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Mia Farrow y Robert Redford en ‘El gran Gatsby’, de Jack Clayton, basada en la novela homónima de Francis Scott Fitzgerald. /WMagazín

‘El gran Gatsby’, la obra maestra de Fitzgerald, adaptada al cine con guion de Coppola y Capote

CINE CLUB LITERARIO Recordamos una de las mejores adaptaciones cinematográficas del clásico estadounidense, estrenada en 1974. Dirigida por Jack Clayton y protagonizada por Robert Redford y Mia Farrow, reseñamos la película y la novela y reproducimos el comienzo del libro

Jay, Daisy, Tom y Nick son los personajes principales de la historia de un hombre que no acepta el paso del tiempo y que regresa para recuperar al amor de su vida en una época donde los cambios del mundo se aceleran. Alrededor de ellos gira la novela El gran Gatsby, de Francis Scott Fitzgerald, publicada en 1925, y cuya adaptación de 1974, dirigida por Jack Clayton, fue protagonizada por Robert Redford y Mia Farrow.

El gran Gatsby es considerada una de las mejores novelas de Estados Unidos del siglo XX. Su retrato de la sociedad y de la época a través de una historia de amor alrededor de ellas está narrada con delicadeza y profundidad temática. Uno de esos aspectos es el relacionado con los claroscuros del llamado sueño americano que tuvo un nuevo y variado impulso en los años veinte con la proliferación de negocios ilegales y de contrabando que generaron una bonanza económica y nuevos ricos. A su alrededor la decadencia de algunos ideales y los brillos del jazz en un ambiente de lujo y excesos.

En este retrato de época, entre el cambio, la nostalgia y la melancolía, se detiene hoy nuestro Cine club literario WMagazín, que este verano dedicamos a buenas películas basadas en libros que en 2024 celebran una efeméride importante. Los 50 años de la versión cinematográfica de El gran Gatsby llega tras los especiales dedicados a los 70 años de La ventana indiscreta, de Alfred Hitchcock; los 85 años de Lo que el viento se llevó, basada el el best seller de Margaret Mitchell; y los 90 años de Madame Bovary, de Jean Renoir, basada en el clásico de Gustave Flaubert.

Bienvenidos a nuestro Cine club literario WMagazín con El gran Gatsby:

Robert Redford y Mia Farrow en 'El gran Gatsby'

La película: 'El gran Gatsby'

Los derechos de El gran Gatsby los adquirió Robert Evans. La turbulenta historia de amor en la que Jay Gatsby busca reconquistar al amor de su vida trasladó parte de sus desencuentros a la vida real, pues Evans había comprado los derechos pensando en que el papel de Daisy lo interpretara su esposa Ali MacGrown. Pero la actriz, famosa entonces por su papel en Love Story (1970), dejó a Evans por Steve McQueen. A la audición se presentaron grandes actrices como Faye Dunaway, Natalie Wood o Candice Bergen, finalmente el papel recayó en Mia Farrow. Para el personaje de Jay se había pensado en McQueen, pero tras su romance con Ali MacGrown se barajaron nombres como Warren Beatty y Jack Nicholson. Finalmente se lo quedaría Robert Redford.

El guion lo empezó a escribir Truman Capote y lo terminó Francis Ford Coppola.

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EL LIBRO

La Modern Library de Estados Unidos eligió, en 1998, El gran Gatsby como la mejor novela de su país en el siglo XX. No hay claridad sobre cuándo Francis Scott Fitzgerald (1896- 1940) habría empezado la escritura de la novela, publicada en abril de 1925. Algunos señalan 1923, y otros que el rumbo de la novela cambió en 1924. La historia se centra en Jay Gatsby, un joven apuesto que ha hecho una gran fortuna con negocios ilegales que regresa a Long Island, a la ciudad ficticia de West Egg, con la intención de reconquistar a su amor eterno, la joven y bella Daisy Buchanan, ahora casada con otro hombre rico. Para ello, Gatsby crea una estrategia de fiestas y glamur que busque deslumbrar a su amada, en cuyo propósito se desplegará la vida de los Estados Unidos en los años locos del jazz y que sirve de crítica a un sistema económico y social.

Fitzgerald habría recurrido a un episodio de su vida juvenil para inspirarse, pero otros como Kendall Taylor, en la biografía, The Gatsby Affair, afirman que una infidelidad de Zelda, la esposa y gran amor del escritor, sería el detonante de la novela. Según Taylor, en el verano de 1924, Zelda se enamoró de un teniente francés de 25 años llamado Edouard Jozan con quien mantuvo una aventura. Esto habría ocurrido en la Riviera francesa cuando Fitzgerald alquiló allí una villa junto a Zelda y su hija, mientras escribía el primer borrador de El gran Gatsby. El autor mantenía un horario rígido, se recluyó y escribió todos los días hasta la cena, mientras Zelda estaba sola o paseaba por la playa sin su compañía. Es en uno de esos momentos donde habría conocido al teniente. Después de cinco semanas, Zelda le dijo a Scott que estaba enamorada de Jozan y, según algunas versiones, pidió el divorcio. «Los detalles son borrosos, pero el resultado fue que Jozan, quien parece haber tenido nada más que un coqueteo en mente, desapareció de la vida de Zelda. Unas semanas más tarde, Zelda intentó suicidarse con pastillas para dormir”. Para Scott, dice Taylor, la aventura se convirtió en el centro emocional de su obra más conocida.

La novela tuvo al comienzo un éxito relativo, obtuvo buenas críticas, pero no vendió lo que Fitzgerald esperaba. El escritor murió en 1940 sin conocer el gran reconocimiento e influencia que tuvo El gran Gatsby luego de que fuera incluida en el plan de estudios.

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FRAGMENTO

“Cuando era más joven y más vulnerable, mi padre me dio un consejo en el que no he dejado de pensar desde entonces.

‘Siempre que sientas deseos de criticar a alguien —me dijo—, recuerda que no a todo el mundo se le han dado tantas facilidades como a ti’.

Eso fue lo único que dijo, pero como siempre nos lo hemos contado todo sin renunciar por ello a la discreción, comprendí que su frase encerraba un significado mucho más amplio. El resultado es que tiendo a no juzgar a nadie, costumbre que ha hecho que me relacione con muchas personas interesantes y me ha convertido también en víctima de bastantes pelmazos inveterados. Las personalidades peculiares descubren enseguida esa cualidad y se aferran a ella cuando la encuentran en un ser humano normal, y por eso en la universidad se me llegó a acusar injustamente de hacer política, porque estaba al tanto de las penas secretas de jóvenes alborotadores que eran un misterio para otros. Yo no buscaba casi nunca aquellas confidencias: con frecuencia fingía dormir, o estar preocupado, o adoptaba una actitud hostilmente irónica cuando algún signo inconfundible me hacía prever que una revelación de carácter íntimo se perfilaba en el horizonte; porque las confidencias de los jóvenes, o al menos los términos en los que las expresan, suelen ser plagios y estar viciadas por evidentes supresiones. Suspender el juicio conlleva una esperanza infinita. Todavía temo perderme algo si olvido que, como mi padre sugería de manera un tanto esnob, y yo repito aquí con el mismo espíritu, la conciencia de las normas básicas de conducta se reparte de manera desigual al nacer.

Por lo que, después de haber presumido de mi tolerancia, he de confesar que esta tiene un límite. El comportamiento puede estar fundado sobre roca o en terreno pantanoso, pero más allá de cierto punto me da lo mismo cuál sea su base. Cuando volví de la costa Este el otoño pasado noté que deseaba vestir al mundo de uniforme para que adoptara de una vez por todas algo así como una «posición de firmes» moral; no deseaba más desenfrenadas excursiones con privilegiados vislumbres del alma humana. Tan solo Gatsby, el hombre que da título a este libro, quedaba al margen de aquella reacción mía: Gatsby, que representaba todo aquello que desprecio sinceramente. Si la personalidad es una serie ininterrumpida de gestos que tienen éxito, no hay duda de que había algo espléndido en él, cierta exaltada sensibilidad ante las promesas de la vida, como si estuviera conectado a uno de esos complicados mecanismos que registran terremotos producidos a quince mil kilómetros de distancia. Esa sensibilidad no tiene nada que ver con la floja impresionabilidad a la que se procura ennoblecer llamándola «temperamento creador»: el de Gatsby era un don extraordinario para la esperanza, una disponibilidad romántica como nunca he hallado en otra persona y no es probable que vuelva a encontrar. No; Gatsby demostró su valía al final; fue lo que se cebó en él, el sucio polvo que levantaron sus sueños lo que provocó durante algún tiempo mi desinterés por las penas infructuosas y las alegrías alicortas de los seres humanos”.

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Serie Cine club literario de verano 2024

90 años: Madame Bovary. el clásico de Flaubert, exaltado en el cine por Jean Renoir.

85 años: Lo que el viento se llevó, de Margaret Mitchell, el primer gran best seller convertido en clásico del cine.

70 años: La ventana indiscreta, de Alfred Hitchcock, una obra maestra del cine basada en un relato sencillo.

Serie completa: Cine Club Literario 2021 a 2023

Serie Cine club literario de verano 2023

El jorobado de Notre Dame, cien años de la película basada en  la novela clásica de Victor Hugo.

De aquí a la eternidad, de Fred Zinnemann, 70 años de una historia contemporánea basada en la novela de James Jones.

Los pájaros, de Hitchcock, 60 años de un clásico basado en un relato de Daphne du Maurier.

El gatopardo, de Luchino Visconti, 60 años de una obra maestra basada en la novela de Lampedusa.

El exorcista: la película de terror que cambió el género, basada en el best seller de Blatty.

 

Serie Cine club literario de verano 2022

Nosferatu: cien años de la película que abrió las puertas del terror en el cine con Drácula.

Casablanca: 80 años del clásico del cine de amor y del alegato contra la Segunda Guerra Mundial.

Matar a un ruiseñor: 60 años de una gran película contra el racismo y para aprender a vivir, basada en el libro de Harper Lee.

Lolita: 60 años de la película perturbadora de Kubrick, basada en la obra maestra de Nabokov.

Lawrence de Arabia: 60 años de una película épica sobre batallas anticoloniales.

El padrino: 50 años de una de las mejores películas de la historia.

 

Serie Cine club literario de verano 2021

Frankenstein: 90 años del monstruo del futuro en el cine.

Desayuno con diamantes: 60 años de un gran romance con el público.

Fahrenheit 451: 55 años de una película aún vigente sobre un mundo que prohíbe los libros.

La naranja mecánica: 50 años de una película de culto perturbadora.

El silencio de los corderos: 30 años de la película que cambió las reglas del cine de terror.

El señor de los anillos: 20 años de una gran película de aventura épica y fantástica.

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Luis Manrique Rivas
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