Javier Marías: el legado menos conocido del gran escritor español
Con motivo del primer año de la muerte del autor y académico (11 de septiembre de 2022) repasamos sus facetas de gran cuentista, excelente articulista, minucioso biógrafo, apasionado editor y enamorado traductor
El Javier Marías novelista es la faceta más conocida y prestigiosa del gran escritor español a nivel mundial. Lo llevó a que en este siglo XXI siempre estuviera en las quinielas del Premio Nobel de Literatura. Pero Javier Marías (Madrid, 20 de septiembre de 1951 – 11 de septiembre de 2022) fue, también, un gran cuentista, un excelente articulista, un minucioso biógrafo, un apasionado editor y un enamorado traductor.
WMagazín, en el primer año de la muerte de Javier Marías, repasa el legado de sus cinco facetas menos conocidas, pero de la misma calidad que sus novelas, de títulos como Corazón tan blanco, Mañana en la batalla piensa en mí, Todas las almas, Tu rostro mañana, Los enamoramientos, Berta Isla y Tomás Nevinson (Su obra esta en editorial Alfaguara). Una literatura caracterizada por su hondura temática y gran manejo del tiempo, en el que los pensamientos de sus personajes son esenciales, un pensamiento en movimiento con una cadencia elegante. La mirada del propio Javier Marías sobre sus novelas la publicamos en este artículo.
El mismo narrador que sobre la escritura de sus novelas confesó a WMagazín en un fotorrelato: “Si supieras cómo las escribo: como un relojero loco”. (…) “No busco temas literarios que puedan ser resultones, sino temas que me inquietan. En gran medida, la vida consiste en incertidumbre y espera”.
Novelas que creó en su máquina de escribir. Luego corregía a mano los folios, y, después, de vuelta el papel al rodillo de la máquina.
Pero, más allá de sus obras más prestigiosas, este es su otro legado:
Articulista
Después de novelista, la faceta más conocida de Javier Marías es la de articulista. No dejaba indiferente a nadie, era polémico y con mucho sentido común. Era quien proclamaba que el rey iba desnudo. Ordenaba con palabras lo que muchos pensaban y querían decir. Un indignación e inconformismo que aumentó con los años.
Si en la narrativa y el cuento habla el escritor atento a la condición humana, con altas cotas de belleza literaria, en los artículos habla el ciudadano de a pie sobre el discurrir de la vida de todos que sube la voz cuando lo ve necesario.
Javier Marías aplicaba su mirada crítica, irónica, con sentido del humor, inteligente, políticamente incorrecta y literaria sobre la realidad más común a todos, desde lo personal y ciudadano, hasta las políticas gubernamentales, pasando por enfoques originales sobre diferentes aspectos de la creación y expresiones artísticas. Eso le llevó a ganarse fama de cascarrabias, enojado, quejica o indignado. Recogía el sentir de la gente ante la incompetencia o desidia de otros, muchas veces. Aunque siempre dijo que nunca tuvo claro a qué público se dirigía.
Veintiún libros recopilan sus artículos en prensa. El primero es Pasiones pasadas, de 1991, y el último ¿Será buena persona el cocinero?, de febrero de 2022. En ellos se aprecia cómo sus artículos, más que dirigirse a una persona o institución motivo del texto, se dirigen al lector, a otro ciudadano como él, conversa con él, lo interpela, le suscita, incluso, la evocación cuando es necesario y, casi siempre, sus piezas llevan implícita la invitación a la reflexión.
“Junto al Marías que cuestiona y polemiza […] sin despojarse de su punto de elegante insolencia o impertinencia, también aguarda el Marías evocador, nostálgico, admirador”, escribí hace más de diez años en Babelia, de El País, sobre el volumen Vida del fantasma, que reúne textos desde 1976 hasta 2000 que no entraron en Pasiones pasadas y Literatura y fantasma.
Biógrafo de autores
Como buen lector que era, Javier Marías conocía la vida de muchos escritores, y quiso ir más allá al investigarlas y crear un texto entre perfil, semblanza y biografía de veintiséis de ellos, titulado Vidas escritas, en 1992. Textos breves sobre diferentes aspectos de estos autores en sus ámbitos personales y creativos que muestran los vasos comunicantes entre ellos.
Es la mirada de Marías sobre algunos de sus autores más admirados, pero no por ello deja a un lado la irreverencia, porque siempre se detiene en algún aspecto original: “Faulkner a caballo, Stevenson entre criminales, Conrad en tierra, Isak Dinesen en la vejez, Joyce en sus gestos, Conan Doyle ante las mujeres, Wilde tras la cárcel”, Turgueniev, Mann, Lampedusa, Rilke, Nabokov, Madame du Deffand, Rimbaud, Henry James, Laurence Sterne…
Todos viven en estas páginas casi como personajes de ficción dentro de sus propias existencias. Vidas de creadores convertidos ellos mismos en historias, relatos, que rompen los pasadizos entre la realidad y la ficción.
“Marías humaniza a estos autores imprescindibles y entra en su leyenda para contar de ellas cotidianidades e iluminar lados dudosos, mas no banalidades. El resultado es una mejor comprensión de aquellas vidas vistas aquí con ‘afecto y guasa’, y no exentas de ironía”, escribí en 2012 en Babelia sobre una nueva edición de este libro.
El volumen se completa con seis retratos de Mujeres fugitivas, que vivieron y murieron por encima de sus posibilidades, con tanta intensidad como humor. Y lo cierra Artistas perfectos, “el contrapunto de las anteriores semblanzas: sus imágenes detenidas prescinden de anécdotas y caracteres para subrayar la expresividad de los rostros, ademanes y gestos, espontáneos o artificiales, de los artistas que sólo en la posteridad alcanzan la perfección. Los textos van acompañados de extraordinarios retratos, pertenecientes en su mayoría a la colección del autor”, recuerda la editorial Alfaguara.
Cuentista
Con 14 años, Javier Marías escribió su primer cuento: La vida y la muerte de Marcelino Iturriaga. Fue espontáneo. Sus primeros pasos hacia el gran escritor que llegaría a ser. Muchos de sus cuentos los escribió por encargo. Están dotados de una buena condensación de intriga que avanza lenta y fuerte a la vez. Sus temas son los de sus novelas: desde el dilema de conocer y decir o no la verdad, hasta la traición, pero también algunos inquietantes relacionados con la culpa, pero llevados, incluso, al ámbito sobrenatural: ¿y si el purgatorio o el infierno fueran conocer, una vez muertos, lo que piensan los seres queridos y apreciados de uno y asistir a la escena en que hablan de uno?
Escribió los volúmenes Cuentos únicos (1989), Mientras ellas duermen (1990), Cuando fui mortal (1996) y Mala índole (1998). En 2012 publicó una antología titulada Mala índole. Cuentos aceptados y aceptables. Una selección de treinta relatos hecha por él mismo en la que dividió sus cuentos en Aceptados (“De los que aún no me avergüenzo”) y Aceptables (“De los que sí me avergüenzo un poco, pero no demasiado”). Estos cuentos, dijo Marías, “tienen un elemento de zozobra, algo inquietante, amenazante… perturbador”.
Sobre la diferencia entre cuento y novela aseguraba que la mejor novela del mundo la ha disfrutado mucho, pero con altibajos: “Es muy difícil que un autor quede completamente satisfecho de una novela en cuya estructura debe tener altibajos, porque no puede sostener el mismo grado de intensidad todo el tiempo, y sería agotador; debe tener momentos de transición, explicativos o descriptivos o funcionales que den luego paso a esos pasajes más interesantes e intensos”, admitió el escritor en una entrevista que le hice en 2012, para El País.
Era un género que le gustaba casi más como lector: “Con un cuento he tenido la sensación de plenitud, que dices: ‘¡Caray, qué maravilla, es algo perfecto!’. A veces, la lectura de un cuento es casi exultante. Algunos te pueden producir una especie de euforia, de algo acabado, perfecto, una obra maestra, algo que en una novela es más difícil conseguir”.
Entre sus cuentos favoritos o de los que más orgulloso se sentía estaban Mientras ellas duermen, Todo mal vuelve, Cuando fui mortal, Lo que dijo el mayordomo y Mala índole. Entre los escritores cuentistas se decantaba por Henry James, Conrad, Kipling y Maupassant.
Editor
Reino de Redonda fue el nombre que puso Javier Marías a la editorial que cristalizó su sueño de compartir autores y libros con poca o nula difusión en España y que le gustaban. Y lo hizo en ediciones muy bonitas y sencillas, tapa dura, papel blanco y letras negras para poder disfrutar del libro como objeto y de la lectura sin mayores problemas.
Cuarenta y un títulos, de 2001 a 2022. Lo hizo por placer. Por su amor a la literatura. Entre los autores figuran Rebeca West y El significado de la traición, W. H.Auden y Un poema no escrito, Julian Maclaren-Roos y Hasta el día que ella muera, Michael Powell y Juego de espera, Jorge Ibargüengoitia y Revolución en el jardín, sir Steven Runciman y La caída de Constantinopla, Joseph Contar y El espejo del mar, Alonso de Contreras y Vida de este Capitán, William Faulker y León en el jardín, Richmal Crompton y Bruma, Robert Southey y La expedición de Ursúa y los crímenes de Aguirre, John Julius Nortwich y Los papas. Una historia, Charlotte Riddell y La vieja señora Jones y otros cuentos de fantasmas, M. P. Shiel y La mujer de Huguenin…
El nombre de Reino de Redonda se debe al reino que heredó Javier Marías en 1997 de la microisla antillana del mismo nombre. Una historia entre la realidad y la ficción, la literatura y el juego. Tras aceptar el reino, Marías se sintió en la obligación de continuar y reforzar su legado literario, y así creó la editorial.
Todo empezó con M. P. Shiel, primer monarca de este islote rocoso poblado solo de aves en Antigua, en las coordenadas 16º 56´ de latitud Norte, y 62º 21’ de longitud Este. Es decir, entre Cuba y Puerto Rico. Todo empezó en 1880, cuando su padre, en un rapto de delirio de grandeza, lo proclamó rey de este islote a la edad de 15 años. Con este acto, bendecido por el reverendo doctor Semper de Antigua, nació una dinastía literaria. A Shiel lo sucedió Jon Gawsworth y a éste, Jon Wynne-Tyson, quien abdicó en 1997 a favor de Marías.
Aunque situada en alta mar, y entre la realidad y la leyenda, el monarca Xavier I, que recupero la letra X de su nombre, como lo llamaba su madre, tiene una nobleza de novela, de personajes de la literatura, el cine y la cultura en general. Xavier I les concedió títulos a creadores como J. M. Coetzee y Agustín Díaz Yanes, Arturo Pérez-Reverte y Pedro Almodóvar.
Traductor
La traducción fue otro oficio que Javier Marías respetaba y quería. Incluso, su último artículo fue sobre la labor del traductor: El más verdadero amor al arte, en la revista dominical El País Semanal, de El País.
El escritor tradujo de manera admirable a autores como Conrad y Sterne, por cuya traducción de Tristram Shandy ganó el Premio Nacional de Traducción en 1979. En la Universidad Complutense de Madrid y en la de Oxford impartió la asignatura de Teoría de la Traducción.
Los trece títulos que tradujo son:
El brazo marchito y otros relatos, de Thomas Hardy (1974, Alianza y Reino de Redonda).
Tristram Shandy , de Laurence Sterne (1978, Alfaguara).
De vuelta del mar, de Robert Louis Stevenson (1980, Hiperión y Reino de Redonda).
El espejo del mar, de Joseph Conrad (1981, Hiperión y Reino de Redonda).
Ehrengard, de Isak Dinesen (1984, Bruguera y Reino de Redonda).
El violinista ambulante, de Thomas Hardy (en Textos paralelos I. Cuentos británicos, Turner, 1984).
El crepúsculo celta, de William Butler Yeats (1985, Alfaguara).
Regio Medici, de Thomas Browne (1986, Alfaguara y Reino de Redonda).
Autorretrato en espejo convexo, de John Ashbery (1990, Visor).
Un poema no escrito, de Wystan Hugh Auden (1996, Pre-Textos y Reino de Redonda).
Notas para una ficción suprema, de Wallace Stevens (1996, Pre-Textos, Reino de Redonda).
Si yo amaneciera otra vez, de William Faulkner (1997, Alfaguara y Reino de Redonda).
Desde que te vi morir, de Vladimir Nabokov (1999, Alfaguara y Reino de Redonda).
Así empieza la última columna de Javier Marías en El País Semanal, que resumía su estar en el mundo de la creación literaria:
“Si hay una actividad que echo de menos, esa es la traducción. La abandoné hace ya décadas, con pequeñas excepciones (un poema, un cuento, las citas de autores ingleses y franceses que aparecen en mis novelas), y nada me impediría regresar a ella, salvo mis propios libros y lo mal pagada que sigue estando esa labor esencial, sin duda una de las más importantes del mundo, no sólo para la literatura; también para las noticias que llegan, los descuidados subtítulos de películas y series, el bastardo doblaje de hoy, los avances médicos, las investigaciones científicas, las conversaciones entre los gobernantes… Pero la que yo añoro es la literaria, a la que dediqué casi todos mis esfuerzos. Siempre he sostenido que se parece tantísimo a la escritura que es agotador compaginarlas. La “única” diferencia es la presencia de un texto original al que uno ha de ser fiel —pero no esclavo de él—. Ese original ofrece inconvenientes y ventajas. Entre los primeros, que uno nunca es muy libre —pero sí bastante— porque debe reproducir lo mejor posible, en su lengua, lo que en las suyas escribieron Conrad o James, Proust o Flaubert, Bernhard o Rilke; es decir, uno no puede inventar. En una novela sí, de la primera a la última línea, hasta el punto de que a veces uno no sabe cómo continuar, y es entonces cuando desearía disponer de un original que lo guiara y le dictara siempre lo que le toca poner. El texto original, como la partitura musical, está ahí y es inamovible, aunque tanto el traductor como el pianista tengan amplio margen de elección. La dicción, la preferencia por un vocablo o su descarte, el tempo, el ritmo, las pausas, son responsabilidad de ellos. Y pueden destrozar una obra maestra, eso también”.
Diccionario de Javier Marías sobre la vida y la literatura
Este es un diccionario de ideas y conceptos personales y literarios de Javier Marías extraídos de las diferentes entrevistas y fotorrelatos que le hice en WMagazín y en el diario español El País, y otras de sus discursos de ingreso en la Real Academia de la Lengua en 2008 y al recibir el Premio Formentor de las Letras de 2013.
Se trata de conceptos que van de Amor a Yo literario, pasando por Cuento, Novela, Lengua o Perdón que ayudan a comprender el territorio creativo de uno de los mejores escritores contemporáneos. Como introducción un pasaje del narrador de su última novela, Tomás Nevinson, que condensa gran parte del universo creativo del escritor español:
«A veces pienso que nuestras enteras vidas —incluso las de las almas ambiciosas e inquietas y las impacientes y voraces, deseosas de intervenir en el mundo y aun de gobernarlo— no son sino el largo y aplazado anhelo de volver a ser indetectables como cuando no habíamos nacido, invisibles, sin desprender calor, inaudibles; de callar y estarnos quietos, de desandar lo recorrido y deshacer lo ya hecho que nunca puede deshacerse, a lo sumo olvidarse si hay suerte y si nadie lo cuenta; de borrar todas las huellas que atestigüen nuestra existencia pasada y por desgracia aún presente y futura durante un tiempo”.
Amor
“Lo extraordinario es que el amor sea correspondido. ¿Por qué diablos alguien a quien nosotros señalamos va a corresponder y, en caso extraño de que así sea, por qué ha de durar? Lo tenemos como algo que sucede habitualmente. Enlaza con una idea de Corazón tan blanco, cuando se dice que en realidad todo el mundo obliga a todo el mundo. En las relaciones más extraordinarias, amorosas, probablemente, al menos al inicio, hay un cierto grado de forzamiento de las circunstancias de quien toma la iniciativa, incluso en la amistad, aunque luego las tornas se cambien. Es muy raro que todo sea simultáneo”.
Autorretrato
“Siempre, absolutamente siempre, me siento como un artesano de épocas pretéritas, por no ser presuntuoso (…) Pertenezco a otro tiempo y a otra estirpe, me limito a ser un ladrón de cuerpos en un mundo de humanos, o tal vez un humano en el mundo de ladrones de cuerpos”. (del discurso del premio Formentor de las Letras 2013.)
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