
Inteligencia artificial en el mundo del libro y la literatura: mitos, verdades, temores, dudas, ventajas, preguntas…
Del Nobel de Literatura Abdulrazak Gurnah al experto en narrativas de IA Pablo Sanguinetti, diez escritores, editores, historiadores, gestores culturales y la propia máquina reflexionan para WMagazín sobre la capacidad real y presencia de esta tecnología en la escritura. Una innovación que lleva a reconsiderar el propio sentido del arte, la autoría y el papel del ser humano
El mito que ha desvelado a los escritores ya está aquí. El asomo de la profecía autocumplida de la inteligencia artificial (IA) como autor ha encendido las alarmas en el mundo del libro al traspasar las fronteras reservadas a la ciencia ficción ante la hibridación, mestizaje y/o transversalidad de la evolución infinita del libro que busca la fusión de los mundos analógico y digital. La razón de la alarma es que no solo se trata de asuntos artísticos y estéticos, sino éticos y filosóficos. Es un momento de incertidumbre que va al corazón de todo esto al hacer que se reconsidere el propio sentido del arte, su función, la autoría y el papel del ser humano en la creación.
Todo son dudas, preguntas, indignaciones, temores, sombras, debates… Tanto que ya hay un manifiesto en favor de la regulación de obras basadas en inteligencia artificial.
Varias grandes empresas aceleran la investigación de esta tecnología con diferentes modelos. Uno de los que evoluciona más rápido es el conocido como ChatGPT, de Open AI, un prototipo de chatbot creado en 2022 especializado en lenguaje y diálogo de aprendizaje.
Este nuevo estadio en la metamorfosis del libro en su fusión dual, analógica y digital, empezó en la década pasada con la eclosión de búsquedas en sus formas de contar y en sus formatos para adaptarse a las nuevas y futuras sensibilidades.
Los primeros pasos de la inteligencia artificial son claros y con opiniones diversas (apocalípticos e integrados) ante la convivencia de obras creadas por el ser humano y las surgidas de la tecnología:
- La IA aumentará su presencia en la industria editorial en procesos de gestión y de la cadena del libro donde casi todo son parabienes, desde corrección de textos y consejero de estructuras literarias a voces para audiolibros, hasta el famoso big data.
- La IA ha empezado ya como ente-autor de creación literaria, por imitación. Pueden copiar un estilo o historia, pero siempre bajo contenido preexistente, no desde cero.
- Su función de la inteligencia artificial como ente-autor original parece lejos al carecer de la complejidad del cerebro humano. ¿Cuántas interfaces necesita el programa?
- La IA acelerará y ampliará las búsquedas de formas transversales que ya se usan para llevar al libro a otro estadio con recursos como el audiolibro, el videojuego, la música, el podcast y el cine, por ahora. «Lo que se busca es la incorporación de más sentidos y que la persona tenga una experiencia lectora más allá de la tradicional con elementos extra en una misma obra que jueguen con los sentidos. El papel seguirá existiendo, pero la mayor parte de las novedades tienen que ver con las posibilidades que ofrece el mundo digital-IA. Por otro lado, el libro dará la opción al usuario de ser leído en diferentes formatos. Si se compra una edición impresa por algún euro más podrá obtener la versión digital, el audiolibro, el videojuego y demás posibilidades», explicó WMagazín en 2020 en el artículo El futuro de la industria editorial en diez claves: de los libros transmedia al Big data como editor.
- Y hay más aplicaciones y servicios que ofrece y ofrecerá la IA. «El libro seguirá su metamorfosis como una obra de múltiples formas en infinita construcción. A partir de la palabra escrita o imágenes que ofrece la experiencia lectora, el libro incorporará toda clase de vivencias alrededor», explicó WMagazín en el artículo antes citado.
Para explorar estos primeros segundos del amanecer en el territorio de la inteligencia artificial, WMagazín invitó a reflexionar a escritores como el Nobel de Literatura 2021 Abdulrazak Gurnah, la ganadora del Booker 2019 Bernardine Evaristo, al autor francés Jean-Baptiste del Amo y a la escritora colombiana y profesora de literatura Carolina Sanín; a editoras como Pilar Álvarez, de Alianza; a la mexicana y socióloga de la Cultura Consuelo Sáizar de la Fuente, al historiador inglés de las emociones Richard Firth-Godbehere; a los especialistas en tecnologías emergentes Javier Celaya y al investigador en narrativas sobre Inteligencia Artificial Pablo Sanguinetti; a un experto en música donde ya saben lo que es la colonización tecnológica: al director del Departamento de Música Clásica en la Universidad de Liverpool Michel Spitzer; y, finalmente, a la propia inteligencia artificial.
Unos desmontan mitos y leyendas alrededor del tema, algunos expresan sus miedos, varios formulan preguntas inquietantes, otros plantean alianzas y todos se muestran expectantes ante lo desconocido.
¿O es la inteligencia artificial un regalo más de Prometeo para favorecer a los seres humanos en su creación de las artes?
El camino de la humanidad está sembrado de ayudas y complicidades tecnológicas que al principio fueron satanizadas, dejaron un reguero de interrogantes, pero los artistas y el mundo las asumió. Lo fue en su momento la cámara oscura para los pintores… Lo fue el auto-tune en la música… Lo fue la imprenta, la máquina de escribir, el computador… El ser humano siempre busca ir un paso más allá en su juego de querer ser Dios.
En qué consiste crear, el nuevo papel del ser humano y otras reconsideraciones
¿Qué responde la propia inteligencia artificial a todo este debate?
«La inteligencia artificial, en general, no es capaz de tener la misma sensibilidad ni creatividad que un ser humano. Si bien la inteligencia artificial puede analizar grandes cantidades de datos y generar patrones y predicciones, no tiene la misma capacidad para procesar y entender la información a un nivel emocional y subjetivo como lo hacen los seres humanos. Sin embargo», y añade detalles que se incorporan más adelante en este reportaje.
El Nobel Abdulrazak Gurnah desmonta el primer mito alrededor de la inteligencia artificial: “Es un asunto interesante, pero, realmente, no creo que la inteligencia artificial escriba de muto propio. Es posible que creen programas con información que se le pasa al sistema, pero sin mucho margen creativo”.
Luego reconoce una virtud: “Es una buena herramienta para los escritores porque te puede iluminar sobre algún tema que estés investigando. Aunque yo prefiero sumergirme personalmente en lo que trabajo”.
En cuanto a la función en la industria como tal, el Nobel de Literatura muestra una puerta que ya está abierta en el mercado dentro de la oferta de libros: “Obviamente resultará más barato un programa de AI que contratar a un escritor, pero una de las características del arte es la sorpresa y la imaginación que crea el ser humano. La inteligencia artificial puede que alcance un nivel máximo en este ámbito, espero que no al nivel de la capacidad del ser humano”.
Sobre ese recordatorio de Abdulrazak Gurnah de no subestimar al ser humano y al arte mismo reflexiona Pablo Sanguinetti, investigador en narrativas sobre Inteligencia Artificial: “Lo que me preocupa es el modo en que nos contamos a nosotros mismos los avances de la inteligencia artificial. Veo que tendemos a exagerar su poder y a subestimar la complejidad inmensa del arte. Si damos por hecho que una máquina es capaz de crear o generar arte, si pensamos que puede reemplazar a pintores o escritores, si percibimos que ya no tiene sentido la enorme hazaña espiritual que implica crear, estamos contando un relato equivocado con efectos nocivos para nuestra especie en un momento clave de su Historia”.
Al barullo de preguntas que han corrido como la pólvora sobre si las máquinas superarán al ser humano a la hora de escribir libros, el experto en narrativas de inteligencia artificial plantea otros interrogantes que los agrupa y los trasciende: “El avance de sistemas de aprendizaje automático en el ámbito artístico abre las puertas de dos dominios fascinantes. Uno es teórico: debemos repensar preguntas sobre las que reflexionamos desde hace milenios, como en qué consiste crear, cómo definir la figura del autor o para qué sirve el arte. Y, seguramente, la mera existencia de estos nuevos sistemas arroje una perspectiva diferente sobre este esfuerzo intelectual”.
El segundo ámbito que abre esta tecnología, agrega Sanguinetti, es creativo: “Estas herramientas (subrayo la palabra: ‘herramientas’) ofrecen nuevas posibilidades expresivas a los artistas. Desde hace tiempo hay prácticas creativas muy interesantes que aplican inteligencia artificial para obtener resultados estéticos diferentes o para reflexionar sobre la propia tecnología”. Pablo Sanguinetti publicará esta primavera el ensayo Tecnohumanismo. Ensayos sobre inteligencia artificial (La Huerta Grande). Una obra que tiende puentes entre tecnología y humanidades, con especial foco en el avance exponencial de la inteligencia artificial y en los problemas filosóficos que plantea.
En esa línea de apartar los miedos y descifrar el horizonte hay otros expertos: «Los desarrollos recientes de la IA, como ChatGPT, son una revolución. Si Octavio Paz escribió que ‘conversar es humano’ no podemos sino sorprendernos antes una creación tecnológica que es capaz de imitar de manera muy persuasiva la práctica de la conversación», afirma Consuelo Sáizar de la Fuente, socióloga de la Cultura, y exdirectora del Fondo de Cultura Económica de México del Cerlalc (Centro regional para el fomento del libro en América Latina y el Caribe).
A Bernardine Evaristo, ganadora del Booker con la novela Niña, Mujer, Otras (AdNovelas) y gran creadora de personajes vívidos, le produce temor todo esto de la inteligencia artificial: “Da miedo… No presto mucha atención a todo esto, pero prefiero que se mantengan las artes y la imaginación en los humanos en vez de que los robots lo hagan por nosotros”.
Convivencia de lo humano y la inteligencia artificial
Lo cierto es que ya hay libros creados por la inteligencia artificial en librerías analógicas y virtuales como una oferta más. La inteligencia artificial en este campo es inductiva. Lo que hay son obras con textos predictivos a partir del material y patrones preexistentes que se le dé al programa. Podrían imitar un estilo, pero siempre bajo contenido preexistente.
La inteligencia artificial con capacidad de creación original, partiendo de cero y por iniciativa no existe. La máquina no posee ni la creatividad ni la imaginación ni la inteligencia, ni los recursos ni la complejidad del pensamiento humano.
En esta convivencia la autoría de un escritor humano será cada vez más importante, y un incentivo para la creación, imaginación y originalidad de los autores.
La primera reacción de Pilar Álvarez, directora editorial de Alianza, es decir que “ninguna inteligencia artificial podrá nunca sustituir al autor o creador”. Luego señala que “quizá como apoyo de la creación sí dé frutos interesantes, algo así como el auto-tune en los músicos de ahora, que al principio yo pensaba ‘eso no es cantar ni es nada’, pero luego, la verdad, es que tiene su gracia y su personalidad. Creo que habrá pronto, si es que no la hay ya, una generación para la que el apoyo de la AI sea tan natural como para nosotros el del ordenador (no hace tanto que se decía que una novela escrita con ordenador sería peor que las tradicionales). Si será la máquina o la persona quien escriba, de eso no tengo dudas: será siempre la persona”.
En este punto coinciden los escritores y expertos consultados por WMagazín. Entre ellos Michael Spitzer, autor de El ritmo infinito. El ser humano y la música a lo largo de la historia (Crítica) y director del Departamento de Música Clásica en la Universidad de Liverpool: “Tengo mucho cuidado a la hora de diferenciar entre el transhumanismo y el post humanismo, el transhumanismo utiliza la tecnología como una herramienta para extendernos, aumentarnos y eso está bien. Todos los instrumentos son herramientas o extensiones de nuestras capacidades, una flauta hace 40.000 años era tecnología musical también. Pero eso es diferente del post humanismo. Se inventó un programa que puede componer piezas del estilo de Mozart o de Chopin que es una basura. No puede hacerlo. Los ordenadores no pueden reemplazar la creatividad humana y jamás lo harán. ¿Por qué? Porque la música humana tiene que ver con la incorporación y la emoción y la muerte, la mortalidad. La creatividad siempre está atada a la corporeización de la muerte y a la vida. Somos animales musicales, no somos máquinas musicales”.
Y aunque la música fue primero, el ser humano también está enraizado a los relatos, a las narraciones orales y escritas.
Los escritores ya experimentan con esta tecnología. Jean-Baptiste del Amo, autor de obras como El hijo del hombre (Seix Barral), cuenta que ha puesto en un programa de inteligencia artificial escritos suyos, dado unas coordenadas a la máquina y esta ha escrito pasajes como los suyos. “Ha sido asombroso. Textos como si los hubiera escrito yo mismo”, confiesa Del Amo.
Para Consuelo Sáizar de la Fuente, la IA puede ser un excelente auxiliar de los procesos de escritura, con ciertos límites: «Basta hacer unos cuantos ejercicios exploratorios para ver que la conversación de la que es capaz ChatGPT no es, al menos por lo pronto, equivalente a la reflexión que está detrás de la interacción con una persona. La IA puede apuntar a información importante, pero no parece discernir ni tener la habilidad para cruzar información y producir nuevo conocimiento».
Otra cosa es el resultado final. Pilar Álvarez atina a lanzar una pregunta y abre otra puerta: “¿Será la AI una inteligencia en la sombra? Para un buen escritor, será una herramienta más, quizá la use o quizá no. Nunca convertirá en bueno a un mal escritor, eso creo que nunca estará al alcance de la máquina, tomar algo mal hecho y convertirlo en bueno”.
Esa pista de la IA en la sombra la sigue Javier Celaya, socio-fundador de Dosdoce y responsable del desembarco en España y América Latina de las plataformas digitales Bookwire, Storytel y Podimo (la plataforma de podcast y audiolibros): Todo esto alimenta la duda de la posibilidad que la IA se convierte en el autor fantasma o en la sombra del que siempre se ha hablado alrededor del mundo editorial: libro que escribe una persona, pero firma alguien conocido, solo que con esta IA, tal verz, el autor que tenga esa tecnología ya lo podrá hacer él mismo.
Todo esto hace que algunos escritores, editores y agentes “no vean con malos ojos la aparición de plataformas que ofrecen a los autores humanos tecnologías para mejorar sus propios textos”, cuenta Celaya. Agrega: “Estos ‘robots’, tras examinar (leer) los manuscritos, proporcionan a los autores una retroalimentación de sus textos que repasa desde la estructura de la trama, el ritmo de la historia, los rasgos de personalidad de los personajes principales, posibles clichés, lenguaje potencialmente ofensivo, frases repetitivas, datos de puntuación, uso repetido de adverbios y adjetivos, hasta el uso de la voz pasiva y posibles errores ortográficos”.
¿IA aliado de lo políticamente correcto?
Otra línea o ámbito en la que podría actuar la inteligencia artificial es la de ser aliado de la tendencia de lo políticamente correcto y la cultura woke que busca textos asépticos y, a veces, una revisión retroactiva del pasado. Para la escritora colombiana Carolina Sanín, “el discurso que busca reflejar la fantasía de la perfecta igualdad entre los seres humanos -y, supuestamente, conducir hacia su realización- es necesariamente un discurso uniforme, siempre igual, aunque aparentemente diga cosas distintas en distintas ocasiones. Y es, por tanto, propio de la máquina, no del ser humano”.
La autora de libros como El Sol (Random House) observa con recelo cómo “el desarrollo de programas de inteligencia artificial para escritura de textos sirve perfectamente a la creencia de que se debe rechazar la idea de la diferencia fundamental entre los individuos -en este caso, la idea de que hay quienes escriben mejor que otros, y escrituras más ricas o interesantes o iluminadas o inspiradoras que otras-. Muy pronto va a considerarse incorrecto -malvado, desempático, conservador- criticar la escritura de la inteligencia artificial, pues esta se entenderá como un instrumento de democratización y justicia. Creo que el primer deber de una escritora de este tiempo es escribir de una manera no sistematizable por una máquina -y, para hacerlo, debe saber y afirmar que, en su escritura, no es igual a nadie-”.
Preguntas alrededor de esta idea las expresó en 2022 Jacobo Bergareche en un artículo: “¿Podrá la inteligencia artificial con sus chatbots escribir novelas y suplantar a los escritores? Entiendo que para lectores con la sensibilidad que muestran estas críticas queda ya muy poco tiempo para que por fin puedan disponer de literatura aséptica y apta para su disfrute”.
El autor de la novela Los días perfectos (Libros del Asteroide) explicó que “Los chatbots están calibrados por legiones de ingenieros que se aseguran de que jamás muestren sesgos ni perpetúen prejuicios sobre cánones de belleza corporal, estereotipos de raza o de género, que no respondan a cuestiones sexuales escabrosas y en general que eviten cualquier lío con este tipo de lectores propensos a sentirse ofendidos.
Por eso mismo, los escritores podemos respirar tranquilos por unos años más, sabiendo que la inteligencia artificial está programada para ser incapaz de crear personajes reales con conflictos profundos con los que nos podamos identificar, y que, por tanto, de momento no podrán hacer literatura”.
Audiolibro, podcast, correctores, procesos de gestión…
La inteligencia artificial en el mundo del libro ya ha empezado a colonizar espacios, y su peso aumentará, advierte Javier Celaya. El experto recuerda que “la IA está ya presente en procesos tales como la gestión de derechos de autor para combatir la piratería, así como la corrección y traducción de textos. También cada día es más utilizada en el diseño de cubiertas, la producción de contenidos sonoros, y en algunos géneros. La inteligencia artificial está llegando hasta áreas creativas que hasta ahora pensábamos reservadas como características intrínsecas a los humanos: la creación de contenidos originales, en otras palabras, obras escritas y contadas por robots”.
En el mundo del audiolibro, en apenas cinco años, explica Celaya la inteligencia artificial se está “colando” en la producción de contenidos existentes con el apoyo de robots: “Gracias a los grandes avances en la evolución de la calidad de las voces sintéticas en español, que cada día se asemejan más a las voces humanas, han surgido diferentes plataformas de producción sonora que ofrecen a las editoriales la posibilidad de transformar sus libros en formato de audio con voces sintéticas de altísima calidad. Varias editoriales están ya testando estas nuevas tecnologías con el fin de sacar más títulos de categorías muy nicho al mercado que nunca verían la luz debido al alto coste de producción en un estudio de grabación”.
Estas voces artificiales permitirán a las editoriales producir más audiolibros y podcasts a un costo más competitivo (hoy en día alrededor de un 50% más barato), y eso incluye no ficción, ensayos, contenidos infantiles, historia, biografías, documentales, etc. que difícilmente podrían ver la luz en formato de audio con voces humanas, explica Celaya.
En este contexto, asegura el responsable de Podimo, “las voces basadas en IA no deben percibirse como una amenaza para los narradores profesionales ni para los autores dado que ambos cobrarán también sus correspondientes royalties por las obras grabadas con voces sintéticas. Sin embargo, lo que sí que será muy posible es que en un futuro muy próximo veamos un mensaje en las cubiertas de los audiolibros indicando ‘grabado con voz humana’ para resaltar su valor agregado”.
Aunque todo parece indicar que los robots, hoy por hoy, no van a sustituir a los humanos en la realización de contenidos verdaderamente originales, Celaya está convencido de que “sí que vamos a cohabitar los humanos y los robots. Y esta convivencia, lejos de asustarnos, ya que el ser humano siempre se pone en lo peor cuando imagina un futuro donde las máquinas tienen un papel predominante, lo que tiene que hacernos como profesionales del sector es incentivar nuestra curiosidad y las ganas de conocer cómo podemos utilizar la tecnología a nuestro favor, siempre dentro de parámetros éticos y sostenibles, para que nuestros contenidos sean mejores y lleguen a más gente que al fin y al cabo es lo que todos queremos”.
Todo converge en un punto: las emociones y los sentimientos y lo que estos desprenden entre cerebro y corazón. Richard Firth-Godbehere, del The Center for the History of Emotions, de Reino Unido y autor del ensayo Homo emoticus. La historia de la humanidad contada a través de las emociones (Salamandra), explica:
“Hay un punto a tener en cuenta: el ser humano es muy complejo y la tecnología debe ser simple porque necesita mucho espacio para albergar todo. Lo que termina pasando es que el comportamiento humano con su complejidad debe ser leído e interpretado por esa tecnología y acomodarse a ella, descifrar unos códigos. No es nada fácil. Somos previsibles entre nosotros porque tenemos un computador más complejo que es el cerebro humano. China necesitó un edificio entero equivalente a cuatro plantas para un computador. Esa previsibilidad es dada por el cerebro que es un computador humano y no hay otro igual”.
Pero, ¿qué opina de todo este debate la inteligencia artificial?:
“La inteligencia artificial, en general, no es capaz de tener la misma sensibilidad ni creatividad que un ser humano. Si bien la inteligencia artificial puede analizar grandes cantidades de datos y generar patrones y predicciones, no tiene la misma capacidad para procesar y entender la información a un nivel emocional y subjetivo como lo hacen los seres humanos.
Sin embargo, existen avances en el campo de la inteligencia artificial que buscan replicar el comportamiento creativo y generativo de los escritores por parte de algoritmos. Aunque estos textos generados por ordenador pueden tener cierta coherencia estructural, rara vez presentan la riqueza y profundidad emocional que caracteriza a las obras literarias escritas por humanos.
En resumen, la inteligencia artificial puede ser útil para analizar y procesar grandes cantidades de datos y encontrar patrones, pero todavía no puede replicar completamente la capacidad creativa y emocional de los escritores”.
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Excelente trabajo de recopilación de opiniones y fuentes, querido Wiston: felicitaciones. Será muy útil para mis investigaciones y mis clases.
Hola, Jaime Alejandro, Gracias. Me alegro que le guste el reportaje y le sea útil. Un saludo, Winston
Wiston, muy interesante este artículo sobre la Inteligfencia Artificial en el mundo del libro y la literatura. temas que hoy en día toman mucha relevancia