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Humanistas y escritores invitan a recuperar lo sencillo, la serenidad, el saber y la ternura contra el utilitarismo, el ruido y lo incendiario

Varios libros reflexionan sobre lo esencial de la vida, un punto de encuentro entre el epicureísmo, el estoicismo y la estridencia. Es el inicio de una respuesta a la colonización de lo utilitario y la turbación del ser. Desde la Nobel Olga Tokarczuk y Nuccio Ordine, hasta Emilio LLedó, Pablo d'Ors, Alain Corbain... En WMagazín, con apoyo de Endesa

La reivindicación y el lujo de lo sencillo, lo modesto, lo cotidiano, lo pausado, el silencio y las relaciones humanas, donde la ternura es lo más anhelado, es lo esencial. Es el comienzo de una lenta respuesta a la colonización del utilitarismo potenciada por la espiral de capitalismo y del mundo virtual, donde reinan el ruido, la velocidad, la hiperactividad, la ostentación, el exhibicionismo, la piromanía en las redes sociales, la bulimia de ocio y el horror vacui.

Incluso, paradójicamente, las grandes marcas quieren fagocitar esta reivindicación de lo esencial y han creado el llamado lujo silencioso, referido a aquellas prendas y productos que no exhiben ni ostentan sus logos.

Un grupo de humanistas pide a través de libros reinterpretar la vida y proponen un punto de encuentro entre el epicureísmo y el estoicismo. Como un cuadro de Giorgio Morandi.

Una lucha contra la estridencia de todos los sentidos, y desde todos ellos.

Es una corriente que nació tímida con el siglo XXI y que, en 2013, hace diez años, tuvo un momento importante con la publicación de varios libros que reivindicaban la filosofía de Epicuro y con el ensayo La utilidad de lo inútil, de Nuccio Ordine, tras el cual han surgido muchos otros alrededor de esta idea, que incluye el ocio como lo entendían los griegos y que en lenguaje de hoy sería pararse para pensar, soñar, no hacer nada y recargar pilas.

Para Nuccio Ordine (Italia, 1958 – 2023), humanista, intelectual, escritor y divulgador de la cultura y la lectura, “es doloroso ver a hombres y mujeres empeñados en una insensata carrera hacia la tierra prometida del beneficio, en la que todo aquello que los rodea —la naturaleza, los objetos, los demás seres humanos— no les despierta ningún interés. La mirada fija en el objetivo a alcanzar no permite ya entender la alegría de los pequeños gestos cotidianos ni descubrir la belleza que palpita en nuestras vidas: en una puesta de sol, un cielo estrellado, la ternura de un beso, la eclosión de una flor, el vuelo de una mariposa, la sonrisa de un niño. Porque, a menudo, la grandeza se percibe mejor en las cosas más simples”. Lo expresó así en su charla en la Feria Internacional del Libro de Bogotá 2023.

Eso que invocaba el humanista italiano es también En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust, cuya escritura se nutre de la grandeza de lo cotidiano, de la belleza y la importancia en los detalles, porque el universo está en cada uno de ellos.

Los libros recientes alrededor de estas ideas no son de autoayuda. Son obras de filósofos y humanistas prestigiosos que impulsan el entendimiento de la vida desde otra perspectiva con la cual el lector sacará sus propias conclusiones. Recuerdan que lo simple no es simpleza, que lo sencillo no es desvalorizado, que la soledad no es incómoda y puede ser una gran aliada, que la lentitud no es pereza, que el silencio no es aburrimiento, que el andar no es por moda, que expresar sentimientos nobles no es debilidad…

Es de lo que hablan estas obras:

Libros que reivindican lo sencillo, lo cotidiano, lo modesto y la utilidad y lo llamado inútil. /WMagazín

Sobre lo sencillo: La utilidad de lo inútil, de Nuccio Ordine (Acantilado), Epicuro, de Carlos García Gual (Alianza); El epicureísmo, de Emilio Lledo (Taurus);Cómo ser un Epicúreo. Filosofía para la vida moderna, de Catherine Wilson (Ariel).

Sobre el silencio: Biografía del silencio, de Pabo d’Ors (Siruela), El silencio en la era del ruido, de Erling Kagge (Taurus), Historia del silencio. Del Renacimiento a nuestros días, Alain Corbin (Acantilado).

Sobre el ruido: Cállate. El poder de mantener la boca cerrada en un mundo de ruido incesante, de Dan Lyons (Capitán Swing).

Sobre el andar: Wunderlust. Una historia del caminar, de Rebecca Solnit (Capitán Swing), Un andar solitario entre la gente, de Antonio Muñoz Molina (Seix Barral).

Sobre lo pausado: Elogio de la lentitud. Un movimiento mundial desafía el culto a la velocidad, de Carl Honoré.

Sobre la soledad: De la soledad. Para una filosofía del buen trato con la soledad, de Raúl Fornet-Betancourt (Comares).

Sobre las emociones: Homo emoticus. La historia humana contada desde las emociones, de Richard Firth-Godbehere (Salamandra).

Sobre la ternura: El discurso de Olga Tokarczuk al recibir el Nobel de Literatura en 2018, lo puedes leer en WMagazín, AQUÍ.

Sobre la amistad y la convivencia: Identidad y amistad. Palabras para un mundo posible, de Emilio Lledó (Taurus); Aprender a convivir, de José Antonio Marina (Ariel).

Sobre lo cotidiano: La costumbre ensordece. La fascinante historia que esconden nuestras rutinas, de Miguel Ángel Delgado (Ariel).

Libros que reivindican lo sencillo, lo cotidiano, lo modesto y la utilidad y lo llamado inútil. /WMagazín

La importancia de la pausa y la ternura

Gran parte de todas estas sensaciones las expresó el escritor inglés Ian McEwan en la rueda de prensa virtual por su reciente novela, Lecciones (Anagrama):

“Una de las cosas que lamento de internet es que ha acabado con la soledad. Todos estamos pegados al móvil mientras esperamos, por ejemplo, la maleta en el aeropuerto. Antes, la gente tenía más ensoñaciones y, ahora, estamos con ese pequeño ordenador en nuestro bolsillo. Tiene puntos a favor, pero hemos perdido algunos lujos; uno de esos lujos de la sociedad es la soledad. Hay que hacer una diferencia entre la soledad y sentirse solo. Lo digo en sentido positivo, de estar ensimismado con tus propios pensamientos. Estas recomendaciones que se dan están bien: apaga tu ordenador una o dos horas al día, desconecta, trata a tu cerebro como un jardín en el que puedes pasear y desconecta de las conversaciones de todos los demás, incluso de tu propia conversación mental. A mí me gusta pasear porque me permite abandonar la tecnología.

He visto cómo se desarrolla la inteligencia artificial con una mezcla de fascinación, alarma y asombro. Creo que está fuera de control y no sabemos hacia dónde nos va llevando. Si montas a caballo y luego a galope hay algo vibrante allí, pero como sociedad deberíamos saber en qué nos beneficia. Yo soy muy escéptico del poder de las grandes compañías tecnológicas. Por todo eso escribí la novela Machines Like Me, sobre un androide que no se puede distinguir de un humano. Y como humanos tendemos a relacionarnos”.

En ese abanico de relaciones y emociones, en su discurso de aceptación del Nobel de Literatura, la escritora polaca Olga Tokarczuk hizo una reivindicación de la ternura, sentimiento anhelado por todos, pero mezquinado por la mayoría. En uno de sus pasajes, dice:

La ternura es el arte de personificar, de compartir sentimientos y, por lo tanto, de descubrir similitudes. Crear historias significa dar vida constantemente a las cosas, dar existencia a todas las pequeñas partes del mundo que están representadas por las experiencias humanas, las situaciones que las personas han sufrido y sus recuerdos. La ternura personaliza todo con lo que se relaciona, lo que hace posible darle una voz, darle el espacio y el tiempo para que exista y se exprese. Es gracias a la ternura que la tetera comienza a hablar. (…) La ternura es la forma más modesta de amor. (…) La ternura es una forma de mirar que muestra al mundo como vivo, interconectado, cooperando y codependiente de sí mismo”.

Nuccio Ordine publicó ‘La utilidad de lo inútil’, en 2013. /WMagazín

Frenar la deriva utilitarista en favor del humanismo

Nuccio Ordine se convirtió en una de las personas que más ha hecho en este siglo XXI por las humanidades, la difusión de la lectura, la vuelta a los clásicos y la invitación a vivir el mundo a otra velocidad, y a descubrir la belleza en la cotidianidad, las cosas y los placeres sencillos. Se refiere “a la idea de utilidad de aquellos saberes cuyo valor esencial es del todo ajeno a cualquier finalidad utilitarista”.

“Es una sociedad en que el utilitarismo ha invadido ya ámbitos y espacios de nuestra vida que, por el contrario, deberían haberse mantenido al margen de la lógica del beneficio. (…) No todo puede convertirse en mercancía. Hay instituciones y valores que deberían ser defendidos de esta deriva utilitarista”.

“En esta perspectiva que busca demostrar los peligrosos defectos de la rapidez y de la dictadura del utilitarismo, tomarse un tiempo no significa perder tiempo, sino que significa por el contrario ganar tiempo, apropiarse del propio tiempo, significa hacer más humanos nuestro tiempo y nuestra vida. (…) Desconectarse para renunciar a la rapidez y a la urgencia es un imperativo para reconquistar la libertad perdida y para relacionarse con los demás y con el mundo sin prisa, sin furia, sin necesidad alguna”.

Sobre el silencio, Alain Corbain dice: “Hoy en día, es difícil que se guarde silencio, y ello impide oír la palabra interior que calma y apacigua. La sociedad nos conmina a someternos al ruido para formar así parte del todo, en lugar de mantenernos a la escucha de nosotros mismos. De este modo, se altera la estructura misma del individuo”.

Y sobre la algarabía o alharaca exponencial en el mundo analógico, y potenciada en las redes sociales, Dan Lyons hace un llamado de atención a callar y a aprender a callar y, a cambio, a escuchar. La editorial recuerda que Lyons “describe su propio viaje para superar su forma compulsiva de hablar, que implicó escarbar en montañas de investigaciones y entrevistar a innumerables expertos, incluidos científicos, historiadores, un exoficial de la CIA y un investigador que ha estado descubriendo conexiones asombrosas que muestran cómo el habla está conectada con nuestro bienestar físico y emocional”.

En La costumbre ensordece, Miguel Ángel Delgado recuerda que la vida de cada persona está hecha de sus rituales que la conforman con sus gestos, y esos rituales se apoyan y escenifican con los objetos que la rodean, pero que su diaria presencia convierte en invisibles, aunque están ahí y hablan porque tienen su historia concreta y la de sus antepasados. Es en la memoria de la humanidad, pasada de mano en mano y multiplicada en cada individuo, donde reside lo esencial, lo sencillo, el valor de lo que se considera inútil y que resulta ser, al final, lo que más aporta. Es un llamado a reconciliarse con el ánima de las cosas.

Una prueba irrefutable es lo que contó Alberto Chicote, el famoso cocinero español, hace un par de semanas en Ámbito Cultural, de El Corte Inglés: lleva un tiempo preguntando a la gente cuáles son los dos o tres platos de comida que más recuerdan y, casi todos, coinciden en arroz o papas con huevos fritos. Platos con no más de cinco ingredientes, y el chef, concluye: “Ya te están dando las pistas para perdurar en la memoria. No hagas cosas con mil ingredientes”.

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Winston Manrique Sabogal

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