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Lon Chaney, como Quasimodo, y Patsy Ruth Miller, como Esmeralda, en ‘El jorobado de Notre Dame’, de Wallace Worsley (1923). / WMagazín

‘El jorobado de Notre Dame’: cien años de una película basada en la novela de Victor Hugo

CINE CLUB LITERARIO / 'Nuestra señora de París' (1831), la novela clásica del autor francés, fue adaptada por Wallace Worsley, en 1923. La historia de Quasimodo y Esmeralda fue el pretexto de Hugo para reivindicar la arquitectura medieval y evitar que se siguieran derribando edificios antiguos. Libro y película contribuyeron al imaginario de la capital francesa

En el siglo XIX, una novela ayudó a salvar gran parte del patrimonio arquitectónico medieval de París, es decir, contribuyó a que París sea la ciudad que todos quieren y mantenga una posición privilegiada en el imaginario colectivo. Esa novela es Nuestra señora de París, y la empezó a escribir Victor Hugo cuando tenía 28 años, en 1830. En febrero del año siguiente la publicó con éxito de crítica y público. Fue su primera gran novela, precedida de poemarios bien recibidos y obras de teatro como Hernani.

A ese mundo te invitamos en este Cine club literario WMagazín, que este verano dedicamos a buenas películas basadas en libros que en 2023 celebran una efeméride importante.

La popularidad de la historia de Quasimodo, la gitana Esmeralda y el archidiácono Claude Frollo, en el París del siglo XV, ha inspirado a las diferentes artes, entre ella al cine. Este 2023 se cumple un siglo de la versión cinematográfica dirigida por Wallace Worsley.

Bienvenidos a nuestro Cine club literario con El jorobado de Notre Dame:

Lon Chaney, como Quasimodo, y Patsy Ruth Miller, como Esmeralda, en 'El jorobado de Notre Dame', de Wallace Worsley (1923). / WMagazín

La película: 'El jorobado de Notre Dame'

El jorobado de Notre Dame, inspirada en Nuestra señora de París, de Victor Hugo, es una joya por el tratamiento del tema y la puesta en escena. Todo empieza cuando en una plaza de París la gitana Esmeralda es descubierta por el archidiácono, que luego ordena al campanero de Notre Dame, Quasimodo, secuestrarla. Cuando el jorobado es capturado y castigado solo Esmeralda muestra compasión.

La versión de Wallace Worsley está protagonizada por Lon Chaney, como Quasimodo, e impulsaría su carrera a estrella de Hollywood, y por Patsy Ruth Miller, como Esmeralda. El guion es de Edward T. Lowe, Jr. y Perley Poore Sheehan.

Tras esta película se hicieron varias adaptaciones, incluida la de Walt Disney.

El libro

Nuestra señora de París ayudó a poner a la capital francesa en el futuro a través de la toma de conciencia de preservar el patrimonio arquitectónico medieval que en aquellos años era despreciado y que llevó a que se derribaran muchas construcciones en nombre de lo nuevo. Victor Hugo creía en el valor de lo clásico en todos los sentidos. Así que cuando le pidieron un libro, vio una gran oportunidad para describir la historia y la belleza del arte gótico de la catedral de Nuestra Señora de París a través de una relación sentimental entre una persona marginada por su físico y otra por su procedencia, pero bella.

Mientras esas tres vidas transcurren, Victor Hugo describe el interior de la catedral y cuenta pasajes históricos y ofrece valoraciones artísticas y arquitectónicas.

 

Fragmento de la novela:

Todavía hoy en día la iglesia de Nuestra Señora de París continúa siendo un sublime y majestuoso monumento, pero por majestuoso que se haya conservado con el tiempo, no puede uno por menos de indignarse ante las degradaciones y mutilaciones de todo tipo que los hombres y el paso de los años han infligido a este venerable monumento, sin el menor respeto hacia Carlomagno que colocó su primera piedra, ni aun hacia Felipe Augusto que colocó la última.

(…)

Nuestra Señora de París no es, por lo demás, lo que pudiera llamarse un monumento completo, definitivo, catalogado; tampoco es una iglesia románica ni mucho menos una iglesia gótica ni un edificio prototipo. Nuestra Señora de París no tiene, como la abadía de Tournus, esa fortaleza maciza y grave, ni la redonda y amplia bóveda, ni la desnudez fría, ni la sencillez majestuosa de los edificios que tienen su origen en el arco de medio punto. No es tampoco, como la catedral de Bourges, el resultado magnífico, ligero, multiforme, denso, erizado y eflorescente de la ojiva. Es imposible clasificarla entre esa antigua familia de iglesias sombrías, misteriosas, bajas, como aplastadas por el medio punto, casi egipcias, si no fuera por la techumbre; jeroglíficas, sacerdotales, simbólicas, más cargadas en sus adornos de rombos y de zigzás que de flores, con más flores por adorno que animales y con mayor preferencia hacia los animales que hacia los hombres; es más la obra del arquitecto que la de un obispo; representa la primera transformación del arte, cargado aún de disciplina teocrática y militar, que tiene su raíz en el bajo imperio y se detiene en Guillermo el Conquistador.

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Luis Manrique Rivas
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