Porque ya la mirada plana está en el día a día. A veces, hay cosas tan complejas de la condición humana que uno necesita ponerse ese filtro para poder mirarlas; a la hora de escribir me pasa eso.

W. Manrique Sabogal. ¿Qué otro aspecto de la novela destacaría?

Lorena Salazar. La música es importante aquí. La niña está muy permeada por una música no solamente adulta, sino con historias bastante fuertes; la música popular, ranchera, todas estas canciones de cantina que tienen historias bastante fuertes. Me interesaba mucho poner en contraste eso y ver cómo una niña podría desempeñarse allí en el día a día y cómo hace suyas esas canciones por más que puedan estar muy lejos. Me ayudaron mucho a guiar el ritmo de la historia. Destaco la música, que siempre es compañía, y que también es historia.

  • Maldeniña. Lorena Salazar Masso (Tránsito).

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